El reemplazo del fusil FAL en el Ejército Argentino
- Santiago Rivas
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El empleo del Fusil Automático Liviano (FAL) en Argentina se remonta al año 1956, en el cual el país adquiere la licencia para su producción local, con un pequeño lote de fusiles hechos en Bélgica para pruebas y evaluaciones.
El fusil, tanto como el innovador calibre 7,62 x 51 mm NATO, habían entrado en servicio en 1954 en Bélgica, y constituía ciertamente una suerte de estado del arte en materia de armamento portátil, ya que superaba al M14 norteamericano (de igual calibre) en diseño y tecnología, y la munición tenía prestaciones superiores a las del fusil AK47 ruso, de calibre 7,62 x 39 mm.
El FAL, en distintas versiones, fue o es empleado por 27 países, muchos de los cuales lo produjeron bajo licencia como en el caso argentino.
En total, el inventario de fusiles en Argentina supera los 110.000, a los que deben agregarse otros 4800 de la versión FAP, es decir de cañón pesado y bípode, para apoyo de los grupos de tiradores.
Parte de ese número fue perdido durante la guerra de Malvinas, y un número importante (se estiman más de 15.000), se encuentran en stock nuevos, sin uso.
Entre 2011 y 2019, se desarrolló un programa de modernización profundo denominado FAMCA, el que, en número inferior a las 1000 unidades, entró en servicio en el Ejército. Es cierto que, dado el considerable número de años en servicio, se hace necesario (tal como lo hizo la Infantería de Marina), evaluar su reemplazo. Así el Ejército y la Fuerza Aérea, adquirieron para sus Tropas de Operaciones Especiales, fusiles basados en el modelo AR15 de la empresa estadounidense Daniel Defense (a través de la empresa intermediaria Aquila International), en distintas configuraciones.
En la misma línea, circularon en los últimos meses distintas versiones sobre la renovación de los fusiles FAL, algunas de ellas particularmente llamativas.
Se habla en total de la incorporación de hasta 48.000 fusiles, siendo el calibre seleccionado el 7,62 x 51 mm para Ejército y Fuerza Aérea, y 5,56 mm para la Armada. Todo ello de acuerdo a los Proyectos de Inversión elaborados, en un plazo de 12 años, lo que incluye la fabricación local.

Algunas consideraciones respecto al calibre
Resulta extraño que cuando en 1981 Argentina desarrolló el fusil FAA 81 (Fusil de Asalto Argentino) y luego la versión mejorada en base a pruebas con las tropas FARA 83 (Fusil de Asalto República Argentina), el Ejército pensaba en el cambio del calibre 7,62 a 5,56 que había sido seleccionado como el standard OTAN para fusiles de asalto y ametralladoras ligeras. El FAA/FARA, fue entregado en un número importante a distintas unidades en diferentes ambientes geográficos y aunque surgieron muchas observaciones para corregir y mejoras, había resultado apto.
Aún cuando el Ejército dispone de un número no despreciable de armas de calibre 5,56 x 45 mm (incluyendo M16, M4, Steyr AUG y los mencionados de Daniel Defense), decide continuar en la línea de un calibre que cumple este año 75 años desde que se empleó por primera vez.
Obviamente no es una munición despreciable por potencia, energía y capacidad de penetración, pero ciertamente es un proyectil superado por algunas versiones del 5,56 x 45 NATO (SS109/M855) en lo que hace a una menor dispersión y mayor penetración.
En 1980, la OTAN adoptó una bala estándar de la OTAN, la SS109 (punta de acero de doble núcleo y parte trasera de plomo) de 5,56 x 45 mm (~4 g de masa a 930 m/s, 1730 J de energía inicial). La especificación de la OTAN para este proyectil es penetrar una placa de acero dulce de 3,5 mm a 570 m. Mientras que la bala de 7,62 x 51 mm (~9,5 g, 830 m/s, 3270 J de energía inicial) debe penetrar el mismo objetivo a 550 m (NATO AEP-97, 2020). Tanto el 7,62 x 51 como el SS109 (uno de 1950 y otro de 1980) no incluían el requisito de penetrar blindaje corporal L4 (los compuestos cerámicos no estaban disponibles entonces). La incapacidad para penetrar sistemas de protección modernos con munición obsoleta es casi un imposible.
No entraré a detallar cuestiones económicas, logísticas o similares ya que no constituyen el objeto del artículo, pero en todos los rubros las ventajas del 5,56 tipo SS109 (insisto, diseñado en los 80) contra el 7,62 x 51 (insisto, diseñado en los 50) son innegables, más para fuerzas armadas con bajos recursos y limitadas cantidades de munición para instrucción y medios logísticos para su distribución en operaciones.
Mientras esto sucede, EEUU se encuentra en proceso de adoptar el nuevo calibre 6,8 x 51, cuyas prestaciones son ampliamente superiores a las de los calibres considerados, proceso que es seguido con sumo interés por toda la OTAN (pese a que el calibre 5,56 se encuentra ampliamente consolidado). Las ventajas tácticas que otorga este calibre son en las pruebas iniciales innegables (mayor alcance, mayor penetración, menor dispersión y gran efecto terminal contra blancos protegidos). El programa NGWS (New Generation Weapon System) avanza sin detención y con resultados ampliamente prometedores, ofreciendo un fusil de asalto y una ametralladora ligera, incluso más liviana que la M256/Minimi.

Algunas consideraciones respecto a las armas y al proceso de selección
Poco se sabe de la totalidad de las armas que han sido analizadas para la futura compra, y aunque se sabe que, de las firmas presentadas, sólo 3 han sido consideradas aptas.
- Israel Weapons Industries (IWI) con el Arad 5 y 7.
- Aquila International (no es fabricante sino intermediario) con los fusiles de Daniel Defense.
- Beretta Defense con su NARP (New Assault Rifle Platform).
Todos los sistemas están basados en el probado AR15 y las innovaciones tecnológicas se presentan en los materiales y procesos de construcción más que en el sistema de funcionamiento.
Resulta particularmente extraño (quizás porque no se han presentado) que otras empresas fabricantes de versiones del AR15 no estén consideradas, por ejemplo, Heckler & Koch de Alemania con su HK416.
Los precios de los fusiles mencionados superan los 2000 dólares (en promedio 2500 los de Daniel Defense/Aquila International) y en ese sentido, cabe preguntarse si no existen opciones más económicas que ellas, considerando la cantidad.
Los fusiles de Daniel Defense han sido aprobados por el Comando de Operaciones Especiales de los EEUU (USSOSCOM) y están diseñados para satisfacer sus exigentes requerimientos. ¿Es necesario que la totalidad de los soldados argentinos tengan un fusil diseñado para operaciones especiales, incluso en su versión más básica? Las tropas que usan su arma personal casi exclusivamente con fines defensivos no necesitan un arma cara y compleja.
En ese sentido existen opciones más baratas y de igual confiabilidad, como el BAR 15 de Bersa, cuyo precio es un tercio del DD4 de Daniel Defense y que satisface normas Mil básicas. Se puede fabricar en el país con apoyo de Fabricaciones Militares y si se requieren modificaciones que aumenten su calidad, éstas son factibles y dentro de márgenes de precios aceptables. De igual manera, el Colt M4 o el canadiense C7, resultan fusiles militares aceptables y de bajo costo que podrían adquirirse para aquellas unidades cuya misión principal no sea el combate cercano.
Se sabe de las preferencias por el Arad israelí, que es fabricado en Perú a un costo promedio de más de 2000 dólares (lo que incluyó la transferencia de tecnología para fabricarlo allá).
Pero no se trata de proponer un modelo en particular, sí de desarrollar un proceso de selección abierto, en el cual los diferentes oferentes (que seguramente superan los 3 considerados aceptables), presenten sus productos en el país, se evalúen y prueben en los distintos ambientes geográficos no sólo con ingenieros militares, sino también con tropas ordinarias de todas las organizaciones (infantería de montaña, monte, paracaidistas, mecanizados, unidades de exploración, ingenieros de combate, artillería, infantes de marina, etc) y en base a los resultados de esas pruebas y en base a los modelos que los hayan superado, analizar las ofertas técnicas, comerciales y las compensaciones industriales.
No hacerlo así, quita transparencia a cualquier proceso de adquisición y no asegura disponer de lo más adecuado a nuestras necesidades.

Algunas consideraciones respecto al ¿qué hacer?
He mencionado anteriormente aspectos relacionados con el calibre, con las armas y con el proceso, a cuál considero el punto más importante del artículo.
Más allá de las preferencias de quienes tengan la decisión (la idiosincrasia argentina me indica que pesa más la idea preconcebida del decisor que los asesoramientos de los que saben).
La aparición del sistema NGSW está cambiando el panorama de la OTAN, por su mayor letalidad y eficacia, amenazando con romper (al menos por unos años) la interoperabilidad.
En base a ello y a la amplia información disponible, sería una buena oportunidad analizar detalladamente “hacia dónde va el mundo” en materia de armas portátiles, antes de tomar una decisión respecto al reemplazo del FAL (si algunos FAL presentan signos de obsolescencia, recuerdo que hay 15000 sin uso en depósitos).
Este análisis debiera incluir cuáles son los objetivos que pretendemos en nuestro futuro fusil incluyendo los de rendimiento (alcance, precisión, dispersión, energía cinética, efectos en el blanco, penetración), costo de las diferentes versiones, grado de interoperabilidad entre las fuerzas (hoy no se cumpliría) y disponibilidad de la tecnología de fabricación (arma, munición, accesorios y sistemas de puntería) o la que se debiera importar.
Sería conveniente esperar unos años antes de adquirir un fusil nuevo, porque comprar apresuradamente otro sea en 7,62 o 5.56, sin una definición sólida del requerimiento operativo, podría ser una inversión de 40 años en tecnología de los años 1960 o 1980 en el mejor de los casos. A veces la opción de no innovar, puede temporalmente ser la mejor solución.