Por: Rodney Alfredo Pinto Lisboa
El verbo progresar se usa, entre otras funciones, con el significado de caminar hacia adelante, avanzar, avanzar. En el contexto militar, especialmente en situaciones de enfrentamiento armado que involucran tropas de infantería, el acto de avanzar se refiere al desplazamiento de tropas con el fin de promover su avance de un punto a otro en el terreno, manteniendo la libertad de acción, con el propósito de establecer / restablecer el contacto con el enemigo, o buscar ventajas que contribuyan a la ejecución de acciones futuras. Si bien se utiliza de manera genérica, esta definición no incluye las innumerables variables relacionadas con el tipo de terreno, que hacen de la tarea de avanzar por el entorno operacional un desafío que requiere de una combinación de factores basada en la planificación previa de acciones y en la observancia de las TTP (Técnicas, tácticas y procedimientos).
Considerado como un entorno sumamente exigente para la realización de operaciones militares por las peculiaridades inherentes al terreno, el combate urbano representa una prueba de las capacidades del militar que combate a pie: el enfrentamiento se da en tres dimensiones (frontal, profundidad y altura) y no linealmente; la identificación del enemigo se ve comprometida por la falta de visibilidad; los campos de tiro se reducen; el enfrentamiento tiene lugar a corta distancia (combate cuerpo a cuerpo); las vías de acceso canalizan el movimiento de tropas; el ambiente fragmentado induce al uso predominante de pequeñas fracciones de infantería; no hay forma de brindar apoyo al fuego cerrado ni por aire ni por piezas de artillería; hay una alta incidencia de compartimentación de las áreas edificadas; y existe una gran concentración de no combatientes, hecho que conduce a reglas de enfrentamiento más restrictivas.
La complejidad de los enfrentamientos armados en las zonas urbanizadas exige la observancia de tres principios que orientan la conducta de los combatientes en este tipo de terrenos: sorpresa, rapidez y violencia controlada. En relación directa, estos tres principios ocurren de manera invariable (sin importar qué reglas de enfrentamiento se adopten) e interdependientes.
Específicamente con respecto a la progresión de las tropas ejecutadas en un entorno urbano por las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOpEsp), es de fundamental importancia aclarar que el alto nivel de criticidad que caracteriza acciones de esta naturaleza, que pueden resultar en implicaciones político-estratégicas, requiere que los operadores que transitan por el terreno tengan un nivel inusual de excelencia militar en las filas operativas de las tropas convencionales.
En este sentido, debido a la combinación de factores intrínsecos (capacidades individuales) y factores extrínsecos (entrenamiento sistemático), los rigores del combate urbano son mejor asimilados por el ElmOpEsp (Elemento de Operaciones Especiales) que por el soldado regular, aunque afectan a ambos según la intensidad del enfrentamiento y el tiempo de exposición al combate.
Por contribuir a que las llamadas “fricciones bélicas” puedan influir en el desenlace de la batalla más que en cualquier otro tipo de terreno, operaciones urbanas muy prolongadas y caracterizadas por una sucesión de enfrentamientos intensos tienden a elevar el estrés personal y colectivo a niveles tan marcados que pueden resultar en una quiebra operativa, sin importar cuán preparados estén los militares. Aunque básicamente se emplean de la misma manera tanto por tropas convencionales como especiales, los métodos de progresión urbana, cuando los realiza el ElmOpEsp, tienen un grado mucho mayor de precisión en comparación con los practicados por unidades regulares del ejército. Basada en la mejora continua de las habilidades individuales en favor del desempeño colectivo, la formación sistemática que recibe el operador durante su vida operativa le otorga una experiencia excepcional en la ejecución de TTP compatibles con el entorno en cuestión, ya sea urbano o de cualquier variedad.
Especificidades de una acción ofensiva en áreas urbanas
Para comprender correctamente cómo las unidades militares especiales ejecutan métodos de progresión específicos en el entorno urbano, es esencial aclarar cómo debe proceder la fuerza de ataque en áreas densamente pobladas y urbanizadas. En tales situaciones, la ofensiva debe atender a tres fases distintas. La primera se caracteriza por el aislamiento de la localidad por posesión de los accidentes que dominan las vías de acceso (terrestre y / o fluvial) a la misma. La fuerza de ataque debe ocupar posiciones fuera de la zona edificada, desde donde pueda proporcionar fuego de apoyo a los destacamentos de asalto que avanzarán por ella. Durante la segunda fase se realizará un ataque y conquista de edificios o áreas de apoyo en la periferia de la localidad, con el propósito de eliminar o restringir la oposición del enemigo a la progresión de los equipos que avanzan por las vías de acceso. A su vez, la tercera fase prevé la progresión lineal sistemática de los destacamentos de asalto, habitación por habitación, casa por casa, cuadra por cuadra. En el transcurso de este proceso, es imperativo que todos los edificios sean revisados minuciosamente, para que la progresión pueda continuar sin focos de resistencia en su parte trasera.
Sobre la progresión y el combate lineal, aquí hay una aclaración. Al favorecer las emboscadas debido a la previsibilidad del desplazamiento, las Fuerzas de Defensa de Israel han desarrollado una variante de este método. Denominada "swarming", esta técnica prevé la infiltración estratégica de pequeñas unidades en puntos del terreno previamente establecidos, avanzando con cautela y discreción por las vías de circulación, mediante el apoyo (guía y apoyo de fuego) ofrecido por francotiradores ubicados en localizaciones altas. Ejecutando movimientos en zigzag, la fuerza atacante, dividida en pequeños equipos, promueve "asaltos relámpago" en puntos aparentemente aleatorios para confundir al enemigo, sin darle tiempo para atrincherarse y promoviendo su debilidad gradual.
En general, las operaciones ofensivas que se llevan a cabo en áreas urbanas se organizan en dos destacamentos separados (destacamento de asalto y destacamento de apoyo), ordenados según el tamaño de las tropas disponibles, las características del objetivo (tipo y tamaño), las particularidades del terreno, organización enemiga y potencia de fuego, tiempo disponible y condiciones meteorológicas, así como las implicaciones inherentes a los asuntos civiles.
Compuesto por uno, dos o tres equipos, cada uno con un número de componentes equivalente a un Grupo de Combate (nueve hombres), el destacamento de asalto es responsable de eliminar, capturar o forzar al enemigo a retirarse del objetivo. En este contexto, cada equipo, según sea necesario, puede operar como un solo grupo o dividirse en dos subgrupos que actuarán a nivel de escuadra (cuatro hombres). Es importante señalar que, en los espacios restringidos de los edificios, fracciones mayores que los Grupos de Combate comprometerían el control y coordinación de las acciones.
Como apoyo al destacamento de asalto, el destacamento de apoyo tiene numerosas tareas, siendo las principales: anular los sistemas de armas del enemigo; dificultar la observación del oponente dentro del objetivo; aislar el objetivo con apoyo de fuego para evitar que los oponentes se escaoeb o reciban refuerzos; proporcionar reabastecimiento de municiones y explosivos; y evacuar a los heridos, prisioneros y civiles no combatientes.
Progresando por el terreno
Al asumir el enfrentamiento con el enemigo, las progresiones ofensivas en terreno urbano realizadas por la FOpEsp se ejecutan como una acción de choque (Acción Directa), con gran intensidad, corta duración y - como corresponde a cualquier acción realizada como OpEsp -, utilizando el elemento sorpresa para lograr los objetivos en los diferentes Niveles de Conducir la Guerra / Crisis (Político, Estratégico, Operacional y Táctico).
Por su carácter multidimensional (calles, edificios, subsuelo y espacio aéreo), las ciudades favorecen las acciones defensivas, colocando en desventaja las acciones ofensivas. Así, se debe evaluar cuidadosamente el método de progresión a adoptar por el destacamento de asalto, ya que se asume que el defensor dificultará el desplazamiento por las vías de acceso al objetivo.
Teniendo en cuenta que el terreno construido beneficia la acción del enemigo defensor, la progresión de las fracciones (equipos) que integran el destacamento de asalto debe ser cautelosa, cohesionada y conducida mediante la adecuada cobertura de fuego, ofrecida, preferiblemente, por los equipos de francotiradores en puntos estratégicos del terreno.
Al avanzar por áreas urbanizadas, las diferentes fracciones (equipos) utilizan variaciones en la técnica de progresión, empleando medidas de coordinación y control, tales como: líneas de control; sectores de tiro; sectores de observación; pistas de progresión; y rutas de evacuación. La progresión de fracciones es coordinada a través de las líneas de control, marcadas por los límites anteriores de las calles transversales al movimiento. Al llegar a estas líneas, las fracciones deben informar y esperar una orden para seguir. En la medida de lo posible, se deben evitar las grandes vías de acceso (calles, avenidas y plazas, entre otras), porque son los lugares que concentran el fuego enemigo.
Durante la progresión, corresponde a los elementos posicionados en la punta de la formación táctica (Iluminador) informar al escalón superior (brevemente) la situación de las áreas de acción por las que avanza la formación. Dicha información es de fundamental importancia, ya que guiará la conducción del COT (Tactical Operations Center) con respecto a la rectificación de la planificación, si es necesario.
Al avanzar por el terreno, es imperativo que la formación táctica urbana que realiza la FOpEsp mantenga la seguridad en todas direcciones de manera ininterrumpida, realizando procedimientos de barrido (técnica denominada “tercer ojo”), con el fin de habilitar que cada miembro de la formación esté preparado para responder, en cualquier momento, al eventual contacto con el enemigo. Al estar en marcha, la formación debe priorizar la seguridad del sentido de desplazamiento sin descuidar nunca la retaguardia. En cuanto a los procedimientos de barrido, cada operador “escanea” todo el terreno mediante la técnica del “tercer ojo”, proyectando el arma entre los ojos, con el fin de observar todo el espacio tridimensional que caracteriza las áreas urbanas, mirando arriba y abajo, además de derecha e izquierda, para identificar posibles posiciones enemigas.
Al moverse por el terreno construido, el destacamento de asalto es vulnerable a las acciones de los francotiradores enemigos, razón que lleva a las fracciones a adoptar al menos un francotirador designado (portando un rifle equipado con mira telescópica) para actuar a favor de su fracción y / o progresión. Cabe señalar, como se mencionó anteriormente, que lo ideal es que cada progresión reciba fuego de apoyo ofrecido por equipos de francotiradores.
Asalto y "limpieza" de edificios
Todos los recorridos que conducen al punto de entrada de un edificio se planifican con antelación, siendo seleccionados y confirmados con motivo del reconocimiento previo (cuando sea posible). La aproximación al punto de entrada debe realizarse fuera del ángulo de visión de los oponentes, para favorecer los procedimientos que preceden a la invasión.
Los métodos adoptados para las operaciones de asalto a un edificio tienen sus bases basadas en el conjunto de técnicas CQB (Close Quarters Battle). Así, corresponde a las fracciones, independientemente de su tamaño, tomar con ímpetu la iniciativa del asalto, manteniendo la vehemencia para avanzar por los ambientes de forma rápida, fluida y homogénea, y utilizando la violencia controlada (capacidad de dominar y controlar la situación con un efecto colateral mínimo), para evitar que el enemigo tenga tiempo de construir una resistencia efectiva en respuesta al ataque.
Durante la progresión de las fracciones, es importante prestar atención a los obstáculos dispuestos a lo largo del camino, ya que pueden haber sido posicionados para retrasar y / o canalizar el desplazamiento con el fin de crear una situación adversa (emboscada).
El orden de desplazamiento de los operadores dispuestos en la formación táctica de cada fracción está determinado por el método de entrada elegido y las acciones que siguen después de la entrada. La delimitación del orden de entrada, teniendo cada operador una función predefinida y transportando equipos específicos, contribuye significativamente a establecer el mando y control de la fracción, reduciendo el tiempo de exposición en áreas abiertas, así como en el punto de entrada/s del edificio/s. Cabe señalar que, en el transcurso de la progresión por los ambientes, el entrenamiento táctico puede encontrarse con un obstáculo cuyo despeje requiera el uso de explosivos mediante técnicas específicas de intrusión.
La limpieza de una habitación debe realizarse de forma rápida y segura. Para eso, los integrantes de la fracción, inmediatamente después de ingresar al ambiente, asumen posiciones que les brindan campos de tiro que les permitan eliminar (rápida, precisa y eficientemente) a los adversarios dentro de esa dependencia específica, con el fin de conquistar y mantener el control de la situación y de todo el personal, comprobando si las bajas enemigas están heridas o muertas, además de registrar, desarmar, detener y reunir a todo el personal dentro del edificio.
Conclusión
Percibidas durante los conflictos históricos de la humanidad como centros de gravedad, en la perspectiva de los estrategas militares, las ciudades representan una importante fuente de fuerza y resistencia física o moral, ya que permiten equilibrar las estructuras de poder, apoyando los esfuerzos para combatir las fuerzas que se oponen entre sí.
El desarrollo de dispositivos tecnológicos aptos para el empleo en un entorno urbano surgió para apoyar tanto a las tropas que se defendieron como a las que atacaron, debido al asedio de las fortalezas o ciudades dispuestas por los campos de batalla en los innumerables enfrentamientos ocurridos en épocas pasadas.
La comprensión del terreno urbano como un elemento estratégico y táctico que las fuerzas contendientes no pueden permitirse el lujo de ignorar se ha justificado por el creciente número de batallas libradas en este tipo de entorno, entre ellas: Saigón (1975), Beirut (1982), Ciudad de Kuwait (1991), Mogadishu (1993), Grozny (1994 y 1999), Bagdad (2003), Damasco y Deiral-Zor (2015), entre otros.
En la conducción de los conflictos que se llevan a cabo en este tipo de terrenos, es responsabilidad de las tropas decidir el combate, promoviendo la lenta, pero esencial, tarea de buscar y liberar casa por casa. En este contexto, es de fundamental importancia establecer una integración eficiente de los medios de mando y control con las tropas que operan en tierra, permitiendo el adecuado seguimiento de la evolución de las acciones y el cumplimiento de los objetivos, además de evitar que las fracciones dispuestas por el entorno no sean aisladas y neutralizadas.
Para eso, los medios de inteligencia deben actuar junto con los medios C2 (Mando y Control), con el fin de ofrecer datos que contribuyan a la actualización constante de las tablas de situación.
Incluso para los militares altamente capacitados de las FOpEsp, operar en el intrincado espacio urbano representa un desafío extremadamente exigente.
Por mucho que sus habilidades únicas los condicionen para resolver problemas operativos de todo tipo, existen situaciones cuya imprevisibilidad / casualidad les imponen dificultades que podrían comprometer su juicio en el corto espacio de tiempo que tiene para decidir entre una acción u otra.
Sin embargo, por su alto nivel de calificación y desempeño, sus métodos doctrinales particulares y su aparato tecnológico en el llamado “estado del arte” (tecnología de punta), las FOpEsp juegan un papel fundamental en la conducción de los combates librados en el laberinto multidimensional que caracteriza el escenario de enfrentamiento urbano.
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