top of page
Buscar
Ignacio Montes de Oca

¿China puede ser la primera potencia mundial?

Se dice hace años que China pronto ocupará el rol de primera potencia militar mundial desplazando a EEUU. Pongamos los datos sobre la mesa y analicemos que tan probable es que eso suceda. Develemos el verdadero poder militar de China en relación con sus adversarios.


Por Ignacio Montes de Oca

 

Para saber si China está lista para ser la gran potencia militar hay que diagnosticar su situación estratégica, contar la cantidad y la calidad de sus adversarios, las alianzas a favor en contra, los conflictos que enfrenta y cómo influye la historia para poder determinarlo. Empecemos por los conflictos de China. El más obvio es Taiwán, una isla que se resiste a unificarse con China desde 1949 y cuenta con el apoyo militar explícito de Occidente. Hay casi una certeza sobre la invasión china a la isla de Formosa. Lo que no se sabe es la fecha.

Con el regreso de Formosa, China controlaría la zona por donde pasa el 35% del tráfico marítimo global y reservas de 5,4 billones de barriles de petróleo y 55 billones de m3 de gas. En lo que Pekín denomina el Mar de la China, hay más conflictos que en la vecindad del Chavo. En esa región están las cadenas de islas y arrecifes Spratly y Paracelso. Desde 1947 Pekín afirma que le pertenecen por su doctrina de la “Línea de los 9 puntos”. El problema es que reclama el 70% de una zona marítima que también consideran propia cinco estados vecinos. El reclamo chino se superpone con los de Vietnam, Filipinas, Malasia, Brunéi y Taiwán. Tal es el tenor de la disputa que en 1974 China libró una breve guerra naval con Vietnam por el control de las Paracelso. La tensión volvió a subir porque Pekín siguió avanzando en la zona.



En 2014 China comenzó un inmenso programa de ingeniería para convertir los tres pequeños atolones de Fiery Cross, Scarborugh y Woody en islas artificiales con pistas de aterrizaje de hasta 3.125 metros de largo, muelles, barracas, posiciones de defensa aérea y de misiles antibuque. No es solo un problema de posesión. Una vez fabricada cada isla, China advierte que ejercerá la soberanía exclusiva en un radio de 22 km y el derecho de explotación de los recursos en uno de 370 km, alterando las rutas de navegación y la explotación pesquera e hidrocarburífera.

China reclama además a Japón las islas Senkaku, también requeridas por Taiwán. La hostilidad se agrava por el apoyo de Pekín a Kim Jong Un en su costumbre de lanzar misiles sobre la cabeza de los japoneses y la incursión en septiembre de 2023 de buques chinos y rusos en la zona disputada.

Hay otro diferendo limítrofe con Buthan en la meseta de Doklam. India apoya a Buthan y estacionó cientos de soldados en la zona, en la base de Haa, porque si China se apodera a la zona puede amenazar el corredor de Silguri que comunica a las regiones del este indio

Con Nepal tiene una disputa pendiente desde junio de 2020, cuando Pekín se anexionó la aldea de Rui en la zona de Gorka. Con Laos por el uso del rio Mekong y la pretensión sobre parte de su territorio que China alega le pertenece por derechos heredados de la dinastía Yuan.

Con Corea del Sur, la relación siempre estará manchada por el protagonismo chino en la guerra de Corea y la partición del país en dos hemisferios. El apoyo permanente de Pekín a Corea del Norte y sus amenazas nucleares, apenas es compensado por el abultado comercio bilateral.

Llegamos al gran adversario regional, la India. Los 38.000 km2 que le reclama a China de la zona de Aksai Chin y la disputa por Arunachal Pradesh condujeron a una guerra en 1962 que finalizó con una derrota india. En mayo de 2020, volvieron a enfrentarse con un saldo de 25 muertos.

India no reconoce la invasión y posterior anexión china del Tibet en 1950 y apoya a su gobierno en el exilio. A su vez, Pekín da soporte militar y político a los grupos separatistas dentro de la Cachemira india. La extensa frontera común de 3.380 km, está tensa y militarizada.



Queda entonces el rival más grande y poderoso que enfrenta China, que es EEUU y sus aliados. La rivalidad siempre estuvo presente y el acercamiento de Nixon y Mao en 1971 puso una pausa a un enfrentamiento directo en los conflictos de Corea y Vietnam. Con la llegada al poder del presidente Trump y el ascenso de Xi Jinpinig, el vínculo comenzó a deteriorarse. Las acusaciones del presidente norteamericano por la responsabilidad china en la epidemia de COVID en 2020, aceleraron una ruptura que se inició en 2018.

Si prestan atención a las fechas, desde 2018 Occidente y China comenzaron a alejarse paulatinamente. Fue cuatro años antes de la invasión rusa a Ucrania, evento que agravó la incertidumbre por la alianza entre Putin y Jinping y la ambigüedad de la postura china ante el conflicto. El temor a que China aprovechara que Occidente estaba ocupado con Putin para invadir Taiwán -basada en su mayor actividad militar frente a la isla de Formosa- se volvió crisis con la visita en agosto de 2022 a Taipei de Nancy Pelosi, la jefa de la Cámara de Representantes de EEUU. El incidente blanqueó una rivalidad entre las potencias y la profunda crisis bilateral. Pero EEUU no estaba solo en la escalada. En junio de 2022, la OTAN emitió un documento público en el que calificó a China como “amenaza directa” y “serio desafío a la seguridad global”.

Desde la invasión a Ucrania ya no es posible hablar de EEUU por separado, porque Putin logró que Occidente se comporte como una coalición que actúa de manera cooperativa en el campo de la seguridad estratégica. Esto es crucial para definir el escenario que afronta China. Australia, Corea del Sur y Japón se alinearon con EEUU y sus aliados europeos para terminar de armar una alianza que desde 2018 le pone un freno concreto al deseo de expansión china en el Pacífico mediante despliegues militares, acuerdos de defensa y advertencias públicas.


Rivales

Muchos de estos hechos son conocidos, pero es importante recordarlos para acordar que China y Occidente son en la actualidad rivales, más allá de las declaraciones ocasionales que hagan funcionarios de uno y otro lado. Comparemos entonces las fuerzas militares enfrentadas.

Se va a cotejar primero con EEUU y luego con la OTAN como alianza. Mas tarde con los aliados de Occidente en la región alineados contra Pekín. Luego con India por ser el mayor adversario regional y al final el resto de los estados que tienen alguna disputa abierta con China. Pekín aumentó su gasto militar en un 7,2% para 2023 hasta llevarlo a U$S 225.000 millones anuales. Es un Himalaya de dinero, pero solo representa una cuarta parte de los U$S 857.900 millones de EEUU. China tiene aún un gasto menor a EEUU en compras militares y mayor en salarios. El gasto conjunto de la OTAN fue de U$S 1,05 billones en 2022, antes de decidirse un aumento para llegar al 2% del PBI de cada país. Solo el gasto de EEUU, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España, representa el 49% del gasto militar del mundo. El de China, el 14%. Podríamos sumarle los gastos militares de India (76.600 millones), Japón (U$S 54.000 millones), Australia (31.800 millones), Corea del Sur (50.227 millones) y Taiwán (19.400 millones) porque están en el camino de la expansión china y sumados equiparan el presupuesto de Pekín.



Pero si reunimos el gasto militar de los países que tienen disputas con China excluyendo a los ya nombrados, sumamos 8.000 millones adicionales y no estamos contemplando el adicional de los planes de rearme japonés por 863.000 millones y el alemán por 100.000 millones. En otras palabras, el gasto militar chino es 6 veces menor al de los adversarios que fue cosechando o, si se lo quiere ver desde otra perspectiva, las alianzas que se van formando para contener a China gastan en la actualidad mucho más dinero en armas que el que dispone Pekín.

Antes de comparar cantidades de soldados, buques de guerra, aviones de combate y tanques tenemos que explicar una particularidad de China y es su extrema dependencia de las rutas marítimas para mantener activa su industria y por ende la economía que sostiene su aparato militar. El 90% de las exportaciones y el 85% de las importaciones chinas utilizan vías marítimas. El cierre de esas rutas representaría el colapso para Pekín. Es un bloqueo que no tiene remedio por la vía terrestre rusa por las grandes distancias a recorrer y la falta de infraestructura. China no podría actuar de manera recíproca con EEUU y Europa. Por más que su armada cuenta con muchos buques y los atolones que va militarizando representan un avance importante, no tiene modo alguno de frenar el tráfico naval de sus adversarios. Comparemos entonces armadas.

Pekín está alistando su tercer portaaviones y tiene la armada más numerosa del mundo. Cuenta con 360 barcos frente a los 300 de EEUU, pero menor tonelaje. No se trata de cantidad, sino de calidad. EEUU tiene 11 portaaviones. Gran Bretaña e Italia 2 y Francia y España uno cada uno. Francia está construyendo otro. Algunos no consideran a los buques de asalto como portaaviones, aunque tengan aviones de despegue vertical. Si se aceptan como portaaviones, entonces hay que sumar los 7 clase Wasp y 2 de la clase América del cuerpo de Marines de EEUU. Agreguemos 2 portaaviones indios, otros 2 de Tailandia e Indonesia y los que planean botar Japón y Corea del Sur. Los adversarios de Pekín suman hoy 32 portaaviones a la hipotética armada que enfrentaría al trío chino. Al cuarteto, cuando termine el nuevo portaaviones en 2030.

Y en cuestión de cantidad, a la armada de EEUU sumemos 83 buques militares británicos, 74 franceses, 61 españoles, 47 alemanes y paramos de contar porque ya dejamos a los chinos a popa. No vamos a sumar a los 150 de La India y los 110 de Japón porque ya probamos el punto.

EEUU tiene 2.085 aviones de combate y China 3.100. El resto de la OTAN, sin Turquía, otros 1.842 aviones. Un total de 3.927 en la alianza occidental. Sumando a India (338), Japón (402), Corea del Sur (400) y Taiwan (311) agregamos 1.451 aviones de combate. 5.387 a 3.100. 1,7 a 1.

Comparemos tanques. China tiene unos 2.700, pero muchos son modelos viejos equivalentes al T-64 en la versión fabricada en China. EEUU tiene 3.300, Reino Uindio, 200, Alemania 266; Italia 200 y Francia 406. Los 3.000 de Turquía no los contamos por razones obvias, es impredecible. Los 27 países de la OTAN considerados y sin contar aun a Suecia y Finlandia, tienen unos 7.700 tanques. Y de nuevo a sumar aliados y adversarios de China en el extremo oriente: Japón agrega 1.000, India 4.600, Corea del Sur 2.600, Taiwán 650 y ya alcanzamos los 16.550. 5,3 a 1.



Contemos soldados activos. China tiene el ejército más numeroso del mundo con 2 millones de soldados. EEUU, 1,3 millones y en total la OTAN suma 2,3 millones. India 1,1 millón. Japón, Corea del Sur y Taiwán agregan otro millón. Esto sin contar otros países de la región. 2 a 1.

Vamos a la categoría que define el estatus de potencia y es el temido arsenal nuclear. China tiene 350 ojivas y planea elevarlas a 1.000. Francia 290, el Reino Unido otras 225 y EEUU 5.428, desbalanceando por completo la comparación. Faltarían sumar las 160 de la India. 17,4 a 1.

Si bien China tiene 300 lanzadores de misiles intercontinentales, no se asoma siquiera a la capacidad de los 450 silos de EEUU y de sus 14 submarinos clase Ohio armados con 24 misiles Trident II con hasta 14 ojivas cada uno, capaces de ser lanzados a 11.000 km de distancia.

Rusia no entra en este comparativo porque tras su tropiezo en Ucrania no aportaría suficiente cantidad de armas convencionales para hacer la diferencia. Tampoco ganaría nada volando al mundo en un Armagedón nuclear mientras se toma la mano con China al estilo de Thelma & Louise.

No seamos ilusos, el lugar de segunda potencia militar quedaría más cerca para China si Rusia se sigue desangrando en Ucrania. El problema irresoluble para Pekín es que cuanto más se debilita Putin, más se fortalece la OTAN y sus aliados en la región. Xi Jinping ya lo debe saber. Estos datos están en manos de los estrategas chinos que saben que el factor militar no se juega en los desfiles prolijos sino en el balance de fuerzas a favor y las que tendrían en contra. Es hora de revisar cómo China y sus vecinos juegan un colosal ajedrez estratégico. China maneja los puertos de Chittagong en Bangladesh y el de Gwadar en Pakistán. Karachi es adversario de India desde que ambas naciones se independizaron del imperio británico en 1948. La rivalidad abundó en guerras esporádicas y sobre ella pende una amenaza nuclear mutua.

China logró controlar con deuda el puerto de Hambantota en Sri Lanka, frente a la costa de India. Y la base de Kyaukpyu en Myanmar desde donde se controla el paso por el golfo de Bengala. Y en tierra, recordemos la militarización de la frontera en la disputada región de Gaiwan. En Las Maldivas, China acordó construir una base en la isla Feydhoo Finolhu y en Mozambique un acuerdo militar le permite estar presente en el paso de las rutas entre ese país y Madagascar, que son vitales para el tráfico hacia el Atlántico y la influencia comercial en África.

India percibe al océano Indico tan propio como la China al Pacifico Sur y por eso cerró alianzas con la mayor parte de los países afectados por el avance chino para controlar los pasos navales que lo comunican con otros mares. No se trata solo de dominio, es también economía. Ambos países dependen del comercio marítimo y en consecuencia del control de los pasos estratégicos Con la cesión del puerto de Sabang en Indonesia, India domina el paso de Malaca por donde deben pasar los buques que abastecen a China y los que sacan sus exportaciones al mundo.

India estableció una base en Chabahar, en Irán, en el estrecho de Ormuz desde donde llega el 40% del crudo que consume China. En las islas Andamar y Nicobar, que controlan el paso norte hacia el Indico, reforzó su presencia militar y los radares de control de tráfico naval. También firmó un contrato con Omán para usar el puerto de Duqm para aprovisionar a sus buques militares y balancear la base que instaló China en Djibouti en la salida del Golfo de Adén. Con paciencia, India teje su Hilo de Hierro para contrarrestar la Ruta de la Seda de China.



India acordó con Madagascar el control conjunto del paso entre la isla y el continente por donde pasa parte del comercio a África y América, instaló de radares de vigilancia en Mauricio y Seychelles y pactó con Omán el uso del puerto de Ras Al Hadd en la salida del golfo Arábigo. Completan el cerco las instalaciones indias en la base aérea de Farkhor en Tayikistán y el centro de entrenamiento en Buthan. Si observamos el mapa, India logró rodear a China tanto como los chinos hicieron lo mismo con los indios. Tanto despliegue, no es antojadizo ni inocente.

A veces pareciera que se exagera la rivalidad entre los dos países más poblados del mundo. Pero a la sombra de otros conflictos más notorios, China e India juegan un ajedrez estratégico que en el futuro podría traducirse en un conflicto mayor que el que ya tienen en Aksai Chin. India firmó con japón en 2017 el Asia-África Growth Corridor para invertir en el continente no-blanco en una iniciativa que compite con la presencia china en la región. La Alianza Quad con EEUU, Japón y Australia es más explicita en la idea de cercar militarmente a China. Es por eso que al cerco indio hay que sumarle el rosario de bases que construyó EEUU y las instalaciones que van sumando sus aliados en la zona. Si el despliegue indio luce importante, es poco frente a la muralla de instalaciones militares que Occidente tendió en torno a China.

Existen 42 bases y puertos de EEUU en Japón con 53.00 soldados. Okinawa aloja a 20.000 y es la posición más cercana a Taiwán. En Yakota, cerca de Tokio, hay 14.000 soldados más. En las bases Misawa y Kadena operan los F-22 Raptor, los más modernos del arsenal aéreo norteamericano.

En Corea del Sur está Camp Humpreys, la mayor base de EEUU en el extranjero. Ubicada a 60 km al sur de Seúl, aloja 28.000 soldados y se proyecta que al ser terminada alberque un total de 45.000 uniformados. En total, EEUU cuenta con 30 bases en territorio surcroreano.

En Guam, al sur de Japón, está la base de Apra Haboor con bombardeos B-1, B-2 y B-52. En Barein opera la base aérea de Isa con proyección al Indico. En 2019, Singapur prorrogó por 15 años el permiso para que las fuerzas militares norteamericanas usen sus bases aéreas y marítimas.

En Filipinas, la mayor de las cinco instalaciones de EEUU es la Base Aérea Clark en la isla Luzón desde donde operan bombarderos de largo alcance. En febrero de 2023 ambos gobiernos cerraron un acuerdo para sumar 4 bases adicionales ante el agravamiento de la relación con China.



En Darwin, en el norte de Australia, está la base conjunta de Pine Gap para el espionaje electrónico. En septiembre de 2022 se anunció que en el marco del acuerdo AUKUS será agrandada para albergar un centro logístico, tropas, aviones de guerra y se agregará un puerto militar. Australia, además de su presencia en el sur de la zona caliente, opera la base Butterworth en Malasia. Gran Bretaña una base en Brunei al norte de la isla de Sumatra, otra en Nepal para su cuerpo de Gurkas y tiene acuerdos con Singapur para el uso de sus instalaciones militares. En el Índico está la base aérea aliada Al Uberid en Qatar y su centro de operaciones especiales de alcance global. Al sur de la India, la base Camp Thunder Dove en la isla Diego García sirve como centro logístico y base para el lanzamiento de aviones de vigilancia y bombarderos.

Pekín se rodeó de bases hostiles en toda su geografía. Sea que se trate de India, Occidente o sus aliados, la coalición que la enfrenta reúne un poder que desafía sus planes futuros. Atacar alguna de esas bases, implicaría para China iniciar un dominó de reacciones en su contra. En comparación, China no tiene alianzas militares de peso. El acuerdo de inicios de 2022 con Rusia solo fue usado para hacer algunas maniobras frente a Taiwán. Pero Putin ni siquiera se esfuerza por frenar sus ventas de armas a India. Y China por ahora tampoco lo ayuda en Ucrania.



Experiencia

Vamos al otro factor a analizar que es la experiencia en combate, porque no es lo mismo haber escapado de una explosión en el frente que haberse quemado las pestañas leyendo. Y, además, este recuento sirve para confirmar desde la historia el problema de relacionamiento de China. Entre 1950 y 1953 participó de la Guerra de Corea y sufrió cerca de 400.000 bajas. En 1962 entró en guerra con India por la región de Arunalach Pradesh. Se enfrentaron a alturas superiores a los 4.000 metros y China logró una victoria. El conflicto, sigue sin resolverse. En 1969 hubo incidentes en la frontera con Rusia por el control de la isla Zhenbao y en la zona aledaña a Kasajistán, que terminaron en empate técnico. Pekín recuperó la isla tras un acuerdo diplomático. En 1979 invadió Vietnam y tuvo que retirarse tras sufrir 20.000 bajas.

Desde entonces China no tuvo un conflicto a gran escala para probar su maquinaria de guerra. Hubo enfrentamientos en la frontera con India en 2020 y al año siguiente, pero fueron escaramuzas aisladas. Desde entonces siguen usando los puños como acordaron hace 60 años. China carece de experiencia de combate a gran escala reciente y sus tácticas proceden de las soviéticas que, aplicadas por Rusia en Ucrania, dejaron bastante que desear. Cada una de sus maravillas militares recientes son teóricamente buenas, pero nunca se probaron en combate.



Quedan otros factores, como, por ejemplo, el hecho de que el grueso de la tecnología militar china se basa en diseños soviéticos y luego rusos, con el consecuente diagnóstico pesimista si llegaran a chocar contra los desarrollos occidentales, como le sucedió a Rusia en Ucrania.

Aunque es cierto que China desarrolló su propia tecnología en años recientes, sus tanques más numerosos son los 500 Tipo 88 basados en el T-62 soviético y los 2.000 Tipo 96 similar al T-72 con algunas mejoras añadidas en el tiempo. El Tipo 99 más moderno, apenas suma 1.200 unidades.

En el mar, sus portaaviones son copias del ochentoso y soviético Admiral Kutznezov. Fueron desarrollados a partir del Varyag, construido en Ucrania antes del colapso de la URSS y contrabandeado a China con la falsa promesa de usarlo como Casino. Otro día les cuento la historia.

En el aire sucede lo mismo; el núcleo de su fuerza de interceptores son aviones rusos o copias de ellos como los 196 SU-27/30 y los 130 bombarderos Xian H-6 son una “interpretación” china del soviético Tu-16 Bear. A China le quedan años para desplegar los oníricos cazas J-20 y J-31. No es una cuestión de estar demodé, sino que gran parte de los equipos chinos fueron desarrollados para entornos y escenarios muy anteriores y sus debilidades ya son ampliamente conocidas por Occidente desde que se pusieron a investigarlas en tiempos de la Guerra Fría.

Y por último está la cuestión del espionaje. Cada uno de los desarrollos que presentó China tiene rastros de su sistema global para hacerse de secretos industriales ajenos. Sus aviones, drones y misiles, son con frecuencia el eco de los últimos modelos occidentales. El problema no es que el jeep chino se parezca al Hummer norteamericano o que su J-20 sea un híbrido entre el F-22 de EEUU y el Su-57 ruso. La cuestión es que con estas “expropiaciones” de tecnología China revelan que aún no tiene capacidad completa de desarrollo militar propio. Existe una aptitud china para producir cazas furtivos y misiles hipersónicos, pero nunca sabemos si felicitar por cada nuevo diseño a los espías, a los diseñadores chinos, a los occidentales o a los rusos, que también dejaron de enviar modelos avanzados por el robo de tecnología.

Los últimos desarrollos militares chinos además sirven para adivinar sus intenciones estratégicas. El nuevo tanque Tipo 15 fue desarrollado para operar en alturas superiores a los 4.000 metros. Es un modo de confesar que prepara una confrontación en el Himalaya con la India. Lo mismo sucede con el énfasis puesto en los misiles hipersónicos YJ-21 para penetrar el sistema de defensa que protege a los portaaviones o lo nuevos misiles nucleares DF-41 de 15.000 km de alcance, capaces de llegar a Norteamérica. Como sus globos OVNI, pero en cuestión de minutos.



Historia

Pero, si aún no está lista para ser la primera potencia militar ¿por qué apura conflictos con Occidente e India si se expone a una respuesta similar a las que recibió Rusia y arruina el paciente tejido construido en década anteriores? La respuesta está quizás en la historia. Occidente está cercando a China en el mar con sus bases y alianzas. India completa la coreografía y China se enfrenta a una situación que amenaza con repetir “el siglo de la humillación”, un periodo en su historia tan crucial como incomprendido en Occidente. Vamos al siglo XIX.

El Siglo de la Humillación es el período que va de 1839 a 1949. Casualmente, también la enfrentó con la primera potencia de la época, Gran Bretaña, y con una fuerza militar llegada desde India para ahogar la aspiración china de seguir siendo la potencia rectora de la región. También hubo una coalición en su contra creada por potencias occidentales y regionales integrada por EEUU, Alemania, Gran Bretaña, Italia, Francia, Rusia, Austria-Hungría y Japón. Casualmente, también se puso en juego el control del tráfico y el comercio en el Pacífico Sur.

En ese siglo ocurrió la Guerra del Opio, que le sirvió a Gran Bretaña para dominar el comercio chino e inició el desmembramiento del imperio Qing con el trazado de demarcaciones que hoy son el lugar de muchas de las disputas fronterizas y territoriales. Ya nada parece tan casual. En ese lapso, China tuvo que ceder a las potencias adversarias los enclaves de Tsingtao, Cantón, Amoy, Fuchou, Porth Arthur, Ning Po, Shangai, Kiao Chen, Jiazhou, Liaodong, Kuangcheu y Hong Kong. En 1997 recuperó el último de ellos. Desde entonces China cambió sus modos.

Occidente parece no haber entendido que escondía el rechazo a los pactos de Hong Kong. Pekín comenzó a mostrar desde entonces un deseo de confrontación que condujo a la actual postura beligerante. Recuperado el último enclave, China estaba lista para vengar una antigua afrenta. Formosa es el último gran territorio que le reclama a Occidente. El Mar de la China es el espacio que demanda para ser reconocida como heredera del imperio humillado un siglo antes. No se trata solo de territorios o valores económicos. La dimensión simbólica es crucial para China.

Copiar al De Lorean para retroceder la historia y cambiar el momento en que el imperio Qing perdió ante la superioridad militar occidental, parece ser un mandato incluso más profundo que recuperar Taiwán. China quiere solucionar retroactivamente el resultado de aquella guerra. Desde la óptica política e histórica de China, se está defendiendo de una situación análoga a la que enfrentó el imperio Qing ante Occidente. Donde nosotros vemos actitudes agresivas, Pekín ve una postura defensiva. Donde vemos expansionismo, ella ve una restauración legítima. Así se explica mejor la alianza con Rusia y la coincidencia de objetivos: reparar una humillación pasada y restaurar su área de influencia y su tradición de gobierno. En ese trámite enfrentan a Occidente que en ambas culturas carga con la culpa por el esplendor imperial perdido.

Con esta hipótesis se explica por qué los deseos estratégicos y el espíritu belicista superan la lógica economicista que para los occidentales sería el camino racional para sostener el crecimiento y ganar peso político. Para China, habría cuentas pendientes más importantes.



Economía

El gran dilema es que las aspiraciones estratégicas chinas están afectando a su economía y el daño fortalece los discursos nacionalistas. Y la retórica belicista le da urgencia a decisiones que aceleran el rumbo de colisión económico. Xi Jinping corre sobre esta cinta de Moebius. En la medida que Pekín no resuelva su crisis económica, más posible es que permute a sus ciudadanos la promesa de bienestar trunca por un relato nacionalista y reivindicativo con raíces profundas en su cultura. La inestabilidad interna aumenta por ende el riesgo de confrontación. Es posible pensar que la aspiración inmediata de China no sea ser la primera potencia mundial, sino que su prioridad sea recuperar el predominio regional ancestral, para encarar el asalto al primer lugar en el podio cuando cuente con los medios militares y estratégicos adecuados.

China es la gran factoría del mundo y sus comerciantes lograron colocarla como la principal potencia exportadora del momento. La gran duda es si tendrá la habilidad para convertirse en el gran arsenal y a sus mercaderes en generales si Pekín decide apostar a todo o nada. Porque China no tiene modo aun de equiparar la proyección militar global occidental. Antes debe resolver como seguir haciendo crecer su sistema militar y su economía mientras atraviesa una feroz y decisiva guerra comercial con Occidente que analizaremos en otro artículo.

Todavía le queda un tramo muy largo para convertirse en el poder dominante del mundo. Recién cuando sepamos el resultado de la disputa regional con sus adversarios, sabremos si China cuenta con los atributos para ocupar el primer lugar a escala global. Aun, es un dragón prematuro.

China reconstruyó su poder con infinita paciencia y ahora lo está malogrando por un pasado que volvió para reclamar revancha. O quizás ese fue el motor que la trajo a donde está en el presente. Sabemos poco de China, sólo que sigue siendo un misterio insondable para Occidente. Por donde encaremos el análisis, China es poderosa, pero palidece si se la compara con EEUU, más aún si se lo hace con la OTAN y queda como gatito moviendo la mano si le sumamos los rivales regionales que fue recolectando en su política exterior en las décadas anteriores.

Nótese que solo estamos contando las fuerzas de la OTAN y de sus aliados regionales más fuertes, dejando casi siempre muchos adversarios regionales que tienen disputas territoriales con China. Es un poco para no complicarla y otro poco por afecto a los pekineses. Con los números a la vista, queda claro que cualquier acumulación y desarrollo que hubiese podido lograr China quedó neutralizado con la cantidad de adversarios que fue juntando por su política de expansión regional y el deseo de desafiar a Occidente cuando estaba ocupado en Ucrania.

Alguno predirá el VAR porque “no se puede comparar el mando unificado chino con un rejunte de otros países”. No veo por qué no y en todo caso la unificación se neutraliza con un despliegue desde sitios y distancias que rodean como un anillo de hierro al territorio chino.



La amenaza India a China

Pasó desapercibido el acercamiento de India con Francia a expensas de Rusia en la compra de armamentos. La cancelación de contratos con Moscú y el hecho de que Francia pase a controlar el 27% de las ventas de armas amuestran una reacción a una alianza más estrecha entre Moscú y Pekín.

En mayo de 2022 frenó un acuerdo por 412 millones para la fabricación de helicópteros de asalto Ka-52 y en mayo otro por 48 de transporte Mi-17. En 2021 frenó la compra de aviones Su-30 y MiG-29 mientras recibía 36 Rafale franceses en un contrato por 7.600 millones. También contrató la construcción de seis submarinos clase Scorpéne.

Además, firmó en 2019 un acuerdo por 10.000 millones con EEUU para la compra de 10 aviones de patrulla naval P-8I Poseidon, 24 helicópteros Apache por 2.600 millones, 24 MH-60 navales, sistemas antiaéreos por 1.000 millones y otros para adquirir aviones de transporte y drones.

India diversifica su arsenal con armas occidentales porque sabe que una alianza más estrecha de China con Rusia haría que, ante un enfrentamiento, la provisión de repuestos para sus armas pueda suspenderse. Aun así, mantiene contratos para la fabricación bajo licencia de fusiles y tanques rusos.

Pero, además, queda claro que las sanciones y la prioridad para abastecer a sus fuerzas en Ucrania hacen que Rusia no pueda cumplir en tiempo y forma con las promesas de venta. Y el marketing negativo de los equipos rusos volando y fallando en Ucrania, completan el razonamiento. Hasta que Rusia aumentó su gasto de defensa, India estaba tercera en el ranking de presupuestos militares del planeta. En cinco años anteriores, India compró armas rusas por 13.000 millones de dólares.

Rusia es una amenaza inmediata para Occidente, pero China es un desafío más serio. Fuera del arsenal nuclear que sigue siendo disuasorio, la eventualidad de un enfrentamiento convencional es más peligroso con las fuerzas chinas que con las rusas disminuidas en Ucrania.

Y a diferencia de Rusia, no se ve un país que pudiera servir de proxy a China para debilitar el poder de Occidente antes de una confrontación indirecta como tiene Moscú en varios continentes. El aislamiento de China y su política exterior joven, la somete a limitaciones. A China tampoco le sirve recostarse en su alianza con Rusia porque es un país en derrumbe por la guerra, porque India es un socio tan valioso para Putin como China a la hora de obtener divisas y porque Moscú tiene aun en ella a uno de sus mayores compradores de armas.



Recordando que estamos analizando a China y su potencial como primera potencia, notemos que recurrir a Rusia sería una pérdida de tiempo y no le serviría para afrontar una disputa con Occidente si la India viera la oportunidad de sumarse para debilitar a su adversario.

Por donde se lo encare, China está bastante complicada en el plano militar, estratégico y diplomático. Eso sí, los aviones son muy modernos y los militares marchan en filas muy prolijas. Pero ya sabemos que, al menos por ahora no si dirigen a un destino de primera potencia.

Comments


Image00016_edited.jpg

Pucará Defensa

Análisis, opinión e información estratégica sobre Defensa y Seguridad en América Latina 

bottom of page