Por Maximiliano Larraechea Loeser – Publicado originalmente por el Centro de Estudios Estratégicos Aeroespaciales de la Fuerza Aérea de Chile.
La literatura especializada desde la perspectiva más occidental, influenciada por la experiencia y los desafíos que enfrentan los sistemas de defensa norteamericanos y europeos, abunda sobre la descripción de lo que conocemos como “Guerra Híbrida” y sus implicancias estratégicas. Muchos expertos afirman que se trata de la expresión actual de la guerra asimétrica y otros señalan que no está suficientemente descrita más allá de la combinación de medios y tácticas asimétricas, no constituyendo siempre una “guerra” sino más bien definiendo “amenazas” asimétrico-híbridas que pueden ser enfrentadas exitosamente mediante la superioridad tecnológica y de información. Esta percepción está sustentada en aspectos como la creencia en que la superioridad tecnológica será un factor decisivo en todos los conflictos venideros y que se dispondrá de una inteligencia precisa en todo momento que permitirá la ejecución de acciones directas por parte de fuerzas altamente adiestradas con un mínimo número de bajas propias.
Ante ello, cabe preguntarnos si esta conceptualización sobre Guerra Híbrida es tan “nueva” como se sugiere y cuanto tiene de “universal”. Para ello, en el presente reporte se mostrará la visión que al respecto tienen las dos principales contrapartes de los Estados Unidos y la OTAN en el plano estratégico, esto es, Rusia y China.
El caso ruso
Para comprender cómo el pensamiento estratégico ruso asume esta discusión, es mandatorio adentrarnos en lo que muchos denominan la “Doctrina Gerasimov”, que comenzó a ser expuesta el año 2013 por el General Valeri Gerasimov. El General Gerasimov, además de ser un excelente organizador y conductor, como lo supo hacer tanto en combate como en los cuatro desfiles que encabezó en la Plaza Roja, supo mostrar su capacidad intelectual desde sus inicios, ya que su rendimiento académico resultó en ser graduado con honores en cada uno de los Institutos donde realizó0 sus estudios. Ya con el grado de coronel general, supo lucir sus dotes de analista estratégico ante los participantes de la Conferencia Internacional sobre Defensa Antimisiles de mayo de 2012, en Moscú, exponiendo sobre el peligro de la política estadounidense para el equilibrio estratégico. El pensamiento del General Gerasinov respecto del tema que nos ocupa, se encuentra en un documento denominado “El valor de la ciencia en la anticipación”[1]. Ese documento, que recién fue tomado en cuenta por occidente ante los acontecimientos de Crimea del 2014, abordó el escenario de seguridad posterior al término de la Guerra Fría y expuso una suerte de lecciones aprendidas de los acontecimientos verificados desde la desaparición del Pacto de Varsovia, como la invasión de Georgia, la Guerra del Golfo, la declarada “Guerra contra el Terror” de Bush y también otros como la Primavera Árabe, las incursiones occidentales bajo el concepto de R2P o la Responsabilidad de Proteger (R2P). En ese análisis, la visión se centró en el tipo de conflictos a enfrentar a futuro y el papel clave del empleo de herramientas no militares para crearlos o para enfrentarlos. Afirmó que el valor de los medios no militares para alcanzar los objetivos políticos y estratégicos en algunos casos excede el poder de las armas. En el caso emblemático de las Primaveras Árabes, que consideraba (igual que otros analistas rusos) que eran ejemplos de Guerra Híbrida provocados por occidente, señaló respecto de la intervención en Libia: “…las medidas políticas, económicas, informativas, humanitarias y no militares se emplearon junto con la potencia de la protesta popular. Todo eso ha sido apoyado por medios militares en forma clandestina, ejecutando operaciones especiales y guerra de la información. El empleo de unidades militares regulares, a veces bajo la apariencia de Fuerzas de Paz, se llevó a cabo para contribuir al logro de la situación deseada…”.
Crítico de la actitud político-estratégica de los Estados Unidos, afirmaba que la unión del concepto de “Global Strike” con la movilidad, conciencia situacional y la coordinación de la maniobra basada en redes y las acciones asimétricas provenientes de elementos no militares del poder nacional suponían una seria amenaza para Rusia. Respecto de Internet, afirmó (aunque esto ya estaba planteado por otros analistas rusos previamente) que abría grandes posibilidades para degradar la capacidad militar y erosionar el liderazgo político y la opinión pública adversaria. De ese modo y mencionando cómo en Libia se había empleado redes sociales y mensajería para desgastar el liderazgo político, afirmó que se requería perfeccionar las actividades en el ciberespacio, incluyendo la protección de objetivos propios.
Luego de analizar el escenario del siglo XXI y la necesidad de enfrentar la amenaza híbrida que representa la OTAN, Gerasimov planteó la necesidad de un enfoque estatal integrador de las actividades de varios departamentos y agencias, en una cooperación civil-militar como base para la resolución de conflictos. Así, planteó que los conflictos a enfrentar en el siglo XXI podían clasificarse en seis etapas desde la perspectiva de las acciones de la potencia extranjera esperadas: (ver gráfico en la página siguiente)
· Origen encubierto. El conflicto se inicia antes de las hostilidades, por medio de campañas de información que utiliza todos los medios e instrumentos para influir sobre el liderazgo político y la población, junto con inteligencia destinada a identificar y eventualmente conquistar personal clave que podría de otra forma servir a los objetivos adversarios.
· Escalada del conflicto. Considera que si la crisis escala, la potencia adversaria tratará de aislar en lo diplomático y sancionar en lo económico el país objetivo, junto con debilitar al gobierno y alentar el descontento popular.
· Acciones iniciales de conflicto. La potencia adversaria incrementa la presión militar y la no militar, para profundizar el sentimiento de descontento de quienes se oponen al régimen y para estimular que se organicen políticamente, debilitando de esa manera al gobierno local y llevando a un estallido social de impacto noticioso mundial que otorgue un paraguas legal a la intervención extranjera.
· Crisis. La potencia adversaria interviene militarmente, con el argumento del concepto R2P y razones humanitarias, empleando todo el potencial diplomático, las sanciones económicas y la propaganda para justificar la incursión militar extranjera.
· Resolución. Una vez alcanzados los objetivos estratégicos, la potencia adversaria emplea todos los instrumentos de su poder nacional para restablecer una situación de cese del fuego en el país objetivo, para llegar a un estado de estabilidad que esté en línea con sus propios intereses y objetivos.
· Restauración de la paz. En esta etapa final, se procura dar continuidad y prevalencia al estado final alcanzado, potenciando y legitimando los grupos de poder locales que se incentivó y estableciendo los lazos diplomáticos, culturales y comerciales a mantener con el país objetivo. Simultáneamente, se mantiene la campaña de propaganda y la acción diplomática para que la comunidad internacional asuma y reconozca el nuevo estado de las cosas que se estableció en el país objetivo.
Luego de su descripción del conflicto del siglo XXI, en su documento Gerasimov estimula a sus lectores con la siguiente afirmación: “…no importa qué fuerzas tenga el adversario o cuan desarrollado sea, o los medios de que disponga para el conflicto, siempre tendrá vulnerabilidades…” “No debemos copiar las experiencias del extranjero siguiendo a las potencias líderes, debemos superarlos y alcanzar la posición de liderazgo nosotros”.
Por el momento internacional que se vivía cuando el General escribió sobre esta temática, parecía que sus ideas cuadraban con la línea de pensamiento vigente desde fines de los años ´90 en cuanto a la transformación de la guerra. No obstante lo anterior y luego de los sucesos de Crimea y Ucrania, esta publicación pasó a ser vista como el anuncio de una nueva concepción doctrinaria rusa, en la cual ya no sería tan fácil distinguir la división entre la paz y la guerra, con conflictos no declarados que se iniciarían previamente a que el adversario asumiera que habían comenzado las hostilidades. Las operaciones, ahora, combinarían el empleo de medios letales y no letales y la diferenciación entre éstos se haría difusa, con un uso a veces decisivo de los últimos para alcanzar los objetivos estratégicos. La batalla, finalmente, se daría como siempre en el ambiente físico pero también en el virtual.
¿Existe una “doctrina Gerasimov? Tal pregunta genera un cúmulo de discusiones. La coincidencia de sus postulados con las acciones en Ucrania y Crimea parecen corroborar la tesis sobre su influencia en el pensamiento político-estratégico ruso, pero también hay quienes sostienen con argumentos, que la evolución del pensamiento ruso es un continuo que hacía obvio adoptar la doctrina aludida. En este sentido, es necesario mencionar a Vladislav Surkov[2], de mucha influencia en Vladimir Putin, que considera que la guerra es un fenómeno sostenido sin inicio o final claros.
Asimismo, la evolución del arte operacional de los rusos que impulsó el General Nicolai Ogarkok[3], que incluyó en forma intensiva la exploración de la superioridad en el ciberespacio y la información.
El pensamiento estratégico del General Gerasimov, continuó en su proceso evolutivo, lo que se evidenció en el discurso que pronunció el año 2016 en la Academia de Ciencias Militares y que publicó posteriormente en el semanario Voienno-Promyshlenny Kurier.
En ese discurso, durante el cual estaba consciente de que sus palabras serían analizadas en profundidad por los especialistas en defensa de EEUU y Europa, incorporó definitivamente las expresiones “Guerra Híbrida” y “Métodos Híbridos”, una novedad para la literatura especializada rusa. Debe recordarse que en este caso, sus ideas se planteaban posteriormente a las incursiones en Ucrania y a la intervención en Siria. Así, en parte de su discurso expresó que “…en la época de la globalización, del debilitamiento de las fronteras, del desarrollo de las formas de comunicación…el cambio de las maneras de resolver las contradicciones entre los Estados ha pasado a ser un asunto de la máxima importancia. En los conflictos contemporáneos es cada vez más frecuente que se priorice un conjunto de medidas de carácter no militar, políticas, económicas, de información y de otros tipos que se ponen en práctica con el sostén de la fuerza militar. Son los llamados métodos híbridos”.
Esto es parecido al concepto tradicional occidental, aunque con una sutil diferencia: Conocemos la Guerra Híbrida como una que utiliza métodos convencionales y otros de la guerra irregular, pero Gerasimov habla de métodos híbridos, como aquellos que llegan más allá de los tradicionales. Lo importante, es que reconoce que esta combinación de acciones constituye la característica distintiva de los conflictos actuales. La lectura de ello, es que asume que ante un escenario en que la guerra se enfrenta con un abanico de medios y tácticas no necesariamente miliares, la Defensa como institución y doctrina debe asumir esta realidad. Dada la tradición rusa anterior, con una indisoluble identificación entre el estamento militar y la Defensa, el cambio hacia un concepto en que la Defensa es una función de Estado que involucra a todos sus estamentos, es un cambio radical. Así, afirmó que las guerras híbridas “…han creado la necesidad de aplicar cambios en la organización de la defensa. La defensa armada del Estado, incluyendo su preparación, no puede ser reducida a medidas puramente militares y requiere la consolidación de prácticamente la totalidad de los órganos de poder”.
En alguna medida, Gerasimov reduce el alcance del concepto de guerra híbrida, al asociar el concepto de métodos híbridos más bien a la subversión, ejemplificándolo con el caso de las llamadas “Revoluciones de Colores”[4], como se denomina a revoluciones menos sangrientas como la Primavera Árabe. Lo menciona afirmando también que existen ejemplos como “… la explosión de nacionalismo en Ucrania y la agitación en países árabes…la acción masiva sobre la opinión pública hizo posible el incremento del potencial de protesta de la población y la extensión del movimiento en los países del Norte de África, lo que condujo al cambio del régimen político en algunos de ellos”. Añade al respecto que “un Estado víctima de una agresión híbrida, en general cae en una situación de caos completo, de crisis interna y de colapso económico…el asesinato de civiles por motivaciones nacionalistas o religiosas, junto con el aumento de la criminalidad y la migración masiva no controlada, son consecuencia de las Revoluciones de Colores”. Agrega que la guerra de la información es clave, resultando tan importante como el uso de fuerzas tradicionales. Incluye en este aspecto, la “falsificación de los acontecimientos” (SIC), junto con la limitación a los medios de comunicación masiva.
La defensa territorial, aspecto poco abordado por la doctrina rusa de los últimos años, recobra relevancia en los postulados de Gerasimov, quien expresa que “…el aumento de las amenazas híbridas condiciona la urgencia de incrementar la eficacia de la defensa territorial…” incluso ante compañías privadas extranjeras, organizaciones terroristas o unidades de operaciones especiales.
Finalmente, su discurso exalta la importancia del factor tecnológico en la guerra híbrida, al señalar que “la guerra de Siria ha confirmado que la guerra híbrida requiere contar con armamento de alto nivel de tecnología” y que las Fuerzas Armadas “sólo son eficaces, si son capaces de cumplir con sus misiones con el menor uso posible del componente militar”.
Vemos así, que Gerasimov, aunque no pretende explícitamente elaborar una doctrina bajo su nombre, desarrolla conceptos doctrinarios que describen en forma muy clara varios de los conflictos que han caracterizado los últimos años. Aunque hace hincapié en que considera la guerra híbrida como un concepto de occidente, lo asume (aunque más bien limitado a procedimientos híbridos) y elabora un pensamiento dirigido a cómo enfrentar este tipo de conflicto. La invasión en Crimea parece demostrar que, pese a ello, las formas y etapas de la guerra híbrida según su propia descripción, representan un método útil para obtener los objetivos político-estratégicos rusos.
La aproximación china
En la búsqueda de antecedentes para comprender la visión china sobre la Guerra Híbrida, naturalmente se comenzó analizando la Política Nacional de Defensa China, publicada en 2010. Este documento enfatiza una posición conservadora, que declara no tener una expansión militar y señala que la meta de la defensa nacional es salvaguardar la soberanía, el desarrollo y la integridad territorial. Asimismo se distancia de la competencia nuclear directa e insiste en la obtención de confianzas y cooperación. Sin embargo, el desarrollo militar chino no es consecuente con este concepto, ya que su gasto de defensa prácticamente se ha duplicado en 10 años, pasando de US $ 129.359 millones en 2010 a 244.934 millones en el 2019[5]. Su desarrollo de fuerzas incluye un importante desarrollo naval en torno a capacidad de portaaviones, que proporcionan una capacidad de presencia militar global y que convertirá a China en la segunda potencia con más portaaviones del mundo. Sin embargo, es claro que ese desarrollo de fuerzas no es aún suficiente para contrarrestar a la primera potencia militar del mundo, Estados Unidos, lo que hace necesario observar cómo la estrategia china plantea una forma distinta de competir estratégicamente con este formidable oponente.
Es en este escenario, donde aparece el concepto de Guerra Irrestricta de los Coroneles Qiao Liang y Wang Xiangsui. Con una clara influencia del pensamiento militar clásico de Tsun Tsu, que promovía la obtención de la sorpresa estratégica evitando combatir en el escenario donde el enemigo es más fuerte, estos Oficiales presentaron en 1999 el Libro “Guerra Irrestricta” como una expresión de un concepto de guerra más amplia, que debe entenderse en una definición que prescinde del acto jurídico de la declaración de guerra y la comprende como el enfrentamiento agresivo en todos los ámbitos para derrotar a un enemigo más fuerte, usando todos los métodos, incluyendo “fuerzas militares o no militares, letales y no letales, para imponer al enemigo aceptar nuestros propios intereses”.
La premisa fundamental de este libro, es que la Guerra Irrestricta ( en adelante: GI) combina sin restricciones los elementos militares con los propios de lo que en occidente denominamos “operaciones de guerra no militares”, lo que involucra finalmente todo el abanico de actividades humanas, como lo económico, la psicológico, las redes, la tecnología, la información, etc. Los autores toman nota de que las regulaciones y organismos internacionales limitan fuertemente la acción de guerra tradicional, como asimismo que ésta no es efectiva contra un poder superior, pero ven como una alternativa viable el empleo de la tecnología para amenazar estratégicamente a un rival, por considerarlas tan destructivas como la fuerza militar. Entonces, la Guerra Irrestricta toma los elementos de la Guerra Híbrida que le son convenientes.
Un elemento relevante de los postulados de los autores, es su visión respecto de la evolución de la guerra, en la que consideran que los avances tecnológicos son los principales agentes de cambio en la forma de hacer la guerra. Mencionan así la influencia del uso del acero y el bronce para los combatientes terrestres, el impacto del descubrimiento de la pólvora, la autopropulsión de los buques y evidentemente la irrupción de la aviación. En su opinión, la revolución tecnológica s la que propicia la revolución de las armas, y ello modifica la forma de hacer la guerra, usando el concepto de revolución en asuntos militares. Sin embargo, agregan, en el siglo XXI la velocidad de este cambio tecnológico y su impacto en todos los aspectos de nuestras vidas, por lo amplio, hará que la guerra sobrepase los conceptos de lo propiamente militar (de Pablo, 2015). En este orden de ideas, critican a Occidente, por considerar que la mentalidad occidental es un rehén de los avances tecnológicos, lo que se evidenciaría en una tendencia a pensar en qué guerras podrán luchar con las armas que la tecnología les proporciona, en lugar de analizar qué armas (en el amplio sentido) se necesita para ganar las guerras del futuro. De esta forma, acusan, occidente sigue concibiendo la guerra en su forma tradicional, de choque cinético de armas, en lugar de visualizar un escenario del
siglo XXI caracterizado por trascender lo militar, llegando a un problema híbrido y sin rostro (en una clara alusión a lo cibernético). “Llega ahora un tipo de guerra no militar, ejecutada por un soldado no profesional que puede ser un ingeniero de software capaz de hackear sistemas económicos, o un especulador financiero que puede quebrar a un país sólo moviendo su capital de un mercado a otro” (Erlich, 2016).
En las partes finales de su libro, los autores exponen una serie de características que reflejarían la forma de hacer la guerra del siglo XXI y sus rasgos distintivos:
1.- Omnidireccionalidad: la guerra se materializa hacia todos lo “dominios”, esto es el terrestre, el marítimo, el aéreo, el espacial y el cibernético, pero incorporando los elementos sociales como: político, social, cultural, económico, etcétera.
2.- Sincronía: Conducción de operaciones de distinta naturaleza, en un periodo de tiempo determinado. Ello implica el empleo de distintas fuerzas militares y no militares, sincronizadas, lo que requiere una coordinación superior.
3.- Objetivos Limitados: En otras palabras, desechar la concepción histórica de guerra total y múltiples objetivos, asignando una óptica tipo Klausewitziana de guerra al servicio de un objetivo político.
4.- Medios ilimitados: La esencia del concepto de guerra irrestricta: no limitar los medios a emplear.
5.- Asimetría: “Seguir la línea de pensamiento opuesta al balance simétrico y desarrollar acciones de combate en esa dirección”[6].
6.- Mínimo consumo de recursos: Similar al principio de economía de los medios. Designación racional de los objetivos y asignación racional de los recursos.
7.- Coordinación multidimensional: Es la conducción de todas las formas militares y no militares. Ello implica la injerencia directa de un nivel de conducción de un nivel superior al estratégico militar.
8.- Ajuste y control del proceso completo: Es necesario que fluya la información en forma continua, para ajustar la acción y controlar la situación durante todo el curso de la guerra.
La página 4 del libro en comento, expresa: “Cuando la gente comience a inclinarse y regocijarse por la reducción del uso de la fuerza militar para resolver los conflictos, la guerra renacerá en otra forma y en otro ámbito, convirtiéndose en un instrumento de gran poder en las manos de los que tengan por intención controlar oros países o regiones”. Como ejemplo, entre otros, menciona los ataques mediante internet, los que “representan una semi guerra o cuasi guerra, o una sub guerra, o sea, la forma embrionaria de otro tipo de guerra” (Liang, Xiangsui, 1999). En esta línea de pensamiento, el ataque cibernético aparece como una forma muy clara de aplicar algunos de los principios antes mencionados, particularmente el de mínimo consumo de recursos. Asimismo, la utilización de una ofensiva cibernética en el momento propicio sería una aplicación del concepto de sincronía y del principio de la guerra occidental de la sorpresa. En la lógica de la guerra irrestricta, no somete al adversario en forma cinética sino con el empleo de un nuevo concepto de armas.
Este foco en el empleo del ciberespacio, responde además a una vertiente del pensamiento tradicional chino, distinto al occidental. De acuerdo a un informe de la Oficina del Secretario de la Defensa de EEUU al Congreso en 2002, el propósito de la gran estrategia china es la maximización de la configuración estratégica del poder, conocida como “Shi” (Mancera, 2014). La definición del Shi es “la alineación de las fuerzas”, el “potencial que nace de la disposición”, que un estratega experto puede aprovechar para garantizar la victoria sobre una fuerza superior (Mancera, 2014).
En suma, se puede apreciar que existe lo que podríamos denominar “una vertiente china” de Guerra Híbrida, expresada desde la concepción de “no-limitación” (Guerra Irrestricta), que tomando en cuantas concepciones provenientes de las más antigua tradición estratégica china, las aplican al eventual enfrentamiento contra una potencia superior en capacidades militares tradicionales y que además está limitada por las propias concepciones y regulaciones de occidente.
Conclusión
Como se puede apreciar en este trabajo, la visión no occidental respecto de la Guerra Híbrida presenta sus propias particularidades, desde la perspectiva de quienes compiten estratégicamente contra las principales potencias de occidente. En este sentido, cabe tener en cuenta estas concepciones para, en un proceso analítico continuo, identificar aquellas acciones nacionales que otras potencias eventualmente ejecuten en nuestra región y que fácilmente pueden ser asociadas a esta concepción del conflicto. La guerra híbrida no es solamente una guerra irregular. Es la conjunción de medios regulares y no regulares, militares y no militares, estatales y no estatales, para la consecución de la victoria. Las grandes potencias de Oriente y Occidente, desde nuestra concepción, no están en guerra. Sin embargo, desde la perspectiva amplia que estos otros pensadores han desarrollado, podríamos estarlo.
[1] Gerasimov, V: “El valor de la anticipación”, descargado de http://www.theatlantic.com/education/archive/2015/complex-academic-writing/412255 [2] Surkov lo plantea en un libro denominado “Sin Cielo”, que escribió utilizando un seudónimo. [3] Ogarkov fue Jefe del Alto Estado Mayor y Viceministro de Defensa hasta 1984. Se hico famoso cuando defendió el derribo ruso de un Jumbo coreano en 1993. Organizó algunos de los ejercicios militares más grandes de la historia rusa, en los cuales se evaluaba el empleo de todos los medios militares y no militares disponibles. [4] Los medios de comunicación de todo el mundo utilizan el término revolución de color para describir varios movimientos relacionados con el comunismo, desarrollados en varios países de la antigua Unión Soviética, en la República Popular China y los Balcanes durante principios del siglo XXI. El término también se ha aplicado a varias revoluciones en otros lugares, incluso en el Medio Oriente y la región de Asia y el Pacífico, que datan de la década de 1980 a la de 2010. Algunos observadores (como Justin Raimondo y Michael Lind ) han llamado a los eventos una ola revolucionaria , cuyos orígenes se remontan a 1986People Power Revolution (también conocida como la "Revolución Amarilla") en Filipinas .Tales movimientos han tenido cierto éxito, por ejemplo, en la República Federal de Yugoslavia 's Revolución Bulldozer (2000), en Georgia ' s revolución de las rosas (2003), y Ucrania 's Revolución Naranja (2004). En la mayoría de los casos, pero no en todos, las protestas callejeras masivas siguieron a elecciones disputadas o solicitudes de elecciones justas. Condujeron a la dimisión o el derrocamiento de líderes considerados por sus oponentes como autoritarios. Algunos eventos han sido llamados "revoluciones de color" pero difieren de los casos anteriores en ciertas características básicas. Los ejemplos incluyen la Revolución del Cedro del Líbano (2005) y KuwaitRevolución Azul (2005). [5] Fuente: www.defensa.com [6] Guerra Irrestricta (Unrestricted Warfare) de los Coroneles QIAO Liang y Wang Xiangsui, 1999
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