El Milkor 380: el UAV avanzado de clase 3 de Sudáfrica y sus raíces históricas
- Santiago Rivas
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Tras haber descripto uno de los modelos de UAV que se están ofreciendo actualmente a la Argentina y otros países de la región, el Milkor 380, muchos lectores consultaron sobre la experiencia del fabricante en este rubro, por lo que indagamos sobre ese tema y aquí presentamos la información que obtuvimos.
Por Santiago Rivas
En el número 29 de Pucará publicamos un reportaje sobre el Milkor 380, uno de los UAV clase 3 que actualmente se están ofreciendo al mercado latinoamericano y que fue recientemente evaluado por las Fuerzas Armadas de Argentina, que están en proceso de selección de un sistema de este tipo. Dado que la sudafricana Milkor es una empresa poco conocida en el mercado latinoamericano, desde distintas Fuerzas Armadas nos consultaron sobre la experiencia que tenía la empresa en este segmento, por lo que indagamos más y estudiamos el desarrollo de sistemas aéreos no tripulados en Sudáfrica y cómo la experiencia del país hoy se ve volcada en los productos de esta empresa, tras casi medio siglo de desarrollo de sistemas no tripulados.

Desarrollo de UAV en Sudáfrica: una perspectiva histórica
Los primeros trabajos en producir sistemas aéreos no tripulados surgieron de las necesidades de la guerra en Angola en los años ’70, en donde era necesario tener capacidad de reconocimiento para detectar a las fuerzas enemigas, sin exponer demasiado a los aviones tripulados, por lo que el Council for Scientific and Industrial Research (CSIR) comenzó a trabajar con la empresa local Kentron en el desarrollo de un sistema que se llamó Champion, el cual voló por primera vez en 1977 y del que solo se hizo una pequeña producción de cuatro unidades. A pesar de la pequeña cantidad, el modelo fue enviado a Rhodesia (hoy Zimbabwe) en 1978 para apoyar a las fuerzas gubernamentales durante la guerra civil en dicho país. Posteriormente, las aeronaves fueron compradas por la Fuerza Aérea Sudafricana, que las empleó durante los años 80 para generar doctrina.
La experiencia obtenida llevó a la compra en 1983 de alrededor de una docena de UAV de reconocimiento importados, los que en 1986 pasaron a formar el Escuadrón 10 en la base aérea de Potchefstroom y se emplearon activamente en Angola y en Mozambique, realizando misiones de reconocimiento y vigilancia, así como guiado de artillería, obteniéndose una enorme experiencia en el empleo de sistemas no tripulados, mientras se probó la efectivad de su empleo y se evitaba arriesgar aviones como los Mirage IIIRZ y Atlas Impala.

Esto llevó a que se trabaje en el desarrollo de nuevos sistemas localmente, con el CSIR y Kentron desarrollando el sistema Seeker I con UAV Seeker 2B en 1987, que fueron empleados en combate por el Escuadrón 10 en operaciones como las Modular y Hooper en 1987 y la Packer en 1988 en el sur de Angola. El empleo de los UAV obligó a las fuerzas enemigas a emplear gran parte de sus misiles antiaéreos para intentar derribarlos, dejándolos indefensos ante el ataque de la aviación sudafricana. El sistema con su estación de control podía ser fácilmente desplegado en un C-130 Hercules y podía operar hasta a 200 kilómetros de su base, con una autonomía de hasta 10 horas.
El empleo exitoso llevó a que el sistema se vaya mejorando, con variantes como los Seeker 2C, 2CL, 2D y 2E, con diferentes motores y sensores. El fin de los conflictos en Angola y Mozambique a comienzos de los años 90 no frenó el desarrollo de UAV en Sudáfrica, con varias empresas desarrollando productos, con la Fuerza Aérea Sudafricana planteando el programa de demostrador tecnológico High-speed Reconnaissance Drone (HRD, Drone de Reconocimiento de Alta Velocidad), para lo cual se experimentó con los demostradores de la serie Flowchart, que fue seguida por el diseño Seraph fines de los años 90, el cual alcanzaba una velocidad de hasta Mach 0.83 a 40.000 pies de altura y con una carga paga de 80 kilos. El concepto fue cancelado por recortes presupuestarios y, aunque se lo quiso recuperar pocos años después, como Seraph II y con capacidad para lanzar misiles Mokopa, no progresó.
Mientras tanto, Kentron (que luego pasó a ser parte de Denel), siguió avanzando con el Seeker, desarrollando el Seeker II, exportándolo a Argelia y Emiratos Árabes Unidos entre otros, el cual luego evolucionó en el Seeker 200 y finalmente desarrolló el Seeker 400, que es un 30 % mayor y con capacidad para hasta 100 kilogramos de carga útil, pudiendo incluir armamento en su versión Snyper. A la vez hubo desarrollos de otras empresas, como el Aerotek Keen-Eye, el Advanced Technologies and Engineering (ATE, hoy Paramount Advanced Technologies) Vulture, el Mwewe de Paramount, el Aerial Monitoring Solutions (AMS) Eagle Owl, además de varias propuestas del citado CSIR.

Milkor entra en el sector de UAV
Milkor es una empresa nacida en 1981, que en sus primeros años se enfocó con mucho éxito en la producción de lanzagranadas múltiples de 40 mm, los cuales se han exportado a más de 50 países y que han evolucionado hasta convertirse en una familia de lanzagranadas. En 2017 la empresa comenzó un proceso de expansión, sumando una gama de productos terrestres, navales, aéreos y de ciberdefensa. A la vez, apuntaron a tener una mayor presencia internacional, comenzando por la transferencia de tecnología para sistemas lanzagranadas para Colombia. La administración de la empresa le dio un giro para convertirla en una compañía de defensa global que ofrezca más opciones y pueda alcanzar mejor al usuario final con distintos productos y soluciones.
Así, lanzaron una línea de vehículos blindados 4x4 como el Vanguard, el Bushcat y el Frontier, y la producción de una familia de embarcaciones livianas, como el Commander, IPC y Ripper, que incluyen variantes no tripuladas basadas en el IPC, para operaciones de guerra antibuque, antisubmarina y de patrulla.
A la vez, la empresa incursiona en el sector aeronáutico con el desarrollo de sistemas aéreos no tripulados, para lo cual se contrató personal que había trabajado en el desarrollo de algunos de los modelos producidos en Sudáfrica anteriormente, así como ingenieros jóvenes, lo que les permitió generar un equipo de trabajo que suma experiencia e ideas innovadoras. Se contaba ya con los fondos para hacerlo, la capacidad para trabajar con materiales compuestos, la infraestructura, pero faltaban los recursos humanos con experiencia. Se organizó un equipo de reclutamiento que buscó personal con experiencia en Sudáfrica antes de que emigre a otros países, porque parte de los que habían trabajado en los viejos desarrollos de UAV trabajaba en otros países, como Australia, Emiratos Árabes y Estados Unidos. Milkor capturó este personal con experiencia en los distintos proyectos locales y se comenzó a armar un equipo entre gente experimentada que ya había creado UAV en el pasado, incluyendo las células, los sensores y haciendo la integración, con nuevo equipo humano de jóvenes.

El primer desarrollo fue el Milkor MA-18, un UAV táctico que se lanza con la mano y que pesa menos de 3 kilos, ya que está fabricado en materiales compuestos. Puede ser transportado y operado por una sola persona y posee una cámara que permite desde la vigilancia en el campo de batalla hasta una amplia variedad de usos civiles, como es el empleo que se le da en Sudáfrica para el control de las poblaciones de rinocerontes, para prevenir el ataque por parte de cazadores furtivos. Si bien este UAV no tuvo tanta difusión, para la empresa fue un paso importante ya que fue el primer producto en este nuevo rubro.
Al mismo tiempo, para 2018 se desarrollaron el MA-80 y MA-380, que tenían un diseño similar pero distinto tamaño, ya que el MA-80 es un UAV clase 2 para empleo táctico, con hasta 80 kilos de peso máximo al despegue, y el MA-380 era un demostrador de tecnología de un MALE (Medium Altitude – Long Endurance, Altitud Media – Gran Autonomía) de clase 3 de hasta 380 kilos de peso máximo al despegue, para misiones estratégicas, incluyendo la vigilancia de fronteras, el monitoreo de Zonas Económicas Exclusivas y la integración de sensores avanzados y comunicaciones satelitales.
El MA-80, completamente funcional y se desarrolló ante la necesidad del gobierno sudafricano de tener una plataforma para vigilancia y reconocimiento en la sabana sudafricana para cuidar los rinocerontes ante la caza ilegal, con mayores capacidades que el MA-18.

El MA-380 tiene líneas similares al 80 pero dimensiones mucho mayores, apuntando a desarrollar la experiencia y capacidades para entrar al mercado internacional de UAV, que la empresa vio que tenía una mayor demanda de sistemas clase 3, que permita una mejor vigilancia de fronteras durante períodos de tiempo más prolongados, que permita vigilar la Zona Económica Exclusiva de los países hasta las 200 millas, con una mayor carga útil que permita más sensores y de mayor capacidad, así como sistemas de comunicación satelital que haga posible operar a gran distancia de su base.
Estos desarrollos sirvieron para que la empresa gane experiencia y avance en el desarrollo propio de las aeronaves y del software para controlarlas y operarlas. Desde la empresa destacaron que “es un cultivo de capacidades que Milkor juntó, la empresa tuvo la capacidad de reunir a toda la gente para actuar bajo su paraguas. Pudo crear en Sudáfrica una capacidad que se estaba perdiendo, porque se estaba perdiendo el recurso humano, y le generaron al país que vuelva a la palestra global en capacidades de defensa”.

Hasta el Milkor 380
Con el MA-380 la empresa desarrolló la experiencia en la integración de los sistemas, así como en la capacidad para construcción de un UAV de gran tamaño, lo cual llevó a la evolución hacia el Milkor 380, con un peso máximo al despegue de 1500 kilos, una envergadura de 18,6 metros (contra 12 del MA-380) y una longitud de 9 metros, con 220 kilos de carga paga en sensores más una capacidad de hasta 400 kilos de armas. Además de las diferencias en tamaño, el Milkor 380 se diferencia del MA-380 por su cola en V, en lugar de la cola en T de su antecesor.
El crecimiento del área de desarrollo y producción de la empresa lleva a que el equipo se mude de la ciudad de Pretoria a Ciudad del Cabo a unas nuevas instalaciones de 10.000 metros cuadrados, al crecer las necesidades para producir componentes en materiales compuestos y necesitarse hangares más grandes para las aeronaves.
Así, el 19 de septiembre de 2023, solo cinco años después de que se desarrollen sus primeros UAV, voló por primera vez el Milkor 380 en Ciudad del Cabo, el cual fue completamente desarrollado con fondos de la empresa, y ya ha comenzado a operar con la Fuerza Aérea Sudafricana, que contará con las primeras cinco unidades. Con el Milkor 380 operando desde una base de la Fuerza Aérea Sudafricana donde tanto Milkor como el personal de la Fuerza Aérea Sudafricana están cooperando para los vuelos del 380, las contribuciones realizadas y la experiencia adquirida por ambas partes han sido sustanciales.
A partir de entonces la empresa se enfocó en este producto, priorizándolo frente al MA-18 y el MA-80 ya que hay muy pocas empresas internacionalmente que tengan capacidad de hacer UAV clase 3, mientras que hay muchas que hacen clase 2, lo cual les permite competir en un segmento de mercado más acotado y con más posibilidades de hacer negocios. En Clase 3 hay menos de 10 empresas en el mercado, pero muchos de los productos tienen grandes restricciones para la exportación por parte de los gobiernos de los países donde se producen, lo cual hace que en el mercado internacional haya menos de cinco productos disponibles. Mientras, en lo que se refiere a la clase 2, la competencia es mucho mayor, achicando el porcentaje del mercado que puede capturar cada empresa. Eso, igualmente, no ha significado que la empresa haya abandonado sus aspiraciones a vender el MA-80 y ser un actor relevante en el segmento de los UAV tácticos.
La empresa igualmente es flexible y busca crear soluciones que sirvan para ambas partes. Ellos entienden que el Milkor 380 es un producto nuevo, pero también saben y quieren mostrar que el recurso humano y la empresa tienen experiencia. El personal con experiencia les permite hacer tan rápido el vehículo, es personal con más de 40 años de experiencia.
Esta experiencia alcanzada también abarca a la forma de relacionarse con sus clientes, donde desde la empresa afirman que tienen gran flexibilidad para ajustarse a lo que el cliente requiere en cuanto a transferencia de tecnología, posibilidad de participación de la industria local o la adopción de sensores específicos a pedido del cliente. También estudian el entorno local del potencial cliente para evaluar qué empresas pueden apoyar en el soporte, como puede ser en el mantenimiento de los motores y sensores, entre otras cuestiones, aunque también apuntan a que el operador pueda realizar todo el mantenimiento por su cuenta, sin necesidad de tener que enviar la aeronave o sus sistemas al fabricante para realizarles recorridas.

También han aprendido que, si bien como empresa privada pueden vender directo a sus clientes, dado que muchos países lo requieren, también trabaja bajo el paraguas del gobierno sudafricano y eso les permite hacer negociaciones gobierno a gobierno.
Ahora, con la experiencia ya alcanzada con el Milkor 380, la empresa decidió ir a un proyecto más ambicioso, que es el Milkor 780, que es un HALE (High Altitude – Long Endurance) de clase 4, del cual no se han revelado las especificaciones y que será presentado en la eria African Aerospace and Defence (AAD) en septiembre de 2026. Este aparato, que tendrá mayor carga útil y capacidad para llevar armamento, con un peso máximo al despegue en el orden de los 5600 kilos, apunta a que los clientes de la empresa puedan contar con productos para todas las clases de UAV ofrecidos por un mismo proveedor.
Desde la empresa destacan el músculo económico que les permite sacar proyectos rápido, igual que la relación que tienen con otras empresas, que les permite integrar tecnologías más rápido, como han hecho con Hensoldt para la integración de la torreta de sensores Argos, así como el radar de apertura sintética y los sistemas COMINT, SIGINT y ELINT.
Con una autonomía de hasta 35 horas, el Milkor 380 tiene una capacidad de carga útil de 210 kg que permite transportar una amplia gama de armas y equipos en cinco puntos de anclaje, cuatro de ellos bajo las alas y uno en el vientre. Entre los sensores puede llevar un radar de apertura sintética, sistemas de guerra electrónica y una torreta de sensores electroópticos, etc.
Además, está propulsado por un motor Rotax 915iS turboalimentado de cuatro tiempos y cuatro cilindros que desarrolla 135 CV, lo que le da un techo de servicio de casi 10.000 metros, una velocidad máxima de 250 km/h y una velocidad de crucero de 150 km/h.