Proyección estratégica a través del aire: evolución doctrinaria y operativa del bombardeo de largo alcance
- Ángel Rojo
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Por Ángel Rojo
La Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) basa su doctrina estratégica en el concepto de “Global Reach, Global Power”, es decir, la capacidad de proyectar fuerza militar en cualquier punto del planeta en cuestión de horas, sin depender de bases locales ni de permisos diplomáticos extensos para la autorización de sobrevuelos.
Esta filosofía se sostiene sobre tres pilares fundamentales: bombarderos estratégicos de largo alcance (B-52H Stratofortress, B-1B Lancer y B-2 Spirit), una flota masiva de aviones cisterna (KC-135 Stratotanker y KC-46 Pegasus) capaz de sostener misiones intercontinentales en vuelo continuo, y un sofisticado sistema C4ISR (comando, control, comunicaciones, computación, inteligencia, vigilancia y reconocimiento) que permite ejecutar operaciones complejas a escala global.

Este concepto, desarrollado durante la Guerra Fría y consolidado tras la Guerra del Golfo de 1991, busca garantizar que Estados Unidos pueda atacar objetivos estratégicos (como instalaciones nucleares, redes de mando y control o infraestructura crítica) con tiempos de respuesta mínimos y precisión quirúrgica.
Las primeras misiones de largo alcance se remontan a la Segunda Guerra Mundial. Entre 1944 y 1945, los B-29 Superfortress despegaron desde las Islas Marianas para atacar el archipiélago japonés, cubriendo más de 5.000 km por vuelo. Estas aeronaves llevaron a cabo campañas de bombardeo incendiario masivo, como la devastadora operación sobre Tokio, que culminaron con las misiones nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki. Tales operaciones exigían una planificación compleja, escoltas de cazas de largo alcance y un uso intensivo del reconocimiento aéreo.
Durante la Guerra de Corea (1950–1953), los B-29 operaron desde Okinawa y Guam para atacar objetivos en Corea del Norte, cubriendo distancias superiores a 7.000 km. Utilizaban bombas convencionales y contaban con apoyo de cazas y unidades de inteligencia táctica.

En Vietnam (1965–1973), a diferencia de las operaciones previas Rolling Thunder y Linebacker, la campaña Linebacker II fue concebida como un esfuerzo máximo de bombardeo, destinado a destruir los principales complejos estratégicos en las zonas de Hanoi y Haiphong. Para ello se emplearon bombarderos B-52D y B-52G, que volaban desde U-Tapao (Tailandia) y Andersen AFB (Guam), desde esta última, en misiones de 16 a 18 horas, con hasta cuatro reabastecimientos en vuelo y cargas superiores a 100 bombas de caída libre por avión. La operación Linebacker II se convirtió en el mayor ataque aéreo ejecutado por Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial.
Misiones de largo alcance: hitos históricos y operaciones recientes
La Operation Dorado Canyon, ejecutada el 15 de abril de 1986, fue una ofensiva aérea estadounidense contra Libia en represalia por el atentado terrorista en la discoteca La Belle de Berlín. Participaron 45 aeronaves de ataque provenientes de bases en el Reino Unido y del portaaviones USS Coral Sea en el Mediterráneo.
Los principales vectores fueron 18 bombarderos F-111F de largo alcance, que debieron rodear Francia y España - países que negaron el permiso de sobrevuelo -, volando por el Atlántico y el estrecho de Gibraltar, lo que duplicó la distancia hasta Libia. La misión duró casi 14 horas por avión, con múltiples reabastecimientos en vuelo.
Esta operación evidenció limitaciones políticas, como la negativa europea a autorizar sobrevuelos, lo que obligó a rutas extendidas, y también marcó un hito en el empleo coordinado de fuerza aérea táctica y estratégica para operaciones de represalia intercontinental.

La Operación Senior Surprise fue una misión estratégica de bombardeo llevada a cabo por siete bombarderos B-52G Stratofortress del 596.º Escuadrón de Bombarderos de la Base Aérea Barksdale (EE. UU.), que marcó el inicio de la Tormenta del Desierto en la madrugada del 16 de enero de 1991. Cada aeronave estaba armada con misiles de crucero AGM-86C CALCM de ojiva convencional. La misión consistió en un vuelo sin escalas de 22.530 km. (ida y vuelta), con una duración total de casi 36 horas, lo que la convirtió en ese momento en la misión de combate más larga de la historia.
Los B-52 realizaron cuatro reabastecimientos en vuelo: dos durante el trayecto de ida (uno sobre el Atlántico, cerca de las Azores, con KC-135, y otro sobre el Mediterráneo con KC-10 desde Morón, España), y al menos dos en el regreso, incluyendo una recarga crítica sobre el Atlántico con KC-135 de emergencia desde Robins AFB. Los blancos atacados fueron infraestructura crítica iraquí, como centrales eléctricas en Mosul y nodos de comunicaciones en Basora. El ataque representó también el primer uso en combate de misiles de crucero guiados por GPS, demostrando la capacidad estadounidense para realizar ataques de precisión intercontinentales desde su propio territorio continental.
En 1996, durante la Operation Desert Strike, bombarderos B-52H partieron desde Guam hacia Irak, recorriendo 22.500 km. en unas 34 horas para atacar instalaciones militares iraquíes con misiles de crucero AGM-86 y bombas guiadas por GPS. Este tipo de operación no solo demostró la relevancia del reabastecimiento aéreo, sino también la creciente precisión de las armas convencionales.

El uso de bombarderos furtivos B-2 Spirit llevó estos límites aún más lejos. Durante la invasión de Afganistán en 2001 (Operation Enduring Freedom), los B-2 despegaron desde Whiteman AFB (Missuori), cruzaron medio mundo hasta Afganistán y regresaron, completando vuelos de hasta 44 horas con bombas guiadas JDAM de 2.000 lb., escoltados por cazas reabastecidos en vuelo. En 2003, se repitieron misiones similares sobre Irak, con perfiles que superaban los 19.000 km. y múltiples reabastecimientos.

En 2011, durante la intervención en Libia (Operation Odyssey Dawn), los B-2 atacaron aeródromos y radares libios desde Missuori, recorriendo 20.000 km. en vuelos de hasta 38 horas, armados con bombas guiadas GBU-31 de 900 kg., apoyados por un corredor aéreo de cisternas y aviones de guerra electrónica.
El 18 de enero de 2017, en el marco de la Operation Inherent Resolve, dos bombarderos furtivos B-2 Spirit de la USAF llevaron a cabo una misión estratégica de largo alcance contra campamentos del Estado Islámico en el sur de Libia. Las aeronaves despegaron desde Whiteman AFB, en Missuori, y recorrieron más de 19.300 km. (ida y vuelta) en una operación que se extendió por aproximadamente 30 horas de vuelo continuo. Cada B-2 transportó 16 bombas guiadas GBU-38 JDAM de 500 libras, lanzadas con precisión sobre dos grandes instalaciones de entrenamiento de ISIS ubicadas al suroeste de la ciudad de Sirte.
La operación contó con el apoyo de más de 15 aviones cisterna KC-135 y KC-10, lo que permitió realizar al menos cuatro reabastecimientos por aeronave durante la travesía transatlántica. El resultado fue la eliminación de más de 80 combatientes, muchos de ellos considerados elementos entrenados para exportar terrorismo fuera de la región. Esta acción demostró no solo la capacidad del B-2 para ejecutar ataques de precisión global desde territorio continental estadounidense, sino también su valor estratégico en conflictos asimétricos, combinando sigilo, alcance intercontinental y efectos tácticos decisivos con mínimo riesgo de exposición.
Más recientemente, el 16 de octubre de 2024, dos B-2 lanzaron bombas penetrantes contra búnkeres de los hutíes en Yemen, tras despegar desde Whiteman AFB y operar en coordinación con bombarderos posicionados en la base RAAF Tindal (Australia). Estas misiones, de más de 30 horas, implicaron varios reabastecimientos a lo largo del trayecto y el ataque a cinco instalaciones subterráneas estratégicas.

El punto culminante fue la Operation Midnight Hammer (junio de 2025), considerada la misión más ambiciosa en la historia operativa del B-2. Siete bombarderos Spirit despegaron de Whiteman AFB para atacar instalaciones nucleares en Fordow y Natanz (Irán), recorriendo más de 11.300 km. en una operación de 37 horas. Se utilizaron 14 bombas GBU-57 Massive Ordnance Penetrator (13.600 kg.), y se coordinó el lanzamiento simultáneo de más de 20 misiles Tomahawk desde un submarino clase Ohio. Participaron 125 aeronaves de apoyo: cisternas KC-135 y KC-10, cazas, plataformas electrónicas EA-18G y drones de reconocimiento. La operación logró anular completamente los blancos asignados sin detección previa.
Operaciones de largo alcance realizadas por otros países
Durante la Guerra de Malvinas en 1982, la Royal Air Force llevó a cabo la Operation Black Buck entre el 01 de mayo y 12 de junio, una serie de siete misiones de bombardeo estratégico que buscaban inutilizar la pista de aterrizaje de Puerto Argentino y degradar las capacidades argentinas de radar y defensa aérea.

Para ello, se desplegaron bombarderos Avro Vulcan desde la Isla Ascensión, en el Atlántico central, en vuelos de ida y vuelta de aproximadamente 12.500 km. y unas 16 horas de duración. Cada misión requirió una compleja arquitectura de reabastecimiento aéreo con hasta 15 transferencias de combustible en vuelo, utilizando aviones cisterna Handley Page Victor.

A pesar del esfuerzo logístico y simbólico, que demostró que el Reino Unido podía proyectar poder aéreo a largas distancias incluso con medios limitados, los efectos tácticos fueron nulos: el radar de Puerto Argentino nunca fue destruido y la pista continuó operativa durante toda la campaña.
Por su parte, tanto la Unión Soviética como la actual Federación Rusa han desarrollado una doctrina de disuasión aérea basada en patrullas estratégicas prolongadas con bombarderos Tu-95MS y Tu-160, empleando misiles de crucero de largo alcance como los Kh-55 y Kh-101. Estas plataformas han ejecutado misiones de entre 15 y 20 horas para simular ataques intercontinentales desde corredores aéreos sobre el mar de Barents, el mar Caspio o el Mar Negro. Sin embargo, la situación cambió drásticamente tras la Operation Spider's Web del 01 de junio de 2025, cuando ataques ucranianos con enjambres de drones FPV y municiones merodeadoras forzaron a Rusia a replegar parte significativa de su aviación estratégica. Al menos cuatro Tu-95MS y once Tu-22M3 fueron desplazados hacia aeródromos en el Lejano Oriente ruso, como Ukrainka y Belaya, ubicados a más de 7.000 km. de las zonas de lanzamiento habituales.


Esta dispersión geográfica ha incrementado la duración de las misiones - alcanzando hasta 23 horas - y la necesidad de realizar múltiples reabastecimientos en vuelo, en muchos casos dos o incluso tres por trayecto, utilizando aviones cisterna Il-78M. La operación prolongada de estos bombarderos desde distancias extremas ha acelerado el desgaste estructural de las aeronaves y consumido rápidamente su potencial operativo. A ello se suma la baja disponibilidad de tanqueros, que ha generado un cuello de botella logístico. Diversos analistas del CSIS, RAND y RUSI coinciden en que esta sobreextensión compromete la sostenibilidad del sistema ruso de bombardeo estratégico, limita su capacidad de respuesta nuclear efectiva y convierte su aviación de largo alcance en un activo más simbólico que funcional, al menos en el mediano plazo.
China, aunque carece de experiencia en combate real, continúa fortaleciendo su doctrina mediante el aprendizaje conjunto con sus aliados. Un ejemplo destacado es el desarrollo de patrullas aéreas conjuntas con Rusia, en las que participa con bombarderos H-6K junto a Tu-95MS o Tu-22M3 rusos sobre el Mar de Japón y el Mar de China Oriental. Varias de estas misiones han superado las 12 horas de duración e incluyeron escoltas de cazas, evidenciando un creciente nivel de interoperabilidad y proyección regional.

A escala regional, otros países también han demostrado capacidades de proyección estratégica, aunque con recursos más acotados. Israel ha desarrollado una doctrina de ataques preventivos de precisión de largo alcance, como lo demuestra la Operation Opera de 1981, cuando ocho aviones F-16 escoltados por seis F-15 destruyeron el reactor nuclear iraquí Osirak tras un vuelo de ida y vuelta de más de 2.000 km. En 2007, la Operation Orchart contra un supuesto reactor en Siria se ejecutó combinando penetración furtiva, guerra electrónica y municiones guiadas con precisión, aunque los detalles exactos aún se mantienen bajo reserva.
Recientemente, en octubre de 2024, Israel lanzó la Operation Days of Repentance, una ofensiva aérea dirigida contra unas veinte instalaciones estratégicas en Irán, incluyendo fábricas de misiles, defensas antiaéreas y el complejo nuclear de Parchin. Participaron cerca de 100 aeronaves (F-35I, F-15I y F-16I) que recorrieron alrededor de 2.000 km entre ida y vuelta desde Israel, con al menos un reabastecimiento en vuelo. La operación fue precisa y sin pérdidas, demostrando la capacidad israelí de golpear en profundidad con eficacia táctica.
En junio de 2025, Israel ejecutó la Operation Rising Lion, su mayor ofensiva aérea contra Irán hasta la fecha. Más de 200 aviones atacaron en cinco oleadas sucesivas más de 100 blancos, incluyendo instalaciones nucleares en Natanz, Fordow e Isfahán, fábricas de misiles y centros del IRGC. Se lanzaron unas 330 municiones guiadas, con apoyo de reabastecimiento aéreo y operaciones encubiertas del Mossad. La operación, que implicó vuelos de más de 1.500 km. por trayecto, reafirmó la superioridad aérea israelí y degradó significativamente la infraestructura estratégica iraní.
Francia también ha utilizado su aviación táctica con alcance extendido en escenarios africanos y mediterráneos. Durante la Operation Serval en Malí (2013) y Harmattan en Libia (2011), cazas Rafale y Mirage 2000 realizaron ataques de precisión tras volar más de 3.500 kilómetros, apoyados por múltiples reabastecimientos en vuelo. Del mismo modo, el Reino Unido replicó estas estrategias en misiones de disuasión y ataque desde sus bases europeas, empleando aviones Tornado GR4 y Typhoon.
El 30 de mayo de 1982, durante el conflicto por las Islas Malvinas, Argentina lanzó una audaz operación conjunta entre la Armada y la Fuerza Aérea, con el objetivo de atacar al portaaviones británico HMS Invincible, considerado una pieza clave del poder aéreo del Reino Unido en el teatro de operaciones.
La misión fue ejecutada por dos aviones Super Étendard de la Armada, armados con el último misil AM39 Exocet disponible, y cuatro cazabombarderos A-4C Skyhawk de la Fuerza Aérea, cada uno equipado con tres bombas de caída libre de 250 kg. Estos últimos tenían la tarea de efectuar un ataque convencional, ya que se estimaba que un único impacto del misil no garantizaba el hundimiento del blanco.

Todos los aviones despegaron desde la Base Aeronaval Río Grande, en Tierra del Fuego, y realizaron un exigente vuelo de aproximadamente 3.000 km. ida y vuelta, con una duración total de 3 horas y 47 minutos. La operación contó con el apoyo de dos aviones cisterna KC-130 Hercules, que partieron desde la X Brigada Aérea de Río Gallegos y se encargaron del reabastecimiento en vuelo.
Durante el trayecto de ida, todos los aviones fueron reabastecidos. Tras el lanzamiento del misil por parte de los Super Étendard, estos iniciaron el regreso a Río Grande, mientras que los cuatro A-4C continuaron el ataque en vuelo rasante siguiendo la estela del Exocet. Dos Skyhawk fueron derribados por las defensas antiaéreas de los buques de apoyo británicos antes de alcanzar el objetivo, mientras que los otros dos lograron lanzar sus bombas sobre un blanco que, según los reportes argentinos, ya se encontraba humeante tras el impacto del misil.

En el trayecto de regreso, los dos A-4C sobrevivientes fueron reabastecidos nuevamente y lograron aterrizar en su base de origen. A pesar de los testimonios, análisis y pruebas presentadas por Argentina, el Reino Unido nunca reconoció oficialmente que el Invincible hubiera sido alcanzado o dañado en esa acción.
Comparación doctrinaria del poder aéreo de largo alcance
El empleo del poder aéreo de largo alcance revela tanto capacidades técnicas como concepciones doctrinarias arraigadas en la cultura estratégica de cada país.
Durante la Guerra de Malvinas, el Reino Unido ejecutó las misiones Black Buck como una demostración simbólica de alcance estratégico: vuelos de más de 12.000 km. desde Ascensión, hasta 15 reabastecimientos aéreos, y un elevado esfuerzo logístico para un efecto militar limitado. Refleja una doctrina expedicionaria con acento en el prestigio operacional, más que en la eficacia táctica inmediata.
Estados Unidos, en cambio, combina alcance global con efecto táctico preciso. En operaciones como Dorado Canyon (1986) o los bombardeos con B-2 en Libia (2017), su doctrina articula plataformas furtivas, ISR, guerra electrónica, cisternas y comando y control avanzado, subordinando la distancia a la eficacia mediante una infraestructura planetaria que le permite ejecutar ataques intercontinentales sin escalada prolongada.
La Federación Rusa, fiel a su legado soviético, había centrado su doctrina en patrullas estratégicas y disuasivas. Pero el conflicto en Ucrania forzó su adaptación: tras el ataque ucraniano del 01 de junio de 2025 (Operación Telaraña), Rusia tuvo que desplegar sus Tu-95MS y Tu-22M3 en bases lejanas como Ukrainka y Belaya. Desde allí realiza vuelos de hasta 23 horas con múltiples reabastecimientos de Il-78M, evidenciando la vulnerabilidad de una doctrina dependiente de plataformas envejecidas y limitada capacidad logística.
Israel representa una doctrina única, centrada en la anticipación estratégica. Desde Opera (1981) hasta Orchard (2007), y más recientemente Days of Repentance (2024) y Rising Lion (2025), ha demostrado una concepción ofensiva quirúrgica que prioriza la sorpresa, la autonomía y la precisión táctica. En ambas operaciones recientes, aviones F-15I y F-35I volaron misiones de más de 1.000 km. hacia objetivos iraníes, con apoyo limitado de reabastecimiento, supresión electrónica intensa y rutas sigilosas. Israel no cuenta con bombarderos estratégicos, pero compensa con superioridad tecnológica, inteligencia en tiempo real y planificación minuciosa que permite golpear profundamente sin escalar a un conflicto abierto.
Francia, por su parte, adopta una postura intermedia: combina capacidad expedicionaria y flexibilidad táctica. En Harmattan (2011) y Serval (2013), el empleo de Rafale y Mirage 2000, apoyados por cisternas KC-135, mostró una doctrina adaptable, pensada para proyección limitada pero eficiente en el entorno mediterráneo y africano, con medios interoperables y respuesta ágil.
En síntesis, las doctrinas aéreas de largo alcance reflejan cómo cada nación transforma el “alcance” en instrumento político y militar según su cultura estratégica, entorno geopolítico y recursos disponibles. Donde el Reino Unido proyecta símbolo, EE.UU. impone dominio; donde Rusia extiende su resistencia, Israel ejecuta precisión; y donde Francia actúa, lo hace con agilidad calculada.
Conclusiones: El Poder Aéreo Estratégico en la era moderna
La evolución doctrinaria y operativa del bombardeo de largo alcance evidencia la transformación constante del poder aéreo como un instrumento fundamental para la proyección estratégica global. Estados Unidos, sin duda, sostiene y aplica una doctrina de “alcance global, poder global”, sustentada en tecnologías avanzadas como la furtividad, sistemas C4ISR, reabastecimiento aéreo masivo y armas de precisión, que le permiten llevar a cabo operaciones de altísima complejidad técnica y logística a escala planetaria.
En contraste, otras potencias adaptan sus doctrinas según sus contextos estratégicos y capacidades, aunque con un nivel tecnológico y operativo considerablemente inferior al estadounidense.
En definitiva, el bombardeo estratégico de largo alcance trasciende la mera distancia física y se configura como una manifestación de la cultura estratégica, los recursos tecnológicos y el entorno geopolítico de cada nación. Su desarrollo pone de relieve que la proyección aérea efectiva depende de la integración sinérgica entre capacidad tecnológica, infraestructura logística y objetivos políticos definidos, constituyendo así un componente esencial en la dinámica contemporánea del poder global.