¿Quién va ganando la guerra? ¿Rusia o Ucrania?
- Ignacio Montes de Oca
- 11 mar
- 12 Min. de lectura

Por Ignacio Montes de Oca
Se debate si Rusia va ganando o perdiendo en la invasión a Ucrania. Para salirse de las discusiones emocionales vamos a ir a las matemáticas y la lógica para hacer un diagnóstico y de paso responder preguntas como ¿Esta cerca la paz? ¿Cuándo termina la guerra?
Lo primero que hay que establecer es el objetivo de Putin, porque de él depende saber si logró sus objetivos y, por ende, si está ganando, y su derivada, si va a frenarse por un acuerdo de cese el fuego. Y ya tenemos una definición, porque un cese del fuego no equivale a lograr la paz. Si persisten las razones del conflicto y hay un ánimo de parte de Rusia de lograr más conquistas territoriales y de Ucrania de recuperar su suelo, es evidente que el conflicto no está resuelto y que solo se acordará una pausa. En 2014, también se acordó un cese el fuego. El 24 de febrero de 2022 Putin lanzó un ataque en varios frentes simultáneos con una columna principal dirigida a Kiev con el objetivo de tomar Ucrania. Puede discutirse por siglos si fue una finta, pero en la realidad Rusia intentó hacerse con el país entero.

Arranquemos con las matemáticas de la guerra. En el momento de auge, Rusia logró conquistar el 27% de los 603.218 Km2. En total, las zonas en disputa o tierras que no estaban bajo el control de ninguna de las partes alcanzaban a un 33% del territorio ucraniano. Ahora bien, como producto de la primera invasión, la del 2014, Rusia ya controlaba el 7% de Ucrania. Es una superficie equivalente a 42.000 Km2 que se corresponden con los 27.000 Km2 de Crimea y las zonas ocupadas de los oblast de Donetsk y Luhansk.
Putin llegó a ocupar 119.000 Km2 desde febrero de 2022, un 20% adicional, lo que sumado a las conquistas del 2014 le dieron el control sobre 161.000 Km2. Tenemos un 27%, pero a partir de entonces Ucrania comenzó a preparar una contraofensiva que se materializó en agosto de 2022. Desde esa fecha, Ucrania logró desalojar a los rusos de un total de 74.443 Km2 y los derrotó en Jerson y Kharkhiv, las dos capitales de oblast más importantes en disputa. Este dato es importante, porque la última vez que Putin tomó una cabecera de oblast fue en 2014.

En consecuencia, la superficie ucraniana invadida por Rusia se redujo a un 18% y hoy está en un 18,21%, que equivalen a 109.860 Km2. Es decir que sigue siendo menor a la que tomó en 2022. Aquí o en la superficie de Marte 27% es un número mayor que 18,21%.
Visto de otro modo, desde el 24 de febrero de 2022 Rusia se consolidó en un 11,21% adicional del territorio ucraniano, pero perdió el control sobre el 8,79%. Este dato es crucial para el balance de costos, que vamos a ver luego. Vamos al objetivo de Putin.

El 30 de septiembre de 2022 Putin se anexó los territorios de los oblast ucranianos de Donetsk, Luhansk, Zaporiyhia y Jerson, además de algunas zonas de los de Khakrhiv y Nicolaiev. La Rada aprobó por ley la anexión por lo que administrativamente los considera suelo ruso. Este es un dato central porque legalmente Putin, o quien sea su sucesor una vez que la parca se lo lleve al asador, están obligados a ejercer la autoridad sobre esos territorios y salvo ley que anule esa obligación, debe seguir con la invasión hasta alcanzar el objetivo. Nota aparte, en las negociaciones que lleva adelante Trump se le pide a Ucrania que anule las disposiciones constitucionales y que realice elecciones, aunque estén prohibidas por la Ley Marcial. A Putin no se le pide que anule la ley de anexión.

Esta observación es muy importante porque implica que Rusia seguirá la guerra. Por ley, tiene que tomar la totalidad de los 4 oblast anexados que suman un total de 108.566 Km2, que añadidos a los 27.000 Km2 de Crimea, suman una pretensión mínima de 135.566 Km2. Rusia controla aproximadamente el 99% de Luhansk, el 75% de Donetsk, el 72% de Zaporiyhia y un 62% de Jerson, además de disputar una pequeña porción de Kharkhiv menor al 5% del oblast. Es decir que nunca completó su objetivo de sumar la totalidad de lo anexado. Si se recuerda la cifra de lo ocupado desde 2022 a hoy, 109.860 Km2, notarán que existe una diferencia entre el objetivo legal planteado con la ley de anexión que obliga a pensar que Putin no va a renunciar, al menos, a terminar de tomar esos territorios. Es decir que el objetivo de mínima de Putin es completar al menos los 25,706 Km2 que le resta de los cuatro oblast anexados y alguna parte de Kharkhiv, además de recuperar los 400 Km2 de territorio que ocupa Ucrania en Kursk. En consecuencia, Putin no quiere paz en lo inmediato.

Pero como todavía existen expertos con alergia a las matemáticas, vamos a insistir con ellas para profundizar en la otra cuestión, la de la velocidad del avance ruso. Ya sabemos que la guerra va a seguir, porque además Ucrania no renuncia a su derecho soberano. El siguiente ejercicio es saber que tan eficaz es cada uno de los bandos para lograr su objetivo. Sabemos a cuanto aspiraba Rusia, cuánto tomó y desde el lado opuesto, cuánto liberó Ucrania de su territorio. Vamos a las velocidades de avance ruso en el último año. De acuerdo con el monitoreo de @War_mapper, Rusia tomó 427,47 Km2 de Ucrania en enero, 408 Km2 en diciembre y 701,15 Km2 en noviembre, su mes de mayor avance. En 12 meses, avanzó sobre un total de 3.600 Km2. Considerando la superficie de Ucrania, es el 0,59% de su territorio.

Ucrania llegó a ocupar unos 1.200 Km2 de territorio ruso en Kursk, pero hoy redujo ese control a menos de 400 Km2. De todos modos, más allá de su impacto político, no cambia en mucho el balance territorial. Lo dejaremos aparte para no confundir las cuentas. En el gráfico se observa la progresión de la ocupación rusa desde febrero de 2022. El cambio desde agosto de ese año es casi imperceptible. Ucrania viene resistiendo. Si hay un avance arrollador ruso y una resistencia quebrada de Ucrania, no se ve reflejada.

La cuenta es sencilla, si en un año Rusia avanzó 3.600 Km2, la velocidad de progresión de su invasión es de 300 Km2 mensuales. O es menor porque ahora Ucrania liberó zonas de Pokrovsk y Kupiansk que le restan al promedio ruso. Hagamos otras cuentas. A esa velocidad de 300 Km2 mensuales, el completar los 25.706 Km2 que le restan de los oblast anexados le tomaría a Rusia más de 7 años de guerra. Ahora sabemos que Putin va a seguir la guerra, que Ucrania no se va a rendir y la duración mínima hipotética de la invasión. Pero, como conocemos que el objetivo de Putin más allá de lo militar es controlar a Ucrania o anexarla por completo, tenemos que suponer que sus planes contemplan algo más que tomar cuatro oblast anexados y su ofensiva en Kharkhiv lo corrobora. Dado que en los hechos queda demostrado que tomar por la fuerza militar la totalidad de los 603.218 Km2 de Ucrania es un imposible, es previsible que Putin busque métodos indirectos como la desestabilización por medios híbridos o usando la gestión de socios extranjeros.

De este modo es posible entender la ofensiva para sacar a Zelensky de la presidencia y la insistencia por medio de terceros para embarrar el ambiente político interno de Ucrania. A su vez, esa maniobra apunta a debilitar el frente militar adversario. No podemos especular cuánto tiempo le demandaría a Ucrania recuperar sus territorios, eso depende de un colapso ruso o de una retirada ocasionada por factores que no están a la vista, como, por ejemplo, una o más contraofensivas tan eficaces como la de 2022.
Vamos a los costos que pagó Rusia por su invasión, porque al saberlos tendremos una medida de su capacidad para sostener la invasión o, en caso de tregua, para darnos una idea del tiempo que le demandaría organizar otra agresión como la del 2014 y 2022. Tenemos varios datos para analizar. Sabemos que en 2022 Rusia contaba con unos 3.600 tanques en funcionamiento, es decir, activos, y sin contar con los que juntaban óxido en los depósitos heredados de la Unión Soviética. También, que usó 1.600 para la invasión de 2022.

Si vamos a las cifras de bajas verificadas de Oryx, podemos establecer que Rusia perdió hasta ahora 3.786 tanques, 186 más que el total de los que tenía en 2022. Y queda un margen de bajas que no pudieron ser verificadas visualmente. Es la base mínima del costo solo en tanques. Si se suman los blindados de combate, Rusia lleva perdidos más del doble de los blindados usados en la invasión del 2022. Si en esa ocasión no tomó Kiev y considerando el refuerzo en las filas ucranianas, ese objetivo quedó ahora fuera del alcance militar de Putin.
En el costo ruso hay otros 11.951 vehículos de combate o transporte de infantería dados de baja. Si Rusia produce como máximo 200 tanques nuevos por año y recupera otros 900 de modelos soviéticos como máximo, su tasa de reposición está por debajo de la de bajas. En vehículos de combate de infantería como el BMP-3, la producción anual es de 463 unidades y del BTR-82 es de 400 unidades incluyendo la modernización de modelos antiguos. Veamos entonces que sucede con los equipos de la era soviética que se están reciclando.
Las imágenes satelitales de los depósitos, de acuerdo con una investigación de The Insider, muestran que Putin solo tiene un remanente del 41% al 52% de las existencias y muchos de esos vehículos fueron descartados por estar en un estado de deterioro irrecuperable.
Su capacidad de reciclaje se sitúa en los 2.000 tanques, 2.000 vehículos de combate de infantería y 3.000 de trasporte de personal de modelo obsoletos soviéticos. Con estas cifras y las de producción más la tasa de bajas, tenemos un estimado de tiempo para mantener la ofensiva.

Hagamos un cálculo sencillo: en 37 meses de guerra rusia perdió 3.786 tanques, más de cien por mensuales, pero produce 16 por mes y recicla 75 de modelos viejos. La resultante es un envejecimiento promedio del material y un faltante progresivo de materia militar en el frente. Solo para dar una idea de lo perdido por Rusia: Alemania tiene 521 tanques y Polonia, espera juntar 2.200 en breve. Europa entera suma 4.400 tanques. A este ritmo, Rusia alcanzará una cantidad similar de pérdidas en 2025. Y los tanques europeos, seguirán intactos.

Basándonos en cifras de Oryx, Rusia perdió al menos 20.577 piezas de material contando vehículos terrestres, aéreos y navales. En ese listado, hay al menos 3.887 vehículos de transporte. La falta de fuerzas acorazadas y logísticas suficientes, explican el ritmo de avance. También, el aumento progresivo de las bajas humanas. Mediazona, sobre la base de verificaciones indirectas como sucesiones y obituarios, estima que Rusia perdió al menos 20.000 soldados en 2022, 50.000 en 2023 y 100.000 en 2024. Se trata de datos verificados, no totales.

Considerando que por cada soldado muerto habría una cifra similar de desaparecidos en combate y mercenarios o extranjeros caídos, esa cantidad podría ser, al menos, un 50% por debajo de la real. Y luego hay que suponer 3 heridos por cada muerto y un total de 700.000 bajas.
Esa estimación coincide con un promedio de un millar diario de bajas en combate, o más en algunos días de enero y con el ritmo de enrolamiento en Rusia de 35.000 ciudadanos mensuales. A su vez, es coherente con la aparición de soldados norcoreanos y de otras nacionalidades. Esto conduce a un faltante de hombres, que es fácil de verificar por el aumento en la recompensa que ofrece el estado ruso por enrolarse. Putin la dobló de 195.000 a 400.000 rublos. Y le sumó beneficios como la condonación de deudas crediticias por hasta 100.000 dólares.

En síntesis, Rusia podría estar acelerando sus pérdidas en hombres como consecuencia de la falta de protección como consecuencia del deterioro en el parque de blindados y otros transportes adecuados para protegerlos en el frente y la retaguardia. Las matemáticas y el dato fundado permiten entonces explicar fenómenos tales como el uso creciente de autos civiles por parte de los rusos en el frente o el avistaje de tropas rusas usando carros de golf, motos, burros, caballos y camellos, en ese orden de aparición.

En síntesis, Rusia podría estar acelerando sus pérdidas en hombres como consecuencia de la falta de protección y del deterioro en su parque de blindados y otros transportes adecuados lo que conduce a la incapacidad para protegerlos en el frente y la retaguardia. Todos estos números indican que Rusia sigue alimentando su maquinaria de guerra con hombres en donde ya no cuenta con material moderno para suplirlos. Aquí es donde hay que agregar un dato político: Putin ya aclaró que no frenará su ofensiva incluso durante una negociación.
Zelensky también explicó porque no acatará un pedido de tregua terrestre y que solo pide un respiro en los ataques aéreos y navales. Como se ve, los reclamos pacifistas no tienen correspondencia con lo que sucede con los contendientes. Esto nos lleva al capítulo final.
Tenemos claro que Rusia se obliga a seguir la guerra para completar al menos el objetivo de controlar lo anexado y quizás el mayor, que es tomar el control de Ucrania. Los ucranianos ya rechazaron la idea de renunciar a la parte de su patria bajo control ruso.

Con estos datos, sabemos que la paz de momento no es posible porque los planes de unos y otros confrontan y que una tregua solo servirá para que los adversarios renueven sus arsenales. El pacifismo, pareciera ser poco realista y a lo sumo utilitario al rearme. Rusia debe reorganizar sus fuerzas para completar la tarea pendiente. Con los números de la invasión del 2022, sabemos que le demandará por lo menos 3 años equiparar una fuerza semejante, pero que deberá tomarse un tiempo más para superar a la actual fuerza ucraniana.

Ucrania comenzó la guerra con 260.000 soldados, 988 tanques y una obsolescencia tecnológica notable. Hoy suma 900.000 hombres, 1.700 tanques, una enorme fuerza de drones y misiles y a una formidable experiencia y mejora militar. El freno a Rusia lo corrobora. Putin tiene que amasar una nueva fuerza para romper esa tasa de 300 Km2 mensuales de avance que están teniendo un costo prohibitivo. Pero debe tener en cuenta que ya no puede tomar por sorpresa a Ucrania ni abusar de su superioridad militar.
Para recomponer sus fuerzas necesita que se relajen las sanciones contra Rusia para disminuir la brecha de la obsolescencia militar que se traduce en bajas humanas rusas. Tiene sentido entonces el pedido de partidarios como JD Vance y los jerarcas del AFD para levantarlas. El tiempo de pausa también corre a favor de Ucrania y aun más si el temor a un rearme europeo se canaliza en un apoyo sostenido a ese país dotándolo de más medios. Frenar a Putin en Ucrania sigue siendo más razonable que hacerlo en otros sitios de Europa.
El apoyo de EEUU representa el 20% de los recursos ucranianos. El 30% proviene de Europa y el resto es provisto por la industria de defensa ucraniana apoyada por los europeos. El aporte norteamericano provee de las armas más efectivas, pero no es definitorio. Es importante aclarar ese punto porque incluso luego del corte de la asistencia ordenada por Trump, Ucrania cuenta con un 80% de los recursos para seguir resistiendo y las estimaciones más pesimistas indican que tiene reservas para al menos cuatro meses de combate.
Ahora Europa redobló su apoyo a Ucrania, por lo que el factor de presión estadounidense para obligar a Kiev a una tregua tiende a diluirse y se acentúan ante la evidencia de que tampoco Rusia se encuentra en condiciones para explotar es ventaja que le concede Trump. Y tanto sea porque Putin se decida a continuar su tarea de conquista o que Ucrania sostenga la presión con la premisa de generar más desgaste en Rusia para generar otra contraofensiva, la idea de paz suena por ahora como una entelequia. Un cese el fuego, sería apenas una pausa.

Incluso si se firmara una tregua, vale recordar que Putin accedió a un cese el fuego en febrero de 2015 y volvió a atacar a Ucrania en junio de ese año en todo el Donbás. Todos saben que una tregua con Putin como contraparte tiene menos probabilidad de sobrevivir que la madre de Bambi.
Volviendo a la tarea pendiente en ambos lados, se cae la idea de una tregua y la ilusión de una paz que solo podría lograrse si uno de los dos bandos se impone al otro. Es por eso que los esfuerzos de Trump están siendo discutidos por ambos lados del campo de batalla. Queda claro que resolver el conflicto que originó la guerra es el único camino para lograr la paz y que, en todo caso, el rol de los EEUU consiste en inclinar la balanza para uno de los lados. Una espera solo recargará los arsenales y será el preludio de nuevas batallas.
Con los números a la vista, esa resolución pasa por el simple hecho de que uno de los dos cumpla con su objetivo. Putin y Zelensky ya fijaron los suyos y si EEUU no va a poner el cuerpo para saldar la disputa, apenas logrará una pausa tan útil como la que se logró en Minsk en 2014.

Con la ayuda de las matemáticas y un poco de datos es posible refutar al supuesto pacifismo que ignora y tiene pereza de buscar los datos que indican que hablar de paz es como repetir sonseras del tamaño de los 350.000 millones de ayuda de EEUU a Ucrania. A quien más le conviene la idea de tregua es a Putin, por el progresivo agotamiento de su arsenal y la necesidad de un respiro para rehacer sus fuerzas. Y si no lo logra, precisa que Ucrania cargue con la culpa de no lograrla y pague con un embargo de armas de EEUU.
Esa fórmula política es la que cierra ese artículo y explica lo que parecen boberías estratégicas tomadas por la administración Trump, que sigue ajustándole el cinturón a Ucrania mientras aplica amenazas a Rusia y la castiga con latigazos de pétalos de rosas.
Queda pendiente la pregunta ¿Quién va ganando la guerra? La respuesta la están tramitando los que están en el frente. Rusia falló en su objetivo de someter a Ucrania, pero tomó otro 11,21% de su territorio. Ucrania sigue siendo libre, pero aún no puede desalojar del todo a Rusia. A Putin le restan tomar 493.768 Km3 de Ucrania para cantar victoria. O los 25.706 Km2 de las zonas anexadas. Avanzar un 0,59% en un año indica que está lejos de encontrar el modo. Ucrania cede, pero no se ha desmoronado como presagiaban sus enemigos en Rusia y en las redes. Por ahora no hay ganadores. Rusia insiste, Ucrania resiste. Y no tiene sentido decir que Rusia es una inevitable ganadora. No hay inevitables, como bien quedó demostrado desde febrero de 2022 cuando muchos decían que en la Biblia de los realistas siempre Goliat venció a David.