Recientemente, luego de años de demoras, la Marinha de Brasil anunció finalmente la cancelación del programa C-1 Trader, el cual se había iniciado en 2010 con la compra, el 12 de agosto de ese año, de ocho Grumman C-1A Traders del inventario de la US Navy para ser modernizados por Marsh Aviation, en un programa por 234 millones de dólares.
El programa apuntaba a modernizar cuatro de los aviones con nuevos motores turbohélice Honeywell TPE331-14GR de 1,650shp de potencia cada uno; OBOGS, APU ESA RE100CS, nuevo panel de instrumentos con cuatro pantallas multifunción de cristal líquido en colores; nuevas radios HF, UHF y VHF, pudiendo operar con enlace de datos tácticos de forma segura; sistema de navegación basado en TACAN, VOR, GPS y navegación inercial; IFF; ATC; y otros. El trabajo sería llevado a cabo por Marsh Aviation, ubicada en Mesa, Arizona, aunque el desarrollo de la modernización en aviónica fue elaborado principalmente por Elbit Systems of America.
El objetivo era operar cuatro aeronaves y usar las otras cuatro para repuestos, y cumplirían misiones de reabastecimiento de combustible en vuelo y transporte logístico desde el antiguo portaaviones A12 São Paulo, además de que se evaluaba la posibilidad de convertir al menos uno para misiones de alerta temprana. Los aviones, designados KC-2 serían operado por el 1º Esquadrão de Aviões de Transporte e Alarme Aéreo Antecipado (VEC-1) que finalmente nunca fue activado.
La baja y posterior hundimiento del portaaviones NAe São Paulo, sin reemplazo previsto, llevó a que la fuerza ya no tenga la necesidad de dichos aviones y decidió cancelar el contrato, a pesar de que uno de ellos ya estaba en un estado muy avanzado de los trabajos y el 15 de noviembre de 2018 se había realizado la primera puesta en marcha de los motores en dicho avión, esperándose que vuele en septiembre de 2019 y se entregue en 2021. Sin embargo, el programa había sido paralizado en 2019 y se esperaba su cancelación tarde o temprano.
Ahora, Brasil deberá decidir qué hace con los aviones que son de su propiedad y los equipos que se compraron, mientras seguramente se busquen responsables de una operación que significó un importante gasto para la Marinha de Brasil, sin obtenerse ningún resultado.
Mientras tanto, la Armada Argentina se mantiene como última operadora militar mundial del S-2 Tracker, con un ejemplar en servicio en la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina, pero que posee otras cuatro aeronaves fuera de servicio por falta de componentes, uno de ellos accidentado (aunque reparable) y otro sin que se haya terminado nunca la modernización.
Si bien los C-2 Trader no tienen capacidad antisubmarina, para la Armada Argentina puede ser muy interesante la adquisición, a través de una negociación entre los estados de Argentina y Brasil, de todo el paquete comprado por Brasil para poder recuperar la capacidad de los Tracker.
Sería interesante que la fuerza analice la factibilidad de instalar los motores y el paquete de modernización comprado por Brasil en los Tracker argentinos, además de usar algunos repuestos de los Trader (alas, cola, tren de aterrizaje y otras partes son compatibles entre ambos modelos) para recuperar la flota propia y poder alcanzar cuatro aeronaves operativas, con un futuro de al menos unos diez años de vida útil por delante.
De esta manera, los aviones tendrían motores más nuevos, aviónica totalmente nueva y una cabina modernizada, entre otras ventajas.
Así, se mantendría la capacidad de guerra antisubmarina desde el aire, que en la Argentina hoy solo se mantiene con el único Tracker operativo, mientras que se aumentaría la capacidad de patrullado marítimo, para control de la pesca ilegal, búsqueda y rescate y control de la navegación en general.
En el estado en que se encuentra el proyecto brasileño, la cesión del paquete de aeronaves y sistemas podría alcanzarse a bajo costo y luego la Armada Argentina solo tendría que pagar la instalación de los equipos (parte podría hacerse en sus instalaciones en el Arsenal Aeronaval Comandante Espora) y las pruebas para su certificación.
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