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Foto del escritorLuis Briatore

Tributo a los halcones, recordando la práctica en el Marjory Glen

Por Luis Briatore

 

Había pasado el 2 de abril de 1982, ante la noticia de una guerra inminente rápidamente la Base de Río Gallegos se pobló de pañuelos amarillos, completando la dotación el 13 de abril. Dos escuadrones completos de A-4B Skyhawk habían desplegado desde Villa Mercedes con la mejor organización operativa, la del Escuadrón Aeromóvil, manera de operar fuera de casa que les otorgaba rapidez y flexibilidad al momento de atacar al enemigo, a cargo del Jefe de Escuadrón más antiguo, conformada por pilotos y un nutrido grupo de mecánicos acompañados del utilaje y repuestos necesarios para dar un soporte técnico sostenido y prolongado, modalidad que haría la diferencia operativa y en recuperación rápida de aeronaves averiadas con daños de consideración poco tiempo después.

Los halcones sabían perfectamente sus debilidades, que eran mayores en relación a los puntos fuertes, para enfrentar a tremenda potencia naval, la que era superior en número y tecnología en todos los ámbitos.

La falta de capacidad para intervenir en una guerra aeronaval, por no estar entrenados para atacar ese tipo de objetivos, ni disponer de armamento adecuado fuera del alcance de los letales sistemas de defensa, hizo que buscaran soluciones de compromiso ante semejante desafío.

 



La importancia del buen líder

Previo al despliegue hacia tierras patagónicas, un par de oficiales de la Aviación Naval visitaron Villa Reynolds, los que dieron una clase magistral, pero demasiado preocupante para los halcones, acerca de las capacidades defensivas de los buques británicos, en especial de las Fragatas misilísticas tipo 21, tipo 22 y destructores tipo 42, llegando a una conclusión contundente y tal vez exagerada: “Eran invulnerables, imposible de llegar a infringirle un daño, con una contundente relación numérica de pérdidas, en un ataque de 12 aviones, solo podían sobrevivir 2”. Este fue un mensaje impactante en lo psicológico, principalmente para los más jóvenes, que fuera neutralizado, con la sabiduría de un líder, por los dos experimentados Jefes de Escuadrón, que pronunciaron una enérgica arenga, inculcándoles una actitud positiva y ganadora. El foco fue puesto en levantar la moral de sus guerreros antes del combate, señalando principalmente que mediante una táctica adecuada, las posibilidades de éxito eran otras. En poco tiempo, ya en el campo de batalla, los resultados devastadores para el enemigo les darían la razón.

Al respecto, la información más útil vino de la propia artillería antiaérea, que operaban los directores de tiro SkyGuard. Nuestros artilleros abocados a ayudar a la aviación de caza, indicaron la dificultad de atacar en escuadrillas, en vuelo muy bajo, con una separación lateral entre aviones menor a 50 metros. La ambigüedad perturbaba la efectividad, incrementando la posibilidad de lanzar las bombas sobre estas superfortalezas navales. En conclusión, había que volar muy bajo y, dentro de lo posible, atacar en línea cercana (aviones formados lateralmente), con una separación total de 130 metros, igual a la eslora de este tipo de buques, motivo por el cual se decidió atacar con escuadrillas de tres aviones y no de cuatro.


Una interesante idea

Uno de los Jefes de Escuadrón, pensando en mejorar el entrenamiento de sus pilotos de combate, ya que más de la mitad eran muy jóvenes y sin experiencia en ataque a este tipo de objetivo, cuando regresaba de una misión simulada, adiestrándose con el pensamiento puesto en dos enemigos, el que había declarado la guerra y otro que esperaba agazapado, ubicado del otro lado de la cordillera, se le ocurre una brillante idea. Haciendo uso de la creatividad gaucha que, instintivamente, ante una situación de riesgo, en apariencia insalvable, moviliza a inventar algo nunca hecho con anterioridad, o mejor dicho ¡ejecutar algo inédito!

El Vicecomodoro Rubén Zini, la mañana del 18 de abril, aproximando a gran velocidad y en vuelo muy bajo, como líder de una escuadrilla de tres aviones, en cercanía de la pista e ingresando por la costa Sur de la ría de Río Gallegos, observa un gran buque de color óxido, del que sobresale un mástil inclinado. Se trataba del Marjory Glen, un barco botado en Escocia en el año 1892, que con cargamento completo de carbón se incendió en el año 1911 frente a la costa patagónica, para luego encallar y quedar allí de por vida, clavado sobre una extensa playa de arena y pequeñas piedras, en una costa azotada por el viento de manera permanente.

La iniciativa en muchas ocasiones es una de las principales claves del éxito. La propuesta de este oficial antiguo y con mucha experiencia en aviones de combate, de utilizar este barco como blanco de práctica, inicialmente no fue bien vista, pero ante la insistencia y la falta de buques de la Armada Argentina para poder practicar, finalmente fue aceptada por la superioridad.

Con la segunda flota del planeta cada vez más cerca de las Islas Malvinas, se efectúa el primer vuelo de comprobación.

Lo importante por aquellos días era lograr que los más jóvenes se acostumbraran a enfrentar a la silueta de un buque, antes de tener que hacerlo en una misión real, práctica que también los ayudaría psicológicamente cuando llegara la hora de la verdad.

La práctica consistía en venir en vuelo rozando las olas, y próximo al cascaron de mental oxidado, considerado un monumento histórico, levantar y lanzar el armamento. Para no dañar el casco del barco escoces y poder continuar con la práctica de manera prolongada se emplearon bombas de ejercicio inertes con cartucho fumígeno, sin capacidad destructiva.

La gran diferencia con respecto a las fragatas inglesas era que este navío encallado no lanzaba misiles de medio y corto alcance, ni fuego antiaéreo guiado por radar, y menos disparar cañones de 20 y 40 milímetros, además de armas livianas, formando una verdadera barrera de fuego muy difícil de superar. La práctica se efectuaba sobre un casco indefenso, el que permitía experimentar algo que fue la mejor arma defensiva, atacar de una manera muy peculiar que asombraría al mundo entero. Una modalidad que, a pura muñeca e interpolando con un exacto cálculo mental de cuándo había que levantar, obligó, una vez finalizada la guerra, a efectuar grandes cambios en la doctrina aeronaval, como así también el diseño de sistemas de defensa antiaérea más efectivos en buques de guerra, buscando repeler ataques de este tipo.

La manera de controlar la puntería y efectuar correcciones de esta modalidad táctica de ataque se hacía desde un helicóptero, volando lateral al casco encallado, desde donde el Director de Tiro, otro piloto de A-4B con experiencia, daba indicaciones sobre errores en la aproximación al blanco y exactitud del impacto. Método de compromiso, que pulió lo que fuera el tipo de ataque más devastador para la flota inglesa.

 



Inmortalizando un recuerdo de la guerra

Con el diario del lunes y finalizada la guerra, vuelven a la memoria momentos de gloria y de alegría, y también de dolor y tristeza. Recordando a aquellos valientes halcones del Grupo 5 de Caza, la empresa “Compañía General de Combustibles (CGC)”, con una brillante idea, diseña y construye un Memorial en Punta Loyola frente al casco, el que yace como testigo inmóvil de lo sucedido hace más de cuatro décadas. Un lugar único, donde se expresa el reconocimiento a los hombres que cayeron en combate del Grupo 5 de Caza. Sus nombres:

Mayor Hugo Ángel del Valle Palaver, Capitán Manuel Oscar Bustos, Capitán Luciano Guadagnini, Capitán Fausto Gavazzi, Capitán Danilo Rubén Bolzán, 1º Teniente Mario Victor Nivoli ,1º Teniente Jorge Rubén Ibarlucea, 1º Teniente Juan José Arrarás y Teniente Alfredo Jorge Alberto Vázquez.

Memorial que representa a todo un gran equipo, de los que nos dejaron y los que todavía siguen difundiendo la causa, los que son parte de la famosa trilogía que los llevó a la gloria: “Piloto – Mecánico – Avión”. Formula que emplearon aquellos combatientes alados, para afrontar con profesionalismo, sacrificio y valentía, las exigencias de una guerra desigual, una diferencia tecnológica de tres décadas, aviones del 50 contra buques de guerra británicos de los 80, sumado el apoyo de EEUU.

No obstante, el protagonismo del Sistema Douglas A-4B Skyhawk se puede apreciar en datos contundentes, que llevan a la reflexión sobre una actuación histórica en los anales de la guerra aérea moderna:

 



Pérdidas propias

·         9 pilotos caídos en combate - 10 aviones A-4B destruidos en acción.

 

Efecto devastador sobre el enemigo

·         Fue el sistema de armas de combate que más misiones cumplió: 133.

·         Los que más daños ocasionaron a la Flota Británica:

o   5 buques Hundidos: Antelope, Coventry, Sir Galahad, Lanchón de desembarco Foxtrot y Fragata Ardent (en grado de participación juntos con los Dagger y A-4Q de nuestros camaradas de la Armada).

o   3 buques Fuera de Combate: Glasgow, Argonaut, Sir Tristam.

o   3 buques Averiados: Brilliant , Broasword y Sir Lancelot.

o   Atacaron el 8 de junio en Bahía Agradable, bautizado como el “Día más negro para flota británica” en razón a los buques destruidos y las bajas ocasionadas a los británicos.

o   El 13 de junio hicieron un ataque letal al Puesto Comando Británico, en el que participaron dos escuadrillas de halcones “los Nene” y “los Chispa”. Las bombas con paracaídas de frenado BRP de 250 kg impactaron entre medio de las fuerzas terrestres británicas, distribuidas alrededor del Monte Dos Hermanas, lugar donde en minutos se reuniría la cúpula británica, encabezada por el General Jeremy Moore y el Brigadier Julian Thompson. Este ataque demostró que el poder de fuego de la Fuerza Aérea Sur seguía vivo, motivo que forzó a los británicos a acceder a algo impensado. Al día siguiente, ante la negativa de firmar la rendición por parte del Brigadier Crespo, Comandante de la FAS, fue el único jefe de Fuerza en dar solo la palabra de honor de no atacar, pedido efectuado, de manera personal y vía telefónica por el General Moore.

 



¿Que nos dejaron?

Solo cumplieron con el deber de un guerrero, respetando el juramento sagrado de defender a la Patria con la vida. Hombres que sabían para qué luchaban y, también, porque morían. Ejemplo para las actuales y futuras generaciones.

 

“Vayan mis últimas palabras para los camaradas que hoy ya no están, aquellos que dejaron sus vidas por un ideal común a todos los argentinos: la Patria. Ellos son parte de ella…

Cuando las generaciones actuales y futuras pregunten como deberían ser los patriotas del futuro, responder: como los próceres de la Guerra de la Independencia, y como los héroes y mártires de Malvinas.”

¡Gloria y honra a los Halcones de Reynolds por siempre!

 

Brigadier Mayor (R) VGM Rubén Gustavo Zini - Jefe I Escuadrón A-4B en Malvinas.

 

 

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