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A 42 años de la Guerra de Malvinas: 6 contra 1 en Harriet y Dos Hermanas

En un combate totalmente desigual, las tropas del Regimiento 4 de Infantería lograron resistir durante once horas el asedio de los Royal Marines en los montes Harriet y Dos Hermanas.

 

Por Santiago Rivas



En 2007 entrevistamos al General (RE) Diego Soria, quien fuera, con el grado de Teniente Coronel, Jefe del Regimiento de Infantería 4 (RI 4) durante la guerra de Malvinas. En ese entonces, en una entrevista que en su momento publicamos en la revista española Fuerza Terrestre y que hoy reproducimos, recordó lo sucedido de esta manera:

El 6 de abril el regimiento recibió del Comandante de la Brigada la orden de alistamiento para trasladarse al Teatro de Operaciones Sur (Patagonia). Para cumplir la orden se creó la Compañía C, que no existía en tiempos de paz y para lograrlo se emplearon los soldados incorporados ese año, mientras que el resto de los mismos estaban desde 1981 cumpliendo el Servicio Militar Obligatorio. También se emplearon oficiales y suboficiales asignados por el Comando de Institutos Militares

El RI 4 comienza su cruce en avión a la Isla Soledad el 27 de abril, inicialmente tenía la misión de pasar a la Gran Malvina el 1º de mayo, pero como consecuencia del primer bombardeo aéreo se consideró que iba a ser muy vulnerable cruzar en el buque “Monsunen”, así que recibió orden de quedarse en la Isla Soledad como reserva, ocupando una posición en la zona del Monte Wall y ahí permaneció hasta que se produjo la caída de Darwin y Goose Green el 29 de mayo. Formábamos parte de la 3º Brigada de Infantería, que era parte de la Agrupación de Ejército Litoral, con el RI 5 en la isla Gran Malvina, el RI 12 en Darwin y Pradera del Ganso y nosotros como reserva en Monte Wall a 16 kilómetros de Puerto Argentino.

El regimiento pasó agregado a la X Brigada de Infantería, que era la Agrupación de Ejército Puerto Argentino y recibimos la orden de constituirnos como escalón de seguridad en la posición defensiva de Puerto Argentino, porque ya se apreciaba que el ataque iba a producirse desde el oeste. La misión era la de alertar al grueso de la fuerza ante un ataque, darle tiempo y espacio para reaccionar y obligar al enemigo a desplegarse para demorar su ataque.

Los ingleses tenían posibilidades de desembarcar en infinidad de lugares, había unos sesenta lugares reconocidos por nuestro comando. Lo mas complicado hubiera sido un desembarco en proximidades de Puerto Argentino, que hubiera dado por terminada la campaña, ya que era el objetivo estratégico operacional principal, por eso el comando argentino dejó a la Agrupación de Ejército Puerto Argentino en proximidades de la ciudad. Cuando cayó Pradera del Ganso dejó de tener un dispositivo circular y se preparó para recibir un ataque desde el oeste.

Para cumplir esa misión recibí la orden de ocupar los cerros Harriet y Dos Hermanas, disponíamos de dos compañías (Ca.) de infantería (B y C), además de la de comando y servicios, porque faltaba una Ca. que tenía una misión de seguridad en la península de Fresinet, más al norte; y en su reemplazo me habían dado una sección de la Ca. comando y servicios del comando de la 3º Brigada, que no disponía de armas de apoyo, estaban armados solamente con fusiles FAL y pistolas ametralladoras PAM. También segregó la sección antitanque al RI 5 y una ametralladora MAG con su dotación para reforzar a la tripulación del “Monsunen”.



Para ocupar esos dos puntos de apoyo se organizó el regimiento en una compañía reforzada en cada cerro. En Harriet establecí mi puesto de comando y al segundo jefe del regimiento lo mandé como jefe a Dos Hermanas. La posición era muy difícil porque la distancia que había entre los dos puntos era demasiado grande como para permitir que desde uno se pudiera apoyar al otro. En el medio había un valle con una pequeña altura rocosa (Goat Ridge). Además, estábamos fuera del apoyo de la artillería propia, la única que estaba en condiciones de apoyarnos era la del Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5), que tenía una batería de cuatro obuses Oto Melara de 105mm. Al final la artillería del Ejército llegó a tirar cuando los ingleses estaban llegando a la cima. Pedí que tiraran sobre el Harriet, que era el alcance máximo.

Entre el 29 y el 30 de mayo se ocupó la nueva posición, se marchó a pie y el material pesado se envió en camiones y dos helicópteros, aunque quedó muy disperso, lo cual significó un trabajo muy grande para recuperarlo, porque ya desde el 31 de mayo recibíamos fuego de la artillería de campaña inglesa, que estaba a 15 kilómetros al oeste de nuestra posición. Ese fuego no era muy eficaz en cuanto a producir bajas, pero desgastaba psicológicamente. Se localizaron tres baterías de 105mm.

Durante el despliegue, un Harrier atacó con cohetes a seis Unimog que se encontraban vacíos empantanados en la turba junto a un tractor requisado en Puerto Argentino que había intentado sacarlos infructuosamente, destruyéndolos a todos.

Las posiciones se organizaron muy someramente porque no había útiles de zapa, ni redes de enmascaramiento, alambrados o material para interceptaciones. Tampoco se podían cavar pozos de zorro porque a poco de cavar salía agua, por lo que solo se pudieron hacer hoyos de tirador cuerpo a tierra.



Además, desde comienzos de mayo ya se recibía cotidianamente fuego de la artillería naval inglesa, que comenzaba todas las noches desde las 22:30 y terminaba a las 4:30, impunemente porque no había armas para tirarles, iban barriendo desde Monte Wall hasta el Aeropuerto. Producían pocas bajas porque como siempre tiraban desde el mismo lado, uno buscaba posiciones cubiertas por las alturas, pero la acción psicológica es desgastante, el estar en posiciones fijas, muy incomodas por el clima, el agua en los pies, las dificultades en la alimentación y encima el bombardeo, se nota. Los ingleses también tenían una radio en la que transmitían en castellano para los combatientes argentinos. Yo alguna vez en mi radio de transistores escuché algo. Era un mamarracho porque hablaban como caribeños. Además, nuestros soldados no tenían radio, solo los cuadros, lo que decían era cómico y no tenia ninguna efectividad.

Esporádicamente de día había bombardeos de los Harrier, a nosotros de vez en cuando nos ametrallaban y tiraban cohetes, no tiraban bombas. Yo tenia el jeep mío con radio, le saqué la radio y la puse en mi puesto de comando, cuando estaba en Monte Wall, al jeep lo tenía alejado de la posición, un día lo vieron y lo destruyeron. Era muy difícil enmascarar a los vehículos porque no había árboles ni forma de esconderlo, uno podía ponerle una red, pero se veía igual. A mediados de mayo recibimos algunos lanzadores portátiles de misiles SA-7, que venían del Perú. Lamentablemente no teníamos personal que conociera dichas armas, a los oficiales a los que se les proveyó se les dio una somera explicación sobre su manejo. Pese a ello llegaron a lanzarse algunos misiles, pero no dieron en el blanco.

Una semana después del traslado recibimos dos secciones de la Ca. A, fueron agregadas a Dos Hermanas, aunque una de ellas ocupó Goat Ridge. También se recibió una sección del RI 12 que no había llegado a incorporarse al grueso de su unidad y algunas ametralladoras MAG con su dotación, del Regimiento de Granaderos a Caballo.

Desde el 1º de junio hasta el 11, hubo algunos choques de patrullas, nosotros mandábamos patrullas de exploración y chocaban con patrullas enemigas.

Hubo un intento de infiltración importante de los ingleses, en la noche del 8 de junio, en que efectivos de aproximadamente una compañía se infiltraron entre los montes Harriet y Dos Hermanas. La misión evidentemente era explorar, pero fueron detectados, se abrió fuego sobre ellos y se los obligó a replegarse, cubiertos por un intenso fuego de artillería inglés.


También hubo otro intento cuando localizamos movimiento alrededor de 5 kilómetros al sur del monte Harriet, cerca de la costa, en un galpón de la estancia Port Harriet House, abrimos fuego con morteros de 120mm y vimos que el galpón era abandonado, calculamos que era una sección, por los efectivos que vimos correr. Inmediatamente la artillería inglesa abrió intenso fuego sobre nuestras posiciones para silenciar nuestros morteros y helicópteros ingleses replegaron a la sección. Estaban por infiltrarse en dirección a Puerto Argentino.

La noche del 11 al 12 de junio se produjo el ataque británico. Atacó la 3º Brigada de Royal Marines, integrada por 3 batallones (Comandos para los británicos), el 42 atacó Harriet, el 45 Dos Hermanas y el 40 estaba como reserva. El ataque se inició después de un intenso fuego de artillería, a las 22:30. Comenzaron a acercarse desde el este y el sur por dos compañías que habían efectuado un rodeo, cuando estaban en distancias cortas tiraban con todo tipo de armas: ametralladoras, cohetes y morteros. A poco de comenzar la batalla dejaron fuera de combate a la sección de morteros pesados. Yo estaba en mi puesto de comando, le pedí apoyo de fuego al Capitán de Fragata Robacio, jefe del BIM 5, me comunicaba por radio con él y le corregía el tiro. En un momento me dice “¿querés que tire sobre el punto tal?” Teníamos una especie de clave señalando los distintos lugares geográficos. Yo sabía que ahí tenía un grupo de tiradores y le digo “No, ahí tengo gente mía”, me dijo, “sin embargo desde ahí te están tirando”. Los ingleses ya los habían corrido.

Al principio llegamos a hacer un contraataque con una sección del Teniente Primero Echeverría sobre los que avanzaban por el sur y el este, pero fueron rechazados y Echeverría recibió cinco balazos, aunque después se recuperó. El fuego era muy intenso.

En el combate se produce siempre una gran confusión, la situación es muy difícil de dominar, sobre todo en el combate nocturno, de modo que yo no estaba metido en mi pozo, sino que estaba afuera, ni siquiera cuerpo a tierra, de pie, para poder tener la mayor visibilidad, arrimado a una roca. Así estábamos la mayoría de los combatientes cerca del puesto de comando.

Alrededor de las 00:30 o 01:00, el comandante de la agrupación Puerto Argentino, General Jofre, me ordenó replegar la unidad, ya estaba cumplida la misión. Pero el repliegue era muy difícil porque estábamos en combate. Jofre me dijo “lo suyo es una misión de sacrificio” porque era consciente de que era difícil replegarse.



Éste pudo hacerse parcialmente, algunas secciones pudieron y otras quedaron aferradas y fueron sobrepasadas por el ataque ingles. Cuando ordeno el repliegue, la Ca. B que estaba en la ladera oeste del Harriet quedó aferrada; la sección del Subteniente Giménez Corvalán pudo replegarse, quien fue herido porque pisó una mina; felizmente no fueron heridas graves. Como el resto de la Ca. seguía combatiendo, a las 03:00 fui hasta donde estaban para permanecer con ellos, ya las fuerzas inglesas estaban llegando al puesto de comando.

Cerca de donde yo estaba parado en el puesto de comando, a unos 15 metros, estaban dos oficiales, un teniente primero y un subteniente, el primero era mi ayudante y el otro era de la sección comunicaciones. En el momento del combate ellos estaban como fusileros con sus FAL porque no tenían otra cosa que hacer, estaban de pie junto a una roca y en un momento veo que cae algo echando fuego, justo donde estaban ellos, pensé ¿qué será eso?, algún proyectil, no explotó, tiempo después les pregunté ¿se acuerdan de eso? Y dijeron “si, nunca nos vamos a olvidar, cuando lo vimos nos abrazamos esperando morir”. ¿Qué fue? nunca lo supimos. No era una bengala porque se identifica bien. Después siguieron combatiendo y se olvidaron de eso.

A las 06:00 la noche los ingleses llegaron a la cima, solo quedaba el sector ocupado por la Ca. B, de la que quedaban unos 60 hombres. El combate duró hasta las 9 y media de la mañana y cuando aclara los ingleses detienen el fuego y vemos que estábamos rodeados. Yo estaba con el jefe de la Ca., el Teniente Primero Arroyo; le digo “vamos a intentar replegar a lo que queda de la compañía”; Arroyo me dice: “si los hacemos salir de las posiciones después del combate nocturno nos van a tirar y va a ser muy difícil que mantengamos la cohesión, se van a dispersar y va a ser una carnicería”. Los ingleses no volvieron a tirar y empezaron a gritar que dejáramos las posiciones. Las dejamos y caímos prisioneros.


Tres secciones, una de la Ca. B y las dos que estaban en Goat Ridge pudieron replegarse y dos de ellas, en vez de dirigirse a Puerto Argentino, al pasar por las posiciones del BIM 5 se agregaron para seguir combatiendo.

La tropa se mantuvo bien, los soldados del regimiento eran todos norteños, la mayor parte del ámbito rural. Mantuvieron una gran cohesión, una gran disciplina y un gran espíritu. No eran todos héroes, pero todos aguantaron la difícil situación con mucha abnegación. Como satisfacción me queda la forma como se desempeñó la gente.

En esas 11 horas se estuvo combatiendo, no hubo momentos para reorganizarnos, aunque al final fue disminuyendo la intensidad. Dos Hermanas cayó antes que Harriet, en plena noche, ahí pudieron replegarse algunas secciones y los otros cayeron prisioneros.

Los ingleses no llegaron al combate cuerpo a cuerpo porque se los repelía constantemente. Se llegó a combatir en lo que llamamos distancias cortas, desde 100 metros hasta el alcance eficaz del FAL (300 metros). De todas maneras, con la potencia de fuego es difícil llegar a la bayoneta y por eso también es difícil replegarse, porque estás dentro del alcance de las armas pesadas.

La relación de potencia entre los ingleses y nosotros era de 6 a 1, en efectivos y en armamento. Eran unos 1500 hombres, más todo el apoyo de artillería y el 40º Commando de reserva, que no llegó a intervenir.

Entre Harriet y Dos hermanas los efectivos nuestros eran 375. Éramos 23 oficiales, hubo 2 muertos y 8 heridos. Además, hubo 4 suboficiales y 16 soldados muertos y 113 heridos, lo que indica que se combatió con intensidad. En cuanto a las bajas enemigas no sé cuantas tuvieron, ellos dan unas cifras muy inferiores, nunca lo sabremos. Las cifras no corresponden con lo que dicen los cronistas, que hablan de lo que les costaba avanzar.



La superioridad más grande la tenían en la calidad del armamento. Una sección de infantería nuestra tenía tres grupos de tiradores cada uno con 10 hombres con dos FAP y el resto con FAL y un grupo de apoyo con dos ametralladoras MAG y dos lanzacohetes. Los ingleses tenían por lo menos tres ametralladoras en cada grupo de tiradores y lanzacohetes descartables. Muchos fusileros, además de su fusil, llevaban dos o tres de estos tubos. Una falencia nuestra fue que no teníamos ningún conocimiento sobre la organización y el equipo de los ingleses.

La otra ventaja grande que tenían eran los medios de visión nocturna. Nosotros recibimos en Malvinas los anteojos de luz residual, con los que uno puede ver, pero no apuntar, en cambio los ingleses tenían miras infrarrojas en el fusil. Cuando estábamos prisioneros me preguntaron que elementos de visión nocturna teníamos. Me dijeron: “lo único que encontramos fueron los anteojos de luz residual, sin embargo, la gente que atacó dice que el fuego de las ametralladoras era muy eficaz”. La razón es que los ingleses emplean mucha munición trazante. Nosotros en los fusiles no usábamos y en las ametralladoras solo un cartucho cada cinco o diez. En cambio, todos los ingleses tiraban con mucha, entonces uno veía en pleno combate las líneas rojas y podía apuntar”.

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