Navegamos con el patrullero de la Armada Argentina por uno de los mares más peligrosos del mundo, para participar del relevo de dotaciones en Isla de los Estados y Bahía Buen Suceso.
Por Santiago Rivas
La Armada Argentina fue pionera, junto con Luis Piedrabuena, en ejercer soberanía en la Isla de los Estados y la isla de Tierra del Fuego, habiendo construido diversos puestos que hoy sirven para control del tránsito marítimo, asistencia a la navegación y para hacer presencia. Entre ellos, hoy se encuentran en uso el puesto de Bahía Buen Suceso, en el extremo este de la Península Mitre de Tierra del Fuego, y el Puesto de Vigilancia y Control de Tránsito Marítimo Comandante Luis Piedrabuena en Puerto Parry, en Isla de los Estados. Además, se mantiene el faro en Isla Observatorio, muy cercana a Isla de los Estados y se realiza mantenimiento a la réplica del faro de San Juan de Salvamento, en el extremo este de Isla de los Estados, cuyo original inmortalizara Julio Verne en su novela “El faro del fin del mundo”.
Junto a la tripulación del OPV ARA Piedrabuena realizamos una navegación para relevar la dotación de ambos puestos y visitar el faro de San Juan de Salvamento, para lo cual viajamos a Ushuaia el pasado 4 de diciembre para embarcar. Actualmente la dotación de los puestos se releva cada 45 días y consta de un jefe y otros cuatro integrantes que, además de las tareas nombradas más arriba, también llevan a cabo el mantenimiento de los puestos durante su estadía. La vida en el puesto es dura, especialmente en invierno, donde apenas se puede salir del puesto por el frío y el viento.
Inicialmente, el buque zarpó del muelle comercial de Ushuaia el día 4 para fondear en la bahía frente a la ciudad, ante la necesidad de liberar el muelle para buques de pasajeros que llegaban a la ciudad. El fuerte viento oeste reinante, con ráfagas de más de 50 nudos, dificultó la maniobra, lo cual demandó la pericia de la tripulación para alejar el buque del muelle y de los demás navíos amarrados. Debido a la fuerte tormenta en toda la zona, se debió demorar la partida hasta las 23:30 del miércoles 6, cuando el buque puso rumbo al Canal Beagle.
Entre las olas del Atlántico Sur
Durante el jueves 7 se navegó por el canal hasta entrar al Océano Atlántico, en donde el viento sudoeste, que seguía con ráfagas de hasta casi 60 nudos, hacía rolar fuertemente al ARA Piedrabuena, debido a que las olas lo alcanzaban por el costado de estribor, hasta que se puso proa al nordeste y luego se fue poniendo rumbo al norte hasta llegar en la Bahía Buen Suceso.
Allí, tras fondear en la bahía, el abastecimiento se hace por medio de botes semirrígidos Zodiac Mk3 que pertenecen al Batallón de Infantería de Marina 4, basado en Ushuaia, debido a que las lanchas tipo RHIB del patrullero no pueden embicar en la costa. Tanto la llegada a la playa como la salida se vuelven muy difíciles debido a la rompiente, ya que en la playa de la bahía las olas suelen ser bastante grandes y los botes van a plena carga. Los botes se llevan trincados en la cubierta de vuelo y son arriados por personal de la División Foxtrot del buque usando la grúa Guerra M350.24A4 instalada en un costado de la cubierta de vuelo, la cual tiene 6400 kg de capacidad cuando se extiende a 4,7 metros y 2075 kilos en su máxima extensión a 11,9 metros.
El puesto de Bahía Buen Suceso había sido cerrado durante la pandemia de COVID-19 y fue recientemente reabierto, por lo que las instalaciones están en pleno mantenimiento mientras se espera la instalación de un nuevo puesto que se construirá de manera modular, en reemplazo de los módulos viejos.
Desde Bahía Buen Suceso se realiza el control del tránsito marítimo sobre el Estrecho de Le Maire, por donde pasan muchos de los buques que navegan al sur del Cabo de Hornos o aquellos que entran o salen del Canal Beagle.
Tras abastecer el puesto de víveres, combustible, gas y otros elementos, partimos con rumbo este, hasta la Isla de los Estados que ya desde la costa de la bahía era apenas visible en el horizonte. Esa visión ya hace cientos de años inspiró a las tribus que habitaban Tierra del Fuego, como los yamanas, onas y haush, que consideraron a la Isla de los Estados como una fuente de poder, aunque también un lugar de recursos ilimitados, que visitaban en verano en sus canoas para cazar lobos marinos, aves y otros animales que habitaban la isla en grandes cantidades.
Afortunadamente, el viento ya había bajado considerablemente de intensidad, a entre 20 y 30 nudos, y el mar estaba más calmo, lo cual no suele ser lo normal en el Estrecho de Le Maire, que ha sido testigo de muchos naufragios.
Arribando a la Isla de los Estados
La imagen de la Isla de los Estados atrae por su imponencia en la bruma y se va haciendo cada vez más grande, mientras al oeste vamos dejando la Tierra del Fuego detrás. Finalmente, fondeamos en la Bahía San Antonio, al este del Cabo San Antonio, para pernoctar y preparar la entrada a Puerto Parry al día siguiente.
Muy temprano en la madrugada, la dotación del ARA Piedrabuena comienza la actividad, levando anclas y poniendo rumbo al fiordo, al fondo del cual está el Destacamento Naval Luis Piedrabuena. El fiordo donde está el destacamento se divide en Parry Exterior e Interior por una angostura que tiene pocos metros de ancho y profundidad. Si bien el OPV puede pasar la angostura, debido al riesgo que representa se fondea en Parry Exterior y el abastecimiento se hace tanto con los Zodiac Mk3 como con el apoyo de uno de los RHIBs del buque, que acerca la carga hasta pocos metros de la playa, en donde se transfiere a los Mk3 que la llevan hasta la costa.
Al poco de la salida del sol, que en esta época del año es bien temprano, se fondea y se inicia la maniobra de arriado de botes y luego se despliega por popa el RHIB. Inicialmente desembarca la nueva dotación, que comienza a hacer el relevo, mientras que con la grúa del buque se empieza la carga a los botes, que luego empiezan a llevarla a la costa.
El destacamento, fundado en 1978 en medio de la crisis con Chile, para tener presencia en la isla, cuenta con dos casas, una de las cuales oficia de dormitorio y la otra de sala de estar y área de trabajo, ambas a muy pocos metros entre sí. Además, están las construcciones del generador y depósitos. El apostadero tiene un helipuerto y un pequeño muelle, pero que solo se usa cuando hay pleamar, debido a que la gran diferencia de altura entre las mareas hace que en bajamar el muelle quede en seco.
Toda la zona alrededor del destacamento está rodeada de un bosque donde predominan los coihues, además de una gran cantidad de arbustos y helechos que hacen difícil circular apenas uno se aleja del puesto, mientras que detrás se eleva la ladera de las montañas que alcanzan hasta los 600 metros de altura. A unos 200 metros de altitud, casi sobre el puesto, se encuentra una laguna, desde la que cae una cascada y desde donde el destacamento se alimenta de agua fresca.
A pocos metros de la costa, en Parry Interior, hay un boyón que es usado por embarcaciones como las lanchas rápidas ARA Intrépida e Indómita, para amarrar cuando visitan la isla.
Durante el conflicto de Malvinas se llevó a Puerto Parry una barcaza tanque, con el objetivo de que pueda ser usada para reabastecer submarinos en la rada de Parry Exterior, de manera de que puedan operar desde allí, algo que finalmente no terminó ocurriendo. Sin embargo, las lanchas rápidas sí estuvieron destacadas en la isla durante el conflicto, tanto para defenderla ante un posible ataque como para actuar en caso de oportunidad. Parry presenta un puerto natural con bastante profundidad en gran parte, que alcanza más de 60 metros incluso en Parry Interior. Sin embargo, hay bajíos que implican un riesgo importante si no se navega con precaución. La zarpada desde Parry Exterior implicó sortear un bajío fácilmente reconocible por los cachiyuyos o sargazos (macroalgas pardas típicas de las costas de toda la zona) que habitan en zonas de no más de 30 metros de profundidad e indican que el agua tiene poca profundidad.
Hacia el Fin del Mundo
Tras dejar Parry, navegamos hacia el nordeste para pasar entre las Islas Año Nuevo, con las islas Elizalde, Zeballos y Gofre al sur y la Isla Observatorio al norte, pudiendo divisar su faro, que es automático y la Armada solo lo visita eventualmente para hacer mantenimiento, contando ya con 121 años desde que fuera construido. Continuamos hacia el este hasta llegar casi al final de la isla, donde se encuentra la Bahía de San Juan de Salvamento y, en la punta del Cabo San Juan, que marca el límite oeste de su entrada, se podía ver claramente la réplica del faro.
En dicha bahía, en 1862, Piedrabuena también construyó un refugio, del que ya no quedan restos.
El faro original fue construido en 1884 por la División Expedicionaria al Atlántico Sur de la Armada Argentina, que bajo el mando del comodoro de marina Augusto Lasserre instaló la presencia argentina en la zona, fundando además la ciudad de Ushuaia. Dentro de la bahía que tiene forma alargada y ligeramente curva, apenas al sur del cabo, hay otra pequeña bahía con playa, donde Lasserre decidió construir una cárcel, una subprefectura y, en el cabo, a 60 metros de altura sobre el mar, construir un faro que llamó San Juan de Salvamento, ya que tanto éste como la subprefectura tenían como finalidad asistir a la navegación y auxiliar a los náufragos de buques que se perdían en las inmediaciones. Desde 1872 y hasta 1884, al menos nueve buques habían naufragado en los alrededores de la isla, mientras que se cree que otros más desaparecieron en sus inmediaciones sin que haya registro del lugar del naufragio.
El faro original tenía11 metros de diámetro, cinco de alto y estaba construido en madera de lenga y tenía 16 lados. La iluminación la proveían siete lámparas de kerosene ubicadas detrás de ventanas con cristales con aumento. También contaba con un mástil de 25 m de alto en el centro con una bocha de hierro galvanizado en la punta, como señal diurna, el cual se partió durante un temporal y la bocha quedó casi sobre el techo. En el frente del faro había además un mástil para banderas de señales. Un total de seis fareros vivían allí y el interior del faro estaba dividido en una habitación, una cocina y un depósito de materiales, mientras que en el entretecho se guardaban los alimentos. Junto al faro había otra pequeña casa en donde vivía el jefe del faro con su mujer.
En la costa de la pequeña bahía se construyeron las casas de la subprefectura y un muelle de madera, además del pequeño presidio.
Para 1895, el censo nacional contó que había 56 personas viviendo en el lugar, que incluían 9 familias y 3 casas. De las 56, trece eran la tripulación del aviso ARA Golondrina, mientras que ocho estaban en el faro, 20 integraban la subprefectura, incluyendo un contramaestre, un carpintero, un herrero, 14 marineros, 2 mujeres, un niño y había 15 presos. Sin embargo, para 1899 el presidio y la subprefectura fueron trasladados a Puerto Cook, más al oeste, en un istmo de unos 500 metros de ancho que prácticamente divide la isla en dos, con Bahía Cook al norte y Bahía Vancouver al sur. En esta última bahía, en 1859 Luis Piedrabuena construyó un refugio para que pudieran usar los náufragos que lleguen a las costas, en donde dejó víveres.
La luz del faro era poco visible desde el mar, lo que obligaba a los buques a acercarse mucho a la costa para poder verla, y las Islas Año Nuevo se encontraban al norte de la Isla de los Estados, por lo que muchos buques, intentando divisar el faro, fueron a dar con las rocas de dichas islas y naufragaron, por lo que en 1901 se decidió construir el Faro Año Nuevo en Isla Observatorio, el cual reemplazó al de San Juan de Salvamento en 1902. Ese año, tanto la subprefectura como el presidio de Puerto Cook fueron desmantelados y la cárcel fue trasladada a Ushuaia, quedando desde entonces la isla deshabitada, a pesar de que hubo algunos intentos de establecer estaciones pesqueras en distintos lugares de la misma, todos los cuales fracasaron.
El faro quedó abandonado y en 1980 una expedición lo encontró colapsado, con sus maderas podridas, y en 1994 el navegante francés André Bronner visitó sus restos y comenzó un arduo trabajo para instalar allí una réplica, que fuera inaugurada en 1998, aunque tiene la mitad del tamaño del faro original, con solo ocho caras y unos 5 metros de diámetro. Parte de los restos del faro original fueron trasladados al Museo Marítimo de Ushuaia, en donde también se construyó una réplica del mismo, de tamaño real. En el lugar de su emplazamiento original aún se conservan algunas maderas.
Hacia la cárcel
Luego de la visita al faro zarpamos nuevamente, dejando la Bahía de San Juan de Salvamento para poner rumbo oeste y entrar en la muy estrecha Bahía Cook, donde fondeamos al fondo de la misma para desembarcar en un Mk3. Allí visitamos los restos de la cárcel que funcionó allí entre 1899 y 1902, así como el cementerio. Hoy solo quedan los restos de la única construcción de piedra de la cárcel, que sería donde estaban los seis calabozos para los presos con mal comportamiento, ya que el resto eran edificaciones de madera que fueron trasladadas a Ushuaia cuando la cárcel dejó de funcionar. Además, quedan algunos pilares enterrados en la costa de lo que fuera una pasarela, y los restos de algunas cruces y tumbas en el cementerio.
La construcción de piedra fue ocupada desde 1903 y al menos hasta 1909 por Felipe Zucarelli, quien fue dejado en la isla en con provisiones para dos meses, a cargo de una carbonera, por una empresa dedicada a la caza de lobos marinos, viviendo solo junto a sus perros, pero la empresa nunca volvió y sobrevivió con los alimentos que le dejaban buques de la Armada Argentina y lo que podía cazar en la isla.
La cárcel allí llegó a alojar a más de un centenar de personas, entre penados y guardias. Las construcciones estaban compuestas por una panadería, un observatorio meteorológico, la casa del jefe, otra casa para cuatro oficiales y la farmacia, la casa del segundo jefe, un depósito de víveres, una construcción con seis calabozos, el cuerpo de guardia con alojamiento para la tropa, una construcción con dos cuadras para hasta 96 presos y una enfermería, mientras que para febrero 1902 se estaban construyendo otras dos cuadras para presos y tres galpones para depósito, taller y alojamiento para familiares de presos, que no llegaron a emplearse. Además, existía un pequeño muelle.
Después de recorrer las playas y alrededores de Puerto Cook, retornamos al ARA Piedrabuena para zarpar. Emprendimos el regreso hacia la boca de la bahía, para luego volver a pasar entre las Islas Año Nuevo y poner rumbo a Bahía Buen Suceso, en donde se debía embarcar una persona para llevar a Ushuaia. Gracias a que en esta época del año la luz del día llega casi hasta la medianoche, el embarque se realizó alrededor de las 21:30, luego de haber vuelto a cruzar el Estrecho de Le Maire, nuevamente con un mar tranquilo.
En la navegación de regreso a Ushuaia, poco antes de la medianoche uno de los ejes de hélice enredó una red de pesca, seguramente descartada por algún buque, algo que suelen hacer algunos pesqueros, lo que obligó a entrar a Puerto Español, en Bahía Aguirre, al sur de la Península Mitre, para bajar buzos, con las primeras luces del sábado 9. Alrededor de las 5 de la mañana, los buzos cotejaron que la red se había desenredado y continuamos el regreso a Ushuaia, entrando a media mañana al Canal Beagle. Tras pasar el pueblo chileno de Puerto Williams, sobre la costa norte de Isla Navarino, a media tarde fondeamos nuevamente en Ushuaia. El buque ahora se apresta a iniciar una nueva navegación de patrulla por el Mar Argentino, controlando la actividad en la milla 200, para regresar para fin de año a su apostadero en la Base Naval Mar del Plata.
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