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Foto del escritorSantiago Rivas

La Argentina sí tiene hipótesis de conflicto

En estos tiempos, más que nunca, en la Argentina oímos a políticos y algunos periodistas repetir hasta el cansancio que el país no tiene hipótesis de conflicto y que por eso hay que buscarle roles secundarios a las Fuerzas Armadas. Lo hemos oído del mismo Presidente de la Nación y especialmente del ministro de defensa.

Que lo digan políticos que poco o nada tienen que ver con la defensa podría, en cierta medida, aceptarse. Pero que venga de los máximos exponentes y decisores sobre este tema realmente es preocupante.

Se podría entender que no son personas que se han formado en el ámbito de la defensa y que, por ende, no conocen mucho del tema. Tampoco vienen de las relaciones internacionales, lo cual es un ámbito directamente ligado. Sin embargo, su posición sigue haciendo que deba preocupar.

Por empezar, ¿qué es una hipótesis de conflicto? Es la posibilidad de que exista un conflicto en algún momento futuro con determinado actor, sea estatal o no, interno o externo. En el caso de la Argentina, las Fuerzas Armadas no pueden participar en conflictos internos, excepto en unas pocas situaciones que están aclaradas en la Ley de Defensa y en la Ley de Seguridad Interior, así que solo me enfocaré en la posibilidad de conflictos externos.

Cuando se habla de hipótesis de conflicto no se habla necesariamente de conflictos que puedan ser de ocurrencia inminente ni cuya posibilidad de ocurrencia sea demasiado clara. Una hipótesis puede plantear una posibilidad en un mediano o largo plazo o un posible conflicto que no es demasiado claro, pero que existe alguna probabilidad de su ocurrencia.

Hoy la Argentina no solo tiene hipótesis de conflicto, sino que, desde el momento en que hay una porción de su territorio ocupada por una fuerza militar extranjera, tiene un conflicto. Esto no quiere decir que la cuestión de Malvinas haya que resolverla por la fuerza como alguna vez se intentó. Malvinas debe solucionarse por la vía pacífica, pero eso no significa que no sea un conflicto existente. Los ingleses lo entienden bien y por eso mantienen en las islas una fuerza militar considerable y destinan un importante presupuesto a ello, aún en tiempos en que sus Fuerzas Armadas están sufriendo serios recortes presupuestarios.

Ahora, más allá de este caso, para entender si hay o no hipótesis de conflicto, hay que ver lo que sucede en el mundo. Yendo hacia la historia, si bien las Fuerzas Armadas por muchos años tuvieron como principales hipótesis enfrentamientos con los países limítrofes, principalmente Brasil y Chile, desde la Segunda Guerra Mundial se empezó a ver la posibilidad de que el país tome parte, deseándolo o no, en un conflicto a escala regional o global. Si bien la Argentina se mantuvo neutral durante casi toda la guerra y fue de los pocos países del mundo en hacerlo, la primera batalla naval de importancia en la guerra tuvo lugar a pocos kilómetros de sus costas, a la vez que submarinos alemanes operaron en las costas de Brasil durante parte de la guerra, a poca distancia de la Argentina, hundiendo gran cantidad de buques.

La guerra fría luego generó la hipótesis de una tercera guerra mundial, en la que la Argentina posiblemente iba a participar de alguna manera, sobre todo desde que luego de 1955 se alineó con las potencias occidentales. La participación argentina en el bloqueo a Cuba en 1962 y la presencia de submarinos desconocidos, muy probablemente soviéticos, en aguas argentinas a fines de los ’50 y comienzos de los ’60 fueron muestras de que los conflictos globales ya en ese entonces podían alcanzar al país.

Posteriormente, los atentados de 1992 y 1994 a la Embajada de Israel primero y la AMIA después demostraron que no solo los conflictos podían alcanzar al país, sino que podían hacerlo de una nueva manera, a través del terrorismo. Ya era un enemigo mucho más difícil de identificar, al punto que aún hoy no se sabe a ciencia cierta quién mandó a hacer ambos atentados.



Los dos atentados también permitieron ver algo básico en la historia de los conflictos: no siempre los ataques ocurren cuando y donde se los espera ni de quien se los espera.

Por otro lado, cuando se planifica la defensa, es fundamental pensar en el largo plazo, ya que no es algo que se pueda preparar en poco tiempo. Organizar Fuerzas Armadas, educar y entrenar a su personal, adiestrarse para enfrentar ciertas amenazas, aprender a usar el equipamiento, aprender a usarlo en determinadas circunstancias, planificar maniobras y operaciones a gran escala y saber ejecutarlas, es un trabajo que lleva años, por lo que una misión fundamental de un estado es saber mirar el largo plazo y poder prever qué podría pasar.

Por eso, las hipótesis de conflicto no son algo inmediato y claro, sino que en general son algo difuso y a largo plazo.

Hoy el mundo está cambiando mucho, con un posible eje de confrontación de EEUU con China y todavía no se sabe bien qué puede surgir de las reuniones de Trump con Putin, en donde ambos parece que comparten la preocupación por China como nueva superpotencia que, si bien hasta ahora no ha mostrado una tendencia expansionista global, sí está agrandando su área de influencia en Asia y expandiendo su línea defensiva sobre el Mar del Sur de China y sobre Corea del Norte, en donde China se apuntó una gran victoria con el acuerdo entre las dos Coreas.

La Argentina es un país occidental, que siempre mantuvo una buena relación con Estados Unidos, pero a la vez China es uno de sus principales clientes en materias primas, por lo que cualquier crisis entre ambos va a afectar directamente al país.

En la Segunda Guerra Mundial, la Argentina pudo mantenerse neutral gracias a su capacidad militar, que le permitió no ceder ante la fuerte presión de Estados Unidos para que declare la guerra al Eje. Hoy, ante un posible conflicto entre las dos superpotencias, la Argentina no tiene capacidad de hacer valer su opinión.

Hoy no se sabe bien qué puede pasar con China, ni con Rusia, ahora con Europa en crisis con EEUU por la OTAN, una Europa en una fuerte decadencia, que pierde su identidad y su peso político y económico de una manera cada vez más rápida. En el medio el Brexit y sus impredecibles consecuencias. Poco se sabe de qué puede ocurrir en el futuro con India, el segundo país más poblado del planeta. Tampoco con las diferentes corrientes del Islam, enfrentadas entre sí y en guerra con occidente e Israel, pero desparramadas en todo el mundo y con organizaciones como Estado Islámico o Al Qaeda en guerra declarada a occidente. Estados Unidos y su America First de Trump que ni deja en claro cuál es su política ni se sabe cuánto va a durar. Estados Unidos por primera vez parece que va dejando de lado una política de estado por una partidaria, donde demócratas y republicanos cada vez están en un extremo más opuesto.



A esto se suma el problema de la creciente demanda de recursos naturales y la posibilidad de que eso en cinco, diez o más años desemboque en grandes conflictos. Ahí pesa sobre todo la posibilidad de disputas por la Antártida, pero también la pesca, la explotación de hidrocarburos y la demanda de alimentos y agua. La Argentina es uno de los pocos países del mundo que puede alimentar a diez veces su población y tiene unas reservas energéticas que, si se tiene en cuenta la Antártida, son incalculables.

A eso hay que sumar el terrorismo y el problema del crimen organizado, donde está la amenaza de ir hacia una situación como las de México, Colombia o Brasil. No olvidemos que Brasil es limítrofe y lo que pasa allá nos afecta directamente.

El crimen organizado transnacional crece y en la Argentina aún son pocos los que comprenden lo que es, su importancia y cómo se organiza. No es un enemigo estatal, pero tiene más poder que muchos estados y no tiene reglas. Su única ley es el negocio de todo lo que sea ilegal y que, por ende, da buenos dividendos, sea traficar personas, drogas, animales, órganos, productos de contrabando, esclavizar personas para todo tipo de trabajos, siempre que haya alguien dispuesto a pagar por eso.

El gobierno no tiene en cuenta que preparar unas FFAA eficientes lleva años, por eso hoy es necesario planear lo que se puede necesitar en 2025, 2030 y más allá. Falta esa visión de largo plazo. Estamos yendo a un mundo que parece más complicado y conflictivo, pero sobre todo parece bastante impredecible. Hoy no hay dos polos enfrentados, ni siquiera se sabe bien cuántos polos hay.

Creer que no hay hipótesis de conflicto no es ser ingenuo, es ser inconsciente e ignorante. Eso puede no ser grave, excepto cuando se está en la máxima posición para definir la defensa y sin defensa no tenemos soberanía.

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