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En emergencia sobre Caracas a bordo de un Bell 212

Por Calistenes Fuguet


Serían aproximadamente las 11:00 del día 4 de octubre de 1972, cuando el Jefe de la División de Operaciones del Estado Mayor del Comando de Operaciones Aéreas de la Fuerza Aérea Venezolana, Coronel (Av) Rafael Sánchez Mejías, se acercó a mi escritorio para informarme que dejara lo que estaba haciendo en ese momento para efectuar un vuelo a la casa Militar con el Presidente de la República y varios acompañantes, con motivo de la inauguración de un Liceo Militar en la ciudad de Puerto Píritu, Estado Anzoátegui.

Debido a que yo estaba finalizando la rehabilitación médica en el Hospital Militar de Caracas por fractura de muñeca en la mano derecha, me sugirió efectuar esa misión. Respetuosamente, le indique que lamentablemente por Directiva no podía hacer ese vuelo. Él me manifestó, que el piloto del otro helicóptero presidencial estaba de vacaciones y el personal de pilotos designado para los vuelos con el Presidente de la República y sus acompañantes tenían que ser pilotos muy bien entrenados e instructores de vuelo, además, el Grupo de Operaciones Aéreas Especiales No.1, me había designado a efectuar ese vuelo con un alumno mío y de gran experiencia, el capitán Augusto Pereney Bravo.

Debido a que no había otra alternativa, opté por cambiarme de uniforme y me dirigí a mi habitación. En el trayecto conseguí al Cap. Pereney, que en ese momento venía de la Base Aérea Libertador con el helicóptero en el que efectuaríamos el vuelo, conversamos y me participó que teníamos que ir al aeropuerto de Maiquetía los dos helicópteros asignados al vuelo para reabastecer de combustible, porque la cisterna de la Base Miranda estaba indisponible.


Bell 212 comprado para reemplazar al accidentado

Inmediatamente, el Mayor Yánez Méndez, piloto del helicóptero No.1 y Edecán del Presidente de la República, nos pusimos de acuerdo para ir cada quien en los respectivos helicópteros asignados al aeropuerto internacional a reabastecer de combustible. El Capitán Pereney, muy gentilmente me cedió el puesto del piloto, le agradecí su gesto y le dije: "Quédate allí, que yo te conozco muy bien".

Luego el Mayor Yánez Méndez, piloto del helicóptero No.1 se puso en contacto conmigo para un despegue conjunto al reabastecimiento de combustible. En la ruta al aeropuerto, sentí un fuerte golpe lateral en el helicóptero, le pregunté al Cap. Pereney, si había sentido algo extraño en ese momento, me dijo que no, la misma pregunta se la hice al ingeniero de vuelo, y también fue negativo, sin embargo, le advertí que cuando estuviese reabasteciendo el combustible destapara lo que pudiera en las turbinas y revisara por cualquier anormalidad. Terminada su función, me participó que no observó nada anormal, ninguna fuga de combustible, aceite, líquido hidráulico.etc.

Reabastecidos los helicópteros, el Mayor Yánez Méndez, me manifestó que despegaría primero para terminar de hacer algunos arreglos conducentes al viaje, le participé que aterrizara en el helipuerto de Miraflores frente a los escalones y me dejara despejada la parte trasera lateral para aterrizar en ese lugar.

Cinco minutos después de despegar el helicóptero No.1 encendimos las turbinas y, detenidamente, comencé a detallar todos los instrumentos: presiones, temperatura, revoluciones por minuto (RPM), etc. todo aparentaba normal. Hice hover y virajes sobre el eje y aterricé. Le dije al Cap. Pereney que hacía esto por lo que había sentido en la ruta hacia Maiquetía en el callejón de Tacagua.


Retrato de Calístenes Fuguet

Después de este procedimiento, solicité autorización de la torre de control de Maiquetía para el despegue hacia el helipuerto de Miraflores. La ruta fue completamente normal, sin ningún problema, aterrizando luego en dicho helipuerto.

Después de aterrizar, un oficial compañero de mi unidad de vuelo, edecán del presidente, me invitó al cafetín a tomar un café. Cuando bajaba los escalones del helipuerto, observé un movimiento de tropa para una formación y supuse la pronta salida del presidente, me devolví y esperé la subida del presidente al helicóptero No.1., pero pasaron unos minutos hasta su llegada. Después de embarcarse con algunos acompañantes, se embarcaron en mi helicóptero No 2 seis pasajeros de la Casa Militar.

Una vez, todos listos en sus respectivos helicópteros, me llamó el Mayor Yánez Méndez por VHF, informándome que despegaría primero, le contesté, en cuenta, y que durante el vuelo estaríamos a la vista.

Cuando el helicóptero No. 1 encendió las turbinas, inmediatamente hicimos el procedimiento de encendido, para estar preparados y despegar después del No.1. Procedimos como habíamos planificado. Durante el encendido de turbinas no apareció nada anormal, ni tampoco cuando hice hover rápido para el despegue.

Después del despegue y el ascenso, los instrumentos estaban en sus marcaciones normales, pero cuando estábamos próximos a alcanzar 1.500 pies, oí en los audífonos el peor y grave de los sonidos que puede sentir un piloto de helicóptero de éste tipo, el llamado de emergencia de caída de las RPM de las turbinas, de inmediato procedí a subirlas y le participé al Cap. Pereney la gravedad de la emergencia, llamé al helicóptero No.1, y a la torre de control de la Base Miranda indicando que nos estábamos cayendo sobre Caracas por esta falla, las turbinas no respondían con el procedimiento empleado y las RPM seguían cayendo.

El Cap. Pereney y yo buscábamos un lugar donde el siniestro fuese menos traumático, pero las avenidas, calles, vehículos, edificios y personas en la ciudad no daban la posibilidad de poner el helicóptero en algún lugar adecuado. No hice la autorrotación en el momento que se presentó la falla porque hubiese sido muy grave por la baja altura, opté seguir cayendo hasta que las RPM llegarán hasta el límite mínimo indicado, aún así, con toda la potencia, el helicóptero seguía descendiendo, perdiendo altura dramáticamente.

Hicimos entre los dos un viraje a la derecha para no chocar de frente con un edificio, cuando salimos del viraje, estaban frente a nosotros unos árboles, hicimos el procedimiento de apagar el helicóptero a fin de evitar un incendio o explosión. Cuando teníamos los árboles de frente, me preparé para la caída del helicóptero. Saqué los pies de los pedales, agarré fuertemente el bastón del cíclico para evitar se me introdujera en el abdomen y también el colectivo para más agarre.


Bell 212 de la FAV junto a dos Alouette III.

Cuando pusimos el helicóptero encima de los árboles de frente con los dos esquíes, se sintió como un aterrizaje sobre tierra, pero el peso de la nave, más la rotación de las palas al chocar con los troncos más gruesos, motivó la inclinación del lado derecho, chocando ese lado con el pavimento, yo quedé atrapado y levantado en la silla con los arneses de pecho y de cintura demasiado fuerte, que a duras penas pude aflojar y salir, debido a que la silla se dobló de tal manera que los arneses me produjeron graves lesiones internas, tales como: hemorragia interna, ruptura mesosigmoide, mesenterio y explosión de vejiga.

Con todo y el dolor, trate de sacar al Capitán Pereney que yacía en su asiento con el cuerpo inmóvil, pero fue imposible por el dolor tan fuerte en el abdomen y vómito de sangre.

Yo hice curso de UH-1en Estados Unidos, mis instructores eran veteranos de la guerra de Vietnam, tenían una sabía experiencia en ese tipo de helicóptero y gracias a esos conocimientos adquiridos que también impartí a mis alumnos, han sido factores influyentes para salir con éxito en momentos difíciles de toma de decisión.

Lamentablemente de los tres tripulantes y las seis personas acompañantes del Dr. Caldera, el Capitán Augusto Pereney Bravo fue el único fallecido. El más grave fui yo.

En éste accidente, cuando ya había salido del helicóptero, se me acercó una señora alta y delgada y me dijo muy amablemente: “Mi amor, ¿a qué centro hospitalario quieres ir?, yo te llevo con mucho gusto, estás botando mucha sangre por la boca”. Esto sinceramente me asustó, y además vestía de negro. Agregó a su comentario anterior: “a mi esposo nadie pudo ayudarlo en su accidente en Maracaibo”. Era la viuda de un piloto Capitán de Nave de la Línea Viasa de Venezuela que se estrelló en el despegue.

Después de 50 años de ese accidente quiero agradecer nuevamente a esa noble y gran señora que me trasladó al Hospital Militar.





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