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Foto del escritorSantiago Rivas

Guerra híbrida en tiempos de pandemia

Durante años, la opresión y la falta de libertades, especialmente de expresión, que existen en China bajo la dictadura comunista, fueron de poco interés en occidente y no iban más allá de lo anecdótico. A la vez, desde hace algunos años China ha desarrollado una campaña de propaganda para mostrarse como una nación cada vez más parecida a las democracias occidentales en lo que a libertades se refiere, mientras han apuntado a controlar cada vez más los organismos internacionales, especialmente todos los dependientes de la ONU.

Ahora, la falta de libertad de expresión, la opresión y la propaganda del partido comunista chino han golpeado de una manera catastrófica al mundo entero, y es recién ahora que el mundo empieza a ver las consecuencias de haberle restado atención a esa realidad. Según un trabajo de la Universidad de Southampton, China podría haber reducido hasta en un 86 % la cantidad de infectados si hubiera actuado antes, en lugar de hacerlo dos meses después de detectada la enfermedad. También, si hubiera informado al mundo a tiempo, se podrían haber tomado muchísimas medidas para evitar que el virus tenga un alcance tan grande y probablemente habría quedado circunscripto a unas pocas regiones del mundo. Pero el gobierno chino mintió y ocultó información.

Cuando ya esto fue evidente, intentaron, a través de todo su aparato de propaganda, culpar al gobierno estadounidense, hasta que esta otra mentira también quedó en evidencia.

Hoy, muchos medios hablan del éxito chino en controlar el virus en Wuhan, a pesar de que la realidad en el resto del mundo indica que hay pocos motivos para creer que el pretendido éxito es tal. Por ignorancia, ingenuidad o directamente por estar financiados por los chinos, muchos periodistas repiten hasta el cansancio que China ha tenido éxito en frenar la enfermedad, teniendo ya menos casos y muertos que casi todos los demás países del mundo y en tiempo récord, a pesar del enorme alcance que originalmente tuvo allí la enfermedad, en un país superpoblado. En los últimos días, China es uno de los países que menos casos nuevos informa y menos muertos, pero solo el estado está autorizado a comunicar lo que allí sucede y la prensa independiente está totalmente prohibida, así como muchos médicos y otras personas han sido perseguidas por informar por fuera de los canales oficiales.

Ya desde hace algunos días, cada vez más voces se refieren a que la cantidad de contagiados y muertos que informa el gobierno chino son otra de sus mentiras y extraoficialmente, existiendo algunos cálculos que plantean la posibilidad de que los números reales sean de más de 1,2 millones de infectados y cerca de 100.000 muertos (https://twitter.com/jenniferatntd/status/1243367546272669702), en base, entre otros datos, a reportes de miles de urnas que se han enviado a los crematorios en Wuhan para las cenizas de las víctimas, al tiempo que hay reportes que indican que los crematorios hace días que no cesan su actividad. Según la información que maneja el gobierno británico, las estadísticas podrían haber minimizado los datos entre 15 y 40 veces (https://www.dailymail.co.uk/news/article-8163707/Chinas-efforts-blame-coronavirus-army-delegation-Wuhan-infuriate-No-10.html) y, como dice el artículo del Daily Mail, el gobierno británico cree que China está tratando de construir su poder económico durante la pandemia con “ofertas de ayuda depredadoras” en todo el mundo.

Ahora que cada vez son más en el mundo los que reclaman que China miente, de a poco han empezado a dar indicios de que empezarán a contar la verdad, aunque especifican que esos casos que no han informado son asintomáticos (https://www.perfil.com/noticias/bloomberg/bc-china-revelara-numero-clave-de-contagiados-asintomaticos.phtml), aunque podrían significar al menos el 60 % de los infectados (https://bit.ly/2WXZ9Fi). Es difícil, casi imposible, que en algún momento China revele el alcance real que la epidemia tiene en su país, mucho menos la cifra real de muertos.

Sin embargo, para intentar paliar el golpe en su imagen, comenzaron una supuesta ayuda a varios países, aunque ésta en varios casos tampoco generó el efecto deseado, sino lo contrario. En España, se encontró que los tests rápidos enviados por China solo tienen un 30 % de efectividad, mientras que, en Holanda, las 600.000 mascarillas enviadas no tienen filtros que funcionen con efectividad, por lo que se abandonó el uso de las ya entregadas y se frenó la distribución de las restantes.

Esto ha sido acompañado por distintas medidas de propaganda China, intentando minimizar la enorme responsabilidad que les cabe ante el mundo por la propagación del virus e intentando mostrar una cara amigable ayudando a otros países, que intentan como pueden combatir el virus y, a la vez, salvar sus economías.

Sin embargo, el mundo de a poco empieza a mostrarse cada vez más enojado con China y es muy posible que el daño en sus relaciones internacionales sea enorme, así como en lo económico, esperándose muchas medidas de castigo por parte de muchos estados, incluso muchos que culpaban a Trump de la guerra comercial con China (https://www.forbes.com/sites/kenrapoza/2020/03/30/the-coronavirus-is-becoming-a-public-relations-disaster-for-china/#521552f443f2).

Pero China no es el único que apela a la guerra de la información para mostrar un estado más eficiente. Resulta curioso que muchos de los países con menos libertad de expresión en el mundo, como son los casos de Rusia, Cuba o Venezuela, están entre los que menos casos confirmados tienen, siendo Rusia un país con frontera terrestre con China y con un clima que favorece al virus, mientras que Cuba y Venezuela tienen ambos un desastroso sistema sanitario (es probable, sin embargo, que la cantidad de casos detectados también se deba a su incapacidad para hacer los tests, ya que sus hospitales carecen de insumos de todo tipo). Pero los tres, así como otros países sin libertad de expresión, desde hace tiempo que se esmeran en campañas de propaganda y en acallar todas las voces que fronteras adentro (y no tan adentro) no concuerdan con el discurso oficial.

Es de esperar que muchos otros países inicien una guerra informativa, mintiendo sobre sus cifras reales o simplemente no haciendo los tests correspondientes, para mantener los números bajos, lo cual ya se alertó que puede estar ocurriendo en Argentina (https://www.lanacion.com.ar/sociedad/sandra-pitta-se-testea-poco-quieren-aplanar-nid2348820), en tiempos en donde cada vez más se intenta imponer como verdades datos falseados por estados u organismos privados.

Como indiqué en columnas anteriores, la guerra de la información es parte de la guerra híbrida, que hoy contempla todo tipo de acciones para imponer la voluntad de un estado o grupo de poder ante el resto. China, Rusia y Cuba son estados que desde hace tiempo han apelado a este tipo de guerra para hacer crecer su poder y sus acciones ante la pandemia actual apuntan principalmente a hacerlos quedar como modelos exitosos, a la vez que apuntan a mostrar a un occidente capitalista como modelo fallido (el caso de China y Rusia enviando ayuda a Europa occidental o Cuba ofreciendo enviar sus “médicos” a otros países).

Es importante tener en cuenta que, si China mintió e intentó silenciar a los médicos que alertaron del brote apenas éste apareció, es prácticamente seguro que hoy sigue haciendo lo mismo, generando errores de apreciación en aquellos que toman en cuenta los datos chinos a la hora de tomar decisiones sobre cómo combatir a la pandemia. Esto sigue aumentando el nivel de responsabilidad que tiene China en lo que hoy sucede y que de alguna manera el mundo deberá tomar en cuenta de aquí en más a la hora de relacionarse con el país asiático.

También, este caso nos debe servir a todos para valorar más la importancia de la libertad de prensa y de expresión, en contra de aquellas ideologías que pretenden que sea el estado el único habilitado para comunicar e informar. Hoy vivimos, una vez más, las consecuencias catastróficas de sistemas como el comunista y de los estados omnipotentes.

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