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Ignacio Montes de Oca

Guerra en Ucrania - días 624 a 648: Putin se juega el resto

Reseña de los días 624 (jueves 9 de noviembre) a 648 (domingo 3 de diciembre) de la guerra en Ucrania. Vamos con un nuevo reporte de la guerra en Ucrania, pero esta vez vamos a agregarle la pregunta ¿Realmente va ganando Rusia y perdiendo Ucrania? La duda surge por la proliferación de artículos que lo aseveran. Vamos a hacer un diagnóstico con cifras


Por Ignacio Montes de Oca


Como siempre, vamos a describir primero lo que sucede en cada sitio caliente del frente, en donde vamos a encontrar avances y retrocesos en las ofensivas que sostiene cada bando y que, como en reportes anteriores, cobra protagonismo el ataque masivo que realiza Rusia.

En la zona de Adviivka las tropas rusas progresaron 800 m en la zona industrial y siguen presionando sobre Stepove. Los avances se miden en centenares de metros y a un costo en equipos y tropas tremendo sin alterar aun de manera definitiva el dispositivo de defensa ucraniano.

En la parte occidental de Mariinka también hubo un avance ruso, aunque no lograron estacionar tropas en la zona, dado que sus restos no ofrecen reparo para los contrataques ucranianos. Aun es zona disputada, pese a los anuncios triunfalistas rusos y las banderas sobre las ruinas.



En Bakhmut, Rusia avanzó sobre Berkhivkha luego de tomar Krehmove, una zona que intentaba ocupar desde el año 2014. Estos son los progresos de la ofensiva rusa iniciada el 5 de octubre y que por ahora va sumando algo más de 24 km2 de nuevos territorios invadidos.

Ucrania también tiene logros para exhibir y también recuperó zonas ocupadas desde 2014 en Horlivka, desde donde intenta aliviar la presión sobre Adviidka, a algunos kilómetros al sur. Los planes originales fueron alterados por la dimensión y extensión del ataque ruso.

El logro más importante de Ucrania es la consolidación de la cabeza de playa en Krynky, que esta semana se agrandó en 800 metros lineales a lo largo del Dniéper. Rusia intentó desalojar al contingente ucraniano con bombardeos y ataques terrestres, aunque sin éxito.

También hubo un pequeño progreso de unos centenares de metros en el frente de Robotyne en la zona entre Kopani y Novopropopivka. En Kupyansk, Rusia sigue lanzando ataques masivos e intentó otro avance en Kremina. Putin ordenó saturar el frente y Ucrania resiste el embate.



Las novedades esta semana no son buenas para Ucrania, pero tampoco hay que exagerar el dramatismo. En todos los casos se trata de cambios en el mapa de porciones pequeñas de territorio y el balance de zonas invadidas y liberadas no es determinante para adivinar un resultado final.

No obstante, la prensa occidental volvió a plagarse de artículos que anuncian una derrota ucraniana y el fracaso de su ofensiva. En el mapa al menos no parece reflejarse la histeria de algunos editorialistas apresurados en dictaminar como va a terminar el conflicto. En esos artículos se citan los avances rusos en Bakhmut, Adviidka y Mariinka pero se omiten los logros ucranianos en Roboytne, Krynky y Horlivka. De igual modo, se juzga por su progreso exiguo a la ofensiva ucraniana sin utilizar el mismo parámetro para lo que avanzan los rusos.



Detrás de ella opera la propaganda rusa y sus carolos en las redes magnificando, como en Bakhmut, cada avance ruso como si recorriera la distancia del Apolo 11. O sugiriendo repliegues, rendiciones y negociaciones que son funcionales a las ideas del Kremlin. Y la omisión principal no está en describir adelantamientos de cientos de metros en cada frente, sino en no observar el costo que paga cada bando por sus ataques y defensas, porque en ese desgaste es en donde está el factor crucial para elucubrar el posible futuro de la guerra. A partir de ese recorte de la realidad en el frente algunos insisten con una idea que ya está más versionada que la canción “My Way” de Claude Francois, que Ucrania está perdiendo la guerra y que Rusia la está ganando. Vamos a revisar ese concepto para dejar de hablar pavadas.

La idea de victoria tiene que ver con la obtención de la meta planteada. Repasemos entonces los objetivos y logros desde el inicio de la guerra, para saber si alguno de los bandos puede decir que ya ganó o está por ganar. Putinlovers, sugiero dejar de leer desde aquí.

Con la invasión del 24 de febrero de 2022, Putin buscó terminar la tarea iniciada con la invasión de Crimea en 2014 de instalar un gobierno propio en Ucrania y someterla a un vasallaje. Por eso envió sus mejores tropas hacia Kiev e intentó tomar el aeropuerto de Hostomel. Cuando fracasó en su plan original, Putin planteó en marzo de 2022 la idea que todo había sido una maniobra de distracción y que solo quería apropiarse de los oblast de Luhansk y Donetsk en el Donbás y ya que estaba por la zona, quedarse con Jerson, Zaporiyhia y Jarkov. En ese mes lanzó una ofensiva que tenía por objetivo completar la invasión sobre el resto del territorio libre de esos oblast. Fue otro fracaso ruso. Hasta hoy siguen intentando avanzar y no logran completar la tarea encomendada por Putin a sus generales en junio de 2022.



El fiasco militar puede medirse. Del 30% del territorio ucraniano que ocupaba, pasó al 17,84% de la actualidad y en noviembre de 2022 tuvo que huir de Jerson, la única capital de oblast que logró invadir. En total, fue desalojado del 54% del territorio que ocupó desde febrero de 2022.

Puede decirse que logró una victoria pequeña al tomar Bakhmut tras 9 meses, 40.000 soldados y la pérdida de su fuerza más efectiva: Wagner. Parió un pequeño triunfo, pero no logró pasar más allá y tomar Kramatorsk que era el objetivo que hubiese completado la toma de Donetsk.

El otro objetivo era avanzar hasta Odesa para ocupar la costa ucraniana del Mar Negro y enlazar luego al territorio separatista de Transnistria en Moldavia. Un mapa de Lukashenko terminó por confirmar el plan B de Putin que se selló con otra derrota humillante. El avance por la costa era parte del plan más amplio de control del Mar Negro que comenzó a irse a pique con el Moskva en abril del 2022, se hizo más profundo con la liberación de la Isla de las Serpientes en junio de ese año y de las plataformas petroleras en septiembre de 2023.

Mientras tanto, Putin observó como su flota del Mar Negro comenzó a naufragar. En total, 12 buques de la flota rusa fueron alcanzados por los ucranianos, que casi no tienen armada. En el listado hay una corbeta, 7 buques de desembarco y un submarino hundido en tierra firme.

Los datos: a fines de septiembre Ucrania había logrado enviar 153 buques con 5,6 millones de toneladas de grano a través del Mar Negro mientras la flota rusa huía de Sebastopol a Novorossiysk para ponerse a salvo de los drones y los misiles Storm Shadow ucranianos. Putin fue humillado varias veces en la batalla del Mar Negro. Luego de advertir sobre un ataque a Crimea agitando su órgano nuclear, la península se convirtió en un objetivo permanente de ataques ucranianos. Lo mismo sucedió con el Puente de Kerch, un símbolo de su orgullo herido.



También fracasó en su estrategia de extorsión con el hambre global al atacar los sitios de almacenamiento, procesamiento y embarque del grano ucraniano. Hoy observa impotente como Kiev exporta bajo la protección de las rutas a través del litoral de los países de la OTAN.

Hoy estamos a un año de otra derrota y es la de la sumisión de Ucrania al frío mediante el ataque a usinas y plantas de distribución de energía. La combinación del refuerzo antiaéreo desde Occidente y la asistencia para reconstruir la infraestructura alcanzada, lo vencieron. Entre febrero de 2022 y octubre de 2023, Rusia lanzó más de 3.300 misiles contra Ucrania. Hay dos datos para destacar para entender el porqué del fracaso ruso en esta ofensiva contra la infraestructura civil. El primero es el aumento de la eficacia de la defensa aérea ucraniana. Luego hay que destacar el cambio en el tipo de proyectiles que utiliza Rusia. Al principio, se cansó de derrochar misiles balísticos y de crucero que llegaban a diario desde buques y bombarderos. De a poco el ritmo y el monto de los ataques fue mermando en intensidad y calidad. Desde principio de este año la proporción de misiles comenzó a ceder frente a los drones Sahed 136 entregados por Irán. Pasaron de representar el 40% al 58% de los ataques. Desde el 25 de noviembre a hoy, fueron 140 drones y 7 misiles, 95% de diferencia.

El segundo factor fue la mejora de la capacidad antiaérea ucraniana y de sus sistemas de vigilancia que reclama una efectividad de derribo del 79% para misiles balísticos, del 91% para los de crucero y del 89% para los drones. En febrero, la eficacia era del 30%.

Los datos proceden del gobierno ucraniano, pero son consistentes con el daño verificado en cada ataque y con la llegada de sistemas como los Patriot de EEUU y otros igual de efectivos como los alemanes Iris T. En cualquier caso, Putin no logró congelar a Ucrania.

Hay otras derrotas básicas, como el freno a la OTAN, que hizo crecer a esa alianza, el pisoteo de cada una de las líneas rojas que trazó Putin, el fracaso de su campaña de amenazas nucleares y el aislamiento diplomático que solo es quebrado por la asistencia iraní y norcoreana.



Derrota económica

En lo económico, el fracaso ruso es más palpable. Su PBI en 2022 cayó un 2,2% y en 2023 quizás crezca un 1,1% según el FMI, impulsado por la economía de guerra. Pero está lejos del 6,7% que en 2021 se preveía para este año. Y no va a ser del 5,6% como afirma el gobierno ruso.

La inmunidad e, incluso, la resiliencia de la economía rusa es parte de la narrativa. El rublo sigue depresivo, las ventas minoristas en octubre cayeron un 33% y entre China y Rusia apenas compran el 35% de los 160.000 millones de euros en energía que compraba Europa. Otras cifras son igual de negativas. La inflación se aceleró al 7,6% anual, los ingresos por exportaciones petroleras cayeron un 30%, la producción industrial un 16,9% y la manufacturera un 28,1% desde que se inició la invasión. Son datos oficiales rusos.

Putin destinará desde octubre el 30% de los ingresos del estado para cubrir los gastos de la guerra, que le demandan al menos U$S 16.000 millones mensuales, sin contar el gasto de reposición. Solo en sostener su presencia en las zonas ocupadas, gastará U$S 7.700 millones en 2024.

El déficit es del 0,8% de su PBI y ya gastó el 60% del Fondo Soberano de U$S 300.000 millones reservado para la guerra. El recorte en servicios sociales y de salud quizás explique porqué por primera vez una encuesta refleja el descontento creciente con la guerra entre los rusos.

Es discutible decir que Rusia va ganando si su economía se resiente por la falta de inversión, la caída de ingresos y el efecto real de las 16.635 sanciones. Bajo la mano dura de Putin puede resistir, pero de allí a decir que el tiempo juega a su favor hay un mundo de distancia. Para sostenerse en la guerra Putin tiene que cubrir las pérdidas que provoca la guerra con ingresos frescos. A diferencia de Ucrania, no tiene potencias económicas e industriales que la cubran. China en India son meros compradores oportunistas. Al aislamiento político, es oneroso.



Victorias y derrotas

Vamos a analizar ahora las victorias o derrotas ucranianas. El triunfo más obvio fue haber contenido la ofensiva de la segunda potencia global del momento y sostenerse libre sin contar aun con la asistencia militar masiva de Occidente. Ese logro es continuo. Hay una victoria parcial al haber desalojado a los rusos del 12% de su territorio. Esto implica haber liberado unos 72.000 km2. Es otra victoria incompleta porque su propósito es sacarlos completamente de los territorios invadidos, incluyendo los de Crimea.

Puede decirse que la segunda ofensiva no marchó como estaba previsto. La defensa rusa y los ataques desde octubre alejaron el objetivo de llegar a Mariupol, Berdiansk o Melitopol, o incluso a un punto intermedio como Tomkak. Aun lo intenta, pero sin éxito a la vista. Hay un fracaso compartido con Occidente, al no haber persuadido a sus aliados sobre la importancia de contar con más y mejores armas para quebrar el empate de avances y retrocesos. Luego vamos a volver con esa idea porque es la más importante a futuro.

Por supuesto que en cada derrota rusa hay victorias ucranianas, ya sea en el Mar Negro, en la defensa aérea, en el apoyo Occidental o en la exportación de granos. Pero no es honesto decir que Kiev alcanzó todos los objetivos que se ha planteado desde el inicio de la invasión rusa.

La otra parte de la idea de una victoria rusa inevitable está en su supuesta capacidad infinita para fabricar armas, un concepto de los que ven la vida en sepia y creen que todavía existen la Unión soviética o que Putin es un hombre mágico que dominará al mundo con sus tropas ZZ.



¿Rusia fabrica armas suficientes para reponer las pérdidas? De ser cierto el ataque de octubre lo hubieran encabezado tanques T-90M o las versiones nuevas del T-72. No obstante, en las perdidas verificadas hay más modelos anteriores, lo que sugiere que hay más reciclaje que estrenos.

Vamos a las cifras con las que comenzó cada bando la invasión del 24 de febrero. Es un buen punto de partida para saber con cuántas fuerzas cuentan 619 días después. Sigamos usando el parámetro de los tanques, porque son un elemento central de la guerra en Ucrania. Aunque las fuentes divergen, se estima que Rusia inició la invasión con unos 3.000 tanques operativos-de los cuales usó 1.800 para el ataque- y un total de hasta 14.000 modelos viejos que estaban estacionados en campos de almacenamiento en varios puntos de su territorio.

En la verificación visual, Rusia perdió 2.310 tanques entre destruidos, abandonados o capturados. Es el 77% de su fuerza total inicial. Un simple cálculo indica que de esos 3.000, hoy sobreviven 690 más un agregado de 133 tanques capturados a Ucrania. Son 823 tanques. Estamos contando en todos los casos tanques cuya baja fue verificada visualmente, es una estimación a la baja que podría estar un 20% debajo del número real. Y contamos tanques en condiciones de entrar en combate, no a los que están en un depósito luchando contra el óxido.

Ahora hay que ver cuántos se repusieron. Sabemos que antes de 2022, Rusia producía unos 200 tanques anuales, por la cantidad de pedidos que podía cumplir con el exterior. De esa manera podemos suponer que, en los 21 meses de guerra, habría entregado 348 tanques nuevos. Pero Rusia declara que produce 1.200 tanques anuales, que no deben ser todos nuevos, porque las sanciones los privan de las maquinarias, insumos y la electrónica para fabricar como antes. Se supone que esa cifra incluye los tanques reciclados de los depósitos de reserva.



Tomando esa media de 100 tanques mensuales, habrá recibido unos 2.100 tanques entre modelos que van del T-90M al stalinista T-54/55. Es decir que en total Rusia bajó apenas su arsenal a 2.933 tanques pagando el precio adicional de envejecer su parque de vehículos.

Vamos a comparar con Ucrania, que en febrero de 2022 tenía 988 tanques y 1.280 en reserva. Luego hay que agregarle 548 unidades rusas capturadas por soldados y tractores. Ya escalamos a 1.536 sin contar los que reciclaron de la reserva, porque su número no fue informado. Al total hay que sumarle 830 tanques adicionales entre Leopard 1 y 2, T-72, Challenger, Abrams y modelos fabricados por aliados. El total es de 2.366. Hay que restarle 637 entre destruidos, capturados y abandonados. El total estimado actual es de 1.729 tanques.

La proporción inicial se mantiene, por lo que ninguno de los dos ha logrado degradar el numero enemigo. Pero sí hay que sincerar que mientras los tanques rusos declinan en edad y tecnología, los ucranianos aumentaron su calidad y eficacia. En el frente se nota esa diferencia. La diferencia tecnológica se puede medir también de un modo sencillo al ver la proporción de bajas. Con solo calcular la cifra perdida por cada bando queda claro que la proporción de 3 a 4 a 1 en favor de Ucrania es elocuente sobre la diferencia en la calidad y en las tácticas.

Si no se quiere usar el parámetro de los tanques, podemos ampliarlo al total de equipos terrestres perdidos: desde el inicio de la guerra Rusia perdió un total de 13.269 vehículos de todo tipo, frente a los 4.711 de Ucrania. La proporción de 2,8 a 1 a favor de los ucranianos.

Otros ítems de bajas rusas y ucranianas según Oryx: blindados de combate, 1.075 a 336 (1 a 3,1); vehículos de combate de infantería, 3.068 a 786 (1 a 3,9); blindados de transporte de personal, 374 a 374 (1 a 1); artillería, 1.254 a 472 (1 a 2,6); sistemas SAM, 187 a 129 (1 a 1,4). Subamos la mira. Aviones militares de todo tipo, 94 a 78 (1 a 1,2) y helicópteros 132 a 36 (1 a 3,6). Recordemos que el ataque inicial ruso destruyó a gran parte de la fuerza área ucraniana en tierra. Excepto en una categoría igualada, todas las proporciones desfavorecen a Rusia.

Pero esas proporciones se fueron al diablo desde que Rusia lanzó la ofensiva de octubre. Allí es donde comenzará a entenderse el porqué de la falsa narrativa de la victoria rusa y los esfuerzos que hacen los propagandistas de Putin en redes y medios para torcer la realidad. De acuerdo con el seguimiento diario que hace @AndrewPerpetua de las bajas de ambos lados, en la semana que va del 26 de noviembre al 1° de diciembre Rusia perdió 33 tanques contra 4 de los ucranianos. Es una proporción de 1 a 8,25 que se sale de la escala que veníamos viendo. En blindados de combate y transportes de personal la diferencia es de 27 a 9, o 1 a 3 y en artillería de 30 a 17, 1 a 1,7. Lo usual es que el que ataca sufra más perdidas, pero en un frente en donde ambos bandos están realizando ofensivas y defensas, Rusia sigue encajando más bajas.



Ahora, si vamos a las cifras de todo noviembre, la proporción es aún más despareja. En tanques es de 1 a 5,2 en favor de Ucrania, en vehículos de combate de infantería de 1 a 5,2, en transportes blindados de personal de 1 a 4,7 y en artillería de 1 a 2,6. Saltaron los parámetros.

Siempre sirve poner las magnitudes en referencia. El ritmo de reposición de tanques nuevos de Rusia es de 1 cada día y medio. El máximo contando los recuperados de los pudrideros es 3 por día. En la última semana, Rusia perdió tanques a un ritmo insostenible de 4,7 diarios. Esto indica que Putin ordenó un ataque que, además de verificar su exquisito desprecio por los costos humanos, muestra que jugó fuerte para obtener una victoria antes de la llegada del invierno. Habiendo visto las dificultades de reposición, es una apuesta arriesgada.

Tras esta ofensiva es difícil que le quede resto para seguir presionando en igual medida o que lance en lo inmediato un ataque similar, ya sea por las bajas en soldados y blindados o por la extenuación de sus arsenales. No, Putin no es un mesías capaz de multiplicar los tanques. Las oleadas sucesivas de infantería y blindados que caen sobre las posiciones ucranianas en todo el frente muestran que Putin intenta instalar la idea de una capacidad infinita de ataque y recursos mientras satura a las trincheras con avances ininterrumpidos durante días sucesivos.

Desde el frente están llegando imágenes de cuerpos de soldados rusos muertos en tal cantidad que ya ni siquiera son recuperados por sus camaradas. Es una afirmación sin sesgo, realmente Putin está masacrando a una multitud de soldados a diario en su obsesión personal con Ucrania.

Avdiidka era una ciudad de 29 km2 y 32.000 habitantes antes de la guerra, aun menos importante que Bakhmut con sus 41 km2 y 73.200 habitantes. Pero Putin la necesita para sostener la viabilidad de su invasión y exhibirla ante Occidente como prueba de la necesidad de negociar. O, al menos, para darle credibilidad a la narrativa de la invencibilidad de Rusia en las redes y medios occidentales con la esperanza de que la opinión pública adopte la idea de que el apoyo a Ucrania es una pérdida de tiempo y que sus representantes sigan lo que las encuestas ordenan.

Es la única forma de explicar por qué Putin está gastando lo que le queda de su otrora poderoso ejército en una ofensiva furiosa que está teniendo resultados numéricamente desastrosos para la cantidad de territorio que logra a cambio. Es el sentido del sinsentido.

Bakhmut le costó a Rusia más de 40.000 soldados en nueve meses. Por las imágenes que llegan desde el frente, Avdiidka tendrá un precio similar en solo un mes y medio de combate y con bajas aún más elevadas en tanques y blindados. Para Putin es un precio razonable. Esa estrategia demencial no tendría sentido si no se montase al mismo tiempo una campaña para instalar la idea de una derrota segura de Ucrania. Aunque Rusia avance 400 m en Svatove y 300 m en Mariinka en una semana, es importante sostener esa postura antes que el ímpetu se agote.

Putin y sus ministros instalaron las bases al opinar sobre negociaciones secretas que rechazaron y solo estuvieron en sus fantasías, así como la idea de una disputa en los mandos ucranianos por el resultado en el frente que filtraron a medios y periodistas abiertos a difundirla. Las versiones divulgadas por el Kremlin y sus socios en el exterior quedan desacreditadas al revisar las cifras y las proporciones de terreno en el frente. Pero el agotamiento de la novedad y el eclipse informativo de Medio Oriente no invitan a ser igual de rigurosos que antes.



Ucrania no es ajena al juego. Las demoras en la aprobación de la ayuda desde EEUU por la pelea en el Congreso entre Biden y los republicanos más ácidos hacia esa asistencia está postergando la ayuda y la aprobación de nuevos sistemas en esa instancia vital de la guerra. Zelensky y sus ministros están usando la marea derrotista para forzar una ayuda más consistente. Esta semana comenzaron a llegar cientos de miles de municiones de artillería de la UE que habían sido prometidas. El problema no es de abastecimiento, es de calidad. Alemania, Francia y EEUU ya aclararon que no van a dejar de suministrar apoyo militar a Ucrania, aunque el conflicto se alargue. Pero el problema son los tiempos que le demanda decidir que esa ayuda crezca cualitativamente. Putin juega sobre esa variable.

Ucrania necesita acelerar la entrega de aviones de combate, incrementar su capacidad antiaérea para cubrir más ciudades y el frente y más munición para golpear más lejos, como el ATACMS de 165 km de alcance o los misiles Taurus de Alemania, entre otros pertrechos. No es un pedido caprichoso. La ofensiva rusa debería consumirse en un plazo cercano por el lógico agotamiento de su arsenal de hombres y equipos. El nivel de bajas que está sufriendo no es compatible con la capacidad de reposición de equipos, como ya lo vimos.

Hay otros signos que muestran que Rusia no tiene una capacidad infinita y está en el pedido urgente de municiones a Corea del Norte e Irán. Putin apuró los tiempos para forzar políticamente a los aliados de Ucrania antes que su ofensiva colapse tras lograr avances mínimos. Rusia no puede derrotar a Ucrania. Ucrania no puede derrotar a Rusia. Los dos bandos se disputan cada metro de territorio y el balance es neutro a medida que las dos ofensivas se agotan. De lo que se trata es de obtener ese factor que quiebre este empate pantanoso.

Si dejamos de lado la idea de que solo Rusia avanza y el concepto parasitario de la victoria inexorable de Rusia porque una vez les ganó solo la guerra a los alemanes con una sola mano, es posible entender mejor lo que sucede y por qué actúan de ese modo los líderes de ambos países. Putin quizás fantasee con una victoria política que no puede obtener por las armas desde hace 1 año y 9 meses, y a que se acepte la anexión de los territorios robados a Ucrania a cambio de una tregua que él necesita más que Ucrania. O, probablemente, con el relajo de las sanciones. Su mejor aliado son los ciudadanos que desde Occidente le ayudan a fortalecer su estrategia de propaganda. Le sirven los que no chequean cifras y mapas, que usan dobles varas y los que esparcen chismes políticos tan reales como los besos y traiciones en una novela turca. También los que describen a la economía rusa como un paraíso sin verificar las cifras que entrega un gobierno que anunció la destrucción de todos los HIMARS en Ucrania o que afirma haber devastado un bunker a 200 m de profundidad repleto de palomas mutantes y generales de la OTAN.



Mientras tanto Rusia pierde sumas pornográficas de equipos y fertiliza el suelo ucraniano con más reclutas. Ahora se dispone a llamar a enrolar a otros 154.000 rusos y blinda sus fronteras para que nadie se escape de la invitación para pasear por Ucrania sobre tanques vintage.

Desde Rusia, convertida cada vez más en un búnker, Putin se apresura. Su economía va mal y su ejército avanza lento. El descontento y la desconfianza se palpa en las encuestas, el consumo a la baja y en los que intentan huir del llamado a ser parte de su gesta privada en Ucrania.

Ucrania sabe que pronto tendrá una oportunidad cuando el nivel de pérdidas haga insostenible el esfuerzo ruso iniciado en octubre y les avisa a sus aliados occidentales, que por ahora están más ocupados en problemas internos y en otros escenarios que les parecen más urgentes.

Rusia busca quebrar a Ucrania al estilo soviético y Ucrania avisa que con lo que tienen puede aguantar, pero no terminar la tarea de ganar la guerra. Occidente tiene a mano la posibilidad de quebrar esa paridad, pero tarda más en decidir que los Ents del Señor de los Anillos.

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