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Ucrania es una mesa de póker y los paquetes de asistencia militar son las cartas




Por Ignacio Montes de Oca


Mientras EEUU amenaza a Ucrania con cortarle la ayuda militar si no firma un cese el fuego con Rusia, Europa aumenta contra reloj el apoyo militar y financiero a Kiev. Vamos a los datos de una serie de apuestas polĆ­ticas encadenadas.


Desde que JD Vance le reclamó a Zelensky en el Salón Oval que volviera a agradecer la ayuda de EEUU, el flujo de asistencia militar desde ese paĆ­s va perdiendo fuerza mientras que la ayuda de todo tipo que llega desde Europa se acelera. Los datos sugieren un cambio de escenario.Ā  Al inicio de 2025 la asistencia de EEUU por € 114.200 millones era superada por la europea, con € 132.000. En tĆ©rminos de asistencia netamente militar, Europa apenas es superada por su aporte de € 61.000 millones por los € 64.000 millones de los EEUU. No obstante, esas cifras son engaƱosas. De acuerdo con el Kiel Institute, Europa tiene € 115.000 millones mĆ”s para asignar, es decir compromisos asumidos a futuro con Ucrania. EEUU solo tiene € 4.840 millones y no se espera mĆ”s desde la aprobación del Ćŗltimo paquete de U$S 61.000 por el Congreso en abril de 2024.

Este dato es crucial porque a EEUU le restan entregar cerca de U$S 14.000 millones asignados por el Congreso, pero desde hace un aƱo no se aprueba ayuda militar adicional para Ucrania. A la hora de presionar para que se firme cualquier documento, esa ausencia marca la diferencia. Esa diferencia de € 110.000 millones tiene derivaciones. La primera es que pese a la acusación de elefantismo, Europa estĆ” ayudando mĆ”s a Ucrania que los EEUU. La segunda es que EEUU pierde parte de su capacidad de presión en la medida que los europeos cubren el faltante. La tercera es que Europa estĆ” ejecutando una polĆ­tica de desafĆ­o a dos puntas. Hacia Trump porque esa asistencia debilita su presión hacia Zelensky para que capitule y hacia Putin porque desoye el reclamo para que deje de abastecer con armas a Ucrania.

Queda por ver cómo se materializó ese desafío y las cifras que prueban que, ante la paralización de la asignación de asistencia militar de EEUU a Ucrania, la continuidad de la asistencia europea podría dejar a Trump sin su principal argumento para doblegar a Zelensky.

El 31 de enero los PaĆ­ses Bajos informaron mĆ”s ayuda por € 400 millones, que incluye iniciativas conjuntas para producir drones, municiones de artillerĆ­a y misiles antiaĆ©reos. BĆ©lgica aprobó un paquete por € 400 millones en marzo que incluye municiones y vehĆ­culos blindados. El 5 de febrero, el Reino Unido aprobó un paquete de asistencia a Ucrania por 4.500 millones de libras, el equivalente a U$S 5.400 millones. Irlanda confirmó que en 2025 enviarĆ” € 325 millones en asistencia militar a Ucrania, pero serĆ” en equipo de apoyo y no de capacidad letal. Bulgaria recibió € 500 millones de la UE en compensación por el envĆ­o de municiones y equipos bĆ©licos a Ucrania y espera recibir otros 300 millones este aƱo. Polonia confirmó en febrero que enviarĆ” el 46° de asistencia militar a Ucrania valuado en € 200 millones. En febrero EspaƱa anunció asistencia militar a Ucrania por € 1.000 millones. Portugal, anunció un mes despuĆ©s la transferencia de 8 helicópteros SA330L Puma a Kiev para completar una ayuda bĆ©lica por un total de € 224 millones iniciada en 2024. El 16 de marzo el gobierno de Lituania aprobó otro fondo de asistencia militar a Ucrania por U$S 40 millones y Estonia acaba de confirmar el envĆ­o de € 100 millones que incluye dones, equipos mĆ©dicos y 10.000 rondas de artillerĆ­a. Letonia, prepara un anuncio similar. El 13 de marzo Finlandia aprobó un nuevo paquete de asistencia para Ucrania por € 691 millones, Suecia confirmó ese mismo dĆ­a asistencia militar por € 295 millones y Noruega el 6 de marzo otro por € 18.000 millones hasta el aƱo 2030, incluyendo € 4.500 millones para el 2025.



El Bundestaag le habĆ­a asignado a Ucrania € 4.000 millones para este aƱo y el jueves aprobó otro paquete de € 3.000 millones que incluye sistemas de defensa aĆ©rea Iris-T, misiles, radares, drones, blindados y armas ligeras. AdemĆ”s, otros € 8.300 millones entre 2026 y 2029.

HungrĆ­a vetó un envĆ­o de € 4.000 de la UE para darle 1,5 millones de rondas de artillerĆ­a a Ucrania. No fue el Ćŗnico problema, porque Francia e Italia frenaron un fondo para enviarle 2 millones de municiones a Ucrania por un valor total de € 5.000 millones en 2025. Macron y Meloni prefieren que la ayuda sea bilateral en lugar de un fondo comĆŗn, para evitar el veto hĆŗngaro. Francia costearĆ” con los activos rusos congelados un paquete de € 195 millones que incluye munición de 155 mm y misiles aire-tierra para los Mirage 2000 entregados a Ucrania.

No hay acuerdo en la UE sobre la propuesta para duplicar en 2025 los € 20.000 millones de asistencia hasta 2024. El debate es respecto al modo de financiar los € 40.000 millones propuestos. Lo que se busca es que al menos € 18.000 millones vengan de los activos rusos embargados.

Durante el 2024 el total de asistencia financiera desde la UE sumó € 16.500 millones, de los cuales € 1.500 millones procedieron de los activos rusos embargados. En 2023, el total de la asistencia europea a Ucrania sumó € 18.000 millones. AdemĆ”s, el G7 le otorgó un prĆ©stamo excepcional de Asistencia Microfinanciera por € 18.000 millones para estabilizar el pago de crĆ©ditos externos y un pago por € 45.000 millones apalancados en los activos rusos de los cuales € 4.500 millones ya fueron asignados para 2025.



La discusión pasa por saber cómo harĆ” Europa para avanzar en un rearme por un total de € 800.000 millones y al mismo tiempo para sostener la ayuda militar y financiera a Ucrania en el corto plazo. Los bienes y fondos rusos incautados parecen ser la respuesta. El problema es que esos fondos no son infinitos y que una parte son compartidos con EEUU, lo que supone que Trump podrĆ­a obstaculizar el uso de esos € 280.000 millones que residen en las arcas de Bruselas en una proporción de 2/3. Incautarlos de manera definitiva no es una opción. La disponibilidad de intereses de esos fondos es de € 3.200 millones y no alcanza para sostener el apoyo a Ucrania. El resto lo apoyan las instituciones multilaterales y los paĆ­ses que lo integran. La otra cuestión no es financiera sino de tecnologĆ­a militar.

El Kiel Institute identificó las Ôreas en donde mÔs se va a sentir la ausencia de armamento de EEUU. El HIMARS representa en 86% de la capacidad ucraniana en sistemas de lanzamiento de cohetes y en defensas antiaéreas el Patriot implica el 70% de las defensas de largo alcance. En las defensas de alcance medio contra amenazas aéreas la dependencia es del 70%. En munición de artillería de 152 y 155 mm alcanza al 82% y en cañones del 47%. Es decir que en los ítems en donde mÔs se sienten los ataques rusos es donde mÔs duele el retiro de EEUU.

Estas cifras muestran por quƩ Trump presiona a Zelensky. En lo inmediato, le otorga una ventaja a Putin porque sabe que Europa, aunque gasta mƔs en el apoyo a Ucrania, deberƔ tomarse un tiempo para producir y enviar las armas que EEUU podrƭa dejar de mandar.

La solución para cubrir esa brecha hasta que estén disponibles armas europeas en cantidades y calidad suficiente como para cubrir el vacío que amenaza crear Trump no vino desde el Ôrea militar. Vino desde la política con una serie de ideas cargadas de intenciones superpuestas. Europa, especialmente Francia y Gran Bretaña, estÔn avanzando en la implementación de una estrategia de defensa aérea utilizando sus propios aviones para Ucrania. AdemÔs, han decidido enviar un contingente de fuerzas militares, a pesar de las objeciones de Putin y Trump.



Una zona de exclusión aérea sobre Ucrania y el uso de aviones de terceros países podría abordar la amenaza de los drones, misiles de crucero y aviones con bombas guiadas, que constituyen mÔs del 95% de los proyectiles utilizados contra las ciudades ucranianas. Ucrania podría así enfocarse en interceptar misiles balísticos rusos con los Patriot, considerando las limitadas reservas disponibles. Esto podría agravarse si Estados Unidos detiene su asistencia. Putin debería derribar a los aviones de la OTAN para neutralizar la jugada.

El 5 de febrero el primer ministro britĆ”nico Starmer dijo ā€œEstamos preparados para desplegar fuerzas en Ucrania junto con nuestros aliados europeos. Trump ha creado una oportunidadā€. La alusión a la oportunidad iba dirigida a MoscĆŗ y Washington en simultĆ”neo. Esa resistencia de Putin al despliegue europeo en Ucrania tiene que ver con otro artilugio polĆ­tico militar detrĆ”s de la propuesta. Colocar tropas implica que esas fuerzas deberĆ­an defenderse de los ataques rusos, si es que no los disuaden. No serĆ­an fuerzas testimoniales como las de la ONU. Por otro lado, la sola presencia de militares en la retaguardia o en ciertas zonas cercanas al frente, en ciudades como Kharkhiv o Jerson, deberĆ­a funcionar como una disuasión hacia Rusia. Atacarlas podrĆ­a generar una respuesta que Putin sabe que no puede afrontar.



Para poner un ejemplo prÔctico: Putin debería pensar dos veces antes de atacar ciudades como Odesa si dentro de ella hay fuerzas francesas, britÔnicas, alemanas o polacas. Esa ciudad no estÔ siquiera cerca del frente. Blindar la retaguardia trae otros beneficios para Ucrania. Esa medida no solo crearía santuarios a salvo de los ataques rusos; ademÔs le daría a Ucrania la posibilidad de reducir el costo en la reparación y reemplazo de infraestructuras civiles dañadas por ataques de misiles y drones rusos. La ganancia es evidente.

Si las defensas o la logística en la retaguardia estÔn protegidas y a cargo de fuerzas europeas, Ucrania podría destinar mÔs hombres al frente con mayor seguridad y aumentar la calidad de su dispositivo militar en la zona en donde combate cara a cara con el Ejército Ruso. EEUU no podría objetar esta maniobra porque es la misma que concretó en Kuwait, Iraq y AfganistÔn al organizar una fuerza multinacional invocando una agresión de parte de una amenaza común. Trump puede no participar, pero no puede cuestionar su legitimidad. Tampoco es posible cuestionar esa decisión desde el sentido común. Si no es licito un despliegue europeo tampoco lo es el de las tropas de Corea del Norte. Y lo mismo sucede con el apoyo en equipos. Trump le debería exigir a norcoreanos, iraníes y bielorrusos con la misma firmeza.

La posibilidad de un despliegue europeo desató una ofensiva rusa en las redes y los medios para convencer a la opinión pública que de realizarse se estaría un paso mÔs cerca de una tercera guerra mundial o que implicaría una guerra asegurada entre Europa y Rusia. La otra parte de la estrategia de la propaganda financiada por Moscú se dirige a instalar la idea de que la ayuda a Ucrania va a tener efectos inflacionarios o que va a generar un Armagedón en los presupuestos nacionales. Vamos a las cifras para saber que tan cierto es ese temor.

Los monitoreos del Kiel Institute indican que los países europeos gastan el 0,1% de su PBI para ayudar militarmente a Ucrania y que deberÔn llevarlo al 0,21% para compensar la huida de EEUU. Y los países bÔlticos ya superaron ese porcentaje sin sufrir el impacto inflacionario. La UE aumentó su asistencia a Ucrania desde 2023 a 2024 pero en ese periodo su inflación bajó de 6,4% a 2.3% anual. En EEUU, de 4,1% a 2,6%. La inflación por ayudar a Ucrania se fabrica en un biolab secreto y repleto de generales de la OTAN a 400 metros debajo de Kiev.

Putin busca provocar en la opinión pública europea el mismo efecto que usó durante la última campaña electoral en EEUU: el gasto militar a favor de Ucrania se hace a expensas del bienestar de los contribuyentes y por ende deberían dejarle masacrar tranquilo a Ucrania. Esa idea se acopla con la de la inutilidad del gasto ante la otra idea que opera en tÔndem con las anteriores: Rusia no puede ser vencida y estÔ destinada a ganar en Ucrania y en otros frentes porque, en última instancia, es una potencia nuclear y eso habilitar dejarle hacer. Los aliados de Putin en Europa, como OrbÔn y Fico, parten de esa premisa para oponerse al apoyo a Ucrania y apoyar la mediación de Trump. La idea subsidiaria es que Ucrania debe ceder tierras y recursos para lograr una paz a cualquier costo. La inevitabilidad inducida es la regla.

Los integrantes del bloque europarlamentario Patriotas formado por los partidos de simpatías putinistas como Vox de España, la Liga para la Libertad de Austria, el lepenismo francés y el ANO checo, forman parte de esta maniobra para evitar que Europa confronte con Putin. Las ideas que transmite Putin por medio de sus aliados en EEUU y Europa apuntan a frenar la asistencia europea y cualquier medida política que obstaculice la imposición de las demandas del Kremlin a Ucrania en una mediación de Trump que se asemeja a un pedido de rendición. Tiene sentido entonces el boicot al envío de armas, el apoyo a cesiones territoriales ucranianas y la aceptación del derecho de pernada territorial a favor de Putin. En imponer el argumento de la indefensión o de la urgencia de una claudicación reside en éxito de esa estrategia.

El objetivo es convencer al mundo de que Donald Lennon y Yoko Putin nos dan una oportunidad para la paz desde una cama desprolija mientras sedimenta la idea de que EEUU es el principal sostén de Ucrania, que sin su apoyo perderÔ frente a Rusia y que Europa defiende un caso perdido. Pero si sumamos la ayuda europea comprometida en el primer trimestre de 2025 hay 20.000 millones de asistencia militar nueva para Ucrania, mientras que EEUU sumó la exquisita cantidad de cero dólares en el mismo lapso y envía el remanente de 2024 con cuentagotas. Ahora bien, si sumamos la asistencia financiera sumada de U$S 36.000 millones de la UE y el G7 o las partidas no militares, crece el abismo entre los U$S 130 millones que suspendió del USAID a Ucrania. EEUU estÔ cada vez mÔs lejos de reclamar la tutoría de Ucrania.

Este dato estƔ en los escritorios de los mandatarios europeos y solo se trata de la ayuda bilateral. Si se destraba la ayuda comunitaria, podrƭa duplicarse o triplicarse ese apoyo en lo que resta del aƱo. A la hora de ver quien apoya y usarlo para negociar, las cifras cuentan.

De este modo es posible aplicar el principio de ā€œel que paga mĆ”s, mandaā€ que usa la Casa Blanca y descifrar el motivo del atrevimiento de los socios menores de la OTAN a la hora de contradecir pedidos, demandas y órdenes de la Casa Blanca y su presidente rublo de ojos azules.

TambiƩn, explica porque Zelensky se resiste a firmar acuerdos que le obliguen a ceder territorios, centrales nucleares, tierras raras, negras y hasta la que se acumula bajo los muebles. O es posible que Kiev solo busque evitar un derrape abierto de Trump a favor de Putin.

Puede que Ucrania solo busque mantener el lazo útil que lo vincula a Washington y que no puede ser aun reemplazado por Europa: los F-16, los HIMARS, los ATACMS y la información de inteligencia. Y ganar tiempo y argumentos con el respaldo político, militar y financiero europeo. En once meses EEUU no volvió siquiera a tratar un nuevo paquete militar para Ucrania. En noviembre el speaker MAGA de la CÔmara de Representantes, Mike Johnson, dijo que no había intención alguna de hacerlo. Trump solo se limitó a suspenderla temporalmente en marzo. Las expectativas de una ayuda a Ucrania desde la administración Trump son tan bajas como Putin. Si se le suman las pretensiones y extorsiones junto a la guerra comercial declarada a Europa y la antipatía hacia ese espacio, las posibilidades disminuyen mÔs todavía. Pero bajan aún mÔs si le agregamos el flirteo constante de Trump y sus funcionarios con Putin y su corte. El riesgo es que EEUU se declare neutral y favorezca una nueva ofensiva de Putin mientras Europa aun no cubre el hueco dejado por su aliado infiel.

Para Ucrania es claro que los pedidos de Trump derivados de los deseos de Putin para firmar un acuerdo que reanude la ayuda militar son de cumplimiento imposible. No es la tozudez de Zelensky sino la Constitución ucraniana la que impide cumplirlas. Si el Art 2 de su Constitución le impide ceder tierras y el 64 organizar elecciones, todo lo que pide Trump a cambio de firmar un cese el fuego a cambio de reanudar la entrega de armas es un inverosímil. QuizÔs alguien gane tiempo en Europa mientras parece perderlo en Washington. Después de todo, lo mÔs sensato es suponer que la posibilidad de la llegada de mÔs armas de EEUU a Ucrania es inversamente proporcional a lo delirante de las condiciones para un alto el fuego. Mas vale menos armas europeas en mano que cien ayudas prometidas por Trump volando.

Trump puede agitar la ayuda de EEUU, que va quedando rezagada frente a la de Europa a medida que avanza el aƱo 2025 y Rusia deja de progresar en Ucrania. Si no emparda lo que apuestan los europeos, puede que aquella metĆ”fora de ā€œno tener las mejores cartasā€ se le vuelva en contra.

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