Por Lewis Mejía
El impacto de la crisis entre Rusia y Ucrania sobre los sistemas de defensa en los países latinoamericanos va a ser enorme y de resultados muy predecibles: baja disponibilidad debido a los problemas por mantenerlos activos.
A partir de las fuertes restricciones económicas impuestas por occidente, a Moscú le será muy difícil poder sostener la línea logística más allá de sus fronteras.
Estas sanciones podrían significar, en la práctica, el inicio del fin de la presencia de la tecnología militar ruso-soviética en varios estados, especialmente sudamericanos.
Además, el inminente regreso, si no la consolidación, de los proveedores de procedencia estadounidense -con todo lo que eso significa- y, en segundo lugar, los de Europa Occidental.
¿Adiós a las armas?
Estoy en la Base Aérea de Las Palmas, en Lima, y mientras un Mi-171Sh ‘Hip H’ pintado con los dos tonos grises de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) sobrevuela mi cabeza, pienso en cómo se abordará su mantenimiento integral y modernización en los próximos años.
Venezuela, México, Colombia, Ecuador, Argentina, Cuba, Nicaragua y el Perú, entre otros países de esta parte del mundo, utilizan este famoso helicóptero utilitario en sus diversas versiones, incluida la militar.
Lima, precisamente, había expresado su deseo de evaluar la compra de más aeronaves de ala rotatoria de este modelo para fortalecer su capacidad de respuesta ante los desastres, y otros países pensaban lo mismo hasta antes de la invasión.
Pero no solo eso, existen otros sistemas mucho más complejos cuyo futuro empieza a entrar en un preocupante periodo de dudas y certezas respecto a cuánto tiempo más podrán ser utilizados sin el respaldo del fabricante.
Se hace referencia, por ejemplo, a los aparatos de superioridad aérea Sukhoi Su-30 MK2 de la Aviación Militar Bolivariana (AMB), o los cazabombarderos RSK MiG-29 SMP y Sukhoi Su-25 de la FAP.
No vamos a detallar la realidad de los veteranos MiG-21 de la Fuerza Aérea Revolucionaria de Cuba, que en general tienen un nivel de disponibilidad bajísimo y también necesitan de renovación.
Pero, nos preguntamos, ¿qué va a pasar con los usuarios de aquellos aviones de transporte de la línea An-32 y An-26 que están operando en las diversas fuerzas aéreas de por aquí?
Negocios perdidos
No hay que ser adivinos para saber que la oferta del caza ligero Yakovlev Yak-130 a Uruguay ha sufrido un fuertísimo golpe con la exclusión de Rusia del SWIFT, un sistema que respalda las transacciones de pago globales.
Con ese castigo, las instituciones financieras rusas quedarán aisladas y sus actividades globales se restringirán masivamente.
Medios especializados habían hablado de una propuesta de aviones Mig-35, aunque sin citar una respuesta oficial de la Fuerza Aérea Argentina (FAA).
El Estado Plurinacional de Bolivia también mostró, hace un par de años, su interés por modernizar su aviación militar, aprovechando los aviones de combate fabricados por la Federación de Rusia.
Iniciativas en peligro
Como consecuencia de la incorporación de equipamiento y tecnología rusa a las fuerzas armadas sudamericanas, excepto Chile y Paraguay, surgieron varias empresas, entre estatales y privadas, con capacidad de brindar servicios.
Colombia, por ejemplo, tras una crisis diplomática con Estados Unidos durante el gobierno de Ernesto Samper, hizo una primera adquisición de 25 helicópteros para transporte militar Mi-17 en 1997.
Esta incorporación, seguida por otras más en los últimos 20 años, dio a luz a organizaciones privadas como, por ejemplo, CMR -Centro de Mantenimiento y Reparación de Helicópteros Rusos- y a ASERPA SAS, entre otras.
En Perú, con un largo historial en operación de sistemas de armas ruso-soviético, figuran el Servicio de Mantenimiento (SEMAN Perú), empresa pública dependiente de la FAP, junto a su Servicio de Electrónica (SELEC).
Basados en Lima, se encargan del mantenimiento a la flota aeronáutica militar, incluyendo mejoras y modernizaciones en base a la experiencia de más de 40 años que los ha llevado a concretar el proyecto Su-25 de ampliación del tiempo límite de vida.
Venezuela también posee cierta capacidad técnica pero mucho más reciente, a partir de su Centro de Mantenimiento Aeronáutico de la Aviación Militar Bolivariana, ubicado en Palo Negro, estado Aragua.
Allí, desde el año pasado se lleva a cabo una gran campaña de reparación y mantenimiento mayor -con asesores rusos- de sus sistemas aéreos, que incluye a sus helicópteros Mi-17V5.
Interesante resulta ser el caso de la Força Aérea Brasileira (FAB) que, como si fuera adivina, hace un mes decidió desprogramar su flota de Mi-35, llamados localmente AH-2 Sabre.
Su difícil mantenimiento por la falta de piezas de recambio y sobre todo la ausencia de los servicios de postventa le hacían un vector de baja disponibilidad, aunque se había logrado cierta capacidad básica de mantenimiento en empresas locales.
Lo que se viene…
La cadena logística entre los fabricantes de tecnología en armas de origen ruso y sus clientes, especialmente latinoamericanos, siempre ha generado inconvenientes y retrasos.
Los trámites generalmente han sido lentos y engorrosos, muchas veces con pedidos sobre piezas de uso frecuente pero no disponibles en stock, que a partir de ese momento se han debido fabricar…
Pero con la guerra en plena ebullición y las complicaciones que de ella se desprendan en contra del Kremlin, la cosa se pondrá mucho peor en el corto y mediano plazo.
Como solución temporal, algunas partes y dispositivos, entre otros componentes, podrán encontrarse en ciertos mercados occidentales, pero a precios mucho más elevados y sin las garantías necesarias de quien las fabricó.
Sin embargo, en el caso de los elementos clave, como por ejemplo los motores, el panorama se hace mucho más crítico pues no habrá forma de comprarlos a los rusos, y menos aún, pagarles por lo adquirido.
Así, el programa de recuperación de la aviación militar venezolana se enfrentará a serios problemas de suministros de material clave y de mano de obra altamente especializada provista por la caza matriz.
En cuanto a la aeronáutica de combate peruana, el destino de los ‘Fulcrum’, que ya vivían una preocupante pausa en su modernización, parece haberse sellado para siempre con la crisis.
Por cierto, otro impacto de esta guerra en Europa del Este se sentirá en FIDAE 2022, que abrirá sus puertas en los próximos días tras una paralización forzosa debido a la pandemia por la COVID-19.
El Ministerio de Defensa de Chile emitió un comunicado dando cuenta de la determinación de sumarse a los vetos y excluir a compañías aéreas rusas de la Feria Internacional del Aire y del Espacio.
Otro tremendo golpe, esta vez a una de las vitrinas de tecnología militar más vistosas de América Latina, donde los pabellones de agencia estatal de exportaciones de armamento y equipos militares de origen ruso, Rosoboronexport, siempre han traído novedades y gestado trascendentes negocios.
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