Por Ignacio Montes de Oca
La muerte del comandante militar de Hezbollah y del líder político de Hamas en menos de doce horas hace necesario un análisis sobre sus consecuencias y sobre los mensajes que esconden ambas acciones. Revisemos en detalles causas, consecuencias y represalias.
Fuad Shakr, principal consejero del líder espiritual de Hezbollah, Hassan Nasarallah, murió por un bombardeo israelí en su casa de Beirut el 30 de julio durante un bombardeo aéreo. Había evadido a la muerte por muchos años instalándose en una zona segura de la capital libanesa. Días atrás Netanyahu estuvo en EEUU buscando respaldo y nada mejor para apoyar su pedido y de emparentar la pelea de Israel con la de los norteamericanos que convertir en paté de Fuad a uno de los responsables del peor ataque contra EEUU hasta el ataque de 2001.
Shakr era requerido por EEUU desde 1983, cuando organizó el ataque con camiones bomba a la barraca de los marines en Beirut que dejó 241 soldados muertos y a otros 128 heridos. De hecho, ofrecían una recompensa de 5 millones de dólares por su captura. Esta acción le permite a Israel demostrar que tiene una agenda propia frente a la demanda de EEUU, Europa y los países de la región para que modere sus respuestas. Un ataque de precisión es lo contrario a arrasar zonas enteras y de paso informa que no teme a una escalada.
El sitio elegido es parte del mensaje porque Beirut esta más allá de la “línea Litani” que es una frontera establecida de facto que marcaba el límite de los ataques de Israel sobre El Líbano. Si el 7 de octubre los proxies de Irán pasaron un límite, Israel sobrepasará el resto. La linea Litani había credo un santuario para los terroristas en las zonas civiles en los dos tercios superiores del suelo libanés y Shakr vivía hacía décadas en una zona en la que se creía seguro. Del mismo modo, advierte a los libaneses de su fragilidad y de la determinación israelí.
El otro mensaje fue hacia los drusos. Luego de la masacre de Majdal Shams en la que murieron 12 niños drusos israelíes y otros 60 fueron heridos, el líder de los 160.000 drusos israelíes, Muafak Tarif, juró que “Hezbollah pagará un precio muy alto que no ha pagado hasta ahora”. Ese día Tarif fue con Nentyahu al lugar del ataque y pidió a la comunidad drusa no tomar venganza. El primer ministro israelí dijo ese mismo día “Somos hermanos, siempre estaremos a su lado, Israel le responderá muy fuerte a Hezbollah”, No fue una promesa vacía, queda claro. La comunidad drusa siempre buscó apartarse de la disputa entre Israel y sus adversarios y mantuvo cohesión más allá de las fronteras. Con la respuesta dada a través de la muerte de Shakr es posible adivinar un alineamiento de esta etnia en contra de Hezbollah en un momento clave.
No es un movimiento menor porque implica alinear a una comunidad de más de un millón de drusos: 160.000 en Israel, 300.000 en El Líbano y 300.000 en Siria, que además poseen milicias en extremo aguerridas que podrían convertirse en un factor favorable a Israel. En 2008, las milicias drusas lideradas por Walid Yumblat se enfrentaron con los chiitas proiraníes y con los cristianos libaneses. En 2015 resistieron de manera simultánea a las fuerzas de Al Assad y al ISIS mediante el denominado Frente Espiritual de los Musulmanes Monoteístas.
En octubre del año pasado se desató una rebelión en la zona drusa siria de Sweida contra el gobierno por la crisis económica, la corrupción y el reclutamiento de sus miembros dentro del ejército de Al Assad. Lo drusos son un factor clave y poco considerado de la región. En Israel, al menos 2.500 drusos, en su mayoría provenientes del sur y no de la zona del Golán, se integraron en el Batallón Haref de las fuerzas israelíes, pero luego fueron incorporados en unidades regulares. Son parte de la ofensiva de Gaza y al menos 12 murieron en combate.
Esta coincidencia pone a los drusos israelíes en una mejor posición para recuperar tierras expropiadas por el estado judío desde 2018 y que hoy es la principal fuente de fricción de esta comunidad con el gobierno. Todos calculan, menos Shakr que dejó de ser parte de la ecuación.
La masacre de Majdal Shams puede reconfigurar el tablero de Medio Oriente más allá de la muerte de Shakr porque, en perspectiva, los drusos han sufrido más ataques desde Hezbollah y otras organizaciones proiraníes y tienen una enemistad histórica con los palestinos en Siria y Líbano.
Analicemos ahora la cuestión de la muerte del líder político de Hamas, Ismail Haniyah. Vamos a trabajar sobre la hipótesis de su asesinato a manos de Israel a falta de una reivindicación de otro grupo que indique lo contrario y sabiendo que probablemente nadie reclame su muerte. Aquí, además de los mensajes, entra a correr un juego de reciprocidades que no siempre son simétricas. Empecemos por el mensaje enviado por Israel a través del asesinato del máximo líder de Hamas en la capital de Irán, en el corazón mismo del Eje de la Resistencia.
Desde 1979 cuando triunfó la revolución islámica en Irán y los ayatolas comenzaron a prometer la destrucción de Israel, hubo otro pacto no firmado que llevó a que ambos estados evitaran atacarse directa o abiertamente en sus respectivos territorios. Ese pacto duró 44 años.
Irán atacó mediante el terrorismo y a través de sus proxies a los israelíes dentro y fuera de Israel y los israelíes ejecutaron acciones de sabotaje en instalaciones nucleares o asesinatos selectivos dentro de territorio iraní, negando siempre ambos estar detrás de cada acto.
El pacto fue roto el 13 de abril de 2024 cuando Irán atacó el territorio de Israel con drones y misiles. Israel devolvió el golpe con un ataque contra instalaciones militares iraníes en Ishafán el 19 del mismo mes. Por lo mesurada, se adivinaba que no iba a ser la única respuesta. Con la muerte de Haniyah y asumiendo que fue un país judío de Medio Oriente cuyo nombre comienza con “I” y que quizás nunca asuma su autoría, Irán puede anoticiarse que su sistema de inteligencia y de control interno tiene más problemas que un camaleón en una rave.
Para Irán es un problema de proporciones porque marca un grado mayor de vulnerabilidad que el que mostró al fallar en los ataques a Israel y durante la represalia. De la reputación militar depende su oferta para seducir a dirigentes y tropas dispuestos a sumarse a su juego.
Al mismo tiempo, la muerte de Haniyah descalabra en gran parte el armado de China para agrupar a las facciones palestinas y ganar protagonismo. Es claro que Fatah controla Cisjordania y Hamas aun rige en Gaza. Las otras 12 figuras eran una escenografía de relleno para la foto. Fatah condenó la muerte de Haniyah. Sabe que dentro de Cisjordania debe convivir y acordar con facciones cercanas a Irán que lo obligan a una retórica antiisraelí que no le incomoda, pero que la aleja de la posibilidad de ser contraparte en una discusión sobre los dos estados.
Para Occidente y el mundo árabe es también un reto. El pedido de moderación a Israel y su demanda para que busque una salida alternativa a la militar a través de las negociaciones queda trunca por la falta de un interlocutor válido hasta que Hamas reestructure su mando político.
El liderazgo en Hamas y más allá de la intervención de Irán, es el resultado de un complejo proceso de toma del poder que no va a resolverse con la suplantación del flamante occiso. En las organizaciones verticalistas como Hamas no se accede solo por reemplazo automático. Este no es un factor menor porque si Hamas no cuenta con un líder capaz de garantizar la efectividad de un acuerdo y considerando su facilidad para romper los pactos, más difícil se le hace a Occidente y los países de la región sostener la eficacia de las negociaciones.
Haniyah encabezó el buró político de Hamas desde febrero de 2006 y ejerció un mando férreo sobre el ala militar del grupo terrorista. Las luchas intestinas por el poder -y la fortuna que se maneja desde allí -pueden ser largas y no necesariamente traerán un liderazgo unificado. De allí que la estrategia de Israel haya estado centrada en descabezar el liderazgo de las organizaciones terroristas para debilitar su eficacia política y militar. Esto abre otra consecuencia que conduce directamente a Gaza y la lucha en curso que aun transcurre en la Franja. Desde mayo y en la medida que Israel avanzó sobre Gaza, se hicieron más fuertes los rumores sobre un enfrentamiento entre Haniyah y Yayha Sinwar, el comandante militar de Hamas en Gaza, por la orden del buró político dada desde la comodidad de Qatar para que se inmolen en combate.
Sinwar se lamentó de la falta de apoyo militar que hubiese venido por la apertura de otros frentes para aliviar la carga de combate y el no ser parte de las negociaciones que se llevaron adelante en la que solo contaba como ejecutor. Ahora, se abre un abismo de posibilidades. Esto se relaciona con la suerte de los rehenes israelíes que aún quedan con vida y que quizás ahora dependan de una reacción de Sinwar. Esa derivación puede ser positiva si decide deponer las armas o funesta si interpreta que la muerte de Haniyah lo dejó sin margen de maniobra. Es por eso que la salida de escena de Haniyah puede desatar una serie de eventos cuyo alcance aun no es posible precisar. En cualquier caso, Netanhayu ya avisó que su prioridad es terminar con la amenaza de otro 7 de octubre, más allá del desenlace de la crisis de los rehenes.
El temor a una escalada y la advertencia a Israel por la posible ampliación del conflicto con una incursión en El Líbano y Siria no surtieron efecto. Los israelíes siguen escribiendo su agenda sin ayuda ajena y lo seguirán haciendo. El mensaje fue repetido en idioma farsi. Esto nos devuelve a la muerte de Shakr y Haniyah porque en menos de 24 horas quedó claro que Israel considera que su derecho a defenderse incluye un derecho a represalia y que no existen ni fronteras ni otra clase de impedimentos externos para desviarla de su objetivo.
Allí es donde la reciprocidad se vuelve despareja; Irán carece de la fuerza militar para devolver los golpes que recibió de Israel en las últimas horas. No pudo acertar con sus drones ni defenderse de un ataque de represalia en abril ni proteger a su cancerbero en su capital.
Ahora Israel puede alegar que no hay contraparte con quien negociar y además puede sumar a los drusos a su cartera de opciones. Occidente y los países árabes deben admitir un cambio de escenario que no es propicio para la negociación. Todo cambió en 24 horas.
Irán prometió una respuesta “dura y dolorosa” y es previsible que sus proxies recrudezcan sus ataques contra suelo israelí en las horas por venir o, y esta es una alternativa siempre vigente, que busquen una reciprocidad ejecutando alguna acción en otros sitios del planeta. En cualquier caso, tanto Irán como Israel están atrapados dentro de su dinámica política. Unos no pueden permitir que suceda otro 7 de octubre ni dejar de buscar una represalia. Los otros, deben revalidar su capacidad de cumplir con sus amenazas ante sus seguidore en el Eje. Todo conduce a un agravamiento inmediato de la situación en Medio Oriente. Queda como conclusión que ante lo inevitable es poco lo que pueden hacer los actores externos a esta lucha salvo enrolarse detrás de alguno de los dos contendientes. Negociar se hace cada vez más arduo.
PS: El 7 de octubre abrió una Caja de Pandora demencial de la que no dejan de surgir agravantes. Por ahora no se adivinan esperanzas y la previsible muerte de los dos líderes terroristas no serán las últimas. Es una cadena al rojo vivo de causas y consecuencias interminables.
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