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Enrique J. Tonazzi Dieterich

La bomba nuclear pakistaní: ¿Desafío o realismo geopolítico?


Sus consecuencias para el resto del mundo y su impacto en la Inteligencia Estratégica


Coronel Enrique J. Tonazzi Dieterich*

 

El presente trabajo refleja las ideas del autor y no la postura oficial del Ejército Argentino ni de las Fuerzas Armadas de ese país.


Este trabajo se basa en una exposición desarrollada por el teniente general Khalid Kidway en la Escuela Naval de Postgrado de la Marina de los Estados Unidos de América, en octubre de 2006. El nombrado estaba en servicio activo en el Ejército de Pakistán y se desempeña como Jefe de la División de Planeamiento Estratégico de la Autoridad Nacional de Comando, elemento a cargo del arsenal nuclear en su país.

El estudio tratará de dilucidar (mediante el análisis de los argumentos expuestos, de la realidad geopolítica pakistaní y de las históricas relaciones de ese país con sus vecinos) el interrogante propuesto en el título: ¿es la bomba atómica pakistaní un desafío a los diversos tratados y mecanismos de no proliferación nuclear?; ¿es solamente la respuesta frente a una realidad geopolítica inmodificable que amenaza la existencia misma de esa nación?; ¿o es una combinación de ambas? Y en tal caso, ¿cuáles pueden ser las consecuencias de esa decisión en el resto del mundo y cuál su impacto para la Inteligencia Estratégica?


Un poco de historia

La espectacular aparición en la escena mundial del arma nuclear, los días 6 y 9 de agosto de 1945, en Hiroshima y Nagasaki, cuya consecuencia fue acelerar la derrota japonesa y el consecuente fin de la II Guerra Mundial, hizo nacer, en el resto de las grandes potencias triunfadoras en esa contienda (la ex URSS, China, Francia y el Reino Unido), rápidamente, la necesidad de poseer esa arma “maravillosa” en el menor tiempo posible, por una parte y, por la otra, restringir al máximo el ingreso de nuevos países al prestigioso “club” que los tenía como socios exclusivos y excluyentes.

Sus esfuerzos se concretaron el 12 de junio de 1968, con la firma del Tratado de No Proliferación (TNP), puesto en vigencia en 1970 y posteriormente ratificado en la Conferencia de Revisión y Extensión del TNP celebrada en la sede de las Naciones Unidas del 17 de abril al 12 de mayo de 1995. A la fecha, 187 países son signatarios de dicho acuerdo (dos de los cuales no integran la ONU: Estado Vaticano y Suiza), habiendo solamente cuatro que no lo han ratificado: Cuba, India, Pakistán e Israel (los tres últimos ya poseen armas nucleares). Junto con el TNP existen otros quince acuerdos de tipo bilateral, regional o global destinados a evitar la proliferación de armas nucleares.

A pesar de esos acuerdos, el poder disuasorio (y efectivo) real de esas armas hizo que muchos países poseedores del conocimiento y la capacidad económica necesarias para encarar su producción se preguntaran, con lógica: “¿por qué ellos sí y nosotros no?”; o “¿qué derecho les asiste a esos países para poseer arsenales nucleares con la capacidad de destruir varias veces toda la vida en el mundo y, además, decidir quiénes son “confiables” y quiénes no?”.

Así, ya en la década del ´50, varios países, normalmente en secreto, comenzaron los estudios y ensayos necesarios para dominar la tecnología de producción de armas nucleares y de sus vectores de lanzamiento. Algunos abandonaron esos intentos luego de la firma del Tratado, otros directamente se negaron a firmarlo y hoy son potencias nucleares y otros, los menos hasta ahora, trataron de burlar los controles acordados en la firma del TNP y continuaron sus esfuerzos.


El Plan Nuclear Hindú

En 1954, durante la presidencia de Jawaharlal Nehru, la India estableció un Departamento de Energía Atómica. Poco más tarde, el 27 de enero de 1957, consiguió poner en funcionamiento su primer reactor nuclear en Trombay, denominándolo Apsara.

A partir de ese momento, y pese a las negativas oficiales hindúes, era un secreto a voces el deseo de la India de poseer su propio ingenio nuclear para emplearlo, ya fuere como elemento de disuasión frente a China, quien  poseía (y aún mantiene) unas de las fuerzas militares más poderosas del mundo y con una población, en ese entonces, dos veces mayor a la hindú, o como “arma de definición” frente a Pakistán, el país de mayoría musulmana nacido luego del sangriento baño de sangre producido entre hindúes y musulmanes, al abandonar el Reino Unido la India, hasta entonces su colonia más importante, y concederle su independencia.

La guerra entre el nuevo estado pakistaní y la India, desde el 21 de octubre de 1947 hasta el 31 de diciembre de 1948, por la posesión de los territorios de Jammu y Cachemira, suspendida desde entonces “sine die” por la presencia de fuerzas de las Naciones Unidas en la zona, agregaba otro factor de importancia para adoptar la decisión de disponer del arma más poderosa concebida por el hombre: la bomba atómica.


Tropas durante la guerra de 1947

Aun cuando el primer test nuclear (irónicamente llamado “el Buda sonriente” o “la explosión nuclear pacífica”) tuvo lugar en 1974, recién se puede afirmar que la India se transformó de hecho en una potencia nuclear en 1986, cuando se terminó de adaptar el primer vector de lanzamiento de ese tipo de armas (aviones Mirage 2000), aunque las pruebas de lanzamiento operacional recién se completaron en 1994 en la región de Balasore.

También desarrollaron y probaron, con distinto éxito, al menos tres generaciones de misiles balísticos portadores de cabezas nucleares. En mayo de 1998, la India aceptó formalmente su status de potencia nuclear (días antes de las pruebas nucleares pakistaníes interpretadas, por esa razón, como una respuesta a tal anuncio).


La década del 70 y los traumas históricos de Pakistán

La intervención de las Naciones Unidas no logró terminar con las hostilidades en la zona de Cachemira. Entre agosto y septiembre de 1965, nuevos enfrentamientos entre ambos países amenazaron con llevarlos a una guerra total. La intervención de la ONU, nuevamente, logró ponerles un final parcial a los combates.

Tropas pakistaníes al asalto en 1965

Pero los peores problemas para Pakistán recién comenzaban. La traumática secesión, ocurrida luego de la independencia, dejó a ese estado dividido en dos zonas geográficas inconexas, separadas por la India. El Pakistán Occidental, en donde residía el gobierno y se encontraban los mayores polos de desarrollo, y el Pakistán Oriental (área sobre el Golfo de Bengala), concentrador de los mayores índices de pobreza y de menores recursos. En 1970, la aparición de un gobierno local decidido a separarse motivó una sangrienta represión por parte de las fuerzas militares pakistaníes, tratando de sofocar los intentos independentistas de esa región a la que el mundo comenzaba a identificar como Bangladesh. El 03 de diciembre de 1971 la abierta intervención de las fuerzas militares hindúes logró la rendición, en menos de dos semanas (16 de diciembre de 1971), del Ejército Pakistaní y que se declarara la independencia de Bangladesh.

El propio teniente general Kidway, egresado como joven oficial de Artillería el año anterior, cayó prisionero de los hindúes (junto con otros 99.000 hombres de sus Fuerzas Armadas), permaneciendo en condición de prisionero de guerra hasta 1973, cuando se concretó la devolución de los prisioneros entre ambos países.


16 de diciembre de 1971: El Comandante de las Fuerzas Pakistaníes firma el Acta de rendición ante el Comandante Hindú.

Los dos primeros grandes traumas de la década, el de la derrota y la posterior pérdida territorial, se habían concretado. Y al golpe moral colectivo recibido debían añadírsele, en casos como el del general Kidway, la humillación individual, el temor y la incertidumbre propios de quien pasa casi dos años en manos de sus enemigos.

Indira Gandhi en Pokharán, en 1974.

El 18 de mayo de 1974, otro hecho marcó en forma traumática la memoria colectiva pakistaní. Ese día la India hizo estallar un artefacto nuclear de 15 Kilotones en Pokharán, una zona distante solo 100 kilómetros de la frontera hindo – pakistaní. El enemigo ya no sólo era enorme y capaz de derrotarlos en forma convencional, ahora, además, tenía la capacidad de producir armas nucleares. La pregunta lógica “¿cómo pararlos?”, parecía tener una sola respuesta adecuada: poseyendo armas nucleares, el único elemento, conforme el pensamiento estratégico dominante en la época y liderado por el general francés André Beaufre, capaz de otorgar una capacidad cierta de disuasión.


El Plan Nuclear Pakistaní

Pakistán, como otros países, también había comenzado, varios años después de la India, su propio programa de investigación. Así, en 1965 puso en marcha su primer reactor nuclear en Parr, en los alrededores de Rawalpindi.

El 24 de enero de 1972, luego de su derrota frente a las tropas hindúes, el gobierno de Pakistán (por decisión del Presidente Zulfikar Ali Bhutto) decidió iniciar el programa de armas nucleares.

En 1974, aún bajo la impresión causada por el estallido de la primera bomba atómica hindú, Pakistán propuso a la India la firma de un tratado para establecer en el Sudeste de Asia una “zona libre de armas nucleares”. La propuesta no fue bien recibida por la India pues, en realidad, siendo la única potencia de la zona poseedora de ese tipo de armas, sería también la única afectada por el tratado.

En 1978, nuevamente Pakistán le propuso al gobierno hindú la firma de un tratado conjunto por el cual ambos países renunciarían a la adquisición y producción de armas nucleares, recibiendo una vez más una respuesta negativa. Sin embargo, ya en ese año Pakistán había iniciado un programa de enriquecimiento de uranio, de carácter secreto.

En conocimiento del programa, el gobierno de los Estados Unidos le impuso, en 1979, sanciones a Pakistán para obligarlo a abandonar el proyecto. Por ello, el mismo año Pakistán le propuso a la India que ambos países adhirieran, en forma simultánea, al TNP, otra vez sin resultados positivos.

A comienzos de la década del 80 Pakistán inició conversaciones con China, con el fin de lograr no sólo la tecnología necesaria para producir bombas nucleares sino también para obtener los vectores de lanzamiento (misiles de corto alcance M-11). Los trabajos, mientras tanto, continuaban a ritmo febril, dirigidos por quien, a partir de ese momento, fue llamado el “Padre de la bomba atómica pakistaní”, el Dr. Abdul Qadeer Khan. En dos oportunidades durante esa década, en 1986 (Henry Kissinger) y en 1989 (William H. Webster, a la sazón Director de la CIA), funcionarios norteamericanos de alto rango advirtieron que Pakistán desarrollaba armas nucleares en forma secreta. En el mismo período, también (en 1987), fracasó un nuevo intento pakistaní de firmar con la India un acuerdo bilateral o regional de prohibición de las pruebas nucleares en la región.

En 1991, otra vez infructuosamente, Pakistán le propuso a la India la realización de una conferencia multilateral sobre proliferación en el Sur de Asia. Esa propuesta fue ampliada en 1993, buscando declarar al sur de Asia como “zona libre de misiles”. Es interesante destacar que, hasta ese año, las diferentes propuestas pakistaníes habían chocado con la abierta negativa o la indiferencia de la India, probablemente porque este último país sentía que, por una cuestión de necesidad (mantener una amenaza creíble contra el flanco sur de la China), los Estados Unidos no habían intervenido abiertamente contra el plan nuclear hindú, como sí lo habían hecho con el pakistaní. Sin embargo, unas declaraciones del entonces presidente norteamericano Bill Clinton, reconociendo públicamente la necesidad de revisar el trato desigual dispensado por Norteamérica hacia ambos países respecto del tema nuclear (que fueron muy criticadas en los Estados Unidos y no llegaron a concretarse), obligaron a la India a modificar su postura, iniciándose rondas de conversaciones que culminaron, en 1996, con la firma de un tratado marco por el cual los dos países intercambiaron el listado y ubicación de sus instalaciones nucleares, comprometiéndose mutuamente a no atacarlas.

El 28 de mayo de 1998, pocos días después de que la India admitiera públicamente por primera vez su condición de potencia nuclear, Pakistán hizo estallar simultáneamente, en el campo de pruebas de Chagai (en Quetta – Beluchistán), cinco cargas nucleares con una potencia total de, aproximadamente, 40 Kilotones. Dos días después, el 30 de mayo, hizo detonar otro artefacto más, esta vez de 12 Kilotones.



El 4 de febrero de 2004 el gobierno de Pakistán sorprendió al mundo al admitir que sus científicos habían compartido con otras naciones información secreta acerca del diseño de armas nucleares, concretamente con Corea del Norte, Irán y Libia. La confesión fue realizada por Abdul Qadeer Khan. El hecho en cuestión (venta de información) era un secreto a voces desde larga data. Por ello en 2001, a instancias de los Estados Unidos, el Presidente Pervez Musharraf se vio obligado a remover a Khan de su cargo al frente de los laboratorios. La revelación de estos hechos disparó una señal de peligro en gran parte del mundo occidental.

Durante el 2005, el Congreso de los Estados Unidos comenzó a debatir abiertamente la necesidad de firmar un acuerdo nuclear con la India (generando fuertes controversias en ese país, porque muchos veían en él una forma de controlar las acciones de su programa nuclear.

En abril de 2006, el entonces segundo de Osama Bin Laden en la organización terrorista Al-Quaida, acusó públicamente a los norteamericanos de impulsar el programa nuclear hindú y de retrasar la “bomba islámica” (refiriéndose al programa de Pakistán).

Finalmente, el 16 de noviembre de 2006 el Congreso norteamericano aprobó la firma del tratado con la India.


La visión oficial pakistaní – resumen de los conceptos expresados por el teniente general Khalid Kidway durante su conferencia.


Antecedentes

1.         Las explosiones nucleares de 1998 han generado percepciones desfavorables hacia Pakistán, en gran parte por falta de conocimiento de la realidad.

2.         Pakistán asume que su reputación en los Estados Unidos ha sido afectada negativamente por su programa nuclear, pero el único responsable por ello es el propio Pakistán.

3.         La capacidad nuclear de Pakistán es un enigma por falta de información adecuada.

4.         Se asocia a Pakistán con los extremismos, lo cual no es cierto.

5.         Pakistán ejerce un control real sobre sus exportaciones nucleares y ellas solo responden a sus intereses nacionales.

6.         Por lo tanto, es necesario separar los hechos de la ficción, las percepciones reales de las falsas. Queremos ser transparentes y evitar equívocos.

7.         Todo lo ocurrido es el resultado de análisis y decisiones adoptadas en 1998 (NA: una manera de echarle la culpa al anterior gobierno de Muhammad Rafiq Tarar).


Visión geopolítica de Pakistán

1.         Pakistán es el punto de enlace entre el Medio y el Lejano Oriente.

2.         Está rodeado por tres potencias nucleares (China, la India e Irán).

3.         Su población está compuesta por un 77% de musulmanes sunnitas, un 20% de musulmanes shiítas y un 3% de hindúes y cristianos.



Aspectos de su historia y tradiciones

1.         Históricamente ha sido una región de paso de distintos invasores.

2.         La población, por tradición, no es revolucionaria. Por el contrario, es una mezcla de conservadores y progresistas moderados, en ella no hay lugar para los extremismos.

3.         Esa posición le ha permitido crecer un 7% promedio, en los últimos 4 años.

4.         Está gobernado por un régimen parlamentario involucrado en el desarrollo integral del país.

5.         Sus Fuerzas Armadas y la clase media fueron educadas y moldeadas de acuerdo con las tradiciones británicas.


Por qué Pakistán se hizo potencia nuclear

1.         Obligados por el desmembramiento sufrido como consecuencia de su derrota ante un enemigo enorme (1971).

2.         Shockeados por una prueba nuclear hindú realizada a 100 kilómetros de su frontera (1974).

3.         En tal sentido, decidieron nunca más volver a combatir desde una posición de debilidad estratégica.

4.         Es una cuestión de supervivencia nacional.

5.         Pakistán solo se defiende frente a una potencia ambiciosa.

6.         Para ello siente la necesidad de poseer una clara y mínima disuasión.

7.         Esa circunstancia los obligó, a partir de los ´90, a pasar de un programa nuclear abierto a uno secreto, permitiéndoles tener el dominio completo del ciclo nuclear, pero manteniendo la finalidad de obtener un grado mínimo y creíble de disuasión.


Qué espera Pakistán de los Estados Unidos

1.         Lograr ayuda para establecer conversaciones con la India, incluyendo el problema de Cachemira.

2.         Advierten, luego del 11 de septiembre de 2001, que Estados Unidos adoptó una posición más prudente frente a Pakistán, porque lo consideran importante para la estabilidad de la región.


Consecuencias que produjo la posesión de armas atómicas

1.         Se estableció un balance estratégico en el sudeste de Asia.

2.         Se incrementó la necesidad de encontrar una fórmula de solución definitiva al problema de Cachemira.

3.         Se demostró la ineficacia del actual régimen de no proliferación.

4.         En ese sentido, el acuerdo entre la India y los Estados Unidos es desestabilizante.

5.         Ello es así porque las posibilidades de conflicto aún persisten y, hasta hoy, Pakistán no dispone de adecuados sistemas de alerta temprana.


Aspectos salientes de la política nuclear

1.         La disuasión será el producto de contar con adecuadas fuerzas convencionales y no convencionales.

2.         El aspecto central de su empleo está supeditado a toda una cadena de comando (compuesta por civiles y militares), bajo restricciones específicas.

3.         Su finalidad principal es la disuasión.

4.         No representa, ni quiere serlo, una amenaza para nadie.

5.         Mantendrá sus fuerzas convencionales.

6.         No transferirá materiales críticos ni armas nucleares.

7.         Apoyará la instauración de sistemas de controles universales y no discriminatorios.


Estructura de Comando y Control



Misiones de la División Planeamiento Estratégico

-           Formula políticas, estrategia y doctrina.

-           Confecciona los planes estratégicos y operacionales de empleo.

-           Responsable de la seguridad de las armas nucleares.

-           Asiste al presidente.

-           Coordina la posición estratégica del país ante el exterior.

-           Coordina y asegura las comunicaciones estratégicas.


Medidas de seguridad y salvaguardas adicionales

1.         Supervisión del personal científico (no pueden salir del país sin autorización).

2.         Informes de inteligencia (semanales, mensuales y trimestrales) sobre el tema nuclear.

3.         Programas de control y contabilidad del material, a fin de evitar pérdidas.

4.         Regla de “los dos hombres” (“two men rule”): las armas no pueden ser lanzadas por decisión de una sola persona.

5.         Acta de control de exportaciones de material sensible.

6.         Todo lo nuclear está bajo control del estado.


Visión pakistaní del acuerdo nuclear entre la India y los Estados Unidos

1.         Es discriminatorio y la discriminación no favorece a los Estados Unidos.

2.         Pakistán quiere participar de él para lograr un criterio de aproximación y no de segregación.

3.         En la lucha contra el terrorismo Pakistán ha estado en la primera línea.

4.         ¿Durante cuánto tiempo más Pakistán (amigo y aliado de los Estados Unidos) seguirá siendo castigado?

5.         Cesar las discriminaciones sería un gran paso adelante.

6.         Para mantener su ritmo de desarrollo, Pakistán necesita incrementar su producción de energía un 800% en los próximos 25 años.


Conclusiones del expositor

1.         Pakistán adoptó racionalmente la decisión de poseer armas nucleares por motivos de seguridad nacional.

2.         Ha organizado una estructura adecuada para prevenir accidentes o su uso no autorizado.

3.         No hay posibilidades de acceso al poder por parte de fracciones extremistas.


Consecuencias de la decisión pakistaní en el resto del mundo – su impacto en la inteligencia estratégica

a.         La decisión pakistaní (como la hindú y la israelí en su momento) demostró que los tratados y salvaguardas, “per se”, sólo son expresiones declamatorias de buenas intenciones sino existe la voluntad política real, por parte de las Naciones Unidas (único órgano representativo de la voluntad universal) de obligar a su cumplimiento.

b.         Los tres desarrollos nucleares enunciados son solo uno más de los frutos amargos resultantes de la Guerra Fría. Unos (hindúes e israelíes) porque eran vistos como un freno a la expansión del comunismo soviético o chino por parte de los Estados Unidos (con el agregado, en el caso israelí, de que su supervivencia es una cuestión de estado para las administraciones norteamericanas y, por lo tanto, en aras de ese objetivo ese país tiene una licencia tácita para hacer cuánto, cuándo y dónde quiera, con independencia de lo establecido al respecto por el Derecho Internacional). Otros (Pakistán) porque fueron vistos por la otra parte (en este caso China) como un contrapeso para oponerse a la influencia de los norteamericanos en Asia.

c.         En todos los casos, además, razones de seguridad nacional (en función de las amenazas percibidas) obligaron a los tres países, ubicados en zonas tradicionalmente conflictivas en las que se mezclan intereses cruzados y cambiantes de terceros, a no dejar la “última ratio” de su defensa nacional en manos de otros, como lo hicieron los países europeos nucleados en la NATO (con las únicas excepciones del Reino Unido y Francia), quienes delegaron en los Estados Unidos su defensa nuclear.

d.         Un desarrollo no abordado en este trabajo, aunque marginalmente se lo haya mencionado, merece, por su actualidad, un párrafo aparte, especialmente teniendo en cuenta lo sucedido con el Irak de Saddam Hussein. Es el caso de Corea del Norte, el cual burló todos los mecanismos de control y no proliferación y, además, una vez logrado el objetivo de poseer armas nucleares, hizo alarde de ellas.

e.         Su caso es paradigmático porque, hasta el momento, todos quienes se oponían (y aún se oponen) a su desarrollo nuclear, se han cuidado de mantener sus amenazas en el terreno declamatorio. Ante esa evidencia surge una pregunta incómoda y de consecuencias insospechadas: ¿Los aliados hubieran atacado y destruido Irak como lo hicieron sino hubieran estado seguros (y de hecho lo estaban porque los veedores de la ONU así lo habían informado) de la ausencia de armas nucleares en los arsenales iraquíes?

f.          Si la respuesta es que ello no hubiera ocurrido por temor a las represalias, los países que perciben la posibilidad de ser amenazados por alguna de las potencias nucleares ¿no apreciarán como oportuno encarar en forma realmente disuasiva su defensa frente a esa amenaza, iniciando programas nucleares propios?

g.         Si bien lo expuesto en el punto anterior puede parecer una utopía irrealizable, no dejó de ser sugestivo oír, durante y después de la conferencia del general Kidway, comentarios en tal sentido formulados por representantes de algunos países africanos.

h.         Solo en el terreno de las conjeturas y sin ánimo de polemizar en torno a ello, pensemos por un instante, al advertir en los escenarios de futuro que los recursos naturales (entre ellos el agua potable) podrían llegar a convertirse en el principal motivo de conflicto del presente siglo, que una Sudamérica en general subpoblada (comparada con el resto del mundo) y con grandes reservas de agua dulce, minerales estratégicos y áreas cultivables, podría terminar siendo el campo de batalla en donde algunas potencias diriman quién o quiénes podrán usar o no dichos recursos vitales y bajo qué condiciones. ¿Podría esto implicar para los países sudamericanos, en forma colectiva o individual, la necesidad de iniciar programas destinados a obtener sus propias armas nucleares a fin de disuadir eventuales invasiones y obligar a los posibles agresores a negociar y dialogar?

i.          El camino correcto sería el inverso: el desarme real, efectivo y completo de todos los arsenales nucleares. La realidad, sin embargo, lo demuestra utópico porque nadie regala el poder y, mucho menos, el poder absoluto. Mucho más cuando están en juego la supervivencia o el mantenimiento del nivel de vida de la propia población.

j.          Solo la solidaridad entre las naciones y el respeto por el Derecho Internacional, aplicado a través de organismos internacionales en los cuales todos los países tengan un mismo estatus, podrían asegurar el respeto hacia las potencias menores. Pero ¿no será también esto una utopía?

k.         Frente a estos dilemas aparentemente insalvables, ¿cuáles serían los desafíos a enfrentar por la Inteligencia Estratégica? En primer lugar, una de las tareas principales, por lo menos en países como los nuestros (potencias menores), debería ser el de estar en capacidad de asesorar a los decisores sobre tres cuestiones fundamentales:

-           En el marco de los escenarios de futuro con los cuales trabaja la Inteligencia Estratégica, identificar los intereses vitales potencialmente comprometidos o amenazados mediante el uso de la fuerza.

-           Determinar por quiénes y con qué medios.

-           Analizar y concluir si esos medios incluyeran o podrían incluir las así llamadas “armas no convencionales”.

l.          Cualquiera fuere la respuesta a los interrogantes planteados anteriormente, y dado que la amenaza nuclear (ya sea por parte de un actor estatal como de uno no estatal) plantea un condicionamiento de tal magnitud que hace que los términos “soberanía” y “libertad de acción” pasan a ser expresiones de deseo, parecería conveniente potenciar la capacidad de la Inteligencia Científico – Tecnológica, especialmente en los aspectos involucrados en el ciclo de producción de un arma nuclear. Ello debería incluir, entre otros, algunos de los siguientes aspectos (entendiendo que el listado elaborado no excluye la consideración de otras cuestiones)

-           ¿Quién o quiénes producen y distribuyen el material radioactivo necesario?

-           ¿A quiénes?, ¿con qué salvaguardas se los entregan?

-           ¿Qué pérdidas de material se han detectado?, ¿en dónde?, ¿de quiénes se sospecha?, ¿tienen intereses encontrados con los propios o son aliados de algún actor que esté en esa posición frente a nosotros?

-           ¿Qué transferencias de materiales o tecnología pueden estar encubriendo un programa nuclear?, ¿quién o quiénes son los compradores?

-           ¿Qué nuevas tecnologías pueden soslayar el uso de materiales o algunas de las etapas del proceso?

-           ¿Cómo se maneja la información sensible referida a la producción de armas nucleares?, ¿quién o quiénes se interesan especialmente por ella?

m.        La tarea a encarar no es sencilla y exige un trabajo coordinado y continuo de científicos y analistas de inteligencia para definir:

-           Si es posible una agresión de tal tipo.

-           En caso afirmativo, ¿por parte de quién y cuáles serían sus finalidades?

-           El grado de probabilidad asignado a las diferentes amenazas que se perciban.



Conclusiones

A la luz del análisis realizado sobre las expresiones del teniente general Kidway, de la realidad histórico - geopolítica de su nación y del encuadramiento legal internacional referido a la no proliferación nuclear, la respuesta al primer interrogante planteado en el presente trabajo parecería ser la siguiente: la decisión pakistaní fue el resultado de una evaluación racional de su contexto geopolítico y de sus experiencias históricas; la consecuente decisión de llevar a cabo un programa destinado a proveerse de armas nucleares lo puso en la situación de aparecer desafiando el ordenamiento legal destinado a evitar la proliferación nuclear ya que, aun cuando técnicamente se pueda afirmar que no violó ninguna norma por no haber adherido al TNP, enfrentó, en los hechos, la intención de las potencias impulsoras de ese tratado de lograr el congelamiento del “status quo” nuclear consagrando, de esa manera, el “desarme de los desarmados”. Contra esa injusta discriminación, porque implicaba legalizar “ad aeternum” la supremacía de unos países sobre otros (aun cuando se puedan esgrimir miles de argumentos contra la proliferación nuclear y todos sean igualmente válidos), se rebelaron Pakistán, la India, Israel, Corea del Norte y otros (Irán y, probablemente, también Egipto), esgrimiendo su propio interés nacional. En síntesis, en este caso se ha producido un fenómeno bien conocido en las ciencias sociales: todo orden injusto tiende a generar la reacción de aquellos perjudicados por él.

Los ejemplos de Pakistán, la India, Israel y Corea del Norte demuestran a las claras cómo, a despecho de los tratados y mecanismos de control de proliferación nuclear, éstos no han funcionado. En algunos casos el apoyo encubierto de alguna potencia, por motivos derivados de sus propios intereses, puede haber ayudado a su concreción, pero el caso de estados internacionales casi “parias”, como Corea del Norte, ejemplifica el fracaso del actual sistema.



Es evidente, también, que el mayor motivo de preocupación internacional respecto del poder nuclear pakistaní lo crea su condición de país musulmán. El alto grado de ignorancia y la manifiesta mala intención utilizados para tratar el tema del islam luego de los hechos del 11 de septiembre de 2001, igualando a la religión musulmana con el terrorismo, hacen que no resulte extraña la existencia de una gran prevención, sobre todo en occidente, respecto del poderío nuclear pakistaní. En tal sentido, la gira del general Kidway por los Estados Unidos habría sido un intento de evitar ese malentendido, procurando distanciar a su país de supuestas conexiones con el terrorismo internacional.

La actitud occidental, sin embargo, solo contribuye a favorecer la posición de los verdaderos extremistas islámicos quienes, en la discriminación que sufre Pakistán (nunca sufrida por Israel, por ejemplo), encuentran un nuevo motivo para argumentar la existencia de un ataque al islam por parte de los “nuevos cruzados”.

Ello debilita la posición de los gobiernos islámicos moderados y los expone a brotes de ira popular, los cuales, convenientemente dirigidos y azuzados, pueden terminar concretando una verdadera “profecía autocumplida”, por parte de occidente, que no termina de entender las realidades culturales de otros pueblos ni sus actitudes o respuestas, diferentes a las esperables según la lógica occidental, simplemente porque son las de pueblos cuya idiosincrasia los hace pensar con parámetros distintos a los de nuestra cultura y filosofía de vida.

En ese sentido, el desafío a enfrentar por la Inteligencia Estratégica es múltiple. Por un lado, debe poseer el personal y los medios capaces de realizar una inteligencia científico – tecnológica que proporcionen una alerta temprana sobre el desarrollo de programas subrepticios de proliferación nuclear o respecto de la posible acción ofensiva de una potencia nuclear contra nuestra nación. Por el otro, y entendiendo la realidad cultural de los pueblos a convencer de la conveniencia de abandonar esos proyectos o intenciones, se debe estar en capacidad de ayudar a presentar los modos de acción ante el decisor en forma correcta, para que la propuesta sea cabalmente interpretada por el receptor y no se originen malos entendidos.


Datos biográficos del autor: Es coronel de Artillería del Ejército Argentino. Oficial de Inteligencia, especialista en Acción Psicológica e Interrogatorio de Prisioneros de Guerra. Oficial de Estado Mayor en su país y en el Ejército del Brasil. Licenciado en Organización y Estrategia. Ha realizado cursos de postgrado en Estrategia y Derecho Internacional de los Conflictos Armados. Integró la Fuerza de Tareas Argentina en Chipre, en 1997, como Oficial de Operaciones. Es coautor de varios artículos sobre Inteligencia Estratégica publicados por la Revista de la Comisión de la Tropa Técnica de Inteligencia. Ha sido condecorado por los ejércitos del Brasil, Chile y Colombia, por el Ejército Argentino en tres oportunidades con la Medalla al Mérito de su arma y por la ONU.


Fuentes y obras consultadas y origen de las fotografias utilizadas

KIDWAY, KHALID, Teniente General. Conferencia titulada “Nuclear Pakistan – Perceptions and reality”, desarrollada en la Academia Naval de Postgrados de la Marina de los Estados Unidos en Monterrey, California. Octubre, 2006.

SUBLETTE, CAREY. “Nuclear weapons nations and arsenals”. En http://nuclearweaponsarchive.org/Nufaq/Nfaq7.html.

INDIAN DAILY JOURNAL. “Al-Queda says Bush gives a strong impetus to the Indian nuclear programme, while doling out orders to Pakistan”. En www.indiandaily.com/Editorial/8294.asp Edición del 29 de noviembre, 2006.

HARI, DAVID. “Nuclear power in the Third World – An análisis”. En www.ccnr.org/third_world_nukes.html.

KOCH, ANDREW. “Pakistan nuclear tests”. En www.cdi.org/issues/testing/pak1.html.

YOUNG PELTON, ROBERT. “Pakistan map”. En www.comebackalive.com/df/dplaces/pakistan/map.htm.

VARIOS AUTORES. “History of Jammu and Kashmir”. En http://en.wikipedia.org/wiki/History_of_Kashmir.

VARIOS AUTORES. “Military History of Pakistan”. En http://en.wikipedia.org/wiki/Military_History_of_Pakistan.

VARIOS AUTORES. “Indo – Pakistani war of 1947”. En http://en.wikipedia.org/wiki/Indo_pakistani_war_of_1947.


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