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Ignacio Montes de Oca

A las tropas norcoreanas peleando para Rusia se le suman ahora los yemenitas: United Colors of Putin




Por Ignacio Montes de Oca

 

Rusia está reclutando cientos de yemenitas y la frontera entre los conflictos en Ucrania y en Medio Oriente es cada vez más difusa. A las tropas norcoreanas se le suman ahora cientos de personas reclutadas bajo engaño en Yemen por los hutíes del grupo terrorista proiraní Ansar Allah. El Financial Times confirmó un secreto a voces: Irán está ayudando tanto como Corea del Norte para alimentar a la picadora de carne de Putin, a quien le cuesta cada vez más sostener el nivel de reclutamiento por la cantidad creciente de bajas que sufre en el frente. Esa ayuda se traduce en el envío de cientos de yemenitas a Rusia para ser enviados al frente. Los encargados de llevar adelante la maniobra son los hutíes manejado por Irán. Expliquemos cómo funciona este nuevo capítulo de United Colors of Putin.

Los hutíes llegaron a Rusia con la promesa de ser empleados en la fabricación de drones y hacer trabajos en obras públicas a cambio de una paga de U$S 2.000 mensuales, un bono de 10.000 dólares y la promesa de recibir la ciudadanía rusa. Pero era un engaño. Apenas llegaron a Rusia fueron obligados a firmar un contrato para marchar al frente hacia donde partieron de inmediato. La estafa comenzó en Yemen en donde la empresa Al Jabri General Trading & Investment los contactó para ofrecerles un trabajo en el sector civil ruso.




La empresa pertenece Abdul Wali Abdo Hassan Al Jabri, uno de los miembros prominentes del gobierno hutí que controla el oeste de Yemen. El ingreso promedio es de U$S 676 anuales y el 80% de las familias viven con U$S 2 diarios por lo que no fue difícil ejecutar el engaño. En octubre, el grupo de investigación periodística OCCRP informó de la existencia de un grupo de WatsApp de 150 yemenitas que buscaban escapar de Rusia. En una carta dirigida al embajador de Yemen en Moscú, Ahmed Salem Al Wahishi, le pidieron ser rescatados de frente. Los yemenitas reclutados por la fuerza por lo general no proceden de las milicias hutíes. Son civiles que llegan engañados por la empresa que figura como una compañía de turismo con base en Sana, el epicentro de la actividad hutí en Yemen.

El reclutamiento sigue el mismo patrón que el que se usa para contratar a ciudadanos cubanos: promesas de trabajo en el mercado civil a personas de países pobres bajo el amparo de gobiernos que responden al mismo signo que Rusia y sus aliados. El vínculo entre Rusia y los hutíes es anterior al 7 de octubre de 2023. Moscú recibió al menos dos delegaciones de ese grupo en Moscú en fechas previas. El vínculo es manejado por Mikhail Bogdanov, enviado ruso para Medio Oriente, encargado además de la relación con Hezbollah. A su vez, los hutíes son uno de los pocos grupos que reconocieron la existencia de las repúblicas de Donetsk y Luhansk antes de que fueran devoradas por la anexión rusa. Los hutíes son sostenidos por Irán, que es, con Corea del Loco, el aliado más cercano de Rusia.



En julio de este año EEUU denunció haber interceptado mensajes entre hutíes y rusos en los que se negociaba la entrega de misiles antibuque para continuar los ataques en el Mar Rojo. En octubre, el WSJ filtró la ayuda de la inteligencia rusa para planificar esos ataques. En otra de las denuncias se informó que los miembros del GRU, el servicio secreto de Rusia, estaban prestando apoyo a los hutíes simulados entre el personal que presta servicios humanitarios en Sana. La zona hutí es un feudo iraní y la presencia rusa debe ser consentida por Teherán.

Necesariamente debe haber una contraprestación por el servicio de catering humano para Putin. Por un trámite similar, Cuba recibió barcos repletos de petróleo. El temor es que la contraprestación a los hutíes sean más armas para que continúen sus ataques al tráfico marino. En concreto se teme que les provean de misiles P800 Oniks, mucho más modernos que los que operan los hutíes, basados en modelos iraníes. La entrega sería pautada mediante el mismo sistema que desvía armas rusas para Hezbollah y otros grupos similares.

Una gestión saudita ante Putin encabezada por el príncipe saudita Mohammed bin Salman habría suspendido el trato en junio, pero la aparición de yemenitas en las filas rusas renueva la preocupación por el grado de compromiso que tomó Putin con el grupo terrorista de Yemen. En julio, Bogdanov recibió en Moscú a Mohamed Abdel Salam, el enviado de Ansar Alah, en una visita oficial. No es casual que ese mismo mes haya comenzado el reclutamiento y la llegada de yemenitas que luego aparecieron con uniformes rusos en suelo ucraniano.



En el comunicado del gobierno ruso sobre la reunión, difundido a través de la agencia oficial TASS, se hace mención del bloqueo naval a los buques de Israel y se lo justificó como una acción originada en las acciones israelíes contra los grupos palestinos. La aparición de yemenitas en las filas rusas y la gestión por parte de un integrante del gobierno hutí para llevarlos al frente le da un carácter aún más internacional al conflicto. La presencia de irán como proveedor de soldados, aunque sea tercerizando el servicio, lo confirma. La sobreactuación de Rusia por la intención renovada de Macron de enviar soldados franceses a Ucrania ante la aparición de soldados norcoreanos vuelve a desafiar el carácter occidental. Putin se permite lo que a los demás le niega con amenazas de represalias nucleares.

Mientras tanto, Rusia sigue aumentando su cooperación con los planes iraníes en Medio Oriente. El pago por los soldados yemenitas va a reforzar el poder de los hutíes y en consecuencia la posición de Irán en el tablero regional. El Eje autócrata se sigue fortaleciendo. Irán puso en jaque el tráfico en el Mar Rojo y la aparición de Rusia con su “asesoramiento” a los hutíes puede convertirse en un sistema de peajes para negociar el paso de barcos de determinados países al evitar ataques a buques de las banderas equivocadas.



A Putin no le hace falta apurar el envío de los misiles P800 a Sanan. Le alcanza por ahora con ayudar a refinar el bloqueo y autorizar el desvió de armas fabricadas por Rusia o con su licencia hacia los grupos como lo hutíes y Hezbollah, cuyo arsenal es en un 80% de ese origen. Ahora Putin cubre también con yemenitas el vacío que deja cada carga banzai sobre las posiciones ucranianas. Cada una de ellas es un ahorro en la promesa de una recompensa por enrolarse. Es improbable que Al Jabri preste servicios de reclamos judiciales para los deudos en Yemen.

La gestión del embajador yemenita en Moscú permitió repatriar a 11 yemenitas enrolados en Rusia, pero se ignora cuantos permanecen en las filas de Putin. Lo cierto es que su presencia confirma la cooperación cada vez más estrecha entre los integrantes del Eje autocrático.

Queda una observación a futuro. Los que plantean forzar un cese el fuego entre Ucrania y Rusia que deje indemne a Putin están proponiendo a su vez fortalecer a sus aliados. La potencia militar que quedará disponible no solo será usada para rehacer el aparato militar del Kremlin. El nivel de compromiso de Moscú con el ecosistema de Irán en Medio Oriente es cada vez mayor y los yemenitas vienen a corroborarlo. Lo mismo vale para otros sitios en donde hay un interés de injerencia ruso, sea en Venezuela, Cuba, Mali o Abjasia.

La fuerza multinacional y con todos los colores del Pantone que viene amasando el Eje estará disponible para concentrarse en aquellos puntos en donde pueda dirigirse tras apagar la picadora de carne y metal que funciona en Ucrania. Es un hecho de la física política. Es por eso que Rusia instruyó a sus colaboradores en medios y redes para que se disfracen de pacifistas. O que alienten el temor nuclear. Si en enero se va a hacer un arqueo de territorios, necesita resolver Kursk y apropiarse de la mayor cantidad posible de territorio ucraniano. En lo inmediato, Irán ayuda a su aliado ruso a resolver el problema más urgente: la creciente falta de tropas. Esta semana la inteligencia occidental elevó la cantidad de bajas rusas a 700.000. Son muchas, pero Putin necesita ganar a toda costa terreno sin medir en gasto de almas. En lo que va del año Rusia apostó a las oleadas humanas. La masa de vehículos perdidos se acerca a los 20.000 e incluye 3.578 tanques y 10.985 blindados de combate. Para llegar a enero con más territorio necesita seguir arrojando hombres contra las trincheras enemigas. La cantera humana rusa está exhausta. Ya no alcanza con ofrecerle 20.000 euros a quien se enganche en la leva o perdonarle las deudas. Se resuelve importando desde Yemen y otros sitios el insumo faltante. Y si es de un país pobre y usando un gestor de un grupo aliado, mejor.



Occidente, mientras tanto, sigue atrapado en un debate interminable sobre las 32 dimensiones del significado del término “ayuda militar a Ucrania” para medir su grado de involucramiento. Rusia y sus socios son más expeditivos. Comprenden mucho mejor lo que está en juego. Esos debates incluyen cómo resolver el bloqueo del Mar Rojo y como neutralizar a los hutíes. Mientras protagonizan discusiones acaloradas en cócteles y reuniones alfombradas, aparecieron los yemenitas en Ucrania. Se les recomienda subir una foto en las redes fingiendo sorpresa.

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