La aviación de caza latinoamericana se encuentra desde hace años en la encrucijada entre lo que las fuerzas necesitan y lo que los gobiernos pueden pagar. Mientras algunos logran cierto reequipamiento, otros no tienen opción más que abandonar sus aspiraciones.
Por Santiago Rivas
Hasta fines del siglo pasado, la aviación de combate latinoamericana se encontraba con cierto nivel de equilibrio en cuanto al equipamiento y capacidades de la mayoría de las fuerzas, mientras que muchas de ellas se aprestaban a una necesaria modernización, reemplazando aeronaves incorporadas, en su mayoría, en los años 70, como las de la familia Mirage, los F-5, A-4 y otros modelos. Sin embargo, en la mayoría de los casos esta renovación no fue posible y en otros no fue en la medida en la que deseaban las fuerzas. Algunos optaron por la modernización y otros debieron resignarse a mantener lo que tenían hasta que esos equipos fueran dejando el servicio. Otras fuerzas aún esperan poder convencer al sector político para que les asigne el presupuesto necesario para la compra de nuevo material.
Argentina
El país que llegó a tener la mayor fuerza de aviación de caza de la región ha debido sufrir desde 1983 las malas políticas internas y una constante presión británica para impedir cualquier reequipamiento de sus Fuerzas Armadas. A esto se han sumado recurrentes crisis económicas que han servido de justificativo al sector político para frenar cualquier compra de equipamiento. Esto afecta especialmente a la aviación de caza, que no ha logrado el reemplazo a la flota de aviones Mirage, retirados del servicio a fines de 2015, ni de los A-4AR Fightinghawk, de los que apenas queda un puñado operativos, sobre una dotación de 32 aeronaves.
Tras analizarse una amplia serie de propuestas por equipos usados, además de equipos nuevos como los chino-paquistaníes Chengdu FC-1/ JF-17 y el Leonardo M346FA, en 2019 finalmente se optó por el coreano KAI FA-50, negociándose un lote de entre 8 y 12 unidades para reemplazar en un primer paso a los A-4AR Figthinghawk. Sin embargo, el gobierno del presidente Mauricio Macri, prefirió dejar la firma del contrato para el nuevo gobierno, el cual no ha retomado el tema. En la actual coyuntura económica y política del país es muy poco probable que haya algún tipo de avance en el corto plazo.
Por su lado, el Comando de Aviación Naval Argentina avanza lentamente en la puesta en servicio de los cinco Super Etendard Modernizé comprados en 2018 y recibidos en 2019, esperándose que vuelvan a volar en 2020.
Chile
Habiendo atravesado también un largo proceso de idas y vueltas para seleccionar al aparato que reemplazó a su vieja flota de Mirage 50 Pantera y Mirage 5 Elkan, finalmente optaron por el F-16, comprando en 2002 un lote de diez Lockheed Martin F-16C/D Fighting Falcon Block 50, los cuales fueron seguidos por un contrato con la Fuerza Aérea Holandesa en 2005 por 18 F-16A/B Block 20 MLU de segunda mano y finalmente, otros 18 del mismo origen comprados en 2007. Recientemente, el alto mando de la FACh informó que planean modernizar los aviones para que sirvan hasta el 2040.
Por otro lado, si bien inicialmente se pensaba reemplazar también a los F-5, en diciembre de 2010 se decidió mantenerlos en servicio y enviarlos al sur del país, manteniendo a los Fighting Falcon en el norte, aunque la Fuerza Aérea de Chile actualmente se encuentra analizando cuál será su reemplazo o si finalmente se decidirá cerrar el Grupo de Aviación Nº12 en Punta Arenas. La inexistencia de amenazas en dicha región del país ha llevado a considerar esta posibilidad, dada la inversión necesaria para comprar nuevos aviones.
Colombia
Con una guerra interna que ya dura más de sesenta años y una tensión con Venezuela que se mantiene, el eje de la Fuerza Aérea Colombiana ha pasado de orientarse solamente hacia la lucha contrainsurgencia para cubrir también amenazas convencionales, especialmente ante los Sukhoi Su-30MK2 y F-16 Fighting Falcon venezolanos. Actualmente, la fuerza cuenta con 18 IAI Kfir C10 y tres TC12 en el Escuadrón Nº111 del Comando Aéreo de Combate Nº1 en la Base Aérea Germán Olano, en Palanquero.
El remanente de 10 Kfir C7 y un TC7 originales fue modernizado a partir de 2008 al estándar C10. Si bien inicialmente algunos fueron entregados sin el cambio de radar, denominados Kfir C12, con el tiempo todos fueron recibiendo las nuevas narices, aunque éstas son intercambiables. Además, se compraron once monoplazas nuevos y tres biplazas, aunque la pérdida de tres de estos últimos más el biplaza sobreviviente, llevó a que se reciban otros tres ejemplares para reemplazarlos.
A pesar de que recibieron muchas mejoras, la Fuerza Aérea Colombiana está embarcada en la selección de un reemplazo. A mitad de 2019 enviaron al Poder Ejecutivo las conclusiones de la selección técnica y financiera, en donde ya se ha indicado el modelo elegido por la fuerza, aunque el gobierno aún no aprobó el presupuesto de 1200 millones de dólares.
Por otro lado, la fuerza mantiene interés en la compra de un lote de KAI FA-50 para reemplazar a los Cessna (hoy Textron) A-37B Dragonfly y operarlos desde Barranquilla.
Venezuela
A pesar de la recepción de 24 Sukhoi Su-30Mk2 a partir de 2007, desde hace ya varios años que las capacidades de la fuerza han ido languideciendo debido a la falta de presupuesto. Así, a la ya reducida operatividad de los 21 F-16A/B Fighting Falcon, que no supera los dos o tres ejemplares, se ha sumado una bajísima operatividad de los Su-30Mk2. Uno de los problemas que aqueja a la fuerza es la falta de pilotos y mecánicos, dado que muchos de ellos abandonaron las filas ante la situación política del país.
Si bien el gobierno venezolano había demostrado en 2010 interés por un lote adicional de Su-30 o uno de Su-35 para reemplazar a los F-16, esto nunca se materializó.
Perú
Luego de haber poseído una de las flotas de combate más poderosas de la región, Perú ha descuidado a su Fuerza Aérea en las primeras dos décadas del nuevo milenio. Si bien se inició un lento programa de recuperación de capacidades, que incluyó la modernización desde 2012 de seis MiG-29S/SE y dos MiG-29UP al nivel SMP, no se siguió adelante con el plan para modernizar otros ocho, anunciado en 2013, sobre un total de 19 que poseía la fuerza. Además, uno de los monoplazas modernizados se accidentó el 29 de marzo de 2019.
La fuerza espera avanzar en la nueva década en el reemplazo tanto de estos aviones como de los doce Mirage 2000P/DP. Si bien se han recibido propuestas rusas, suecas, chinas y francesas, aún no se ha iniciado un proceso formal de selección.
A la vez, se estudia la compra de un avión de combate ligero para reemplazar al Aermacchi MB-339P y al Cessna (Textron) A-37B Dragonfly, habiéndose analizado el Leonardo M346, el Yak-130 y el KAI FA-50, entre otros.
En cuanto a la flota de Sukhoi Su-25, el 23 de diciembre de 2014 el Servicio de Mantenimiento de la FAP (SEMAN) firmó un contrato con Rosoboronexport por el soporte para la recuperación de seis Su-25 y cuatro Su-25UB (sobre un total de 18 en dotación), entregándose ya tres de ellos al Escuadrón Aéreo 112 del Grupo Aéreo 11 y esperándose la entrega del resto antes de 2021.
Centroamérica, Caribe y México
Actualmente, los países de América Central, exceptuando a Honduras con sus F-5, carecen de aviación de caza, mientras que algo similar ocurre con el Caribe, en donde solamente Cuba mantiene una cada vez más insignificante fuerza de caza, que no se renueva desde hace unos 30 años y mantiene una operatividad extremadamente baja. El Salvador cuenta con el Cessna (Textron) A-37B como su aparato más poderoso, habiendo comprado todo el remanente de aviones y repuestos de A-37B de la Fuerza Aérea de Chile y, si bien la Fuerza Aérea Guatemalteca dejó de operar sus A-37B por el año 2007, en 2019 firmó un contrato inicial por la compra de dos Fadea IA-63 Pampa III, con la intención de llegar en un futuro a los ocho ejemplares, pero errores administrativos obligaron al gobierno a cancelar dicha compra.
México, a pesar del crecimiento de los problemas internos causados por el narcotráfico, no tiene una necesidad de ampliar su flota, hoy compuesta solo por un escuadrón de F-5E Tiger II, de los que apenas vuela una pequeña cantidad, aunque ha mostrado varias veces su interés en un reemplazo de las aeronaves por un aparato más moderno con prestaciones suficientes para interceptar jets que puedan estar realizando vuelos ilegales y también ofrecer una capacidad disuasoria, pero a la vez económico, lo que acorta el espectro de opciones.
En el resto de América del sur
Paraguay, Bolivia y Uruguay no cuentan con aviones de combate propiamente dichos. Bolivia ha recibido en 2011 un lote de seis Hongdu K-8 de entrenamiento, con cierta capacidad de ataque que han demostrado tener limitaciones en sus motores para operar en altura y se ha considerado que no son aptas para operar regularmente en el aeropuerto de La Paz, que se ubica a 13.000 pies de altura. Recientemente se negoció la compra del IA-63 Pampa III y se evaluaron otras opciones.
Paraguay por su lado, cuenta con un puñado de Embraer Tucano como sus únicos aparatos con capacidad ofensiva. El reducido presupuesto solamente ha permitido analizar opciones como un lote de Super Tucano o del Pampa III para ampliar sus capacidades y por el momento no hay ningún plan definido.
En el caso de Uruguay, su Fuerza Aérea necesita reemplazar a los viejos A-37B Dragonfly. Si bien gestionó la posible compra de los F-5E/F de la Fuerza Aérea de Chile o de un lote de ejemplares suizos, modernizados por RUAG, no se dispuso del presupuesto para la operación. Hoy también analizan otras opciones, donde prevalece el Leonardo M346FA.
El único de los países de pequeño tamaño de América del Sur que cuenta con aviones de caza es Ecuador, aunque su flota ha sufrido recortes de presupuesto. Para cubrir la escasez de aparatos operativos y contar con una fuerza disuasoria se firmó un leasing por doce Denel Cheetah C a Sudáfrica, los cuales cuentan con una aviónica similar al Kfir CE, pero mantienen el motor SNECMA (hoy Safran) Atar 9 francés. Sin embargo, debido a la falta de recursos han quedado en tierra desde hace más de un año y la fuerza está analizando una oferta de IAI para recuperar y modernizar los Kfir, incorporando algunos ejemplares adicionales.
El escenario para la mayoría de las fuerzas es muy complejo, debiendo casi todas ellas encarar modernizaciones o reemplazos en el corto plazo y, en algunos casos, habiendo ya perdido casi toda su capacidad de combate. En tiempos en que los políticos no tienen interés en la defensa, recuperar capacidades se vuelve casi una utopía.
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