top of page
Buscar
Gonzalo Mary

Construcción y deconstrucción de un niño soldado

"Una bala de alguien de 14 años es igual de efectiva que de alguien de 40, quizás… más efectiva." -Película: El señor de la Guerra-


Por Gonzalo Mary


El uso de niños soldados es un fenómeno relativamente moderno. Pero a lo largo de la historia existieron grupos de niños soldados, aunque no como actores principales. Recordemos la cruzada de los niños en el siglo XIII; el Kantonsystem introducido por Federico Guillermo I de Prusia; los boys soldiers en la guerra civil norteamericana y no podemos olvidar a nuestro Tambor de Tacuarí, el pequeño Pedro Ríos que con tan sólo 12 años se incorporó al Ejército Libertador del General Manuel Belgrano en su campaña al Paraguay.

Ya desde mediados del SXX diversos factores llevaron a los niños a las primeras filas. La proliferación de conflictos de carácter interno y guerras de liberación nacional; introdujeron nuevos actores no estatales que no respetan las normas internacionales de la guerra y emplean nuevas estrategias y métodos tales como: el exterminio, el secuestro, la limpieza étnica, e incluso el genocidio.

En la actualidad, más 250 millones de niños viven en países afectados por conflictos armados, y aproximadamente 300.000 participan activamente con distinto nivel de participación, ya sea como combatientes, mensajeros, porteadores o cocineros, entre otras actividades.



En su mayoría son adolescentes, pero es frecuente encontrar niños que no superan los 10 años; muchos de ellos provenientes de lugares marginales, empobrecidos; o que han quedado separados de sus familias. Si bien en gran número se encuentran enrolados en las filas de grupos no gubernamentales, también se los puede encontrar en ejércitos regulares gubernamentales.

Durante un conflicto, que puede perpetuarse durante toda la infancia de un individuo, muchos niños pierden la vida, son heridos, traumatizados psicológicamente, violados, mutilados, separados de sus familias, sin posibilidad de estudiar, de educarse. Además de las consecuencias físicas, ven afectado su normal desarrollo psicosocial al presenciar terribles actos de violencia y brutalidad, por lo que las bases del desarrollo se ven gravemente afectadas. A causa de esto son privados de muchas oportunidades. Estas privaciones y traumas pueden manifestarse de diferentes maneras tales como pesadillas, aislamiento, ataques de ira, estrés post traumático.

En muchas ocasiones las consecuencias de la guerra permanecen ocultas, causando que los niños se aparten de la comunidad, o como es muy común en chicos que han quedado solos, que se conviertan en niños de la calle o sean forzados a ejercer la prostitución, sufriendo además otras clases de humillaciones, discriminación y rechazo.


Niños Soldado

La infancia, la adolescencia, y la juventud son etapas fundamentales en el desarrollo de un individuo. En este período el sujeto se relaciona con su familia y con la sociedad, y va construyéndose a sí mismo como persona y en su rol como ciudadano.

Los países donde ocurre el flagelo de la utilización de niños soldados suelen ser países donde la infraestructura se encuentra deteriorada por largos conflictos, afectando directamente los procesos del desarrollo de los niños, dejándolos en una situación de vulnerabilidad, lo que trae como consecuencia que nunca alcancen su potencial para ser funcionales a la sociedad.

Tomando como ejemplo el conflicto de Siria con el Estado Islámico, en los territorios bajo control del ISIS, todos los maestros y funcionarios de escuela tuvieron prohibido cuestionar los fundamentos de la sharía. Lo único gratis eran los cursos de islamismo en las mezquitas. En los hospitales echaron a toda la gente y ordenaron atender prioritariamente a los milicianos heridos.

No hay definición unánime para establecer qué se considera como un niño soldado, lo cual acarrea grandes complicaciones tanto a los Estados como a las organizaciones internacionales que combaten esta problemática. El secretario general de la ONU en su informe al Consejo de Seguridad en el año 2000 lo definió como: “Cualquier persona menor de 18 años que forme parte de una fuerza armada en cualquier capacidad; y a cualquiera que acompañe a dichos grupos que no sean familiares”. En esta definición también se incluyen a los niños que son reclutados con fines sexuales y matrimonios forzados.

Los niños son reclutados y utilizados por los grupos armados por diversas razones con el fin de ejercer un control social en su zona de influencia, aumentar el número de efectivos o realizar todas aquellas tareas necesarias para apoyar las operaciones armadas.

De los países africanos, 13 han confirmado haber utilizado niños soldados, en otros 21 países es posible su uso, solo 18 países del continente no han empleado niños soldados. En una región, como es el África Subsahariana, donde la población infantil de entre 0 y 14 años representa el 42%, la utilización de niños amplía enormemente la posibilidad de fortalecer las fuerzas propias.

Los menores, generalmente, son más fáciles de secuestrar, dominar y manipular que los adultos. Los niños son más impresionables y por tanto más vulnerables al adoctrinamiento. Son considerados prescindibles, originan menor gasto, incluso necesitan menos comida y son mano de obra barata, aunque lo más común es que no se les pague. Otro motivo importante es que originen en el enemigo un dilema moral; ¿Deben matar a los niños?

El soldado que debe enfrentar a estos niños se encuentra en una situación complicada ya que él no elige contra quien combatir. A pesar de que este soldado tenga conciencia y priorice la vida del niño, en esa situación hay algo más en juego, su propia vida. En este caso no podríamos marcar de moral o de inmoral al soldado que dispara o no. Aquel que dudó y disparó la situación lo puede atormentar por el resto de su vida. Ese segundo marca la diferencia.


Reclutamiento

Los niños que se encuentran cerca de zonas de conflicto son más susceptibles al reclutamiento debido a la presencia de grupos armados. Su vulnerabilidad se debe a que, como consecuencia de los conflictos, los medios destinados a su protección y apoyo, como hogares, escuelas, iglesias u otras instituciones comunitarias, son dañadas o destruidas.

Además, es probable que los niños o sus familias hayan sufrido abusos a manos de una fuerza combatiente, lo que los lleva a unirse a la oposición para conseguir protección o en busca de venganza.

Podemos enumerar tres maneras diferentes de reclutar niños soldados: a través del reclutamiento forzoso, el obligatorio o conscripción y el “voluntario”.

El Comité Internacional de la Cruz Roja afirma que, si bien las causas de los reclutamientos forzosos o el alistamiento voluntario son distintas, el reclutamiento es un único acto formal realizado por los ejércitos o grupos armados, sin discriminar si ha sido impulsado por la fuerza o se unió por voluntad.

El reclutamiento forzoso suele ser el resultado de amenazas o acciones contra la integridad física y psicológica de la persona o sus allegados. El método más común de reclutamiento forzoso es a través del secuestro, abducidos por patrullas de reclutamiento.

Además de las consecuencias directas de separar a los niños de sus familias y obligarlos a la servidumbre, esta forma de reclutamiento puede acarrear otras consecuencias indirectas. El miedo al reclutamiento forzoso puede desalentar a las familias a enviar a sus hijos a la escuela o permitirles jugar afuera, lo que limita su normal desarrollo. Este miedo también puede perjudicar a los adolescentes que quieren ganarse la vida, ya que deben evitar los mercados y otros lugares donde corran riesgo de ser secuestrados.

El alistamiento en las fuerzas armadas nacionales puede llevarse a cabo para ejercer la defensa por medio de las armas, cursos especiales o prestación de servicios. Hasta mediados del siglo XX esta práctica era considerada como un asunto interno de cada Estado, pero con la adopción de los Protocolos I y II adicionales a los convenios de Ginebra de 1949 se establecieron algunas limitaciones.

Incluso cuando los gobiernos se comprometen en no reclutar menores de 18 años, es frecuente que esta práctica se siga realizando. Los principales motivos suelen ser: Por un lado, que los chicos, sus padres o tutores desconocen que está prohibido que los niños sirvan en las fuerzas armadas, y por otro, los reclutadores que deben ser conscientes de la restricción de edad y de los compromisos legales, locales e internacionales asumidos, hacen caso omiso a esta limitación; máxime cuando existen pocos mecanismos que garanticen este derecho. Y por supuesto no falta la corrupción.

Por último, la falta o la precariedad de registros civiles precisos impiden saber con certeza la verdadera edad de una persona. Por lo que, los reclutadores deben estimar la edad del individuo teniendo en cuenta su desarrollo físico; para cumplir con las normas nacionales.

Algo que vale la pena destacar, es que ésta no es una práctica que se limite únicamente a zonas de conflicto. Hay países que reclutan legalmente a menores de 18 años, ya que ninguna norma prohíbe este tipo de reclutamiento cuando es voluntario. En países, como Reino Unido y los Estados Unidos, donde esta práctica está permitida, las escuelas secundarias a menudo se utilizan como puntos de reunión para campañas de reclutamiento.

Muchos niños se presentan directamente al servicio, esta acción es erróneamente considerada como voluntaria, ya que han elegido esta opción porque es posible que hayan sido presionados por razones culturales, sociales, económicas o políticas. Los niños pueden ofrecerse a servir si ven esto como el único modo de garantizarse alimento, vestimenta y atención médica; incluso pueden llevar a que los padres ofrezcan a sus propios hijos al servicio al no ser capaces de mantenerlos, o alientan a sus hijas a incorporarse si tienen pocas posibilidades de contraer matrimonio. En ocasiones el ejército paga el salario del niño soldado a la familia.

Cuando los conflictos recrudecen, la situación económica y social se menoscaba aún más; por lo que las posibilidades de acceder a la educación se ven más reducidas o son prácticamente nulas. Esto conlleva a que los reclutas sean cada vez más jóvenes.


“Cuando el AFRC llegó a la ciudad Koidu después de haber sido expulsados de Freetown, nos encontraron en Koidu y no había manera de salir de la ciudad. Además, no teníamos ni comida y ni agua. Nos moríamos de hambre. Sólo se podía conseguir comida después de unirse a los rebeldes. Eso fue lo que me llevó a vivir con ellos.” -Arthur- Sierra Leona- (Brett, R., & Specht, I., 2004)


Es frecuente que niños se conviertan en soldados en busca de protección. Frente a la violencia reinante creen estar más seguros con un arma en la mano. O se unen a grupos rebeldes luego de haber sido acosados por las fuerzas gubernamentales.

Para los jóvenes deseosos de poder, la vida militar es una alternativa muy atrayente. El poder suele ser un estímulo muy fuerte cuando las personas se sienten impotentes o no tienen medios para conseguir recursos básicos. Cuando la ideología se entromete suele ser un elemento nocivo en los jóvenes que se encuentran en pleno desarrollo de su identidad. Los chicos pueden identificarse con motivos religiosos, sociales o la liberación nacional; y combatir por esas causas. El adoctrinamiento ideológico puede ocasionar resultados desastrosos.

Entre los niños podemos destacar ciertos grupos que son más vulnerables que otros a esta práctica. Niños de la calle, refugiados o desplazados; económicamente y/o socialmente desfavorecidos son especialmente vulnerables porque pueden sentirse descontentos y sin esperanzas, lo que los hace fácilmente influenciables a una ilusoria promesa de protección, vivienda y alimentación propuestas por los grupos armados, que ven como único medio de supervivencia y una forma de asegurar su futuro.

En conflictos con un trasfondo étnico-político, los problemas de identidad son sensibles a la manipulación para fines políticos. La creación de la idea de una identidad común es una estrategia frecuente en la identificación de los "otros" como el enemigo. Aquellos niños pertenecientes a grupos minoritarios pueden ser objetivos de todo tipo de violencia selectiva, que puede dar lugar a un deseo de venganza.

La familia cumple un papel fundamental en la decisión del niño a participar del conflicto. En ocasiones, parte de la familia participa en el grupo armado o en apoyo al movimiento. La situación dentro de la propia familia puede ser el factor que lleva a los jóvenes a huir de su casa; en tales circunstancias, los grupos armados involucrados en el conflicto les proporcionan una ruta de escape.

La adolescencia es un período estresante y de enorme transición en la vida de un niño en términos de desarrollo físico y psicosocial. Es precisamente este el por qué los adolescentes son especialmente susceptibles a la atracción de la vida militar, sumado a la sensación de poder que se asocia con la utilización de armas.

Cabe destacar el caso del Estado Islámico, donde muchos adolescentes abandonaron a sus familias en Francia, Canadá, Suecia, entre otros países, para unirse a las filas de esta organización en su guerra en Siria. Si bien estos adolescentes provenían de todas las clases sociales, en su mayoría tienen un factor común, habían pasado por depresión, aislamiento o consumo de estupefacientes. Luego de estar a la deriva encontraron apoyo en alguna mezquita local, la cual trajo un cambio que las familias destacaban como un proceso de “maduración” del cual se sentían orgullosos, pero no se dieron cuenta del adoctrinamiento del que habían sido objeto.



Formación

Los niños reclutados suelen experimentar un trato similar al de los adultos y pasan por rituales de iniciación que suelen resultar muy traumatizantes. Cuando son muy pequeños y pasan largos periodos en los grupos armados, pierden la noción de lo que significa la familia y cómo funciona.

Se los desensibiliza ante el sufrimiento debido a su exposición a la violencia extrema y son maltratados como parte de un proceso de adoctrinamiento. Estas iniciaciones y las experiencias vividas llevan a que muchos niños se distancien de sus familias y comunidades.

En lugares como Ruanda o Sierra Leona los niños han sido obligados a cometer atrocidades contra sus propias familias y comunidades, desde golpizas hasta mutilaciones, e incluso a participar activamente en masacres. Los grupos armados hacen esto con el propósito de crear un vínculo entre sus miembros y socavar el deseo de los niños de escapar y regresar a casa.

Son obligados a construir una visión del mundo basada en el miedo, la venganza y el dolor, perdiendo toda noción de temor o de paz, son obligados a perder toda su humanidad. Son adoctrinados para solo reconocer la voz de sus superiores, ignorando las de sus seres queridos o incluso su propia conciencia que podría llevarlos a cuestionar sus acciones. Aprenden a no considerar las consecuencias de sus actos y a enfocarse únicamente en su responsabilidad hacia el grupo.

Los niños desarrollan una estrecha relación con las armas, las cuales se convierten en una fuente de poder que les permite imponer sus órdenes y les otorga confianza y seguridad. Esta relación condiciona en gran medida las interacciones del niño con la sociedad.


Usos de los niños soldados

Los niños comienzan desempeñando tareas de apoyo, como cocinar, o transportar grandes cargas de hasta 60 kilos, tanto de municiones como incluso de combatientes heridos. También se los utiliza para preparar y limpiar campos minados. Aquellos que no soportan las labores corren el riesgo de recibir palizas salvajes y aún la ejecución. Las palizas arbitrarias y otras formas de violencia son comunes en las filas.

Además, asumen roles de guardias, mensajeros, y realizan tareas domésticas, como la búsqueda de frutas y vegetales silvestres; o roban alimentos. A pesar de que algunos de estos roles pueden parecer menos peligrosos que el combate, ponen en peligro a todos los niños del área ya que son todos objeto de sospecha.

Históricamente, la guerra fue un territorio exclusivo de los hombres. Sin embargo, en la actualidad, miles de niñas en todo el mundo también son forzadas a participar como soldados, enfrentando abusos y siendo convertidas en esclavas sexuales. Una vez reclutadas, se les asignan diversas tareas, que incluyen cocinar, limpiar, combatir, espiar, cargar municiones, atender a los heridos, servir como agentes de puestos de control, guardaespaldas y traductoras. En resumen, se les exige realizar las mismas actividades que se esperan de un niño.


“Me secuestraron en 1999 cuando tenía trece años de edad. Al principio, me utilizaron para transportar armas, suministros y otros materiales. Había otros niños en nuestro grupo, unos treinta. Al poco tiempo nos enseñaron a combatir. Usábamos AK-47 y otras armas. Yo era el más joven de mi tropa de unos setenta, niños y adultos. Estábamos en la línea del frente, yo estaba enfermo, tenía episodios de malaria y muchas veces no tenía lo suficiente para comer. Yo estaba en la tropa sólo porque me capturaron. No fue mi decisión.” -Manoel P.- Angola (HRW, 2003)


Niños y niñas a menudo son sometidos a la esclavitud sexual, y son casados con los líderes, y suelen contraer enfermedades de transmisión sexual. Una vez que el líder muere, pasan por un ritual de limpieza para ser entregados a otros líderes. Las niñas enfrentan la posibilidad de quedar embarazadas, embarazos que pueden ser de alto riesgo como consecuencia de las malas condiciones en las que viven.

A medida que crecen y se hacen más fuertes son promovidos y dejan de realizar tareas serviles para ser incorporados como soldados propiamente dichos. En el fragor de la batalla pueden ser más arriesgados y leales que los adultos, pero su inexperiencia y falta de entrenamiento los dejan más expuestos.

Son capaces de aprender con facilidad, y pueden ser rápidos y ágiles en el campo de batalla. Les resulta más fácil filtrarse tras las líneas enemigas, por lo que son excelentes para llevar bombas y para realizar misiones de espionaje.

Los niños que son considerados buenos combatientes pueden recibir premios como una ración extra de comida, una promoción de rango o se les asignan chicas para servicios sexuales forzados.

En condiciones de combate, los niños más pequeños rara vez se dan cuenta de los peligros que enfrentan. Además, los comandantes explotan deliberadamente la valentía de los niños poniéndolos bajo la influencia de alcohol y drogas como cocaína, anfetaminas u otros estimulantes, antes del combate. El consumo continuo de estupefacientes provoca daños permanentes en los cuerpos y en las mentes de esos niños, que al momento de dejar los grupos armados tienen dificultad para superar la adicción.

La valoración de la experiencia armada varía en cada caso, pueden ser periodos de aprendizaje, de esclavitud, temor a la muerte, odio o resentimiento hacia algún actor del conflicto. Pero en todos los casos, el instinto de supervivencia es lo que marca el ritmo del día a día.


Prevención de reclutamiento

Existen varias acciones para prevenir el reclutamiento de niños por grupos armados. Facilitar el registro de nacimientos y la obtención de certificados de edad es crucial para emitir nuevos documentos y realizar un seguimiento en áreas de refugiados y entre desplazados, evitando que la incapacidad de demostrar la edad adecuada los vuelva más vulnerables al reclutamiento.

La divulgación de información es una herramienta importante en la lucha contra el reclutamiento, lograda a través de programas de radio y colaboraciones con ONGs, grupos de protección infantil y comunidades religiosas para difundir mensajes preventivos.

La prevención se extiende a la educación y programas de sensibilización tanto para niños como adultos, enfocados en comprender las restricciones relacionadas con el reclutamiento infantil y cómo evitarlo. Esto requiere que profesores, maestros y administradores de campamentos de refugiados sean capacitados en temas de protección infantil y prevención del reclutamiento.

Un componente crucial en la prevención es la realización de un mapeo de riesgo, identificando factores influyentes en el reclutamiento de niños en una zona específica y localizando áreas con niños en riesgo.

Para proteger a los niños, se debe facilitar su reunificación con sus familias y promover alternativas comunitarias, para el cuidado de aquellos que están separados o huérfanos. Se recomienda la identificación de familias sustitutas para brindar una protección más adecuada, ya que los orfanatos y otras instituciones sin protección familiar a menudo son blancos de reclutadores

Además, se deben ofrecer oportunidades alternativas al reclutamiento, como microcréditos combinados con capacitación profesional, para permitir a los jóvenes ser autosuficientes, desarrollar habilidades y forjar su identidad. Los clubes juveniles y actividades recreativas estructuradas pueden ayudar a los niños marginados a superar el aislamiento y fortalecer su autoestima.

Estas iniciativas deben implementarse a nivel local, nacional e internacional. La prevención debe ser una prioridad en zonas inestables, y ser llevada a cabo cuando estalla el conflicto, durante y tras la firma de los acuerdos de paz, ya que estos pueden resurgir. El fracaso de estos programas dificultaría los esfuerzos de desmovilización y reintegración, haciendo que sean más complejos y costosos. Por lo tanto, es importante tomar medidas para prevenir el re-reclutamiento de niños que ya han sido desmovilizados.


Desmovilización, desarme y reintegración (DDR)

Los procesos de DDR son implementados por diversas instituciones con el objetivo de facilitar la transición de combatientes hacia la vida civil, ya sea de forma individual o colectiva. Estos programas buscan contribuir a la seguridad, estabilidad y prevención de futuros conflictos, así como promover la recuperación y la reconciliación nacional.

Sin embargo, la falta de reconocimiento formal de los niños soldados y su participación en grupos armados dificulta su recuperación, ya que sus necesidades específicas suelen ser pasadas por alto. Una vez desvinculados de los grupos armados, los niños soldados tienen varias opciones, como ser llevados a centros de desmovilización, regresar a sus hogares o comunidades, buscar protección en instituciones o enfrentar la vida en la calle.

Cabe destacar que cuanto más tiempo un niño haya estado vinculado a un grupo armado, más difícil será romper ese estilo de vida. Es crucial que los procesos de desmovilización sean rápidos y eficientes, priorizando la reintegración de los niños con sus familias y comunidades, a menos que el conflicto persista o exista riesgo de que vuelva a estallar. Un problema de los programas de DDR es la exclusión de niños que no portan armas, a pesar de su participación en el conflicto en diversas funciones.



Desmovilización

La desmovilización es el proceso mediante el cual la tropa cesa sus actividades militares. En el caso de los niños, requiere su separación inmediata de los soldados adultos, garantizando medidas de protección para las niñas y mujeres jóvenes. Los niños pueden desvincularse de los grupos armados de diversas maneras, muchos de ellos se rinden, son devueltos a sus familias luego de una negociación, son capturados o simplemente escapan. Cualquiera que sea el método, es esencial garantizar su seguridad, ya que pueden enfrentar represalias al regresar a sus hogares.

Los DDR son generalmente coordinados por la ONU, fuerzas de mantenimiento de paz o fuerzas de administración provisional, constando de tres etapas principales: Centros de recepción o sitios de desmovilización, Centros de atención provisional (para niños) y reintegración permanente. Muchos niños comienzan su proceso de desmovilización en centros de recepción, pero algunos pasan directamente de sitios de desmovilización a la reintegración permanente, sin pasar por los centros de atención intermedia, lo que puede dificultar su reinserción.


"Quiero ser desmovilizado. Después de todo este tiempo en una brigada móvil con las FNL, y porque fui herido en la pierna, creo que me merezco algo, por lo menos algún dinero que me ayude. Nunca he ido a la escuela, ni siquiera al primer año, y creo que ya es demasiado tarde. Es difícil ahora, quiero encontrar a mi familia y decirles que estoy vivo". -Anónimo, 17 años- Burundi-(HRW, 2006)


Centros de recepción / Sitios de desmovilización

Los Centros de Recepción son la primera fase del proceso, donde se registran, desarman y proporciona atención médica a los combatientes. Los niños pasan aproximadamente 48 horas en estos centros antes de ser trasladados a Centros de Atención Provisional, donde se identifican sus necesidades específicas y se toman medidas para su cuidado.

Debe evitarse la documentación innecesaria de la vida militar de los niños y asegurar la confidencialidad para mantener su confianza y protegerlos de represalias. Además, se debe separar a los ex-niños soldados de sus antiguos comandantes.


Centros de atención provisional

Los Centros de Atención Provisional buscan reunificar a los niños con sus familias y facilitar su integración social y económica. En estos centros, todos los niños, soldados o no, que han experimentado un trauma extremo, pueden recibir un apoyo psicológico más intenso. La decisión de no separar a los niños soldados de los que no lo son busca minimizar diferencias y evitar la estigmatización. Sin embargo, se toman precauciones especiales para proteger a las niñas, lo que lleva a la existencia de centros separados para niños y niñas.

En estos centros, los niños viven en un entorno estructurado, reciben servicios esenciales y se ubican cerca de sus futuros lugares de reintegración, lo que facilita la reconexión con sus familias. Se fomenta la interacción con la comunidad y se organizan actividades para promover la comprensión y aceptación mutua. La protección de los niños es prioritaria, con medidas de seguridad y personal capacitado para actuar en emergencias, con planes de contingencia para abordar diversas amenazas.

El personal debe preparar a los niños para su reintegración familiar y comunitaria, inculcando funciones y responsabilidades. Las entrevistas deben ser confidenciales y realizarse en idioma nativo. Los niños también adquieren nuevas normas de comportamiento y habilidades para manejar conflictos y controlar su agresividad. En casos de no poder reincorporarse en el corto plazo se ofrecen servicios adicionales como educación básica y capacitación en oficios.

Los centros de atención provisional no deben convertirse en instituciones permanentes de cuidado infantil. No deben ser vistos como una opción a largo plazo con mejores servicios que su propia comunidad.


Desarme

El desarme es una parte esencial de la desmovilización, donde las armas se entregan a las autoridades responsables de su almacenamiento, redistribución o destrucción.


Reintegración

La reintegración es un proceso a largo plazo para ayudar a los niños a reincorporarse satisfactoriamente a la vida social, para esto es fundamental contar con el apoyo de la familia y la comunidad. En muchas ocasiones, las comunidades sienten aprensión ante el regreso de un niño soldado, ya que temen un comportamiento potencialmente agresivo. También pueden sentir vergüenza al considerarse incapaces de proteger a los niños o sentir que carecen de recursos para mantenerlos.


“Cuando me llevaron a rehabilitación lo odiaba con todo mi ser. Te han condicionado a ser violento y de repente te piden que dejes de serlo” -Ischmael Beah, 13 años- (HC, 2007)


La educación, en particular la primaria, es fundamental para normalizar la vida de los niños, crear identidad y prepararlos para la vida cotidiana. Aquellos que no pueden regresar a la escuela reciben formación en una profesión que les permita tener un ingreso y ser útiles para su comunidad. Sin embargo, si han estado en un grupo armado por mucho tiempo, la transición puede ser más difícil.

Los niños deben participar en decisiones sobre su futuro para recuperar el control de sus vidas y mejorar su autoestima. Es fundamental alejar la idea de que la violencia es un medio para alcanzar objetivos.

Es esencial incluir a las niñas en los procesos de DDR, ya que a menudo son cabeza de familia y pueden verse obligadas a prostituirse para mantener a sus familias en tiempos de guerra.

La falta de una reintegración adecuada puede llevar al re-reclutamiento, la participación en actividades delictivas o daños duraderos en la sociedad. A pesar de los desafíos, los niños sobrevivientes a esta experiencia suelen mostrar notables capacidades de recuperación, estrategias ingeniosas para enfrentar la vida y una buena capacidad de liderazgo.


Consecuencias y Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT)

La guerra afecta a todos, pero los niños son especialmente vulnerables. Durante el tiempo que se encuentran vinculados a un grupo armado enfrentan una gran variedad de eventos traumáticos. Es frecuente que sufran una crisis de identidad, ya que probablemente cambien en varias ocasiones su lugar de residencia e incluso su nombre. Las niñas soldados, representan un deshonor para sus familias y una carga económica si no tienen perspectivas matrimoniales.

Los traumas sufridos y las privaciones pueden manifestarse de diferentes maneras que en ocasiones permanecen ocultas por mucho tiempo. Las pesadillas, alucinaciones o recuerdos a menudo persiguen a los niños que logran sobrevivir a esta experiencia.

Hay que tener en cuenta que los análisis llevados a cabo en niños afectados han sido dominados por teorías de la psicología occidental, pero su diagnóstico no siempre se ajusta a otras culturas debido a las diferencias en conceptos de salud mental.

Por ejemplo, en Mozambique una joven niña que no puede dormir de noche porque escucha la voz de su difunto padre preguntándole porque no le realizó un entierro ritual, desde el punto de vista occidental, está experimentando síntomas como alteraciones del sueño reflejo del TEPT. Por otro lado, desde el punto de vista de la cultura mozambiqueña, el espíritu de su padre es incapaz de hacer la transición al otro mundo sin un entierro ritual, lo que puede causar problemas para la niña y para toda la comunidad. Dentro de esta cultura el problema es visto como un problema espiritual.

El tratamiento implica una combinación de fármacos, antidepresivos, ansiolíticos y psicoterapia. En los programas de DDR, los niños a menudo comienzan expresando sus experiencias a través de dibujos, que sirven como punto de partida para su relato. Durante la terapia narrativa, el niño y el terapeuta construyen un relato detallado de sus experiencias para reconstruir los recuerdos fragmentados y superarlos.

El trabajo de los terapeutas es desafiante y requiere constante entrenamiento, ya que pueden verse afectados emocionalmente por las historias de los niños.


Conclusión

El término soldado nunca debería utilizarse para caracterizar a un niño. Arrojarlos a la vorágine de violencia de un conflicto, no tiene ningún justificativo razonable.

Un niño obligado a vivir en una situación de guerra es testigo de brutalidades, es partícipe directo; ve quebrantada su inteligencia y humanidad, es traumatizado física y mentalmente. En su dimensión de niño, se siente desprotegido, infeliz y necesita dar sentido a su existencia.

Aunque el derecho internacional prohíbe la aplicación de la pena de muerte contra niños que hayan delinquido, antiguos niños soldado fueron condenados a muerte por delitos cometidos mientras eran soldado.

Si estos niños son tratados y apoyados de manera adecuada, pueden recuperar al menos parte de la infancia perdida. Un niño que ha superado el flagelo de la guerra entiende mejor el sufrimiento que provoca la violencia, y comprende lo importante que es poder vivir en paz. Esto es lo que estos niños nos pueden enseñar.

A lo largo de los años diferentes organizaciones internacionales, gobiernos y organizaciones sociales han tratado la problemática de los niños soldados, pero la falta de voluntad política es un gran obstáculo para lograr mejoras concretas. Es obligación de todos que puedan desarrollarse normalmente y aprender a solucionar pacíficamente los conflictos, para dejar en el olvido esta práctica aberrante.

Mientras se sigan sin cumplir las normativas internacionales y existan líderes inescrupulosos que privilegien sus propios intereses antes que los de su nación continuaremos viendo el sacrificio de niños en los campos de batalla alrededor del mundo.

Aunque se obligue a un niño a entrar en combate, hay una parte de él que no quiere abandonar la infancia que pierde cada día. Son obligados a cambiar sus juguetes por Kalashnikovs y transformarse en los soldaditos con los que solían jugar. Una vida basada en el miedo y la violencia pierde toda esperanza. No debemos olvidar que los niños son el futuro y la base de la sociedad.


Comments


Image00016_edited.jpg

Pucará Defensa

Análisis, opinión e información estratégica sobre Defensa y Seguridad en América Latina 

bottom of page