Por Ignacio Montes de Oca
Israel podría ejecutar su respuesta a los ataques del sábado y es importante establecer cuáles podrían ser sus objetivos. Además, cuáles son los medios que tiene a su disposición y los factores políticos que deben ser considerados.
El objetivo lógico sería el programa atómico iraní. El 18 de enero el titular de la OIEA informó en Davos que Teherán estaba a punto dominar el proceso de enriquecimiento del uranio necesario para fabricar armas atómicas: https://twitter.com/nachomdeo/status/1748002782920036842
Desde 1974 Irán comenzó la construcción de la central nuclear de Busher y desde 2007 aceleró el programa de compra de tecnología rusa que podría tener propósitos militares. Además, está construyendo, con asistencia de Rusia, otras plantas en Juzestán y en la ciudad portuaria de Sirik. Para fabricar uranio de uso militar es necesario contar con una planta de conversión. Irán levantó un centro de procesamiento en Ishafán y desde 2006 produce el hexafluoruro de uranio que consumen las centrifugadoras que refinan el mineral radioactivo.
En Natanz se levanta la planta que aloja las centrifugadoras de uranio que desde 2007 utiliza 54.000 aparatos para obtener la cantidad de material fisible que se necesita para crear ojivas atómicas. Las centrales, las procesadoras y las centrifugadoras son parte de un mismo circuito. En la ciudad de Arak está la planta de agua pesada que desde 2002 provee al programa atómico iraní de este recurso crucial para operar sus centrales nucleares, pero también para producir plutonio. Todas las instalaciones están vedadas a las inspecciones de la OIEA desde 2018. En la ciudad de Fordow, a 32 km al noroeste de la ciudad de Qom, la OIEA descubrió en 2009 una planta no declarada dedicada al enriquecimiento de uranio con fines militares. La instalación fue construida a 90 m debajo de la superficie para protegerla de los ataques.
Hay dos centros de investigación nuclear. El primero y más antiguo en las afueras de Teherán, en la localidad de Amirabad, en donde funciona un reactor de investigación de 5 MW de potencia. El segundo está en Karaj, a 100 km al noroeste de la capital.
Otro objetivo posible son las fábricas del consorcio Aerospace Industries Organization controlado por la IGRC y dedicado a desarrollar y producir armamentos, municiones y misiles de todo tipo en instalaciones repartidas a lo largo del todo el territorio. Entre estas instalaciones están las de Bagh Shian, el complejo industrial Bakeri 1, 2 y 3, los complejos de desarrollo de Baqerolom, Vanak y Saltanat - Abad, la planta de fabricación de Khajir y la fábrica de municiones Khomeini, todos ellos situados en el área de Teherán.
En Tabriz cuenta con un centro de producción de misiles balísticos y un depósito denominado Base de Qadiri en las afueras de la capital. Otras instalaciones producen barcos y equipo militar diverso, pero su neutralización implicaría afectar la producción de drones y misiles.
Otra instalación vital es la factoría de Shiraz, una ciudad del centro del Irán, en donde se producen elementos electrónicos para misiles y drones, además de componentes para fabricar radares, sistemas de comunicación, navegación y ópticos. El otro complejo importante es el Grupo Industrial Shahid Hemat responsable de la producción de misiles balísticos y de los combustibles líquidos y sólidos que los alimentan. Esta empresa está involucrada con los acuerdos de compra de tecnología rusa, china y norcoreana.
El tercer grupo de objetivos son las instalaciones militares. Sin dudas, la base de Mehrabad situada junto al aeropuerto internacional de Teherán es un posible blanco por ser la mayor instalación aérea militar iraní. También el edificio cercano de la jefatura en Doshan Tape.
Irán tiene numerosas bases aéreas militares repartidas en un territorio muy extenso. Las más importantes son las de Tabriz, Shahroki, Bandar Abbas, Shiraz, Bushehr y Vahdati. Neutralizarlas es vital si Israel quiere realizar ataques aéreos sin oposición.
La base “Aguila 44” es un depósito subterráneo de armas situado a 100 km al noroeste de Bandar Abbas a una profundidad de entre 200 y 500 m, en donde almacena aviones, misiles balísticos y drones. Se supone que además sirve como centro de mando alternativo. Hay otras bases subterráneas en Khormoj, en las montañas de Zagros y un sitio de lanzamiento de misiles en Kemanshah también construidos a grandes profundidades en lo que se cree son instalaciones inmunes a un ataque con armas convencionales.
La armada iraní es otro objetivo, en particular si se pretende evitar un bloqueo del paso de Ormuz y el ataque al tráfico marino. La base principal está en Bandar Abbas, pero el IGRC tiene bases propias en Mahshahr, Bushehr, Asaluyeh, Jask y Chan Bahar.
El ejército de Irán tiene unos 357.000 soldados, por lo que la cantidad de bases y arsenales está dispersa en numerosas localidades de los 1,64 millones de km2 de su territorio. La Guardia Revolucionaria Islámica con otros 125.000 efectivos y su red de bases y depósitos propios. Debido a que una irrupción terrestre de Israel carece de sentido, no es de mucha utilidad señalar sus principales bases. Solo si Israel buscara debilitar el control interno del régimen en una campaña de larga duración, tendría alguna utilidad desviar recursos para atacarlas.
Hay una cuarta opción y es la de atacar objetivos clave de la infraestructura iraní para generar un deterioro de la situación interna. En ese caso podría atacar la planta de energía de Damavand a 80 km de Teherán, la central en Hormozgan o los embalses de Karún.
La opción más radical sería realizar ataques destinados a eliminar a la cúpula del gobierno teocrático y el árbol decisorio que va desde los ayatolas hasta los comandantes de la IGRC. Es una alternativa polémica por las reacciones que podría generar en el universo islámico.
Israel puede elegir entre una cantidad de blancos muy numerosa que, en caso de un ataque, deberán ser seleccionados de acuerdo con los recursos, la oportunidad, las prioridades y los objetivos que pretenda lograr. Y debe ser expeditivo, una campaña permanente no es una opción.
Antes de ir a los medios de ataque, recordemos que en 1981 Israel ejecutó la “Operación Ópera” para destruir la central atómica de Osirak en Irak antes de que se finalizara su construcción. Con ese antecedente, es previsible que la seguridad nuclear vuelva a ser una prioridad.
El principal vector de ataque de Israel es su fuerza área y el núcleo de su fuerza ofensiva son los 39 cazas de última generación F-35, los 109 F-15 y los 175 F-16 equipados con bombas guiadas de alta precisión de la serie JDAM y tripulaciones experimentadas y altamente entrenadas.
Dejando de lado a su fuerza aérea, que de por sí es la más poderosa de la región, tiene la opción de recurrir a su arsenal de misiles balísticos y de crucero, que no es muy variado ni numeroso en comparación con el despliegue iraní. Por lo tanto, hagamos un recorrido breve.
El misil LORA fue detectado por primera vez en 2003 y se sabe que tiene un alcance de 400 km, una carga explosiva de 570 kilos y un CEP de 10 metros. Su autonomía no sirve por lo tanto para atacar blancos dentro de Irán situados a más de 500 km.
Tampoco le sirven los misiles Gabriel o Popeye, por tratarse de sistemas antibuque, ni los AGM-142 Have Nap lanzados desde el aire, por su alcance máximo de 78 km, ni la munición merodeadora Dalilah por su autonomía de 250 km.
El siguiente escalón de poder en misiles y que pueden llegar a Irán es extremo y está representado por el misil balístico Jericó 2 con un alcance de 1.500 km en sus últimos modelos y una carga explosiva de 750 kg. El CEP no es importante porque portan ojivas nucleares.
El Jericó 3, que entró en servicio en 2011, tiene un alcance de 4.800 a 6.500 km y puede cargar una ojiva de hasta 1.3 toneladas de peso consistente en hasta tres ojivas nucleares. Se estima que hay un centenar de Jericó 2 y al menos una docena de Jericó 3 operativos.
En 2012 el diario Der Spiegel publicó un informe en el que revelaba que Israel había desarrollado un misil con ojiva nuclear para ser lanzado por los submarinos clase Dolphin comprados a Alemania. Sin embargo, nunca hubo evidencia que lo corrobore.
Es difícil obtener datos sobre la capacidad nuclear de Israel, pero el SIPRI estima que posee unas 90 ojivas activas con una potencia de entre 23 y 100 kilotones. Una parte de ellas, quizás un tercio, son sistemas diseñados para ser lanzados por aviones.
Queda claro que Israel nunca desarrolló un arsenal de misiles y drones similar al iraní y que su fuerza de disuasión se basa en su poder aéreo y en la opción de última instancia de su arma nuclear. Por lógica, la respuesta al ataque será por medio de la primera alternativa.
En cualquier caso, Israel debe saber que ninguna guerra, y en particular en Medio Oriente, es un asunto meramente militar. Una represalia que cause daños desproporcionados puede arruinar los apoyos y neutralidades de los países musulmanes cosechadas durante el ataque iraní. El mando israelí ya conoce la facilidad con que reaccionaron las masas de los países musulmanes ante cada error u oportunidad que tuvo Irán para acusarlo. Generar una destrucción generalizada y afectar a la población iraní, puede generar un escenario complicado. Por eso la elección de blancos es en principio política, porque debe obtener una represalia y comunicar al mismo medio a los países de la región la medida exacta de la represalia adecuada. El plan nuclear iraní y su amenaza para toda la región, parece ser la opción más sensata.
Considerando que el régimen chiita iraní también sostiene un enfrentamiento con la mayor parte de las coronas petroleras y los países laicos sunitas, una represalia que genere un debilitamiento de la capacidad de Irán para amenazar a sus vecinos tampoco parece contraindicado. En cualquier caso, por no ser un país fronterizo con Irán, Israel está obligado a obtener el permiso para sobrevolar territorio jordano y saudita con cierta seguridad para alcanzar a sus objetivos. Violentar esa premisa, sería una torpeza inadmisible. Israel debe mantener, por lo tanto, un equilibrio delicado en la elección de sus objetivos y en la cantidad de daño provocado para no convertir a saudíes y jordanos en corresponsables de cualquier error en sus cálculos a la hora de planificar los ataques.
En definitiva, Israel debe responder al ataque de Irán para sostener su disuasión y sobrevivir en una región que siempre le fue hostil. Pero debe elegir cuidadosamente como formula su respuesta para no perder la oportunidad que se le presenta. La postura de la región frente al ataque de Irán le habilita a una represalia con un nivel de tolerancia inaudito entre sus vecinos. Tiene una sola piedra en la honda y poco tiempo para lanzarla. En esa elección se juega un vínculo muy deteriorado desde el inicio de la campaña de Gaza.
Irán debe esperar y confiar que los sistemas antiaéreos que desarrolló en años recientes y los que le proveyó Rusia le provean de algún amparo. No tiene el Iron Dome y le queda mostrar una capacidad defensiva que no pudo demostrar atacando.
PS: En cualquier caso, lo más probable es que en el siguiente acto haya un evento relacionado con el rubro atómico y que sea un remake del ataque contra la central de Osirak. Ojalá no tenga nada que ver con trompetas sonando para que caigan los muros del enemigo.
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