Por José Javier Díaz*
7. Modernización del FAL
El Fusil Automático Liviano (FAL) fue desarrollado hace más de medio siglo por la firma belga FN, que mediante un contrato transfirió el know how y la licencia para que la entonces Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM) lo fabricara en Argentina y hasta incluso pudiera exportarlo. La DGFM llegó a producir más de 100.000 de estos fusiles paras las Fuerzas Armadas argentinas y clientes extranjeros.
Pese a su confiabilidad y robustez, el paso del tiempo y las nuevas tendencias de los conflictos armados (combate nocturno, entornos urbanos, enfrentamientos a menores distancias, etc.) fue tornando obsoleto el FAL en su versión original, por lo que en el año 2010 el Ejército Argentino decidió encarar, a través de la DGID, la modernización de sus fusiles.
En ese sentido, la Dirección General de Investigación y Desarrollo y la Facultad de Ingeniería del Ejército (FIE) avanzaron en los estudios de factibilidad técnica y económica para modernizar los fusiles FAL en dotación.
Se evaluó el desarrollo de cuatro modelos de evaluación tecnológica del FAL modernizado, a saber: dos versiones compactas y dos versiones para tirador destacado, todas manteniendo el original calibre 7,62mm.
Las características de estos modelos eran:
7.1. FAMCa (Fusil Argentino Modelo Carabina): versión compacta para tropas blindadas, mecanizadas y de montaña
Largo del cañón: 406,4 mm.
Distancia eficaz: 250 m.
Dispersión: 2 MOA a 250 m.
Longitud total: 1.010 mm.
Óptica: mira holográfica/de punto.
Accesorios: grip táctico, seguro ambidiestro, riel Picatinny en tapa de cajón de mecanismos y guardamanos, linterna.
7.2. FAMA (Fusil Argentino Modelo Asalto): versión compacta para paracaidistas y tropas especiales.
Largo del cañón: 279,4 mm.
Distancia eficaz: 250 m.
Dispersión: 3 MOA a 250 m.
Longitud total: 910 mm.
Longitud con culata retraída: 825 mm.
Longitud con culata plegada: 615 mm.
Óptica: mira holográfica.
Accesorios: grip táctico, seguro ambidiestro, riel Picatinny en tapa de cajón de mecanismos y guardamanos.
7.3. FAMTD (Fusil Argentino Modelo Tirador Destacado) - Cañón Pesado
Largo del cañón: 533,4 mm.
Distancia eficaz: 650 m.
Dispersión: 1 MOA a 100 m.
Longitud total: 1.135 mm (cañón de Fusil Automático Pesado - FAP).
Óptica: mira telescópica con torreta.
Accesorios: bípode Harris, culata anatómica, seguro ambidiestro, riel Picatinny en tapa de cajón de mecanismos y guardamanos.
7.4. FAMTD (Fusil Argentino Modelo Tirador Destacado) - Cañón Liviano
Largo del cañón: 533,4 mm.
Distancia eficaz: 650 m.
Dispersión: 1 MOA a 100 m.
Longitud total: 1.060 mm (cañón de FAL).
Longitud con culata plegada: 765 mm.
Óptica: mira telescópica con torreta.
Accesorios: bípode Harris, culata anatómica plegable, seguro ambidiestro, riel Picatinny en tapa de cajón de mecanismos y guardamanos.
Dado el expertise de la Facultad de Ingeniería del Ejército, se decidió designar a ésta como autoridad de diseño, aprovechando sus instalaciones idóneas (laboratorios de pruebas de armamento, de metalografía, taller de mecánica) y personal calificado (docentes y oficiales ingenieros militares en armamento).
A mediados de 2014 se suscribieron los primeros contratos para adquirir en el exterior kits de modernización y miras Meprolight Mepro 21. También se firmó un convenio con Fabricaciones Militares para el ensamblado de los prototipos en la Fábrica Militar Fray Luis Beltrán (FMFLB) y realizar la evaluación de la preserie por Unidades del Ejército Argentino.
En vistas de los resultados positivos, se asignaron más recursos para continuar la adquisición de nuevos kits de modernización y miras réflex en el exterior.
En 2015 se realizó la evaluación técnica operacional, dando el puntapié inicial para hacer el ensamble de la preserie de producción sobre las versiones finales en las cuales se incorporaron todas las modificaciones que mejoraban la ergonomía, precisión, alcance y confiabilidad de los ejemplares modernizados.
La variante final del fusil FAL modernizado se diseñó a partir de la sumatoria de las capacidades/ventajas que ofrecían las dos versiones livianas desarrolladas por la Facultad de Ingeniería del Ejército, dando lugar a una versión que incluye el cañón de 406,4 mm del FAMCa y la culata táctica Magpull del FAMA.
En 2017, cuando la FMFLB comenzó a entregar los primeros FAL modernizados, la FIE constituyó una comisión especial de prueba y evaluación a los fines de realizar el seguimiento técnico de los trabajos de modernización y las exigentes pruebas y ensayos de los fusiles, que arrojaron resultados altamente satisfactorios.
A fines del 2018 comenzó la evaluación del FAMCa, del cual se distribuyeron 300 ejemplares en diversas unidades de la Fuerza para comprobar su desempeño en distintos tipos de ambientes geográficos, climas y empleos (Regimientos de Infantería de Montaña, Aerotransportada, etc.).
Ya se han modernizado más de 1.500 FAL en diversas versiones y, en la medida que el presupuesto lo permita, el Ejército espera alcanzar unos 10.000 ejemplares hasta que se defina el nuevo modelo de fusil para las Fuerzas Armadas.
Conclusiones
La Industria de Defensa, tanto pública como privada, es clave para obtener autonomía y optimizar el uso más estratégico y eficiente del presupuesto del Estado, impulsando su propio desarrollo científico-tecnológico y productivo.
Contar con recursos humanos calificados, maquinaria, instrumental, infraestructura, procesos y certificaciones (AS9100, ASME, MIL, etc.) exigen inversiones considerables y plazos que, a veces, implican varios años.
La sanción en 2021 de la Ley del Fondo Nacional para la Defensa (FONDEF) constituyó una excelente medida para que las Fuerzas Armadas puedan reequiparse aprovechando y apalancando el desarrollo tecnológico e industrial argentino con cierta previsibilidad a largo plazo.
Los recursos presupuestarios del Fondo Nacional de la Defensa contribuyen a proporcionar un horizonte económico-financiero que permita definir Programas Industriales Estratégicos. De esta manera, las Fuerza Armadas podrán cubrir sus requerimientos con equipamiento desarrollado y producido en el país, porque se dispone de la capacidad científica-tecnológica e industrial para diseñar y fabricar muchos de los medios que requiere la defensa.
Esto implica establecer condiciones preferenciales para la industria argentina frente a la competencia foránea, facilitando la creación de empresas concurrentes con la defensa e incluyendo, de ser necesario, mecanismos de compensaciones industriales cuando la compra se haga a un proveedor extranjero.
En ese orden, el 16 y 19 de diciembre del 2022, el Ministerio de Defensa publicó dos resoluciones que fijan mecanismos de compensación (offsets) a las empresas extranjeras que participen de los programas de adquisiciones de nuestras Fuerzas Armadas y la creación del Programa de Desarrollo de Proveedores para la Defensa (PRODEF), con el objetivo de “favorecer la articulación entre la oferta de productos y servicios, existentes y potenciales, con los requerimientos de la Defensa Nacional, a fin de contar con una base industrial nacional capaz de abastecerlos”.
Si bien ambas resoluciones están en el rumbo correcto, resulta conveniente que se avance en la formulación y sanción de una “Ley de Investigación, Desarrollo, Innovación y Producción para la Defensa” (I+D+i+P), que establezca beneficios impositivos, aduaneros, financieros, etc., para que las empresas públicas y privadas, las universidades, organismos técnicos (CONICET, CONAE, CNEA, etc.) y el estado puedan potenciar la sinergia resultante de trabajar coordinadamente en proyectos estratégicos para dominar tecnologías sensitivas.
Aparte del beneficio económico y la mayor independencia tecnológica que implica tener una industria nacional innovadora y competitiva, deben sumarse las externalidades positivas como la generación de nuevas empresas de base tecnológica y más puestos de trabajo (directos e indirectos), la integración con universidades y centros de investigación locales y la exportación de productos de alto valor agregado, por citar solo algunos ejemplos.
El desarrollo de simuladores, sistemas de comando y control, plataformas no tripuladas (aéreas, navales y terrestres), radares, entre otros, no sólo contribuye a actualizar el equipamiento de las FFAA potenciando sus capacidades operacionales y satisfaciendo sus abastecimientos a un costo muy inferior al que supone la adquisición en el mercado internacional, sino que ofrece la posibilidad de exportar productos y servicios de alto valor agregado a otros países así como también extender su aplicación fuera del ámbito castrense.
En el siglo XXI los conocimientos y tecnologías que domine un estado son tan o más relevantes que el arsenal de armas que posea, por lo que todo país que se precie de serio y quiera preservar su soberanía e independencia debe invertir en su desarrollo tecnológico.
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