La toma de Puerto Bolívar: Primera operación aerotransportada del continente americano y tercera en el mundo
- Angie Rajkovic
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Por Angie Rajkovic
El 31 de julio de 1941 quedó marcado en la historia militar del Perú y del continente como un hito de audacia táctica, visión estratégica y evolución doctrinaria. Ese día, tres suboficiales del entonces Cuerpo Aeronáutico del Perú (CAP) —Antonio Brandariz Ulloa, Carlos Raffo García y Armando Orozco Falla— protagonizaron la primera operación aerotransportada del hemisferio occidental, capturando por sorpresa el estratégico puerto de Bolívar, en la provincia ecuatoriana de El Oro.
Este hecho no solo selló el resultado de la campaña militar de 1941, sino que reposicionó al Perú como referente regional en la integración de medios aéreos y fuerzas terrestres, consolidando a su aviación como un actor táctico-operacional de primer orden. Fue una acción que modificó el curso del conflicto, anticipando el concepto de guerra multidominio décadas antes de que se institucionalizara globalmente.

Un operativo de alta precisión
Durante un vuelo de reconocimiento, el comandante CAP César Álvarez Guerra detectó una intensa actividad logística en el puerto de Bolívar, incluyendo el embarque de material bélico. Con el alto al fuego promovido por mediadores internacionales a punto de entrar en vigor, se ordenó una maniobra inmediata de interdicción.
El plan demandaba una acción simultánea y coordinada: fuego de supresión aéreo, maniobra terrestre y una inserción aerotransportada de alta precisión. Para esta última se seleccionó a tres suboficiales con probada competencia técnica y temple extraordinario:
· Antonio Brandariz Ulloa, experimentado paracaidista y especialista en armamento.
· Carlos Raffo García, mecánico del avión del teniente FAP José Quiñones, impulsado por el recuerdo de su jefe quien se había inmolado apenas ocho días antes.
· Armando Orozco Falla, voluntario decidido y disciplinado

A las 17:45 horas, desde un avión Caproni, los tres saltaron con armamento ligero, mapas tácticos, una linterna y un cuchillo de combate. En medio del estruendo de las ametralladoras y el vuelo rasante de las aeronaves, descendieron en distintos puntos del objetivo. Rápidamente se reagruparon y, valiéndose del elemento sorpresa, simularon ser una fuerza mayor, generando desorientación y forzando la retirada de los defensores.
Como relataría años después el suboficial Brandariz: “Encontramos las ametralladoras alineadas hacia el mar. Jamás imaginaron que hombres descenderían del cielo”.
Minutos más tarde, una unidad terrestre al mando del Suboficial Maestro Adolfo Granadino consolidó el control del área. Al tercer día, la cañonera Guardián Ríos aseguró el perímetro marítimo. Desde la madrugada del 1º de agosto flameaba sobre el puerto una bandera peruana cosida a mano y sostenida con alfileres: símbolo de un país que sabía defender su soberanía con audacia e inteligencia operacional.

Legado doctrinario y vigencia estratégica
Esta operación fue más que una acción militar exitosa: fue una proyección de doctrina y visión a largo plazo. Constituyó un ejemplo pionero de operación conjunta, basada en integración táctica, velocidad de ejecución, precisión logística y superioridad aérea.
Hoy, más de ocho décadas después, ese espíritu perdura. Las Fuerzas Especiales de la Fuerza Aérea del Perú continúan su proceso de transformación, incorporando capacidades aeroespaciales, ciberespaciales y multidominio, con entrenamiento interoperable y estándares internacionales. Preparadas para enfrentar amenazas híbridas, responder a emergencias humanitarias y actuar en entornos operativos complejos, estas fuerzas se alinean con las exigencias de la seguridad contemporánea.

A los héroes de Puerto Bolívar… y a los celosos guardianes del presente
Recordar esta gesta no es un acto solo conmemorativo, es afirmar, con claridad estratégica, que el Perú supo y sabe innovar en defensa. Que en cada generación de aviadores vive la convicción de que el coraje debe acompañarse de preparación, visión y compromiso con el futuro.
“En la histórica toma de Puerto Bolívar, se selló con coraje indomable y fidelidad absoluta una de las gestas más heroicas del amor a la patria y del compromiso inquebrantable con los valores de la Fuerza Aérea del Perú. Los paracaidistas Antonio Brandariz, Carlos Raffo y Armando Orozco no solo cumplieron la misión: hicieron historia. En la primera operación aerotransportada del continente y la tercera del mundo, descendieron del cielo como centellas de acero, escribiendo con cada paso una epopeya. Eran solo tres, pero en tierra se multiplicaron en coraje, como espartanos modernos que resistieron sin tregua, manteniendo el control del puerto con temple y honor. Esta hazaña no solo pertenece a la memoria de los militares: pertenece a la eternidad”. Este es el testimonio del coronel FAP Ronny Enrique Santillán Valle, de la especialidad de Defensa y Operaciones Especiales (DOE), que resume con lucidez y contundencia el valor estratégico y simbólico de aquella misión sin precedentes. Sus palabras no solo honran la memoria de los héroes, sino que reivindica su legado como un faro para las futuras generaciones de combatientes del aire.
¡Honor eterno a los héroes de Puerto Bolívar!
