Por Ignacio Montes de Oca
Los ataques hutíes en el Mar Rojo pueden tener un impacto en la economía y la seguridad global aun mayor que la crisis en Gaza. El grupo proiraní afectó una de las zonas más sensibles para el tráfico global de mercancías. El problema se focaliza en el paso de Bab el Mandeb de 28 km de ancho, que es el acceso al Canal de Suez. Los hutíes atacaron varios buques frente a las costas yemenitas desde octubre y ahora esa milicia está poniendo en jaque a la economía global.
En ese paso el Mar Rojo se estrecha y deja dos pasos posibles. El de Dact el Mayum, más usado, cerca de la costa de Yibutí, de 23 km de ancho, pero con arrecifes y corrientes rápidas. El otro es el Paso de Bab iskander, de 2,3 km de ancho y en las narices de los hutíes. Por esa circunstancia, los buques son aún más vulnerables a la piratería y al ataque de drones Khitef 2, que las fuerzas hutíes fabrican en grandes cantidades. Como vemos, los rebeldes yemenitas y sus aliados iraníes encontraron el modo de controlar un punto vital del mapa.
La amenaza está representada por la fuerza hutí de Ansarallah, un grupo integrista islámico afiliado a la red de Al Quds, el brazo exterior del gobierno de Irán. No es un grupo pequeño, sus 100.000 combatientes están armados con las mejores armas que puede proveerle Teherán. A diferencia de sus vecinos, Yemen no tiene grandes recursos petroleros y es el país más pobre de la región, con un 53% de sus habitantes bajo la línea de pobreza. La tasa de analfabetismo llega al 50% y una población menor a los 14 años que alcanza al 46% de sus habitantes. La ONU suspendió días atrás la entrega de alimentos en las zonas controladas por los hutíes. Debe tenerse en cuenta que el Programa Mundial de Alimentos proporciona asistencia a 9,5 millones de yemenitas. Pero, como en Gaza, la prioridad de la yihad está en los arsenales.
Además, cuenta con una producción propia de armas, que incluyen sistemas antibuque como los Falg y ASif de 400 km y 200 km de alcance respectivamente, además de modelos iraníes y chinos que fueron acumulando en su lucha contra el régimen yemenita.
Los hutíes no son una etnia o un grupo religioso, su nombre se deriva de Hussein Badreddin Al Houthi, el creador del movimiento que fuera asesinado por el ejército de Yemen. Desde entonces su hermano, Abdul Malik Al Houthi tomó el mando del movimiento.
Para entender el problema hay que explicar de dónde surgen los hutíes. En 2014 comenzó una guerra civil en Yemen cuando los separatistas del sur se rebelaron contra el gobierno del presidente Abd Rabbur Al Hadi que era apoyado por Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. La guerra civil llevó a una intervención de tropas sauditas y emiratíes a favor del gobierno y de Teherán a favor de los hutíes, que en su mayoría son chiitas como los iraníes, pero de la rama zaidísta. El conflicto sigue y los hutíes fueron ganando en fuerza y sofisticación militar. Tras 8 años de guerra y 12.000 muertos civiles, Yemen quedó dividida entre la zona controlada por el gobierno al este, la región controlada por los hutíes al oeste y en el centro un territorio en disputa permanente entre ambos y los grupos del ISIS y Al Qaeda que operan en esa zona. Es importante explicar esta ensalada de actores para comprender que no se trata solamente de hutíes y barcos que pasan y que el problema económico que vamos a describir después está atado a un escenario muy complejo de resolver por la cantidad de grupos e intereses cruzados.
Ansarallah a su vez está asociado con Hezbollah, que tiene un sitio permanente en el Consejo de Gobierno que acompaña a Abdul Malik Al Houthi y se sabe que parte de las tropas hutíes recibieron entrenamiento en los campos que tiene ese grupo terrorista en Sira y Líbano. Por eso que los hutíes le declararon la guerra a Israel el 31 de octubre siendo consecuentes con el mandato de Irán y con la consigna central que adoptaron en 2003: “Dios es grande, muerte a Estados Unidos, muerte a Israel, maldición a los judíos y victoria del islam”.
Es decir que hay a un grupo islámico radicalizado que obedece a la estrategia de Irán y que busca afectar los intereses de EEUU e Israel en el Mar Rojo, además de algunos misiles lanzados contra el territorio de Israel desde que se inició la crisis con la masacre del 7 de octubre.
La alternativa al Mar Rojo es larga y costosa. Para evitar la amenaza de los hutíes, los buques deberían recorrer la ruta por el extremo sur de África lo cual implica sumarle entre 9.000 y 14.000 millas náuticas al recorrido y entre 10 y 14 días de navegación a sus recorridos.
Para un buque promedio, implica sumarle un costo en el flete de entre el 16% al 36% por el uso de combustible y salarios extra para los tripulantes. Al menos ese es el recargo que registra el portal Freightos para las cargas que van desde Israel a China evitando el riesgo hutí. Luego hay que sumarle las primas de seguros, que, de acuerdo con la misma fuente, ya se incrementó desde el 0,03 hasta el 0,05/0.10 del valor de cada navío. Hay que agregarle un costo de 20 a 100 dólares de seguro adicionales por cada contenedor que cruza la zona.
En función de los riesgos crecientes para la navegación y el aumento de los costos operativos, la Autoridad del Canal de Suez decidió aumentar desde enero la tarifa de paso entre un 5% y un 15% según la categoría de cada navío. Todo suma para encarecer el costo de los fletes.
Para complicarla un poco más, al evitar a lo hutíes no se acaba el riesgo. La ruta en torno a África tiene dos zonas de alto riesgo de piratería frente a las costas de Somalia y en la zona del Golfo de Guinea. A mayor riesgo, mayores costos en los productos transportados.
Esos costos se trasladan a los precios de las materias primas y las manufacturas y contribuyen a la inflación mundial que se venía reduciendo del 8,7% de 2022 al 5,8% en este año. Y si sube la inflación aumenta el costo de los créditos. Allá lejos, los hutíes tocan el bolsillo de todos.
En 2019, una serie de ataques hutíes contra la refinerías sauditas y emiratíes llevó el precio del petróleo a los 115 dólares. No estamos especulando sino analizando desde la experiencia y los datos, porque el precio de la energía afecta a todas las cadenas de producción existentes.
Vamos a evaluar el riesgo económico global. El Mar Rojo es el paso hacia el Canal de Suez y por allí circulan 8 millones de barriles de petróleo a diario. Representa el 84% del crudo que envían los países del Golfo hacia Occidente a través del Canal de Suez. Si se observa el mapa se entiende que, ante la falta de un camino terrestre, el camino por el Canal de Suez es la ruta más corta y barata para sacar el petróleo de los yacimientos de Medio Oriente. Además, por el Mar Rojo se mueve el 30% del tráfico global de contenedores. Por el Canal de Suez se registra un tráfico diario de 50 a 60 buques diarios y circula el 12% del comercio mundial. Recordemos la debacle que generó el atasco del buque Ever Given en marzo de 2021 y los U$S 9.500 millones de pérdidas diarias que provocó.
Vamos a sumarle otro riesgo adicional: este año se registraron varios incidentes en el Estrecho de Ormuz cuando Irán atacó o quiso incautar buques petroleros de otros países que navegaban frente a sus costas. Comienza a entenderse que no se trata solo de los hutíes. En julio, Irán quiso abordar dos buques petroleros en aguas internacionales del paso de Ormuz. La intervención de buques de guerra estadounidenses desplegados en la zona lo impidieron. Es el quinto incidente de este tipo en dos años y muestra el nerviosismo que cunde en la zona.
Un observador desprevenido podría decir que los hutíes solo atacan barcos relacionados con Israel, como fue el caso del Galaxy Leader, el Central Park y el Unity Explorer, relacionados con compañías y empresarios de ese origen. Pero el 4 de diciembre se rompió esa regla. Ese día atacaron al buque granelero Number 9 de la empresa británica Castle Harbour con una conexión israelí lejana en el tiempo. Quizás los hutíes se habían gastado todos los dólares en armas y no pudieron pagar la app para acceder a datos frescos sobre sus blancos potenciales. Ese mismo día agredieron también al destructor norteamericano USS Carney. El buque derribó 15 drones y 4 misiles lanzados contra navíos militares y civiles desde las zonas de Yemen controladas por los hutíes. La excusa de los buques israelíes ya no está vigente.
El “error” en el ataque al buque “Número 9” aumentó el riesgo. Todos los buques que pasen por Bab el Mandeb son blancos potenciales de misiles o drones hutíes o candidatos para un abordaje con helicópteros, fusiles y cámaras que registren cada acto de piratería. Pero además plantea una extorsión peligrosa. Propone que las navieras ejerzan una discriminación hacia los ciudadanos e intereses israelíes y borrar toda traza de presencia judía en sus embarques para evitar un ataque o creen una “prima de riesgo judío”.
En los 20.000 buques que pasan por el Mar Rojo cada año hay tripulaciones de todas las nacionalidades. Entre los 22 marineros del Central Park hay filipinos, mexicanos, ucranianos, búlgaros, indios, georgianos y vietnamitas. Ni uno solo es judío. No es solo un problema de Israel. Otro factor que tenemos que sumarle es el de la oferta petrolera. Si la amenaza hutí afecta al tráfico por el Canal de Suez e Irán hace lo propio por el estrecho de Ormuz, ya tenemos cerca de la mitad del tráfico de crudo global comprometida. Veamos el escenario global.
Desde la invasión a Ucrania, Rusia perdió espacios como proveedor global de petróleo y las tensiones en el Esequibo sugieren que también Venezuela, otro de los integrantes de la OPEP, podrían afectar oferta mundial. Sumemos las tensiones en las zonas productoras de África.
La pregunta de fondo, más allá de las particularidades de lo que sucede en el Mar Rojo, es si existen países que saldrían favorecidos con un aumento en el precio del petróleo como producto del encarecimiento de los fletes y la afectación de la oferta por la violencia. Irán es uno de estos afortunados, porque tendría la llave para digitar el volumen de la crisis y un aumento en el precio del crudo ayudaría a sus arcas exhaustas por las sanciones. Y Rusia, que viene pidiendo desesperada bajar la producción para elevar el precio, es otra.
EEUU, en tanto principal productor mundial, no acumula suficiente producción para satisfacer el petróleo y el gas que podrían ponerse en riesgo ante la escalada naval que proponen los hutíes. Europa, con el invierno encima y una recesión que evitar, tampoco está cómoda. Los países árabes tienen todo para perder, en particular Arabia Saudita y los emiratos petroleros de la zona, que dependen del ingreso por la venta de crudo y entienden que, tanto en el Mar Rojo como en Ormuz, Irán los está conduciendo a una nueva guerra de petroleros.
Quizás las tensiones entre Qatar como mediador y Hamas como siervo de Irán en las negociaciones con los rehenes en Gaza tengan que ver con este escenario, al igual que las reuniones urgentes entre ministros de defensa saudí e iraní en días pasados. El encargado de asuntos de Medio Oriente del Departamento de Estado de los EEUU, Tim Lenderking, inició una gira urgente por los emiratos de la zona para activar el mecanismo de coordinación naval con Bahréin, Omán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Desde hace tres años existe un acuerdo de cooperación para combatir la amenaza de los hutíes, que incluyó a Israel en el pasado reciente. Además, consideran la posibilidad de proveer escolta militar conjunta a los barcos civiles en su paso por el Mar Rojo.
La alianza contra los hutíes no es un asunto menor. Además de Arabia Saudita y los EAU, integra a Bahrein, Qatar, Jordania, Egipto, Sudán, Yemen y Kuwait, que a su vez tienen acuerdos para colaborar militarmente con EEUU. El asunto de Bab el Mandeb involucra a toda la región. Este acercamiento provocado indirectamente por Irán de las coronas árabes con EEUU marca otra fase del aislamiento de Teherán, que, sin embargo, se fortalece en la medida que los ataques de sus aliados en Yemen agudizan los efectos de la crisis desatada por los ataques.
Israel, además del ataque a sus ciudades y buques, entiende que, a través de los hutíes, Irán suma un nuevo factor para presionarla a través de terceros afectados mientras avanza en Gaza. La amenaza de escalada y de costos crecientes, son otra forma de extorsión persa. China e India dependen del tráfico naval que llega desde Oriente Medio para sostener sus sistemas de producción. Incluso el petróleo barato que les entrega Rusia atraviesa en gran parte esa zona para llegar a sus puertos. Casi todos pierden en este escenario de drones y piratas.
En cada escenario hay que considerar quienes son los afectados y los beneficiados con una crisis para detectar al responsable de desatarla. En este caso, los hutíes parecen ser los culpables, hasta que se eleva la vista siguiendo el rastro de los hilos que los manejan.
Dato final: por la sequía que se vive en Centroamérica, el Canal de Panamá limitó y encareció también sus operaciones, lo que provocó que parte del tráfico marino se desviase hacia el Canal de Suez. Los astros se alinearon para complicar aún más una situación compleja.
PS: “Bab el Mandeb”, el paso amenazado por hutíes e iraníes, significa “Mar de las Lágrimas” lo cual tiene mucho sentido para el rol que tiene esa zona en el actual escenario de crisis global. Ojalá que el nombre de “Mar Rojo” no sea también premonitorio
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