En Gaza ya no existe una tregua, pero nadie lo admite
- Ignacio Montes de Oca
- hace 4 minutos
- 6 Min. de lectura

Por Ignacio Montes de Oca
Vamos a actualizar la situación en Gaza y en el resto de Medio Oriente en donde el cese el fuego ya no rige de facto y la fase 2 del Plan de Paz está frenada por problemas de implementación. Israel, Hamas y el resto de los actores de la crisis viven en un equilibrio precario. Aun no se completó la Fase 1 del acuerdo porque Hamas incumplió la entrega de los 26 cuerpos. Resta uno perteneciente a un soldado israelí. Ese es el primero impedimento para pasar a la siguiente etapa que implica un retiro militar de Israel.
Los incumplimientos se acumulan. Desde el alto el fuego Hamas siguió realizó 18 ataques, mató a 3 soldados israelíes, hirió a 18 y ejecutó a 32 palestinos. En ese lapso Israel lanzó 280 bombardeos que provocaron 357 muertos y 903 heridos. La paz solo pudo verse en Instagram. Hay otra batalla bajo tierra en donde Israel está neutralizando a células de Hamas escondidas en la red de túneles y hasta ahora reclamó haber matado a 40 terroristas. Hay que sumarle 38 detenidos que fueron enviados a cárceles israelíes. En la superficie, hay un drama humanitario. FAO y Unicef afirman que ya hubo 16 casos de muertes por inanición en menores de edad y la World Peace Foundation eleva a 269 las muertes atribuidas a la malnutrición. También hay riesgo de colapso sanitario por la falta de agua potable. Solo el 5% de la población accede a ella.

Para paliar estos problemas es necesario proceder a la Fase 2, que contempla el inicio de la fase de reconstrucción financiada con fondos aportados por los países árabes. La inseguridad derivada de los combates y el incumplimiento de los pactos lo imposibilitan de momento. Si bien la Fase 1 estableció el ingreso diario de 600 camiones con asistencia humanitaria, en los hechos solo está entrando la mitad y Hamas se sigue consolidando al tomar el control del 46% de los cargamentos. El fortalecimiento del grupo terrorista es otro impedimento.
Hamas controla el 50% del territorio que no está ocupado por Israel y desde esa posición de fuerza resiste tanto un desarme como su exclusión en un futuro gobierno de la Franja y la idea de exiliarse. La respuesta de Netanyahu fue posponer el retiro desde la línea amarilla. El otro modo de presión de Israel es mantener cerrados 4 de los 6 pasos que entran a Gaza y la circulación de gazatíes hacia y desde el 58% del territorio de la Franja que mantiene ocupada. En consecuencia, Hamas acusa a Israel por las privaciones y recluta nuevos adherentes. Hamas desplegó 7.000 milicianos en las calles de Gaza para “mantener el control” y fueron respaldados por el Comité Tribal Palestino que es la asamblea de clanes gazatíes. Su lucha exitosa contra los clanes Doghmush, al-Mujaida y Abu Shabab refuerza su presencia en Gaza.
El problema es que pese a los pedidos de Israel para que apoye una acción contra Hamas, Trump justificó las acciones del grupo terrorista al decir que ese grupo quiere "detener los problemas" y "les dimos aprobación por un período de tiempo". No es el único desacuerdo con EEUU.

En el Plan de Paz se prevé el ingreso de una Fuerza de Estabilización Internacional de 15.000 integrantes para reemplazar la presencia de Hamas. Pero su conformación se frenó en octubre por la negativa de Netanyahu a aceptar la presencia de tropas turcas dentro de la Franja. Esta es una complicación mayor porque son precisamente Qatar y Turquía los dos estados más cercanos a Hamas. El primero refugia a su cúpula política y el segundo a parte de su aparato económico. Se supone que esa cercanía evitaría una confrontación con los terroristas. Netanyahu y sus aliados saben que, al colocar sus tropas en la Franja, Turquía ganaría influencia entre los palestinos y podría ocupar el espacio político que dejaría vacante Hamas. Y que además Erdogan siempre se coordina en su estrategia hacia Palestina con Qatar. El otro problema es que los otros países dispuestos enviar tropas no van a avanzar hasta estar seguros de evitar una batalla en Gaza. Por ahora los confirmados son Egipto, Pakistán y Malasia. El desarme de Hamas es entonces un paso necesario e Israel reclama resolverlo pronto.
Pero Hamas condiciona su desarme a que Israel se retire y acepte la existencia de un estado palestino. Esto, sumado a su pretensión de ser parte de la vida política gazatí es otro obstáculo porque Israel fijó como objetivo la eliminación total de Hamás como fuerza militar y política. De salirse Hamas por decisión propia o por la fuerza, debería haber un reemplazo que gobierne Gaza en nombre de los palestinos, pero Israel no quiere que esté ligado a Qatar o Turquía ni a la Autoridad Nacional Palestina, que también demoró las reformas que pide el Plan de Paz.

Esto le sirve de excusa a Israel para no retirarse y a Netanyahu para satisfacer las demandas de sus aliados del nacionalismo religioso, Ben-Gvir y Smotrich, que amenazaron con terminar con el gobierno de Netanyahu si decide renunciar a la destrucción definitiva de Hamas en Gaza. La presión se amplía a sostener la negativa de un estado palestino. Esto es un problema mayúsculo para la relación entre el primer ministro israelí y Trump porque su plan para Gaza ya estableció la base para tratar el asunto palestino sin Hamas como parte de la ecuación.
Cisjordania, la otra parte del territorio palestino, también es una zona violenta y en 2025 crecieron un 25% los incidentes respecto al año anterior. Esto significa 350 palestinos y 25 israelíes muertos en diversos incidentes. Colonias ilegales y desplazados son un menú violento. Egipto y Jordania respaldan al plan solo si incluye unificación de Gaza y Cisjordania en un estado palestino. En noviembre, el príncipe saudita bin Salman presionó a Trump en su visita a la Casa Blanca y le reclamó un "apoyo vocal y explícito" a la soberanía palestina. Emiratos Árabes Unidos y Qatar expresaron la misma demanda y no hay que olvidar que, junto a los saudíes, prometieron U$S 3,2 billones de capitales a Trump. Pakistán e Indonesia, otro estado que quiere sumar a su redil, condicionaron su apoyo a la existencia del estado palestino.

Todos ellos prometieron tropas o inversiones para reconstruir Gaza y de estos factores depende el éxito de la Fase 3 que pondría a la Franja bajo un gobierno tecnocrático liderado por una Junta presidida por Trump, quien además tendría facilidades para obtener usufructos. Trump sabe de las presiones que operan sobre Netanyahu y que Hamas está aprovechando el veto que le impuso para que lance una ofensiva contra ellos en Gaza. Las demoras en la devolución de los dos cuerpos restantes y su rearme se montan sobre este condicionante.
Es por eso que el 15 de octubre en una entrevista con CNN, Trump dijo "Si Hamás no cumple, Israel puede volver a las calles... pero solo cuando yo lo diga". La presión de EEUU sobre Israel es cada vez mayor y abierta para que se contenga y no le dé un fin manifiesto a la tregua. En un posteo en Truth del 18 de noviembre, que luego fue borrado, Trump le reclamó "Netanyahu, retira tus tropas ya; el plan es justo, pero tu demora lo arruina todo. No sabotees mi legado con excusas sobre Hamás. Retira y avanza, o el mundo te dejará atrás. ¡Paz ahora!”. Ese posteo hace referencia a la resistencia de Israel para retirarse de Gaza. La última negativa fue el 25 de noviembre, cuando Netanyahu dijo que "El Ejército permanecerá donde sea necesario para prevenir un resurgimiento terrorista; no hay timeline fijo sin desmilitarización".
Hamas saca provecho de esta grieta entre Israel y EEUU y, como siempre, tensa aún más la cuerda. Saben que Trump no quiere ver el regreso de las imágenes de combates masivos en Gaza, que implican que los premios que busca y casi alcanza se le escapen de las manos. O quizás lo que quiere generar es un quiebre entre ambos líderes, llevando las provocaciones como la entrega de restos falsos y las emboscadas a un punto en el que Israel reaccione con más violencia. Los terroristas pueden ser precarios para combatir, pero son astutos y pacientes.

El otro indicio es el creciente protagonismo de la Yihad Islámica, un grupo terrorista gemelo de Hamas vinculado a Irán, Qatar y Turquía, pero que no está tan restringido. Esta puede ser otra estrategia del yihadismo para mutar y sobrevivir en Gaza. Todo vale en el Medio Oriente. Todos maniobran entre los pliegues del plan de paz de Trump para evitar las consecuencias que llegarían como resultado de ser acusados por echarlo a perder. Las denuncias mutuas son la excusa para represalias que luego se convierten en justificaciones para más ataques al opuesto. Por ahora la situación permanece tensa y tanto Israel como Hamas siguen adelante con sus acciones sin que se reconozca el fin de la tregua. Gaza es un páramo en donde 2,1 millones de personas sobreviven entre la miseria y los disparos. Nada cambió, solo la escala de la violencia.
