Europa y los activos rusos embargados: se abre una disputa de fondo
- Ignacio Montes de Oca
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Por Ignacio Montes de Oca
Se desató una lucha por los activos rusos embargados en Europa. Detrás de esa disputa hay una puja entre los europeos por romper las barreras burocráticas internas, una definición de la relación con Trump y además está en juego la supervivencia económica de Ucrania. La disputa comenzó cuando Bart De Wever, primer ministro de Bélgica desde finales de 2024 y líder de la formación nacionalista flamenca N-VA, se negó a entregar los € 200.000 millones que administra y que el resto de la UE quiere que sean usados como asistencia urgente a Ucrania. De Weber sostiene que Bélgica podría ser objeto de demandas por parte de Rusia y por eso no autoriza que salgan los fondos depositados en Euroclear con sede en ese país. El primer ministro condenó la invasión rusa, pero también dijo que Ucrania no puede evitar una derrota.
Hasta ahora los fondos habían sido usados como respaldo para préstamos a Ucrania usando sus rendimientos. Esto significó unos € 3.000 millones, a los que hay que sumarle otros € 35.000 millones entregados con los activos embargados como colateral. Pero ahora hay una urgencia. Ucrania necesita €136.000 millones para equilibrar sus cuentas en 2026 y se había propuesto que reciba €140.000 millones de activos embargados como préstamo sin interés a devolver en el caso de que Rusia pagara las reparaciones de guerra y evitar así aportes de los estados europeos. Esa es la maniobra que frenó De Wever, que además fue respaldada por críticas de las autoridades del Banco Central Europeo. Del otro lado, está Úrsula Von de Leyen y el consenso de los líderes europeos, menos Orbán que ya prometió bloquear toda ayuda a Ucrania.
La respuesta fue evitar la necesidad de unanimidad y aplicar el Artículo 122 del Tratado de la UE, que permite actuar por mayoría cualificada de al menos 15 de 27 países. Esto deberá tratarse en la cumbre del Consejo Europeo en Bruselas el 18 y 19 de diciembre. De aprobarse, se reemplazaría a la unanimidad por la mayoría y tanto De Weber como Orban y el resto de los que obstaculizan la ayuda a Ucrania dejarían de tener el poder de bloquear la asistencia. Y se daría de baja el riesgo de una devolución futura forzada por maniobras rusas.

El primer ministro de los Países Bajos, Dick Schoof, también estuvo de acuerdo, al igual que Merz, Macron, Sikorski y el resto de los países que quieren dar un respaldo político a Ucrania cuando arrecia la presión de Trump para que acepte un pacto humillante con Rusia. Esa es otra urgencia porque en el plan de los 28 puntos de Witkoff/Dmitriev se prevé que el total de los fondos embargados por unos U$S 300.000 millones no sean usados para reparaciones en Ucrania sino cedidos a una junta liderada por Trump para que los administre a su criterio. Pero, además, no todo el dinero iría a Ucrania. La mayor parte, unos € 200.000 millones, se destinarían a un fondo de inversión conjunto EE. UU-Rusia para "proyectos mutuos", que en realidad aportarían a la recuperación económica rusa. Europa ya dio de baja ese delirio. Y además preveía que la UE aporte U$S 100.000 millones y que EEUU se quede con el 50% de los beneficios como comisión. Orbán apoya esta idea y condicionó cualquier votación que incluya la asistencia a Ucrania y que necesite unanimidad a que la UE apoye el plan de los 28 puntos.
De los U$S 300.000 millones, el 75% están en poder de la UE, pero bajo la custodia del Euroclear. EEUU controla una parte menor de U$S 6.000 millones, que están bajo las reglas de la OFAC y para descongelarlos y entregarlos a Rusia se necesita que haya un fin formal del conflicto. Esto es así por la ley REPO de abril de 2024 y de allí la otra urgencia, la de Trump para lograr un cese el fuego a toda costa. Con esa herramienta puede iniciar un proceso de “normalización” con Rusia para presionar al resto de Occidente para que imiten su camino. Y lo necesita. EEUU no requiere la autorización de la UE para desbloquear sus fondos, así como los europeos no necesitan el visto bueno de Washington para decidir el destino de los activos embargados. Pero Europa tiene el grueso de los fondos a los que quieren acceder Trump y luego Putin.

Luego hay que ver la coordinación política dentro del G7. Allí también se negocia el tema de los activos rusos. Esa cuestión es crucial porque Japón retiene U$S 60.000 millones y el Reino Unido, Canadá y otros estados atesoran otros 30.000 millones. Ese es el mapa de los fondos.
Lo que busca Europa es cruzar el Rubicón y que la entrega sea irrevocable tanto para los deseos de Putin de recuperar los fondos como para los de Trump de usarlos para favorecerlo. Y son conscientes de que a través de Orbán usan la situación para presionar a Ucrania. Lo que suceda desde el 18 de diciembre es entonces crucial porque marca una ruptura clara entre Europa y EEUU. También, que la mayor parte de los estados europeos están hartos de las maniobras de Orbán, del eslovaco Fico y de los que usan la unanimidad como arma política. En lo que se refiere a Ucrania, implica darle un alivio en un momento clave porque en el recorte de la asistencia de EEUU desde que llegó Trump hubo además una poda de la ayuda financiera. El 41% de la asistencia en la era Biden fue financiera, el 52% militar y el 8% humanitaria. Desde que asumió Trump se redujo a cero y la asistencia militar a niveles mínimos entre postergaciones de entregas y la ausencia total de nueva ayuda gratuita. Incluso las compras europeas son objeto de demoras. Y ahora corre riesgo el apoyo europeo por los aliados de Moscú.
Dentro de esa asistencia financiera que propone comprometer Europa se incluye todo tipo de gasto. Hay que recordar que hasta hoy de total de la asistencia de todo tipo que recibieron los ucranianos, solo el 25% de la ayuda financiera provino de los EEUU. El mayor respaldo es europeo. Pero hay un aspecto más y es que luego de las amenazas de guerra de Putin, Europa contesta con una medida que lo confronta porque no hay modo de que Rusia recupere lo embargado, salvo que admita que debe pagarle reparaciones a Ucrania. El desafío es frontal, oportuno y concreto. Ese respaldo es vital para Ucrania porque la destrucción que provocó Rusia es feroz. Su PBI cayó un 40%, el 30% de su red eléctrica debe ser reconstruida, sus exportaciones cayeron un 50% y el 40% de sus instalaciones fabriles y recursos primarios fueron destruidos u ocupados. De no recibir esa ayuda la presión para aceptar un alto el fuego humillante crece y eso es algo que los que impulsan la imposición de los 28 puntos tienen claro. La reacción de la parte mayoritaria de la UE que apoya a Ucrania es consecuente. El trasfondo es denso y definitorio.
Sin asistencia militar de EEUU y con una bancarrota por falta de fondos Ucrania estaría en un extremo de debilidad. Sin una respuesta de Europa, la UE debería afrontar un quebranto doble: no poder resolver sus disputas internas y ver como EEUU termina por imponer el vasallaje. No se trata solo de fondos sino de la definición de muchas cuestiones pendientes. Detrás se adivina el entramado que supo armar Putin para introducir cuñas en una alianza occidental que parece que habla de dinero, pero que en realidad discute si se postra ante el ajedrez del Kremlin.






