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Ignacio Montes de Oca

¿Por qué Israel demora la ofensiva en Gaza?

Por Ignacio Montes de Oca


Intentemos una explicación a la tardanza para la ofensiva terrestre de Israel en Gaza. Hay una serie de factores militares y políticos que se combinan y que pueden dar un panorama más completo de la situación, además de dar datos sobre lo que podría suceder en el futuro. Lo primero es establecer los objetivos de Hamas. Queda claro que además del golpe militar y propagandístico, el grupo terrorista quiso forzar una respuesta inmediata, brutal y desbocada de Israel. Esa respuesta era, sin dudas, un avance militar dentro de Gaza.

Entrar en una zona tan densamente poblada hubiera conducido a un número de víctimas civiles que hubiera competido en los medios con las atrocidades cometidas por Hamas. En otro enfoque, las crueldades cometidas por Hamas estimulaban esa respuesta. Hubo un cálculo frío detrás. Si el incidente del hospital en Gaza desató manifestaciones en todo el mundo musulmán e incluso en ciudades de occidente, es posible imaginar si se multiplicaban esas imágenes a pocas horas del ataque de Hamas, que ya entendemos no es un grupo de improvisados. Hamas maneja la comunicación como un arma más y en ese mismo razonamiento es posible comprender que el tomar a más de 200 cautivos y retenerlos en Gaza implica asumir que van a culpar a Israel por su destino. Hay que entender la dimensión propagandística del conflicto.



En lo militar, no hay dudas de que, así como planificó con cuidado el ataque, también debe haber preparado posiciones para afrontar a un avance de Israel, sitios de emboscada y una serie de medidas defensivas que incluyen un hormiguero de túneles que solo ellos conocen. De haber entrado las tropas israelíes, que tienen los medios y una superioridad militar abrumadora, hubiesen pagado por el apuro un costo altísimo en bajas y una lucha de final incierto. Pero, además, con una población civil que quedaría en medio de los combates.

La respuesta de Israel se retrasó y ese fue un movimiento estratégico. Probablemente, en perspectiva fue la medida más trascendente que haya tomado desde el 7 de octubre cuando ocurrió el ataque. Vamos a explicar por qué y cómo se instrumentó. El corte de suministros a Gaza y el bloqueo se dio con la orden a la población civil de la zona norte de la Franja para que abandone la zona, en donde está la Ciudad de Gaza y se concentra el poder político y la mayor densidad urbana. Esto tuvo un propósito que hay que analizar.

Por un lado, advirtió a los civiles de una acción y comunicó la idea de Hamas como objetivo y de los habitantes como un tercero que no se pretende involucrar. La respuesta de Hamas fue ordenarles que se queden en sus casas, lo que reveló su intención inicial.

Este movimiento introdujo una cuña política entre los gazatíes sobre la consideración de unos y otros, que en los hechos se plasmó en la huida de una proporción grande de los habitantes en un signo de desconfianza o al menos de desobediencia con las autoridades de Hamas. Que Hamas haya bloqueado el escape de los gazatíes desde el norte con bloqueos de rutas no es un dato menor. Es importante entender que el control de Hamas sobre Gaza se basa en la imposición de un orden estricto. Sobre esa realidad operó la estrategia de comunicación israelí. Pero, además, despejar de la mayor cantidad de civiles ayudará en el momento de la ofensiva terrestre para minimizar el caos que supone de por sí entrar en zonas de calles estrechas y edificios que son un desafío inmenso para cualquier planificador militar.



Hay un par de elementos más. Hamas incluyó en su estrategia la captura masiva de civiles, un acto aberrante que es inédito. La idea de usarlos como escudos humanos y eventualmente culpar a una ofensiva israelí por su destino aporta a esta explicación de los hechos y a la idea de la comunicación como arma. De la misma manera, la diversidad de nacionalidades de los secuestrados supone que Israel afronte su situación como un problema que excede a Gaza y hace entrar a la diplomacia en el juego. Hamas no es un grupito de brutos, calculan con una frialdad asombrosa sus acciones.

Israel entendió el problema y es por eso que, desde el 7 de octubre, contesta de manera metódica. El bombardeo de precisión a posiciones conocidas de Hamas y la neutralización de sus líderes es la respuesta que busca debilitarlos antes de lanzarse dentro de Gaza. Aquí también hay un cálculo: descabezar a grupos verticalistas implica afectar sus planes. Alcanzar sus arsenales, limitar el tiempo que puedan resistir habida cuenta que Gaza está clausurada. En esta disputa hay mucho de paciencia y ajedrez en ambos bandos.

Israel debe terminar con Hamas antes que Hezbollah intente un movimiento. Cuanto más débil sea el frente de Gaza. menos problemático será enfrentar un intento simultáneo del otro grupo terrorista desde El Líbano y Siria. De haberse apresurado, hoy estaría en esa situación.

Israel preparó una fuerza de 520.000 soldados que, junto a su poder militar, puede convertir a Gaza en un páramo. Era lo que quería Hamas y quizás lo que esperaba Irán para llamar a una yihad que arrastrara a más actores al juego y quizás se llevara puestos a gobiernos árabes adversarios.

La otra parte de la respuesta de Israel fue darles tiempo a sus aliados para que actuaran. EEUU no solo respaldó a Israel en lo político, sino que además movió dos grupos de portaviones frente a Siria y el Líbano y reforzó sus bases en un anillo regional que rodea a Israel. Desde las bases en Omán, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Jordania y otros sitios de la región respaldó militarmente a Israel y le comunicó a Irán, el titiritero de Hamas y Hezbollah que la consecuencia de una escalada puede resultar en una respuesta devastadora para Teherán.

La intercepción de drones y misiles entregados por Irán por parte de un destructor de EEUU y que fueron lanzados por los hutíes fue la puesta en práctica de ese "cordón" de protección de EEUU, al que se sumarán Gran Bretaña y Francia, para proteger la periferia amplia de Israel. La Unión Europea se sumó a esta respuesta previendo lo que podría suceder cuando Israel decida entrar a Gaza. La Autoridad Palestina recibió el respaldo para desplazar a Hamas de Gaza y asumir su representación. Hay otros movimientos importantes: Egipto se sumó con sutileza al juego al sellar el paso de Rafah para impedir el refuerzo militar a Hamas y, junto a Jordania, estableció una "línea roja" al anunciar que no permitirán campos de refugiados palestinos en sus territorios

Este punto es en extremo importante. Si Hamas - o Irán como promotor - pretenden exportar la cuestión palestina a Egipto y Jordania, encontraron un límite.

La experiencia de El Líbano y Siria en donde el asentamiento de palestinos le permitió construir un bastión contra Israel, fue entendida por Amman y El Cairo. De allí que la gira de Biden incluyera reuniones con los líderes de Palestina, Jordania y Egipto. La tardanza en el avance terrestre de Israel sobre Gaza le daba tiempo a la política para intentar una salida que arruinase la estrategia amplia de los iraníes.

El mentidero montado por Hamas, Irán y la prensa occidental incauta en las horas posteriores a la explosión cerca del hospital casi arruina estos intentos y mostró los riesgos de una acción en Gaza. Pero nos permite ensayar además lo que podría suceder y comprender lo que sucede. Si Israel hubiese entrado en la trampa de Hamas el 7 de octubre, el escenario sería únicamente militar, no hubiese habido tiempo para una respuesta política y menos aún para coordinar una respuesta disuasoria para evitar ampliar el conflicto a límites impensados.



Vamos cerrando. Israel debe entrar a Gaza. La cuestión crucial es saber en qué condiciones y hasta dónde puede mover a la población de las zonas de combate para que la propaganda que opera en su contra busque igualar los resultados de la ofensiva con las atrocidades de Hamas. Ese punto es incluso más importante que el militar, porque de él depende la respuesta del mundo árabe y, en consecuencia, la cantidad y calidad de los adversarios que deberá enfrentar. Y en occidente, el respaldo interno que recibirán los gobiernos que hoy la apoyan.

Hamas planteó un juego tan inteligente como macabro. Irán juega con las respuestas que pueda generar Israel con su necesaria ofensiva en Gaza. Occidente comienza a darse cuenta, como con Ucrania, que la falta de carácter y el postergar soluciones de fondo fue un error estratégico. Este es el panorama que explica por qué, a dos semanas del ataque de Hamas, Israel sigue sin avanzar sobre Gaza.



El apuro hubiese sido un error de proporciones tan grandes como el no haber previsto el ataque. Lo que viene sucediendo desde entonces, explica los motivos.

Alemania, Gran Bretaña y Francia son algunos de los países de occidente que ahora prohíben manifestaciones que impliquen propaganda a favor de Hamas e investigar la existencia de células integristas en sus territorios. Eso también es un preparativo lógico para lo que se viene.

Si Egipto y Jordania aceptan miles de refugiados palestinos, podrían convertirse, como le sucede a Siria y el Líbano, en antagonistas de Israel si surgen fenómenos como el de Hamas en sus territorios, y heredar idéntica inestabilidad interna. No se trata de "falta de solidaridad" sino de una mirada realista para evadir la trampa iraní que busca la exportación de su cepa yihadista. Lo mismo les cabe a otros estados del mundo islámico e incluso para Occidente.

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