El 20 de marzo, la Operación Covid-19 lanzada por Brasil cumplió un año. Son 365 días en los que militares, hombres y mujeres, concentraron sus esfuerzos en combatir la pandemia en todos los rincones del país y en varios frentes.
Activada por el Ministerio de Defensa, según lo ordenó el presidente de la República, Jair Bolsonaro, la iniciativa coordina las acciones de las Fuerzas Armadas en el combate a la pandemia y se desarrolla en apoyo al Ministerio de Salud y los gobiernos estatales.
Del norte al sur del país, los militares actúan simultáneamente en varios frentes y, con su gran capacidad logística, han contribuido de manera decisiva en el sustento de las necesidades de la población.
La participación militar comenzó en febrero del año pasado, cuando un grupo de brasileños fueron rescatados de Wuhan, China, primer epicentro de la enfermedad. Desde entonces, el ejército ha estado a cargo de varias iniciativas, como la descontaminación constante de lugares públicos, distribución de canastas de alimentos básicos, organización de campañas de sensibilización y donación de sangre.
Más recientemente, el ejército ha sido fundamental para llevar oxígeno, a través de ríos, rutas y por aire, no solo para los pacientes en Manaus, sino también para otros estados de la Región Norte y en el traslado de pacientes a las capitales con camas disponibles. Las dosis de vacuna que llegaron a Brasil fueron transportadas en un tiempo récord.
Para satisfacer las demandas, se organizó una planificación detallada. El Ministerio de Defensa activó el Centro de Operaciones Conjuntas y el Centro de Coordinación de Logística y Movilización. Paralelamente, se activaron diez Comandos Conjuntos, que abarcan todo el territorio nacional, además del Comando de Operaciones Aeroespaciales (COMAE), que está permanentemente operativo. Estas estructuras funcionan todos los días, las 24 horas.
Y dado que toda la misión requiere una gran organización, unos 34.000 militares se han dedicado a la Operación Covid-19. Los vuelos de apoyo logístico transportaron oxígeno, respiradores, medicamentos, vacunas, equipos de salud y pacientes. Los desplazamientos, en un año, corresponden a 55 vueltas completas alrededor del planeta.
A la fecha, las Fuerzas Armadas han impulsado 15.500 campañas de prevención, producido 748.183 mascarillas protectoras, donado 318.120 kits de higiene y más de 1,2 millones de canastas de alimentos básicos. En un año, 36 mil personas fueron capacitadas en la descontaminación de lugares públicos y en el tratamiento de pacientes infectados. Más de 8.300 puntos fueron descontaminados en Brasil, entre hospitales, estaciones de tren, puntos turísticos, entre otros.
Paralelamente, se llevan a cabo acciones específicas para minimizar los impactos de la propagación de la enfermedad. Entre ellas, las campañas de donación de sangre que movilizaron a más de 41.000 soldados voluntarios para revertir la caída de las existencias en los centros de sangre de varias regiones metropolitanas.
La distribución de oxígeno a los hospitales, especialmente en el Amazonas, comenzó en enero de este año. Se transportaron más de 6.039 cilindros de oxígeno, 861 tanques de oxígeno líquido, 44 plantas productoras del insumo y 200 respiradores. Los respiradores fueron producidos, a bajo costo, por una asociación entre la Marina y la USP. Otras 20,3 toneladas se agregaron a medicamentos y hospitales de campaña para Manaus, Curitiba y Porto Alegre. El ejército también evacuó a más de 750 pacientes.
Destacamos el apoyo a los equipos de la Secretaría Especial de Salud Indígena (SESAI) durante el proceso de inmunización en comunidades de difícil acceso. La ayuda de las Fuerzas Armadas permitió inmunizar a 157.000 indígenas.
En otro frente, el Ministerio de Defensa movilizó la Base de Defensa Industrial para que las empresas adaptaran sus procesos productivos y comenzaran a suministrar elementos necesarios para combatir la pandemia, como alcohol en gel y mascarillas protectoras. La iniciativa también permitió reparar miles de respiradores que estaban parados.
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