FAdeA y el futuro de la industria aeroespacial argentina
- Santiago Rivas
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Por Santiago Rivas
En estos días FAdeA vuelve a ser noticia por su situación crítica que anticipa un muy posible cierre a menos de dos años de que cumpla los 100 años de vida. El escenario en torno a la principal industria aeroespacial de la Argentina es sumamente complejo y difícil de resolver, por lo que es necesario hacer un análisis de todo lo que la rodea y de lo que sucede internamente para intentar encontrar posibles soluciones.
El primer punto a tener en cuenta es que hoy el problema va mucho más allá de una empresa que está al borde de desaparecer, ya que su situación refleja el desastroso manejo que por décadas se hizo de la industria aeroespacial en la Argentina. Toda la historia de la fábrica, desde sus comienzos en 1927 como Fábrica Militar de Aviones, fue un reflejo de los vaivenes políticos y económicos de la Argentina, pero, sobre todo, de la falta de un rumbo definido. Así, tuvo épocas de desarrollo y éxito, épocas de uso político y muchas épocas en donde distintos gobiernos plantearon cerrarla, la primera de todas a muy poco de su creación, en la década de 1930. En general siempre careció de una política clara de largo plazo, con directivos que hasta su privatización eran personal militar sin formación en manejo de una empresa aeronáutica y desde su reestatización su directorio fue conformado de manera política, especialmente durante los períodos de gobierno kirchnerista. Así, en una primera etapa sus directores variaron entre aquellos que pensaban que la fábrica solo debía atender a las necesidades de la Fuerza Aérea, quienes pensaron también en la aviación civil y quienes soñaron con exportar sus productos, pero ninguna línea tuvo larga vida, por lo que muchos proyectos que prometían fueron cancelados y otros fueron construidos cuando no tenían un mercado que los vuelva rentables.
Desde su reestatización en diciembre de 2009 la empresa pasó por dos tipos de gestiones según la orientación política del gobierno de turno: Entre ese año y diciembre de 2015 y entre diciembre de 2019 y el mismo mes de 2023 los gobiernos kirchneristas pusieron a la cabeza de la empresa a personas sin conocimiento del sector y que se enfocaron en que la empresa tenga como único cliente al estado argentino. La producción fue ínfima, aunque los anuncios fueron muchísimos. Se dilapidaron recursos, se infló la planta de personal con partidarios políticos y la imagen de la empresa cayó en picada, al igual que sus cuentas. Entre 2015 y 2019 la gestión del gobierno de Macri intentó recuperarla y logró sanearla en gran medida, obteniendo contratos, reduciendo el déficit y la planta de personal, dejando una empresa que podía volverse atractiva para posibles inversores, ya que el objetivo era privatizarla. De haberse seguido ese camino, hoy no costaría encontrarle un comprador.
A partir de 2023 la situación fue más compleja, ya que el estado de FAdeA al asumir el gobierno actual era mucho peor, tal como explicamos en este artículo. Volverla rentable se ha vuelto un imposible sin una inversión muy grande para sanear sus cuentas y hacerla eficiente, en un contexto de un estado que a diciembre de 2023 estaba quebrado y con un gobierno que acertadamente no quiere gastar más de lo que recauda. Por otro lado, la Argentina aun no tiene capacidad para adquirir material de defensa en gran escala como para asegurar contratos que justifiquen a alguna industria a producir o ensamblar en el país usando las instalaciones de FAdeA, lo cual la vuelve poco o nada atractiva para posibles compradores.

¿Tener o no tener industria?
Ante este escenario es preciso hacerse varias preguntas. La primera de ellas es si para la Argentina es positivo tener industria aeroespacial, ante lo cual la respuesta es que hoy todos los países desarrollados la tienen y que, como toda industria tecnológica, es una gran generadora de riqueza para los países, tanto por el retorno directo por cada dólar invertido como por la generación de conocimiento y demanda de mano de obra calificada que repercute de manera directa en todo el desarrollo económico y social. Así, la respuesta a esta pregunta es que hoy la Argentina debería tener una industria aeroespacial desarrollada, tal como posee Brasil. No hay desarrollo posible sin industrias de alto nivel tecnológico.
La segunda pregunta es si debe haber participación estatal o no en dicha industria. En el mundo hay muchos casos de empresas estatales o mixtas exitosas (especialmente en Europa e Israel, además de países comunistas como China) y no solo en el sector aeroespacial, pero la Argentina ha tenido el problema de que las empresas estatales en casi todos los casos (INVAP es la excepción y es una empresa estatal muy exitosa), han sido rehenes de los vaivenes políticos, lo cual hoy se ve en el desastroso estado de la casi totalidad de las empresas estatales argentinas. La experiencia argentina indicaría que conviene que la industria aeroespacial sea privada, pero si el país apunta a no repetir los errores del pasado y hacer las cosas bien, debe tener esto en cuenta a la hora de gestionar sus industrias.
De la misma manera que tras décadas de pésima gestión del gobierno nacional hoy se busca salir adelante con una gestión eficiente, no necesariamente la solución pase por quién es el dueño de la empresa, sino por cómo se gestione. Por eso, el hecho de que FAdeA sea estatal, privada o mixta no es algo fácil de responder y dependerá más bien de cómo se gestione y no tanto de quién sea el dueño de su paquete accionario.
La tercera cuestión tiene que ver con quiénes son sus clientes. Durante las gestiones kirchneristas la empresa solo apuntó a tener como cliente al estado argentino, un cliente cautivo que pagaba sobreprecios para mantener una fábrica que nunca le cumplió los contratos durante esos períodos. El resultado fue que las Fuerzas Armadas de Argentina prefieren no contratarla, lo cual es parte del problema actual, en que la empresa no tiene ningún contrato firmado con las fuerzas. Esta decisión de vender solo al estado argentino fue desastrosa y solo apuntó a la comodidad de sus directivos, que así no tenían que salir al mercado a ganar clientes, lo cual hubiera evidenciado sus serias limitaciones. Sin embargo, cuando entre 2015 y 2019 la empresa salió a buscar negocios, fue consiguiendo clientes y logrando acuerdos que permitieron sanear sus cuentas. El problema actual es que en el estado en que se encuentra la empresa es muy difícil que consiga clientes fuera del estado argentino. Un punto central es que ni FAdeA ni ninguna otra industria aeroespacial o de defensa argentina, sea pública o privada, ha contado con el apoyo de algún banco para otorgar financiación, algo único en el mundo. En todos los países con este tipo de industrias existe una decisión de apoyar a las empresas brindando financiación, en la mayoría de los casos a través de bancos estatales como el BNDES de Brasil o directamente a través del gobierno, como el caso de los programas FMS y FMF del gobierno de Estados Unidos.
También es preciso tener en cuenta que cuando se trata de industrias de defensa o donde la mayor parte de sus productos y servicios se orientan hacia la defensa (como ocurre con FAdeA), los clientes principales serán estados y no particulares, y en la mayoría de los casos, el cliente principal es el estado del país donde está asentada la industria, tal como ocurre en Estados Unidos, Europa y casi todos los demás países con industrias de este tipo.
En el caso de Estados Unidos, toda la industria de defensa es privada, pero depende casi exclusivamente de los contratos del gobierno estadounidense (hay que tener en cuenta que las exportaciones siempre se hacen por programas como FMS y FMF donde es el gobierno estadounidense quien compra y luego vende a los operadores extranjeros). Sin un estado comprador, no hay industria posible.
En el caso de la Argentina hoy tenemos un estado que busca recuperarse del desastre económico, lo que vuelve muy difícil que sea un comprador de material de defensa producido localmente al punto de sostener de manera eficiente a empresas como FAdeA. Sin embargo, no solo FAdeA, sino todo el conglomerado de industria aeroespacial y de defensa dependerá siempre en gran parte de las compras que les haga la nación. Hay que tener en cuenta que cuando el estado importa productos de defensa en muchos casos también le está comprando a empresas estatales o mixtas, solo que de otros países, como es el caso de los OPV comprados a Naval Group (consorcio donde el estado francés es dueño del 62,25 % de las acciones).
Un cuarto punto a tener en cuenta es que hoy FAdeA es la única empresa que puede darle sostén a la flota de IA-63 Pampa, por ser su fabricante, y el único taller habilitado en el país para hacer el mantenimiento mayor de la flota de C-130 Hercules, la cual ya está en una situación crítica debido a la falta de contratos de mantenimiento y pueden haber problemas muy grandes en la próxima campaña antártica, que está por comenzar.

¿Qué hacer?
Como se puede apreciar, el escenario es muy complejo. Cerrar FAdeA, lo cual es alentado por varios sectores, implicaría que haya que buscar un reemplazo a los Pampa y contratar el mantenimiento de Hercules en el exterior, con el incremento de costos y la pérdida de capacidades e independencia, además de un impacto directo en la operatividad de la Fuerza Aérea Argentina. El costo de hacerlo compensaría lo que se deja de perder por una FAdeA ineficiente. En otras palabras, cambiaría poco en la cuenta final que paga el estado.
Transferir las capacidades de mantenimiento a la Fuerza Aérea Argentina y liquidar el resto, algo que se ha planteado, no implicaría reducir todos los costos, sino trasladar gran parte de ellos de una institución a otra, con la desventaja de que no se podrían ofrecer esos servicios a terceros para generar ingresos y ser más eficientes en el uso de la mano de obra. Un ejemplo a tomar en cuenta es el de Suiza, que siguió el camino contrario: al ver que los talleres de mantenimiento de sus Fuerzas Armadas tenían capacidad ociosa, crearon una empresa, RUAG, que pasó a gestionar esos talleres y así ofrecer esa capacidad a terceros, reduciendo considerablemente el costo del mantenimiento de sus Fuerzas Armadas al hacer más eficiente el uso de los recursos.
Privatizarla es una opción, pero no en el escenario actual. Para que una empresa tenga interés en comprar FAdeA ésta debería ser atractiva, para lo cual debe cumplir al menos una de estas dos condiciones: que el estado argentino contrate productos o servicios al comprador de FAdeA en un volumen que le justifiquen la inversión. O que los costos productivos de la Argentina la conviertan en un país competitivo para producir para terceros países.
En el primer caso, dependería de una decisión política de aumentar considerablemente la inversión en defensa en el corto plazo y priorizar la participación de la industria local en los contratos (hay que tener en cuenta que hoy la mayor parte de los países pone como condición en sus contratos de compra de equipamiento de defensa que haya participación local de algún tipo y/o transferencia de tecnología). En el segundo caso, la Argentina hoy todavía está lejos de tener ventajas competitivas en este segmento, ya que tiene costos de producción más altos que el resto y una historia de volatilidad que hacen que el riesgo sea aún considerado alto. Así, no hay nada que genere interés en comprar FAdeA.
Esperar que FAdeA salga adelante sola sin ningún apoyo del estado, consiguiendo ganancias del sector privado mientras ofrece productos sin financiación es también un imposible porque la empresa ni siquiera tiene fondos para salir a vender. Tampoco tiene un área comercial con experiencia en exportaciones y, si bien tiene ingresos por producción y servicios a otros clientes fuera del estado argentino (la producción para Embraer y el mantenimiento de aviones comerciales), no llegan siquiera a cubrir los costos de funcionamiento.

Soluciones
Un primer paso debería ser determinar una política de industria aeroespacial e industria de defensa para la Argentina, definiendo objetivos concretos de corto, mediano y largo plazo, con metas realistas y con el apoyo que sea necesario desde los distintos organismos del estado, como el Ministerio de Defensa, Cancillería, bancos, etc., con el objetivo de que el sector sea un generador de riqueza y desarrollo tecnológico para la Argentina. Dentro de ese plan debería tenerse en cuenta un proceso para que el peso del sector privado sea cada vez mayor y se vaya reduciendo o eliminando la participación del estado como accionista, aunque la experiencia global indica que el estado siempre tendrá un rol relevante en este tipo de industrias, sea como comprador, financiando o directamente produciendo.
Dentro de esta idea, una alternativa puede ser convertir a la planta de FAdeA en un polo de la industria aeroespacial argentina, cediendo parte de sus instalaciones a otras empresas del sector para trabajar de manera integrada, lo cual inmediatamente impactaría en una reducción de costos de la empresa para empezar a eliminar el déficit. Este esquema puede incluir la venta de acciones de FAdeA a dichas empresas y eventualmente convertirla en un consorcio de la industria aeronáutica, donde el estado mantenga solo una parte del paquete accionario o se desprenda de todas sus acciones.
A la vez, buscar una mayor eficiencia en la estructura restante, firmar los contratos de mantenimiento y servicios que están pendientes con las Fuerzas Armadas y apoyarla para que salga a buscar clientes en el exterior, para lo cual va a necesitar apoyo de bancos para poder ofrecer financiación. Aunque se deben buscar cada vez más clientes externos, es fundamental que el estado siga siendo cliente, ya que es lo que le da confianza a otros posibles clientes de que la empresa va a seguir existiendo y le brinda cierta estabilidad, tal como ocurre con casi todas las grandes empresas de defensa del mundo.
Es fundamental organizar un directorio compuesto por personal con experiencia en gestión de industrias aeroespaciales, para lo que muy posiblemente haya que contratar ejecutivos en el exterior, ya que en la Argentina hay muy poca experiencia exitosa gestionando este tipo de empresas. A la vez, se debe determinar que la presidencia de la empresa no sea política, sino que sean personas con amplia experiencia en el área y se garantice continuidad a lo largo de los años, tal como ocurre en el caso de INVAP.
En producción, debe trabajar en ampliar la participación en programas como el KC-390, produciendo piezas y componentes para terceros en lugar de aviones enteros (aunque podría mantener la producción de lo que ya existe, como el Pampa y el IA-100), ya que le permitiría una mayor eficiencia en la línea de producción, apuntando a producir en cantidad para empresas que ya tienen líneas de producción con alta demanda. A la vez, se encargaría de hacer contratos con menos clientes (otras industrias en lugar de operadores) y resolviendo el problema del mal apoyo postventa que siempre ha dado la fábrica. Un ejemplo de esto es el caso de OGMA en Portugal, que produce componentes para industrias como Airbus, Embraer, Leonardo y otras, lo que le permite enfocarse en un área determinada de la producción en la que es eficiente y tener un flujo de trabajo mayor que si intentara competir en el mercado con productos propios.
Con una empresa más eficiente, sería más atractiva para vender el resto del paquete accionario a inversores extranjeros, terminando el proceso y contando con una industria aeroespacial productiva, eficiente e innovadora. Todos estos procesos son complejos y pueden demandar tiempo y mucho trabajo, pero son la mejor solución a largo plazo para que la industria aeroespacial apoye al desarrollo nacional.
