Putin vuelve a pedirle un imposible a Ucrania

Por Ignacio Montes de Oca

Putin pide por medio de Trump que Ucrania rinda su territorio en el Donbás a cambio de retroceder en Zaporiyhia y Jerson. Analicemos un pedido que no tiene sentido práctico y los detalles detrás de la negativa a entregar los Tomahawk y la elección de Hungría como la nueva Alaska.

En agosto Putin hizo el mismo pedido y solo a los que apoyan a la invasión y a los miembros de la iglesia política de moda se les ocurre que es una idea que puede ser llevada a la práctica. Vamos a explicarlo otra vez: Ucrania no puede ceder su territorio con una firma. Su Constitución se lo impide y para modificarla debería hacer un referéndum, que no puede hacerse porque la Constitución impide elecciones en tiempos de guerra. Lo explico de nuevo, como si fueran niños de 3 años sin dormir siesta: https://x.com/nachomdeo/status/1955241455217263046

The Economist publicó un artículo horas atrás en el que explica que, con este ritmo de avance, Rusia debería seguir atacando hasta el 2030 para tomar el Donbás libre y 108 años para ocupar toda Ucrania. El pedido de Trump y Putin a Zelensky es matemáticamente tonto.

Trump dijo días atrás que era tiempo de que Ucrania pase a la ofensiva y dijo que consideraba entregarle misiles Tomahawk. Luego de la conversación con Putin dijo que no tenía suficientes para andar entregándolos. En realidad, EEUU tiene una reserva de 4.000 misiles.

El pedido de misiles por parte de Ucrania parece haber sido más político que instrumental. Con recursos propios como los drones y su servicio de inteligencia ya disminuyó hasta en un 38% el refinado de combustibles y terminó con un tercio de la flota de bombarderos de Rusia. Ucrania está poniendo en servicio sistemas como el Flamingo que superan los 1.600 km de alcance de los Tomahawk. No tienen la misma precisión, pero a su vez no implican condicionamientos a la hora de usarlos contra blancos determinados ni en el número a recibir.

El pedido de Tomahawk pareciera haberse dirigido en otra dirección. Era el modo de calibrar la postura de Trump, comprometerlo a continuar mandando el insumo más valioso que puede proveer que es la inteligencia militar y evitar un derrape definitivo al lado ruso. Zelensky sabe que además de la obsesión por exhibirse como postulante al Nobel de la Paz, Trump ansía lanzarse sobre los recursos naturales de Rusia y que Putin utiliza esas debilidades negociadoras para manejar a su antojo las decisiones del inquilino de la Casa Blanca.

Para poder acceder a esos recursos, Trump necesita una tregua o una excusa en la negativa de Ucrania a su propuesta para avanzar unilateralmente en la distensión con Rusia y levantar las sanciones. Putin también lo entiende y por eso ofrece una negociación plagada de trampas. Ofrecer una reunión en Budapest es como decirle a Israel que negocie con Hamas en Doha. Es un pedido para que se niegue porque sabe que además de ser tierra de Orban que es más prorruso que bombardear una casa ucraniana, tiene la carga simbólica de los Acuerdos de Budapest. Fue en la capital húngara en donde se firmó el Memorándum de Budapest sobre Garantías de Seguridad el 5 de diciembre de 1994. En ese momento Ucrania entregó su arsenal nuclear a cambio de no ser invadido por Rusia. Ahora Trump propone que firme allí un acuerdo sin garantías.

Pero, y aquí hay otra trampa política, Trump propone por pedido de Putin realizar una firma en territorio de la Unión Europea, en la casa de su integrante más pro Putin y en una reunión que excluye abiertamente a los países europeos que apoyan a Ucrania. Es una ofensa multilateral. En su posteo hay otra definición. Pidió congelar las líneas y que "vuelvan a su casa en paz". Esto supone reconocer de manera implícita a las zonas invadidas como parte de Rusia al no pedir su retiro previo de las regiones ocupadas. Sutil como una patada en la nuca a Zelensky.

Hace meses se especula sobre la postura de Trump respecto a la invasión rusa y sobre su efectividad como mediador. Esta no es una mediación porque no se abstiene de tomar partido. Por el contrario, le concede a Putin más tiempo y la prerrogativa de decidir el destino de los Tomahawk. Hacer la famosa "Maniobra Onán" al pedirle imposibles a Ucrania o sugerir intercambios territoriales absurdos afecta a Kiev. Sacar a Europa del juego favorece a Putin y debilita más a Occidente a cambio de un hipotético uso de recursos naturales y un premio Nobel elusivo. Tampoco ayuda poner a Ucrania y Rusia en pie de igualdad al borrar la diferencia entre agredido y agresor. Esto es lo que intenta imponer el Kremlin desde 2022 al excusarse en una pretendida amenaza. Y además le niega a Ucrania el derecho a defenderse y recuperar su soberanía.

Los miembros de la red de propaganda rusa y los feligreses de la iglesia política de moda ahora están aunados en el esfuerzo por fingir una preocupación por las "víctimas" de esta guerra, omitiendo el hecho fundacional de la invasión ordenada por Putin y la ocupación rusa. Pero omiten que "congelar" la guerra no resuelve cuestiones pendientes como la devolución de los 20.000 niños ucranianos y el cuarto de millón de ciudadanos en campos de concentración en Rusia. O la masacre en las zonas ocupadas, que continúa adelante: https://x.com/kozako01/status/1979897379789688956

Tampoco resuelve el problema de una tercera invasión rusa, que se vería facilitada por una pausa que usaría Putin para rehacer sus fuerzas, reforzada además con las divisas de EEUU si Trump acordara revitalizar el comercio con Rusia a expensas de sus aliados europeos. Todo lo que propuso el Trump del viernes contradiciendo al Trump del miércoles favorece a Putin sin disimulos. Pero además no tiene sentido práctico. Es, por decirlo de un modo suave, una tontería al taco.

Bonus: por favor, atenerse a las cifras. Europa duplica a EEUU en el monto de ayuda asignada a Ucrania. 273.000 millones de euros versus 118.950 millones de EEUU.