Comentarios sobre la reunión de la UE y Ucrania en París
- Ignacio Montes de Oca
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Por Ignacio Montes de Oca
Ucrania recibió el respaldo de más de 30 países durante la reunión de la Coalición de los Dispuestos organizada en París. Además de Zelensky participaron Macron y Stramer, Stubb de Finlandia, Tusk de Polonia, De Weber de Bélgica, Frederiksen de Dinamarca, Schoof de Holanda, Costa de Portugal y Von der Leyen por la Unión Europea. El resto de los líderes de estado se integraron por videoconferencia. EEUU envió a su negociador, Steve Witkoff, que se ausentó 20 minutos después de iniciada la reunión para preparar un llamado con Trump.
Europa acordó sostener la posición negociadora de Ucrania y en contribuir con su defensa, ya sea que se avance en un cese el fuego o continúe la guerra. También advirtieron que Putin está ganando tiempo y que no tiene voluntad de llegar a un acuerdo para frenar los combates. El Reino Unido anunció al comienzo de la reunión que le transferirá a Ucrania misiles de largo alcance "Nightfall" con un alcance de 600 km y una ojiva de 300 kg. El resto de los países se comprometieron a sostener los paquetes de ayuda militar para frenar la invasión rusa.

Mientras transcurría la reunión se produjo otro lanzamiento de misiles balísticos rusos sobre ciudades ucranianas y en uno de esos ataques, en Chernígov, murieron dos voluntarios daneses que participaban en tareas de desminado, y fueron heridos otros tres. Esto merece un contexto. No es casual que ayer se difundiera la noticia de que la empresa ucraniana FirePoint iba a producir en Dinamarca el combustible para los misiles de largo alcance Flamingo. Rusia había advertido a los daneses que esa decisión los exponía a represalias. Es un nuevo ataque contra intereses europeos. El 28 de agosto Putin lanzó drones y misiles que alcanzaron los edificios de la Delegación Europea y del British Council en Kiev. También al edificio de una empresa de los EEUU. Europa protestó y la Casa Blanca mantuvo silencio.

Esa diferencia de criterios se repitió en la reunión de París. Trump no quiso participar y recién al terminar el encuentro principal se comunicó con Zelensky para ponerse al tanto de lo dispuesto. Witkoff solo cumplió tareas de encargado especial en comunicaciones telefónicas. Mientras Europa avanza en resolver cómo darle garantías de seguridad a Ucrania y si además de armas enviará tropas (tardan más que los ents en resolver el segundo punto), Trump sigue firme en su rol de vendedor de armas a Ucrania y en limitarse a un rol de organizador de cumbres. El lunes se venció el últimatum de dos semanas que la había dado a Putin y Zelensky para que se reunieran. El presidente ucraniano aceptó, pero Putin sigue sin reconocer la legitimidad de Zelensky y con otras maniobras dilatorias que se burlan de las fechas límite.
Putin sigue haciendo pedidos maximalistas como la entrega de tierras, el desarme ucraniano y su último gesto chacotero fue poner como condición que Zlensky acuda a Moscú a verlo. Sin inmunidades de jefe de estado, queda claro que será enviado al edificio Lubianka. Furioso por las maniobras de Putin, Trump decidió cambiar de estrategia y ahora dice que se tomará un tiempo para resolver qué hacer con Putin. Ya van ocho meses y es el tercer ultimátum que cae y ahora se espera un nuevo anteultimatum. De eso se trató la llamada con Zelensky.
Europa no esperó y avanzó en la reunión de París. Dinamarca, Noruega y Países Bajos pagarán U$S 825 millones a EEUU para que Ucrania reciba 3.500 proyectiles de precisión. Es el primer tramo de un pacto de U$S 100.000 millones acordados con Trump que, sin embargo, lo relegan. Al cortar la ayuda a Ucrania y moverse a un rol de vendedor de armas y quedar atrapado en el loop de negociador de Putin, EEUU perdió capacidad de presionar a unos y otros para que se reúnen y terminen la guerra en un Día de la Marmota. El retiro de Witkoff no frenó la reunión.
El haber juntado a por lo menos 30 jefes de estado es un avance para la postura ucraniana y europea al mostrar unidad y despreciar la estrategia de Putin de ganar tiempo. Y al mismo tiempo suelta amarras políticas con los manejos de Trump respecto a Putin y sus tiempos.
Queda claro que Europa, con sus tiempos enervantes, tiene al menos un cronómetro en marcha. Y que va menos lento que el de Trump que se quedó congelado en Alaska tras la visita de Putin. Algo se mueve más lento que lo que necesita Ucrania, pero se mueve.
Luego de la constelación de estrellas autócratas en Pekín, se produce otra cumbre con un número igual de dirigentes europeos con una densidad política alta. Trump está alejado de ambos encuentros y se perfila una soledad estratégica. Sus aranceles y desafíos tienen su costo. En tanto Europa se coordine por el tema de Ucrania podría extenderla a otros temas, y llegar a una postura común en la guerra arancelaria y el desafío que representa China y su club de fans recargado. Trump debería ponerse un ultimátum de 15 días para revisar su política exterior. Lo que deja París es una autonomía ante los "antepenultimatum" de Trump a Putin y la posibilidad de forzar otro de los repentinos cambios de humor de Trump a su favor jugando con la evidencia que dejó la demostración de poder de Xi Jinping en Pekín, que lo afectó profundamente.
Queda la posibilidad de que lo obligue a renunciar al Nobel de la Paz para buscar el de ciencias al demostrar una verdad universal tan obvia como que el agua moja, que la tierra es un esferoide y que Putin nunca va a dejar de intentar tomar Ucrania por la fuerza.