Colombia y Perú: camino a sus futuros aviones de combate
- Santiago Rivas
- hace 2 minutos
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Las Fuerzas Aéreas de Colombia y Perú avanzan en la compra de nuevos aviones de combate. Aunque la primera indicó que irá por el Gripen NG, aún quedan muchas dudas sobre si será el modelo a incorporar, mientras que se espera una definición de Perú en breve.
Actualmente, Perú y Colombia se encuentran enfrascados en pleno proceso de selección de su futuro avión de combate, los cuales se conforman en los mayores programas de adquisición de aeronaves que están a la espera de un contrato, luego de que la Argentina haya finalmente avanzado en la compra de 24 F-16 Fighting Falcon de segunda mano y otros países, como Ecuador y México, no registran avances en el tema.
Si bien Colombia anunció que ha seleccionado al Gripen NG, tal como en 2022 había anunciado la selección del Dassault Rafale, aún no se ha firmado el contrato y hay serias dudas de que dicho acuerdo llegue a buen puerto. Por un lado, el gobierno de Petro ha planteado la compra de hasta 24 aviones de combate Gripen por un monto de 4.035.956.719 dólares, un valor bastante superior a las propuestas planteadas por Lockheed Martin por el F-16 (unos 3.000 millones de dólares) y Dassault por los Rafale (por 3.500 millones de dólares), lo que genera dudas de cómo se puede justificar dicho valor por un sistema de armas de performances inferiores a sus competidores y cómo se piensa pagarlo en el escenario actual de recorte presupuestario que viven las Fuerzas Armadas de Colombia, que se quejan de no tener siquiera munición para combatir a la narcoguerrilla, mientras el país se sigue sumergiendo en una situación cada vez más complicada por el crecimiento del terrorismo y el crimen organizado. Por otro lado, Estados Unidos ya informó extraoficialmente, tal como reportó nuestro corresponsal en Colombia, Erich Saumeth, que no aprobará la exportación de los motores General Electric F414 que equipan al caza sueco, algo mucho más probable ahora que el gobierno de Petro anunció que no comprará más equipamiento militar de origen estadounidense. La no aprobación de la venta de los motores tira por tierra cualquier intención de compra del Gripen, ya que cambiar el motor por uno de otro origen implica rediseñar gran parte del avión, con un costo prohibitivo para Colombia.
La Fuerza Aeroespacial Colombiana (FAC) hasta ahora siempre había tenido al F-16V Viper como su primera opción, dada la cercanía de la fuerza con la USAF y el empleo de la doctrina estadounidense en sus operaciones, aunque Estados Unidos siempre se negó a la integración en el avión de los sistemas de guerra electrónica y armamento de origen israelí que hoy la fuerza usa en sus Kfir. La aceptación por parte de Dassault de integrar dichos sistemas en el Rafale había sido una de las razones de la selección del modelo en 2022, tal como explicamos en este artículo.
Sin embargo, en ese entonces el gobierno colombiano solo tenía aprobados fondos que alcanzaban para comprar cuatro aeronaves y Dassault no quería cerrar un contrato que no incluyera el lote completo, lo cual llevó a que no se termine avanzando en la compra. La cada vez más urgente necesidad de reemplazar a los viejos Kfir llevó a que la FAC siga presionando al gobierno para lograr un acuerdo, lo que llevó al anuncio en noviembre de 2024 de la selección del avión sueco, argumentándose principalmente la transferencia de tecnología y los offsets que se entregarían a Colombia.

Ahora, por un lado, resultó llamativo el valor del contrato, muy por encima de lo que se venía negociando con los otros dos oferentes. Si bien se argumenta que eso incluye la transferencia de tecnología, esto significa reconocer que dicha transferencia, así como los offsets, no son un beneficio, sino que son productos que Colombia está comprando además de los aviones, por lo que no tiene ninguna ventaja.
El otro punto relevante es que Colombia, por su conflicto interno, necesita incorporar una aeronave que esté lista para entrar en combate apenas sus tripulaciones terminen de formarse en el avión, y que a la vez no corra riesgos de sanciones por el uso del armamento contra los grupos criminales y terroristas. A lo largo de los años, Colombia ha sido criticada en muchas oportunidades por organizaciones suecas por supuestas violaciones a los derechos humanos en su guerra contra la narcoguerrilla, lo que ha llevado al temor desde la FAC de que puedan existir sanciones en un futuro si los Gripen se usan para bombardear a los grupos terroristas, lo cual podría afectar la operatividad del sistema.
Por otro lado, el Gripen NG sigue siendo una aeronave en desarrollo, que al día de hoy no ha iniciado la homologación de sus sistemas aire-superficie (hasta donde pudimos investigar, no ha realizado ningún lanzamiento de armas aire-superficie y solo se han hecho evaluaciones de misiles aire-aire Iris-T y Meteor), por lo que Colombia tendría que esperar varios años para poder lanzar armamento aire-superficie con precisión o hacerse cargo de los costos de acelerar dicho programa de homologación.
El programa Gripen se está viendo seriamente afectado por los retrasos en los pagos por parte de Brasil, lo que ya ha generado una enorme demora en el tiempo de entrega de los aviones que compró la Força Aérea Brasileira (FAB). Mientras el programa inicial de entregas, según el contrato firmado en 2014, planteaba un cronograma entre 2021 y 2024 para los 36 aviones iniciales, el cual sería luego seguido por los 36 de un segundo contrato, la realidad es que al día de hoy la FAB solo posee diez aeronaves y espera llegar a la 11º antes de fin de 2025, mientras que la fuerza ha planteado un nuevo cronograma de entregas para este primer lote que alcanzaría hasta 2032, aunque éste incluso parece optimista al plantear que en 2031 y 2032 se entreguen cinco aviones por año, una cantidad igual a lo que se entregará en el período entre 2023 y 2025 y cuando se planea la entrega de solo una aeronave para 2026, completando recién el primer escuadrón. Por otro lado, la FAB ya no habla de un segundo lote de 36 Gripen NG, sino de la compra de un lote de aviones usados u otro modelo de menores costos, que permita dotar a las unidades de la fuerza que no recibirán al modelo sueco, especialmente ante la baja inminente de los AMX y la necesaria baja de los F-5E/F antes de 2030.
Por su lado, Suecia solo ha anunciado la intención de comprar 60 aeronaves y en 2023 la FMV (Administración de Material de Defensa de Suecia, encargada de la introducción del modelo al servicio), recibió los primeros ejemplares, que hoy ya llegan a unas cuatro unidades.

El hecho de que el avión haya perdido en casi todas las competencias en otros países (solo se logró un contrato por cuatro aviones con Tailandia en agosto de 2025 aunque el país ha planteado que apunta a comprar una docena) lleva a que todo el programa se demore y pueda complicar seriamente la logística en el futuro, si solo se produce una pequeña cantidad para pocos operadores, teniendo en cuenta que al día de hoy solo contaría con tres operadores y un centenar de aeronaves a ser entregadas. Esta ha sido una de las preocupaciones planteadas por oficiales de la FAC que han participado del programa de selección, que consideraron fundamental que el modelo a incorporar esté listo para entrar en combate, sea una plataforma ya probada y tenga una gran cantidad de operadores para que haya seguridad de la provisión de soporte en el largo plazo.
Actualmente, las ofertas a Colombia y Perú apuntan a que dichos países ocupen los slots en la línea de producción que estaban inicialmente destinados a Brasil, los cuales por ahora está ocupando parcialmente Suecia. Esto es porque las demoras en la producción debido a los atrasos en los pagos de Brasil llevan a un incremento de los costos debido a que se está subutilizando la capacidad instalada.
Esta situación lleva a pensar que es muy probable que la compra del Gripen por parte de Colombia termine llegando a un punto muerto, especialmente si Estados Unidos no autoriza la venta de los motores, algo muy posible ante el acercamiento del gobierno colombiano con Venezuela y otros enemigos de Estados Unidos, así como la citada declaración del presidente colombiano de no comprar más material militar a Estados Unidos. Además, porque Gustavo Petro hasta ahora no ha avanzado en ninguna compra de material de defensa relevante, a la vez que debe priorizar la inversión en material para las tropas que hoy están en combate. Esto puede llevar a que luego de 2026 se reinicie el programa con un nuevo gobierno en Colombia, que podría tener una tendencia totalmente distinta a la de Petro.

Perú
En el caso de Perú, se había indicado que se anunciaría la selección del nuevo caza a mitad de año, pero esto no ocurrió y el pasado 20 de septiembre el ministro de defensa, Walter Astudillo, indicó que en el mes de octubre se dará a conocer el ganador, aunque no será fácil la firma del contrato cuando habrá un cambio de gobierno a mitad de 2026. El país no tiene los condicionantes políticos de Colombia bajo la administración de Petro, por lo que no habría problemas en comprar un sistema como el F-16 o componentes de Estados Unidos, a pesar de que ese país ya ha dejado entrever que tampoco aprobará la exportación de los motores si fuera elegido el Gripen.
Actualmente la fuerza está eligiendo entre los mismos modelos que ha preseleccionado Colombia: El F-16V Viper, el Dassault Rafale y el Gripen, con opiniones divididas dentro de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) sobre qué se terminará eligiendo. Por un lado, algunos oficiales ligados al proceso de selección prefieren el Rafale por la continuidad que significaría sobre el Mirage 2000 y las capacidades que brinda el avión, a pesar de ser el más costoso. Otros prefieren el F-16V por ser un modelo ya muy probado, con muchos operadores y menores costos que el Rafale, mientras que otros prefieren al Gripen por sus costos menores, a pesar de que en los hechos el costo operacional es igual al del F-16. Si bien el fabricante del Gripen ha publicitado costos operacionales en el orden de los 6000 dólares, los cálculos que ha llevado adelante la Fuerza Aeroespacial Colombiana en función de la información brindada por los fabricantes lo colocaron casi en una paridad con el F-16, en el orden de los 9000 dólares por hora. Por otro lado, fuentes de la Força Aérea Brasileira han indicado que actualmente el costo por hora está en el orden de los 17.000 dólares, debido a que la aeronave aún está en proceso de incorporación y desarrollo, lo cual incrementa considerablemente los costos. Sin embargo, esperan que en el futuro baje hasta valores cercanos a los 9000 dólares.

En este caso también pesa la necesidad de que Estados Unidos apruebe la venta de los motores, algo que también ven como poco probable, ya que ese país ve dicho veto como una forma de sacar de carrera a un competidor del F-16. Si bien Corea del Sur ofreció el mucho más avanzado KF-21, sumando a Perú al proyecto de desarrollo, los costos y el tiempo que le llevaría a la FAP tener el modelo operacional llevaron a que no haya demasiado interés.
La FAP apunta a incorporar 24 aeronaves por un monto máximo de 3500 millones de dólares, aunque primero se comprará un lote de 12 y más adelante un segundo lote, teniendo disponibles para 2025 un monto de 2000 millones. Los primeros irían a reemplazar a los MiG-29, que ya no están operativos, mientras que el segundo lote reemplazará a los Mirage 2000 que, si bien se encuentran en buenas condiciones, tienen ya cuatro décadas encima. La oferta de F-16 es por hasta 3420 millones de dólares y ya tiene la aprobación del gobierno de Estados Unidos, incluyendo diez F-16C monoplazas y dos F-16D biplazas, junto con 14 motores F110-GE-129, un lote de misiles aire-aire de corto y largo alcance, AIM-9X Block II y AIM-120C-8, así como radares AESA AN/APG-83, pods de designación de objetivos AN/AAQ-28 Litening, sistemas de guerra electrónica, equipos de navegación y visualización para pilotos, además de repuestos, soporte logístico y entrenamiento técnico.
Si bien la oferta de Dassault inicialmente era muy cara y superaba el monto de 3500 millones de dólares, los franceses redujeron considerablemente el precio y la última propuesta fue por 12 aviones por 3200 millones de dólares, incluyendo el paquete de armamento, sensores, entrenamiento y soporte. En el caso de la oferta de Gripen es por 3500 millones de dólares, incluyendo un paquete similar al del Rafale, pero sumando además la provisión de un avión Saab Erieye de alerta temprana de segunda mano. Esto último tendría poco impacto en el proceso porque la FAP actualmente ya tiene presupuesto asignado para la compra de un avión de alerta temprana, que debería concretarse en el corto plazo

En este punto, pesa que en el caso del F-16 y del Rafale, el mismo país fabricante de las aeronaves produce también sus sensores y armas, por lo que se puede mantener la línea de abastecimientos y contar con todas las capacidades negociando solo con un país. A la vez, en el caso del F-16, se cuenta con muchas otras opciones de sistemas y armas ya homologadas en el avión que son de otros orígenes, como de Israel, Europa, etc. En el caso del Gripen, Suecia sólo produce una parte de los sensores y casi ningún arma, mientras que hay pocas armas homologadas en el avión. Esto obliga a negociar con los países fabricantes del armamento y complica mucho todo el proceso de incorporación para tener capacidades reales de combate y no solamente una aeronave.
En lo que se refiere a sensores, todos tienen excelentes radares, aunque en el caso del Gripen, aún está en desarrollo y tienen problemas de integración que vienen limitando sus capacidades. Sin embargo, tiene la ventaja, al igual que el Rafale, de contar con el sistema óptico IRST integrado que permite detectar blancos de manera pasiva, aunque la presencia de nubes o altos niveles de humedad en el ambiente afectan significativamente sus performances. En corto alcance, el F-16 tiene capacidades superiores por maniobrabilidad, mientras que una ventaja del Gripen es su menor dependencia de infraestructura terrestre y capacidad de operar en rutas o pistas cortas.

El F-16 y el Rafale, por su parte, son superiores en alcance, autonomía y capacidad para llevar armamento, además de tener armas de todo tipo ya homologadas, haciendo más rápido y económico alcanzar la plena capacidad operativa.
Otro punto es que el F-16 ya está muy probado en combate, el Rafale también ha sido utilizado en varios conflictos, mientras que el Gripen solo se usó de manera muy limitada por Tailandia contra Camboya con ejemplares de la versión C, muy distintos al E, por lo que no se conoce mucho sobre sus capacidades reales en combate.
Todos estos factores son fundamentales a tener en cuenta por los dos países a la hora de elegir el modelo con el que equiparán a su aviación de caza durante las próximas décadas, así como las cuestiones políticas, que en el caso de Colombia son más relevantes dadas las posturas extremistas de Gustavo Petro, aunque esto podría cambiar si en 2026 asumiera allí un gobierno de derecha. Por ahora, nada está cerrado y los tres modelos siguen teniendo chances de ser vendidos.