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Foto del escritorLuis Briatore

La primera misión en una guerra-bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina

Por Luis Briatore

 

La mayoría de los guerreros del aire somos combatientes de la teoría, basados en un riguroso entrenamiento en vuelo durante la paz, volando en condiciones similares a las de una guerra, pero que distan de la presión psicológica de un combate real, donde existe un alto riesgo de perder la vida.

Por lo general nos retiramos al descanso del guerrero sin haber cazado a ninguna presa ni habiendo destruido un objetivo vital del enemigo, salvo derribos y ataques plasmados en registros fílmicos, logrados derramando litros de adrenalina, pero sin un riesgo real de poder ser derribados. Prácticas en que solo buscamos derrotar a un enemigo de manera simulada, rol cumplido solo ficticiamente, en muchas oportunidades ocupando el lugar de un agresor, una propia tropa o atacando a instalaciones especialmente seleccionadas por las características del objetivo que simulamos destruir, siempre dentro del territorio nacional.

Luego del 2 de abril de 1982, la situación distaba mucho de lo actuado en tiempo de paz, lo que se venía tenía un especial condimento, había que pensar en infringirle daños a un enemigo real, que se defendía y atacaba, atípico a lo entrenado hasta ese momento y, lo peor, con una gran desventaja, tanto numérica, como de tecnología en todos los ámbitos. También se sumaba en la mayoría de los casos un aspecto psicológico de mucho peso, eran jóvenes hombres que habían formado una familia con hijos pequeños, los que, cumpliendo el juramento sagrado, debían dejar lo que más querían, ese núcleo íntimo, sin saber si regresarían.

 



Bajando la cúpula

Caminando con casco en mano hacia la máquina, la cabeza comenzaba a volar a velocidad supersónica. Mientras los pies estaban sobre la tierra, los invadía el temor de los valientes, algo así como una tempestad interior, una transición dolorosa hacia la concentración total. Proceso imposible de evitar.

Al comenzar a girar la turbina y escuchar una hermosa sinfonía, el guerrero del aire se ponía rápidamente en situación, instante en que la mente se centraba solo en el cumplimiento de la riesgosa misión.

Atados al asiento eyectable, con la mano izquierda en el acelerador, la derecha en los comandos de vuelo y los pies en los pedales, los valores mamados en la Escuela de Aviación Militar afloraban con una fuerza arrolladora, conduciendo el alma de estos patriotas alados a buscar la gloria. De allí en más, el pensamiento se centraba en el objetivo a batir.

 



Recordando aquel bautismo de fuego a los comandos de un Delta.

Los Torno, tres M-5 Dagger, con tres tanques eyectables de 1300 litros de combustible, portando dos bombas de 250 kg y 125 proyectiles de 30 milímetros en cada cañón, como una saeta, ingresaban por primera vez en la vida a un campo de batalla real. Con un fuerte estruendo, penetraban el gélido aire malvinero que envolvía a la Isla Trinidad. Las narices puntiagudas trasformadas en lanzas filosas apuntan al Norte de la mencionada isla. La Bahía Anunciación los recibía sin buques ingleses a la vista, invadidos por la ansiedad de poder encontrar un blanco de ocasión para atacarlo.

Volando cerca del bingo (mínimo combustible), rosando las crestas de las olas, giran hacia el sur rodeando el Cabo San Felipe, buscando navegar lejos de la artillería antiaérea propia, continuando con la búsqueda de un buque enemigo.

 



Un momento sublime

En cercanías de Puerto Argentino una voz rompe el silencio sepulcral reinante en la frecuencia que se mantenían en escucha. Se trataba de un miembro de la Red de Observadores Adelantados - ROA, el que, con precisión, guía a los Dagger hacia una formación naval enemiga. Se trataba de un grupo de buques de guerra que acababan de hostigar posiciones propias en Puerto Argentino. Finalizada la misión, se dirigían a toda máquina mar adentro.

Siendo las 16:40 hs, los Torno aparecen de repente, algo inesperado para un enemigo confiado que navega en retirada y con seguridad.

El ataque es por sorpresa, con la formación de tres buques apuntando con su proa al océano, volviendo con el grueso de la flota inglesa.

Los tornos concentrados y a la vez excitados comienzan a acomodarse moviendo las muñecas con precisión quirúrgica, montándose en diferentes trayectorias de ataque hacia las súper fortalezas flotantes.


Se trataba de las fragatas Tipo 21 HMS Alacrity, y Arrow y el destructor Tipo 42 HMS Sheffield (según indica Norberto Dimeglio, el HMS Glamorgan según fuentes británicas).

Mientras los buques cañoneaban a nuestras tropas en Puerto Argentino, paralelos a la costa, el líder de la formación, el Capitán Norberto Rubén Dimeglio, con el enemigo siempre a la vista, ordena acelerar previo al inminente ataque. En ese instante observa el más grande de los navíos, fácil de diferenciar por dos sobresalientes radomos blancos. Se trataba de una poderosa Fragata Tipo 42 que queda más cerca de su posición. Fascinado por el enorme blanco que se desplaza al frente es el elegido por el Líder para iniciar un ataque por la popa. Con la superestructura gris en la mira presiona la cola del disparador. En milésimas de segundos, con el retumbar de los cañones que sacude la estructura del M-5, observa como una ráfaga de proyectiles pica en el agua para luego barrer la cubierta del buque. Sin perder tiempo, levantando apenas la nariz del Dagger, el dedo pulgar presiona el pulsador de bombas, desprendiéndose del vientre del espejismo hecho avión 500 kg de letal explosivo, alivianamiento que el piloto percibe en un sudado cuerpo.

Esquivando el impacto contra el blanco batido, con un máximo viraje por derecha, lo supera volando a la altura de las antenas, quedando alineado a otro buque. Una nueva víctima que se encontraba más adelantada en la formación. Por segunda oportunidad a pocos segundos de pasado el primer ataque, presiona la cola del disparador nuevamente. El Delta se sacude acompañado de un sonido fuerte e intenso. La munición explosiva incendiaria remanente sale por la boca de los dos cañones de 30 milímetros en su totalidad. El Torno 1 observa con nitidez las detonaciones de los impactos a babor (lateral izquierdo) de la súperestructura, iniciando el escape de manera inmediata pegándose al agua, rosando un costado de la fragata herida.

 



Consecuencias del ataque de los Torno, según el jefe de la escuadrilla, Norberto Dimeglio.

Torno 1:                     Capitán Norberto Dimeglio

 

·         Destructor HMS Sheffield: impactos de cañones y posterior lanzamiento de bombas, que caen en cercanías del destructor.

·         Fragata HMS Arrow: ocho impactos de cañones con munición de 30 mm, sobre la cubierta del buque.

 

Torno 2:                     1 Ten Gustavo Aguirre Faget

·         Destructor HMS Sheffield: daño bajo la línea de flotación por impacto de dos bombas de 250 kg y proyectiles de 30 mm.

 

Torno 3:                     1er Teniente Cesar Roman

 

·         Fragata HMS Alacrity: impacto directo de una bomba de 250 kg.

 



Defensa antiaérea enemiga

Uno de los buques lanza un misil Sea Cat sin lograr impactar en el blanco, por cercanía al blanco no logra armarse la espoleta.

El C-412, piloteado por el 1º Ten Aguirre Faget, recibe un impacto de 20 mm en la antena de VHF ubicada en la panza del fuselaje del Dagger. Daño menor que le permite seguir con el escape y luego aterrizar a salvo.

 

Cobertura Aérea

La Sección Fortín que estaba en vuelo prestando cobertura aérea, luego del ataque a los buques, es guiada por el Radar de Puerto Argentino buscando cubrirle las espaldas de los Torno.

Eyectan tanques y colocan postcombustión máxima. La sección acelera hasta una impresionante velocidad de 1.4 de Mach. Con el sol del frente y los misiles Shafrir enganchados con el sol, buscan interceptar a una PAC de Harrier detectada por el Radar de Puerto Argentino, sin lograrlos alcanzar, ya que los aviones ingleses, sin percatarse de la amenaza, por encontrarse en el mínimo de combustible, vuelven al portaaviones.

 

Escape

Los Tornos, volando pegados al agua, son alertados por el Radar Malvinas, informando que una sección de Harriers venía a interceptarlos. A alta velocidad y en vuelo extremadamente bajo, evitan ser detectados por el radar de cualquier fragata con intenciones de guiar a las PACs enemigas hacia ellos. Luego de un prolongado rasante ascienden con proa a la pista de San Julián. Los Torno 1 y 2 aterrizan a las 17:25, y luego, luego lo hace el Numeral 3, por contar con mayor cantidad de combustible remanente.

 

Un día histórico

Durante la Guerra de Malvinas, las misiones de ataque efectivas a la flota comenzaron el 1º de mayo de 1982, de allí viene la conmemoración del “Bautismo de Fuego” ¡Día memorable si los hay!

En esta recordada fecha, la Fuerza Aérea Argentina (FAA) logró hundir y averiar un gran número de buques, integrantes de la tercera potencia militar del planeta, Gran Bretaña.

A partir de este furioso ataque, con un enemigo que se creía invulnerable, la institución logró ganarse el respeto y la admiración del enemigo, gracias al coraje y profesionalismo de los pilotos argentinos. 

Dentro de las acciones en combate de la Fuerza Aérea Sur (FAS), esta fecha quedó inmortalizada dentro de la heroica Gesta de Malvinas, en este relato solo recordamos una de las tantas misiones llevadas a cabo ese día.

Por los valientes que quedaron en las Islas Malvinas y por los que siguen entren nosotros difundiendo esa patriada, gritemos con toda la fuerza del alma: VIVA LA PATRIA

 

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