El mayor Sergio Beltrán, comandante del Escuadrón Aéreo Nº844 de la Fuerza Aérea del Perú cuenta cómo operan los Leonardo C-27J Spartan en todo tipo de misiones, desde salvar vidas hasta luchar contra incendios o apoyar operaciones contra el narcoterrorismo.
Por Santiago Rivas
Hablamos con el mayor Sergio Beltrán, actual comandante del Escuadrón Aéreo Nº844 de la Fuerza Aérea del Perú (FAP), sobre la experiencia que han obtenido desde la llegada de los Leonardo C-27J Spartan a la unidad el 15 de marzo de 2015. La incorporación de los nuevos aviones fue más que oportuna, ya que permitieron hacer frente a los grandes desafíos que el Perú tuvo que enfrentar en los años siguientes, incluyendo la pandemia de Covid-19.
Hoy, el Escuadrón, que forma parte del Grupo Aéreo Nº8, es la unidad que más vuela en la FAP, realizando hasta tres vuelos diarios en una amplia gama de misiones, que van desde las puramente militares hasta los traslados aeromédicos dentro de un convenio con el Ministerio de Salud del Perú o trasladar al presidente de la nación.
Para los vuelos VIP, Sergio Beltrán explica que cuentan con una cámara VIP que tiene 6 asientos que se usa solo para el presidente, mientras que también tienen pallets con 9 asientos por cada uno, con los que pueden llevar a 25 personas, más un baño.
“La idea es llevar desde personas VIP hasta operar a gran altura, en Juliaca, por ejemplo, que hablamos de 12 mil pies. Transportamos carga, pasajeros, hacemos búsqueda y rescate. Hacemos vuelos médicos en convenio con el Ministerio de Salud. Luego hacemos vuelos NVG, que son los Night Vision Goggles (Anteojos de Visión Nocturna), que son reales, es decir que entramos en campos completamente en blackout, sin luces, solo con interacción con personal en tierra para que no cruce alguna persona. Eso lo hacemos en misiones militares clasificadas, entrenamientos y vuelos médicos”, explica Beltrán. Entre las misiones militares, también apoyan continuamente a las tropas que están participando de la guerra contra el narcoterrorismo en la zona conocida como el VRAEM.
“Es un avión táctico con el que nos entrenamos en varias capacidades, lanzamiento de carga, paracaidistas, transporte VIP, SAR. Ahora con el Covid, que fueron 2 años difíciles porque nadie sabía qué iba a pasar, subíamos a los vuelos con traje blanco, todo sellado y había 40 grados. Nadie se tocaba, estábamos con las máscaras y llevando oxígeno. Al principio éramos dos, pero después creamos ambientes herméticos, poniendo unas paredes de plástico herméticas y transportamos a más de 400 personas con Covid. Llegamos a transportar 24 personas infectadas en un solo vuelo. Y, a pesar de que estábamos todos herméticos, bajábamos del avión y fumigaban el avión y a nosotros. Entraba un piloto, salía otro y vivíamos en la base para no contagiar a las familias” agrega Beltrán.
Pucará Defensa: ¿Cómo es el convenio con el Ministerio de Salud?
Sergio Beltrán: El Ministerio de Salud con la Fuerza Aérea tenía un convenio desde hace dos años. Ahora se ha vuelto más estrecho el trabajo. En la semana realizamos cuatro evacuaciones, de cualquier parte del Perú. Sale el Spartan y va con un equipo de médicos con todos los equipos hasta el lugar, llegan a una ciudad y ya nos están esperando las ambulancias. Suben al paciente al avión y los evacuamos. Generalmente son pacientes con un riesgo de vida importante.
PD: ¿Qué diferencia en cuanto a capacidades les generó el Spartan?
SB: Antes teníamos el Antonov An-32, pero este nuevo sistema es mucho más moderno, cumple más funciones, es más eficiente, por combustible, y los motores no presentan fallas. Con la performance que tiene nos permite desempeñarnos en toda la geografía del país cruzar los Andes e ir a la selva y operar donde ningún otro avión de transporte puede hacerlo.
Cuando se incorporó tuvimos que probar el avión en diferentes campos de altura. Nuestro top fue 12 mil pies. Se ha comportado muy bien. Lo probamos en campos estrechos, en caso de que haya una emergencia y nos ha llevado a poder operar con seguridad en estos campos. La maniobrabilidad y la flexibilidad se ponen a prueba en esos lugares, la reacción del piloto y de la aeronave tiene que ser más prolija. Hay mayor altura, más viento, entonces todo tiene que ser más prolijo. El más alto es Juliaca, a 12.552 pies de altura. Cada viraje cuesta más, porque uno siente, de repente, el viento de derecha a izquierda y cuesta cambiar la altitud y la velocidad. Pero los motores se prenden tan bien que nos da seguridad.
PD: En zonas de calor, como el Amazonas, ¿cómo operan?
SB: Tenemos varios campos de aterrizaje y cada uno tiene una particularidad. De repente un campo está más preparado que el otro, el otro no tiene llanuras o es más corto. Y no solo es la temperatura que llega a 40 grados, sino es la humedad. Pero hasta ahora los motores y la aviónica no han sufrido ningún percance. Todas las misiones son parecidas, pero todo despegue y aterrizaje es diferente, porque hay cambios de temperatura y de humedad, hay lluvias, cumulonimbos. A veces pasa que hay corrientes que aparecen de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba. Nos ha pasado que estamos volando y sientes que el avión se va para abajo, le das potencia y sube que parece un misil.
Tenemos varias pistas que no están controladas, entonces se hace un pasaje para verificar y la gente sabe que una vez que se hace el pasaje tienen que salir de la pista, hay un guardia que hace que todos se vayan y aterrizamos. En pistas no preparadas hemos realizado entradas muchas veces. Siempre con precaución, porque no tienen controladores, entran personas, niños, animales, entonces siempre se hace un briefing antes de volar. Hay muchas aves también.
Para operar en esos campos hay una proyección del piloto. Tiene que pasar por campos preparados y poco a poco llega a los no preparados. Hay unos campos que son de pasto y a veces hay piedras, y sientes que las piedras impactan el fuselaje. A veces están mojados y entonces tienes que ser bien minucioso en la potencia y los pedales. Entonces, así sea un campo preparado, siempre se aterriza en el centro, el piloto debe mantenerse en el centro, para que así vaya agudizando los sentidos y cuando llegue a un campo no preparado sepa qué es lo que hay que hacer.
PD: ¿Cómo ha sido la respuesta de la población a los vuelos de asistencia?
SB: La Fuerza Aérea siempre ha apoyado con evacuaciones y acciones cívicas, pero ahora lo estamos potenciando. Este año hemos realizado varias acciones cívicas, hemos ido a un aeródromo que, si bien es una pista de asfalto, no tiene torre de control, es fronterizo con Brasil. Es un pueblo que se llama Puerto Esperanza, lo hemos apoyado desde Pucallpa, llevado de forma gratuita gente que se encontraba en Pucallpa por varios años a reunirse con sus familias. Y aparte hemos llevado doctores, dentistas, traumatólogos, psicólogos, que se quedan alrededor de una semana. Nosotros hacíamos tres vuelos diarios desde Pucallpa a Puerto Esperanza. El objetivo era crear estos puentes aéreos para incrementar el bienestar de la población.
Los vuelos que hacemos a diario son lo más importante y que te llena de felicidad. Creo que a todos se les salen un par de lágrimas. Nos ha tocado llevar niños, o víctimas de accidentes terrestres. Creo que el fin es realizar estas operaciones. Es un trabajo en equipo, si no fuera por los doctores, nuestros mecánicos, el personal en tierra, el personal administrativo, eso es la base.
En esos vuelos vamos coordinando con el equipo en tierra que nos va a recibir. Les decimos que se preparen, nosotros solamente esperamos que suban el equipo, que lleguen y nos vamos. Es un trabajo en equipo definitivamente.
Mi guerra es la guerra contra la muerte. Hacemos rescates, en caso de que no haya un hospital, va la Fuerza Aérea a buscarlos.
PD: ¿Hasta cuántos pacientes pueden llevar en caso de necesidad?
SB: Podemos llevar 36 camillas y hasta 6 doctores, pero nunca lo hemos necesitado. Sí hemos realizado un vuelo con 12 bebes, que estaban una ciudad donde no había un hospital para menores y los llevamos a Lima. Fue muy fuerte. Fue hace unos cinco años.
Han creado una unidad de salud con encargados que van en los aviones en las evacuaciones, así como está Salud Lima está Salud G8 y las ambulancias tienen equipos para los aviones. Son servicios que rotan todos los días, pero viven acá. Se activa el avión, van subiendo los doctores y en una hora sale un vuelo.
Hemos tenido reuniones para que sepan cómo funciona el avión, cuáles son las salidas de emergencia, cuáles son los procedimientos, ahora tienen más de dos años de experiencia.
PD: ¿Han hecho lucha contra incendios?
SB: Sí, tenemos la capacidad con el sistema Guardian. Consta de 5 cajas de cartón que envuelven una bolsa, un material reciclable que hace que cada contenedor pueda llevar una tonelada de agua. Compramos alrededor de 1200 cajas. Ya estábamos entrenados en lanzamiento de carga tácticamente y militarmente, pero no estas cajas, que cuando caen se abren en el aire y tiran el agua.
Nos preparamos y a los meses se activó en Cusco un incendio, eran cerros tras cerros, parecía un infierno, y podía alcanzar a la ciudad. Activaron los Spartan, los helicópteros con los bambi buckets, al Ejército y a la municipalidad. Había mucha gente en tierra que hacia su trabajo y nosotros ayudamos.
Este sistema crea una barrera entre el fuego y el personal. Entramos, hacemos un pasaje y una vez que lo hacemos bajamos más, configuramos el avión y soltamos las cajas. Caían 4 toneladas de agua haciendo una barrida, evitando que el fuego pase al lado de las personas o las casas. Esos días despegábamos 6 de la mañana. Obviamente que en altura sacar cuatro toneladas es extremo con este avión. El briefing era a las 4 de la mañana, cinco y media arrancando, llenando las cajas, era un trabajo intenso. A las 12 nos íbamos a dormir para después levantarnos temprano. Lo hicimos dos veces en Cusco.
Este año hemos entrenado en Pisco y hemos lanzado 40 cajas. Podemos subir hasta seis cajas. Queríamos entrenar a todos para que todos tengan la capacidad.
PD: ¿Cuál es la misión más importante dentro de la parte militar?
SB: Justo este año se hizo el Spartan Mission Review, que fue una reunión de operadores del Spartan en Rumania, donde también había varias empresas que hacen que este avión vuele, fueron unos cuatro días donde pudimos intercambiar experiencias y ajustar algunos procedimientos. Exponer ante 16 países, además de los fabricantes, nuestra razón como Fuerza Aérea, y en esta reunión tuve la oportunidad de contar mis experiencias, ajustar algunos detalles de operaciones y exponer acerca de los aportes que hace el Spartan. Y lo último eran las operaciones NVG que, si bien en todo el mundo son militares, tácticas, hay también una necesidad de apoyar a la población y hacemos operaciones con NVG, donde entramos al aeródromo con NVG y aterrizamos, manteniendo la seguridad de siempre.
En las misiones militares de apoyo a la fuerza hacemos operaciones logísticas, misiones VRAEM, formaciones, nocturnos, tratamos de entrar en todos los campos, pero creo que ya no se nos escapa ninguno. Y la idea es estar al 100 por ciento siempre. Hacemos aterrizaje en blackout, en altura, selva y costa.
PD: ¿Cómo ve el futuro de la unidad?
SB: Existe un proyecto de inversión de alcanzar las 12 aeronaves. Sería ideal, pero hay que ver las expectativas y las necesidades desde un punto de vista estratégico. Definitivamente, teniendo más aeronaves con más pilotos se puede dar un mayor apoyo a la población. Y a eso se quiere llegar. Tenemos cuatro Hercules, dos KC-130, cuatro Spartan y tres Antonov An-32, mientras estén operativos, todos vuelan.
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