Por Ignacio Montes de Oca
Rusia avanza en el Sahel tras colocar a Wagner bajo la órbita de la inteligencia exterior del Kremlin. De a poco, suman países a su órbita mientras Occidente se repliega con la llegada de nuevos gobierno militares y civiles. Solo una nación se les opone y es Ucrania.
Rusia está a punto de lograr el control del Sahel, una franja de territorio africano que ocupa todo lo ancho del continente desde el extremo sur del desierto del Sahara hasta la zona de encuentro con las regiones tropicales. Y se expande incluso más allá de esa región. El 17 de marzo llegó un contingente de 100 soldados de Wagner al aeropuerto de la capital de Níger. De esta manera, se consolidó la presencia rusa en la alianza de gobiernos de facto que forma ese país africano junto a Burkina Faso y Mali. Es el indicio de un movimiento aun mayor. La llegada de los rusos se concreta por pedido del general Omar Tchiani, el militar que derrocó a Mohamed Bazoum en julio de 2023. Es el mismo que ordenó la salida de las tropas francesas diciembre y en abril la retirada de las fuerzas de EEUU de las bases de Nimey y Agadez.
En Burkina Faso el contingente ruso es de unos 200 soldados con un cuartel central en la base junto al aeropuerto Modibo Keita, cerca de la capital en Uagadugú. En Mali, otros 200 soldados rusos se agrupan junto al principal aeropuerto del país en Bamako.
En Sudán, las tropas de Wagner operan hace más de una década en alianza con las Fuerzas de Acción Rápida del señor de la guerra Mohamed Damalo “Hemedti”, con quienes comparten las ganancias por el control de las minas de oro que financian las actividades de ambos grupos.
El interés por los yacimientos de oro también se repite en la República Centroafricana en donde el presidente Faustin Archange Touderá usa sus servicios como guardia personal y les permite sacar una tajada importante de las vetas de oro y diamantes que existen en su territorio. Para completar el control sobre la zona central del Sahel hacía falta sumar a Chad, que hasta ahora venía resistiendo la seducción rusa. Pero tras la visita del presidente chadiano Methamat Déby a Putin en Moscú el 24 de enero, la situación dio un giro inesperado.
Rusia ya venía presionado a Déby mediante el apoyo de Wagner a las fuerzas insurgentes del FACT (Frente para la Alternancia y la Concordia), los mismos que asesinaron el año pasado al padre y antecesor del actual mandatario del Chad. Pero hay otros datos. El 26 de abril, EEUU anunció que evacuará a la mayor parte de las tropas que estacionó en Chad y Déby anunció “grandes cambios” que incluirán el retiro de las fuerzas francesas que también tenían base en su territorio. Esa presencia merece una aclaración.
El despliegue de fuerzas occidentales en el Sahel fue realizado desde febrero de 2014 por pedido del Grupo de los 5, integrado por Mali, Níger, Chad, Burkina Faso y Mauritania. El avance del ISIS obligó a la llegada de las tropas que ahora varios países piden que sean retiradas. La presión del ISIS junto a la de Al Qaeda no disminuyó desde el retiro occidental. Por el contrario, aumentaron sus actividades hasta llegar a las puertas de Nimey, duplicaron el territorio que controlan en Mali y ejercen el dominio sobre el norte de Burkina Faso
En la carrera por desplazar a Occidente, los gobiernos locales cambiaron de aliado y ahora buscan en Rusia una respuesta al desafío que plantean los grupos integristas que, tras una década, parecen imbatibles y no dejan de ampliar sus zonas de control. Chad parece sumarse a la moda. De lograr una alianza con Chad, Putin obtendría un logro importante al enlazar a sus socios en el oeste del Sahel con los que operan en Sudán. Pero, además, tendría una vía directa para abastecer a los grupos de Wagner que operan dentro de la guerra civil libia.
En Libia, Rusia apoya al líder rebelde Khalifa Haftar, que, a su vez, controla zonas petroleras que financian a sus actividades y la de sus socios y le permiten instalar centros de entrenamiento y acopio de armas que luego nutren a las fuerzas afines que operan hacia el sur. Hacia el oeste de Libia, Rusia cuenta con un aliado histórico en Argelia. El gobierno de Abdelmadjid Tebboune ayudó a Putin con el bloqueo del envío de gas a Europa y contratos de compra de armas rusas por U$S 10.000 millones desde el inicio de la invasión a Ucrania.
Al despliegue ruso le faltaba una salida al mar hacia el oeste y parece estar a punto de conseguirla con el triunfo de Bassirou Diomaye Paye en las elecciones presidenciales de marzo. Su campaña estuvo basada en la promesa de cortar lazos con Francia y acerarse a Rusia. Otro candidato es Guinea Ecuatorial. El pasado 2 de noviembre el dictador Teodoro Obiang Nguema, que gobierna desde 1979, se reunió con Putin en Moscú en busca de apoyo para su sucesor, su primogénito Francisco Macías Nguema, condenado en occidente por corrupción y lavado de dinero.
Resta mencionar a Etiopía, que además de ser un aliado firme de Rusia es un voto automático a su favor en cada foro internacional en donde Putin lo necesita. De este modo, el Kremlin está haciéndose en África con el dominio de una superficie similar a la de su territorio. Con ese control, Putin puede controlar los flujos migratorios hacia Europa o poner en jaque el flujo de materias primas desde las partes más ricas de África hacia el norte, como por ejemplo los proyectos para enviar el gas y el petróleo nigeriano a través del Sahara.
En el Sahel hay 400 millones de potenciales “voluntarios” enfrentados a la disyuntiva de habitar la pobreza o morir en una refriega con el ISIS o marchar a Ucrania por un sueldo de U$S1.900 mensuales. La creciente presencia de sahelianos en las filas rusas resuelve la incógnita. Es mano de obra militar barata en la zona más pobre de África, el más pobre de los continentes. Mali tiene un ingreso per cápita anual de U$S 817 o U$S 2,37 por día; Burkina Faso, U$S 917 anuales o U$S 2,56 diarios; Níger, U$S 525 o U$S 1,4 diarios. Putin puede derrochar fichas negras.
El control de las rutas migratorias le ofrece desde hace dos años a Putin otra herramienta para su guerra convencional. Los sahelianos que transporta a Rusia para arrojarlos contra a las fronteras polaca y finlandesa son parte de esta misma estrategia. Dentro de esta política hay un doble beneficio. Quienes logran traspasar la frontera, cumplen el propósito del Kremlin. Los que no, pueden elegir entre la deportación y el regreso a la pobreza o recibir la ciudadanía rusa, previo paso por la picadora de carne en Ucrania.
Para entender el avance ruso en África es importante explicar, además, cómo fue la mutación de Wagner desde que Progizhin y su plana mayor fueron nombrados por Putin “Inspectores Permanentes de Subsuelos” al precipitarse su avión en agosto de 2023 tras su fallida revuelta de junio. Wagner es ahora el Africa Corps y está al mando de Yanus Bek Yevkurov, segundo en el ministerio de defensa ruso y eterno postulante para reemplazar al ministro Shoigu. A su vez, Yevkurov depende del jefe del GRU ruso (el servicio secreto exterior ruso) Andrei Averyanov. Quizás suene el nombre de Averyanov por ser el jefe de la Unidad 29155 del GRU, responsable del ataque con armas sónicas en La Habana, Frankfurt y Kiev, de la eliminación de disidentes en el extranjero y las operaciones de desestabilización de gobiernos adversarios.
Entre agosto y septiembre de 2023 Averyanov y Yevkurov fueron a África para renegociar la presencia rusa con el libio Khalifa Haftar, con los jefes golpistas de Mali, Assimi Goita, y de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, y con el presidente centroafricano, Faustin Archange Touderá.
El jefe operativo de Wagner en reemplazo del nazi Dimitri Utkin es Anton “Lotus” Eilzarov, un veterano de la toma de Soledar que había sido expulsado del ejército ruso por robo y corrupción. Elizarov prefirió jurarle fidelidad a Putin antes que reunirse con sus antiguos camaradas. La mayor parte de los wagneritas en Rusia, Siria, Ucrania, Bielorrusia y África imitaron a Lotus y firmaron un contrato con el Ministerio de Defensa e incorporados al África Corps con las viejas insignias, pero sin la intermediación del azafato rebelde caído en desgracia.
Además, se las obligó a convivir con otros grupos mercenarios como Redut de Guennady Timchenko (dueño del grupo petrolero Volga Group) y la “Convoy” de Arkady Rotenberg (dueño de Sroygazmonash Group, el mayor contratista ruso de instalaciones de energía) para licuar su autonomía.
Pero Wagner no era solo mercenarios y en la nueva estructura se incorporó a la otra parte del emporio de Progozhin dedicado a las acciones de propaganda e influencia policía. El ejército cibernético es tan o más importante para Rusia que las fuerzas paramilitares. Meta, dueña de Facebook, Instagram y WhatsApp, ya llevó adelante varias operaciones para desarticular a las redes que operaban a favor de África en Rusia creando un estado de ánimo contrario a la presencia occidental y su reemplazo por un nuevo imperio ruso. Esas acciones fueron comandadas por el ala cibernética de Wagner y no se interrumpieron con el cambio en el mando del grupo creado por Prigozhin. Sobre la base de las operaciones de propaganda es fácil explicar tanto el avance como los siguientes objetivos de la estrategia africana de Putin. El área colonizada por Francia es el objetivo inmediato. El Sahel para expandirse luego hacia el norte y sur es la gran jugada.
Occidente retrocede de manera constante. Francia y EEUU abandonan posiciones y no encuentran un modo de equiparar la oferta de Putin a los líderes y pueblos de África. Los compromisos en Europa, Medio Oriente y el Indo Pacifico, consumen su atención y recursos. Tanto el recuerdo de la experiencia colonial europea como el de las injerencias occidentales son usadas por Putin con una enorme eficacia. Tampoco las limitaciones a la hora de apoyar acciones que conducen a masacres y abusos masivos de los DDHH no son algo que afecten a Moscú.
El ejemplo más dramático de la “tecnología” que provee Rusia se vio en la aldea de Soro, en la provincia de Yatenga en Burkina Faso en donde el 25 de febrero tropas gubernamentales apoyadas por el África Corps asesinaron a 223 civiles, incluyendo a 53 niños. La matanza en Burkina Faso o los golpes allí y en Mali o Níger lo corroboran. De haberse cometido bajo la mirada de tropas occidentales en lugar de las del África Corps la reacción hubiese sido diferente. Esos permisos son algo que el eje autocrático puede permitirse y marcan la diferencia. Es posible especular con las repercusiones en Occidente si sus tropas hubiesen participado de la masacre de medio millar de civiles. Es lo que sucedió entre el 27 y el 31 de marzo de 2022 cuando tropas de Wagner fueron parte de la masare de Moura en Mali.
El reemplazo de un imperialismo por el otro además tiene un componente adicional. La presencia de las tropas rusas respalda a los gobiernos anfitriones, pero a la vez condicionan sus actos toda vez que pueden resultar en una amenaza si se desvían del rumbo acordado con Moscú.
Queda por tratar el costo de la presencia del África Corps. Según el departamento de Estado de EEUU, Mali paga 6.000 millones de francos africanos mensuales, el equivalente a U$S 10,8 millones. Es posible que el alquiler de tropas en Níger y Burkina Faso tenga un costo similar. Es muy poco dinero para semejante empresa, por lo que hay que volver al emporio Prigozhin y sus fuentes de financiamiento. En particular, a las empresas dedicadas a la extracción y exportación de oro, además de los recursos petroleros, diamantíferos y de minerales estratégicos.
Así como se tomó el control sobre los mercenarios y las tropas cibernéticas, Putin también se hizo con el control de un inmenso negocio marginal de explotación y venta de oro, diamantes y otros minerales de alto valor en los mercados marginales que le sirven como apoyo financiero. En la República Centroafricana, heredó el control de las minas de Ouham, Vakaga y Oukaga. A cambio de ser padrino y guardaespaldas del gobierno controla U$S 90 millones y los U$S 35 millones de exportaciones de diamantes (solo es la parte legal y un 54,7 % del ingreso nacional).
El reporte Blood Gold Report de 2023 indica que la República Centroafricana, el 4° país con menor ingreso de continente, le entregó al gobierno ruso la operación de la mina de Ndassima, la más grande del país. Esa mina produjo ganancias reales de U$S 229 millones en un año.
En Mali, el 9 de febrero las tropas del África Corps tomaron el control de la mina de oro de Intahaka, la mayor del país, en lo que pareciera ser una transacción para solventar la presencia del contingente enviado por Putin. Nada de amistad política, los negocios mandan.
También llamó la atención el apuro por disputarle el control de la zona de Kidal al ISIS. Pero la duda se resuelve fácilmente al entender que en esa zona está la veta de Koulkiro explotada en gran parte por buscadores ilegales y que Mali es el tercer productor de ese metal en África. En ese país, Rusia paga U$S 10.8 millones mensuales por operar las minas de oro y uranio, mientras que la canadiense Barrick Gold pagó regalías por U$S 206 millones en el primer semestre de 2023. Recordemos que Mali ocupa el puesto 17 entre las naciones más pobres del planeta.
En la guerra civil sudanesa, el 19° país más pobre del mundo, Rusia apoya al líder rebelde Hemedti y a sus Fuerzas de Acción Rápida, tradicionalmente aliadas a Wagner para cuidar los yacimientos de oro del sudoeste que producen un total de U$S 2.000 millones anuales. El gobierno sudanés lo niega, pero luego del alzamiento de Hemedti llegó en secreto un contingente de fuerzas especiales del ejército ucraniano que se dedicó a “cazar” con enorme eficacia a los ex integrantes de Wagner que operan junto a las fuerzas rebeldes.
En el reciente hackeo a Rusia en el que se revelaron transacciones secretas con Teherán, se descubrió el pago con oro por las compras de drones, municiones y misiles balísticos. El pago con oro traficado directamente desde África explica el interés ucraniano por cortar su flujo. No es una suma menor. Desde que se inició la invasión a Ucrania, Rusia se apropió de U$S 2.500 millones según el Blood Gold Report. Esta fortuna es clave para operar en los mercados de contrabando y evitar la vigilancia y las sanciones occidentales.
Vamos a un cálculo final para entender la importancia económica del África Corps. Con su expansión, Rusia pasó a controlar la producción global de oro, contando solo los mayores mercados de extracción Goldfinger Putin, se ríe de las sanciones Y ahora va por más.
Se cierra así el circulo que explica la presencia de Rusia en África, un frente mucho más importante de lo que se supone a primera vista. Pocos prestan atención a África, sus recursos naturales y su influencia en el escenario global. Putin lo hace. Zelensky, también.
PS: irónicamente, frente a este avance ruso y el retroceso occidental, la única fuerza extrarregional que enfrenta a Wagner en África es el pequeño contingente ucraniano. Olvidados o relegados muchas veces a la hora de recibir ayuda, Ucrania pelea en soledad también en el frente africano.
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