Desde hace pocos días se puede ver un cambio drástico en lo que viene sucediendo en Ucrania, luego de que en los últimos meses poco a poco Rusia fue perdiendo fuerza. Con las ofensivas en Kherson y Kharkov, aunque limitadas por ahora, la iniciativa pasa a manos ucranianas.
Por Santiago Rivas
La iniciativa en una guerra es uno de los pilares fundamentales de cualquier victoria y esto vale más para quien se defiende ante un ataque, ya que obtener la iniciativa implica que el atacante, que es quien la tiene al comienzo, la ha perdido. Cuando Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero, estos últimos estaban en una clara desventaja numérica y material, lo cual, junto a una mala apreciación política, llevó a Rusia a pensar que podía lograr una victoria en menos de 4 días. Así, Rusia planeó una campaña relámpago en varios frentes, con el foco en ocupar Kiev en cuestión de pocos días y hacer caer el gobierno de Zelensky antes de que occidente pueda reaccionar. Así, esperaban no solo conquistar Ucrania, sino hacer una clara demostración de fuerza ante occidente. Es muy seguro que el gobierno ruso haya sabido de sus limitaciones en cuanto a capacidades militares, pero confiaban en una victoria fácil en donde éstas no se pondrían en evidencia.
La defensa ucraniana no solo se mostró feroz desde el comienzo, sino que apeló al ingenio y una mejor preparación de las tropas para lograr una superioridad relativa o al menos igualar los efectos logrados, a pesar de la inferioridad numérica y de poder de fuego. La ofensiva rusa pronto comenzó a estancarse y para comienzos de marzo ya era evidente que las cosas no iban como se habían planeado. La estrategia rusa mostró que no tenían planes para una guerra prolongada y la logística comenzó a ser un problema, mientras que las largas líneas de abastecimientos en el territorio ocupado facilitaron a los ucranianos la posibilidad de hacer una gran cantidad de emboscadas.
A la vez, Ucrania logró un gran apoyo de occidente, que poco a poco empezó a enviar armamento y ayuda humanitaria, lo que, junto a pequeños triunfos, empezó a inspirar en los ucranianos la sensación de que la guerra no estaba perdida aún.
Rusia entonces decidió cambiar su estrategia apuntando a una ocupación más lenta desde varios frentes, pero ya a fines de marzo decidieron enfocarse solo en la ofensiva en el este, intentando ocupar toda la región del Dónbas, a la vez de mantener los territorios ocupados en los óblast de Kherson y Zaporizhzhia.
Apelaron al poder de fuego de su artillería para debilitar a las posiciones ucranianas, mientras en el sur se mantenían los ataques con misiles contra Mikolaiv y se amenazaba con una posible ofensiva hacia Odesa, la cual poco a poco se fue mostrando como improbable, ya que las tropas no pudieron ocupar Mikolaiv y se fueron replegando a posiciones defensivas al oeste de Kherson.
Rusia fue llevando a Ucrania a una guerra de desgaste, en un espacio acotado en el este, donde Rusia tenía sus líneas de abastecimiento bien aseguradas, empleando ferrocarriles para trasladar grandes cantidades de suministros y pudiendo concentrar mucho poder de fuego en un espacio de unos pocos cientos de kilómetros. Si bien logró avanzar y ocupar todo el óblast de Luhansk, este avance fue cada vez más lento y con grandes pérdidas, hasta que en julio comenzó a detenerse.
La incorporación de los sistemas lanzacohetes HIMARS por parte de los ucranianos, entregados por Estados Unidos, comenzó a cambiar la realidad en dicho frente, ya que Ucrania comenzó a golpear las líneas de abastecimiento rusas, que eran su mayor fortaleza y se mantenían seguras de las emboscadas y ataques de partisanos. Esto llevó a que Rusia empiece a reducir su presión en el este y permitió a los ucranianos comenzar a derivar tropas a otros sectores, empezando primero por algunos ataques de pequeña escala en Kherson, como la cabeza de puente de Davydiv Brid sobre el río Inhulets, así como una pequeña contraofensiva al norte de la ciudad de Kharkov, que permitió recuperar algunas aldeas y alejar a los rusos de la ciudad.
Ucrania empieza a tener la iniciativa
Ucrania comenzó a tener la iniciativa tímidamente, ya que hasta ese entonces había sido Rusia quien había elegido siempre dónde y cómo pelear, pero ahora Ucrania podía empezar a salirse del juego ruso de la guerra de desgaste en el este y actuar de manera ofensiva.
Si bien estos ataques fueron muy limitados y con poco efecto desde lo estratégico, tuvieron la importancia de mostrar que Ucrania ya no solo peleaba para demorar el avance ruso, que parecía inevitable, sino que en gran parte del frente lo había detenido y en pequeños sectores intentaba recuperar terreno. Pero lo fundamental fue que los ucranianos empezaron a poder elegir dónde y cuándo combatir.
El 29 de agosto los ucranianos lanzaron una ofensiva en el óblast de Kherson, luego de una campaña de ataques a los dos puentes que cruzan el río Dniéper en la zona ocupada por Rusia y contra depósitos de suministros rusos, que dificultan en enorme medida el abastecimiento de las tropas rusas ubicadas al oeste del río. La ofensiva por ahora parece ser limitada, aunque mayor que las anteriores, con un avance lento desde el norte y una cuña lanzada desde el río Inhulets hacia el este, que parecería tener la intención de cercar a las tropas rusas al norte de ese espacio, para luego ejercer presión directamente sobre la ciudad de Kherson, que ha sido fortificada por los rusos.
Esta ciudad tiene la relevancia de ser la única capital de un óblast que ha sido capturada por los rusos, que hasta hace poco pretendían simular un plebiscito para anexar el territorio a Rusia.
Más allá de los avances por tierra en estas casi dos semanas, el cruce del río Dniéper se ha vuelto casi imposible para los rusos y eso complica mucho la situación de las tropas al oeste del mismo, que no pueden recibir casi abastecimientos ni refuerzos. Por ahora estos se cruzan casi exclusivamente con embarcaciones.
Rusia ha informado del envío de su Tercer Ejército a la zona y a Zaporizhzhia, pero viendo las dificultades que han venido teniendo para organizar unidades y conseguir personal adecuado, es poco probable que puedan generar un cambio drástico de la situación.
El movimiento de tropas desde el frente nordeste hacia la zona sur llevó a que Ucrania decida aprovechar la oportunidad y comenzaron a lanzar pequeños ataques cruzando el río Siverksy Donets cerca de Raihorodok, al nordeste de Sloviansk, liberando Staryi Karavan y Brusivka y, más al este, también cruzaron el río y recuperaron Ozerne. Mientras, en el extremo este del teatro de operaciones recuperaron algo de terreno, incluyendo las localidades de Verkhnokamyanske e Ivano-Darivka.
La ofensiva de Kupyansk
A la vez, el 6 de septiembre Ucrania lanzó una nueva ofensiva con armas combinadas en el óblast de Kharkov que, inicialmente, parecía focalizada a las localidades de Verbivka y Balakliia, pero la escasez de tropas rusas y la rápida retirada de las pocas que estaban desplegadas en la zona permitió que en los primeros tres días avanzaran más de 50 kilómetros hacia el este, hasta alcanzar las afueras de la ciudad de Kupyansk.
Esta localidad es de gran importancia, ya que es un nodo de transporte para abastecer el frente alrededor de Izium, que es el extremo oeste de la zona donde los rusos mantenían el foco de la guerra en el Dónbas.
En la mañana de hoy, 9 de septiembre, los ucranianos alcanzaron el río Oskil al sur de Kupyansk y ya hay tropas en las afueras de la ciudad, mientras que el puente que cruza el río en dicha ciudad fue destruido. Esto corta una de las principales rutas hacia Izium, que ahora depende de tres puentes sobre dicho río (uno de ellos está a muy poca distancia de las tropas ucranianas y su lado oeste podría caer en manos de ellos en poco tiempo) más al sur.
Si bien es muy probable que la ofensiva ucraniana no esperaba llegar tan lejos en tan poco tiempo y que posiblemente este avance pierda impulso en los próximos días mientras se consolidan las posiciones ocupadas, genera un punto crítico en un área no esperada por los rusos, mientras que sus fuerzas en la zona de Izium ahora quedan sumamente comprometidas.
Esta ofensiva consolida la obtención de la iniciativa por parte de Ucrania, mientras que los rusos empiezan a pasar claramente a la defensiva y a intentar sostener el frente en áreas muy dispersas.
Más allá de los aspectos tácticos, esto hace posible que los ucranianos puedan generar un momentum donde pueden explotar esta serie de éxitos, al tiempo que la moral de sus tropas sube. Ucrania muy probablemente cuente ahora con una gran asesoría por parte de personal de la OTAN, mientras que tienen la ventaja de estar peleando por la defensa de su patria y eso es un aliciente muy grande a la hora de combatir.
Por el contrario, los rusos ya no contaban con una moral alta, mientras que se ha evidenciado una conducción sumamente pobre, falta de liderazgo, mal entrenamiento, doctrina obsoleta, poca preparación e incentivo en las tropas, que no entendían por qué estaban allí. Si bien tenían la iniciativa para generar ese momentum, no lo lograron por estas razones, una mala estrategia y un mal empleo de los medios. El paso a una posición defensiva, así como minó la moral de las unidades que intentaron el asalto a Kiev, puede generar un mayor desgaste en las que aún están en el frente, sobre todo en donde los ucranianos están contraatacando. A esto se suman los ataques de partisanos en el sur, que desmoralizan aún más a las tropas. Las unidades que corren riesgo de ser aisladas, como en Izium y en la orilla occidental del Dniéper, como indicó el analista Mick Ryan, “pueden colapsar de forma catastrófica en ausencia de un liderazgo excelente. Y, el liderazgo militar ruso en esta guerra no ha sido un modelo para que otros lo emulen”.
Rusia difícilmente pueda recuperar la iniciativa sin ordenar una movilización general del país, que implicaría el reconocimiento por parte de Putin de que las cosas no están yendo nada bien en su “operación especial”.
Por otro lado, la velocidad con que han comenzado a darse los acontecimientos, luego de un par de meses en donde hubo pocos cambios en el frente, lleva a que los rusos deban no solo cambiar todos sus planes, sino que, dada su complicada cadena de mando y la poca autonomía que tienen los comandantes en el terreno, terminen tomando decisiones en base a información desactualizada e inútil.
Todo esto genera una presión muy grande en el lado ruso, que se empieza a ver escaso de municiones (ya casi han agotado su stock de misiles aire-tierra), ha fracasado en su presión hacia Europa a través del suministro de gas, no logra entusiasmar a los rusos para que vayan a combatir a Ucrania, su armamento “invencible” ha demostrado ser un fiasco y sus aliados como China, Irán y Siria hasta ahora no muestran más que un apoyo tibio y sin comprometerse demasiado, mientras Putin ve cada vez menos posibilidades de obtener algo que le permita decir que ha ganado.
Con una Ucrania que empieza a tomar la iniciativa, es cada vez más difícil que el gobierno de Zelensky y occidente accedan a cualquier salida que no implique la retirada total de las tropas rusas de todo el territorio ucraniano, incluyendo Crimea, lo cual sería algo difícil de aceptar para Rusia. Todo esto difícilmente signifique un fin rápido de la guerra, que es posible que se extienda hasta bien entrado el 2023, pero sí parece indicar que la marea ha cambiado.
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