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Foto del escritorSantiago Rivas

¿Qué hay detrás del tema del petróleo y Rusia en la Antártida?

Cuando el periódico británico The Daily Telegraph publicó el pasado 11 de mayo que Rusia había descubierto enormes reservas de petróleo en el Mar de Weddell, espacio reclamado por Argentina, Chile y Gran Bretaña, investigamos para encontrar que lo planteado en el artículo no era cierto, tal como explicamos en este artículo. De allí surgen tres aspectos muy importantes:

No es un descubrimiento, sino una estimación en base a una prospección.

No es de ahora, sino que esa estimación es de al menos 2010 y ya desde años anteriores hay documentos rusos que estiman cantidad de petróleo y gas en la zona.

No es en el Mar de Weddell, sino al sur del Índico.

Esto llevó a preguntarse qué intereses podría haber detrás de lo planteado por The Telegraph, ya que el artículo busca alarmar a los británicos sobre una posible amenaza rusa en una zona que ellos reclaman como propia. También generó alarma en sectores poco informados de la Argentina y Chile, llegando incluso la cancillería argentina a pedir información a Rusia sobre el tema, sin haber investigado antes la realidad del asunto. En Chile, por lo que pudimos constatar, había más conocimiento y, por ende, no se le dio tanta relevancia.



Ahora, una columna de opinión escrita por el analista Tom Sharpe en The Daily Telegraph deja más claro el interés de ciertos sectores británicos en generar alarma y crear la idea de que deben aumentar su presencia en el Atlántico Sur, algo muy útil a los intereses de la Royal Navy y demás fuerzas armadas británicas.

Sharpe plantea, en el título de su columna, que “Las Malvinas se han convertido en la propiedad inmobiliaria más valiosa del mundo” y, tras trazar un panorama de lo que podría ser la explotación de petróleo en el Mar de Weddell, plantea que “el siguiente paso en el libro de jugadas de la zona gris rusa seguramente será involucrar a la Argentina. Con su ‘rebanada de queso’ de territorio superpuesta a la nuestra, la colaboración allí es casi un hecho y a nivel diplomático dará frutos más rápidamente que el propio petróleo. El flujo y reflujo de la retórica argentina que profesa un interés en retomar las Malvinas ha sido constante desde 1982, aunque una combinación de nuestras defensas allí y su ejército envejecido impide que la mayoría de la gente lo tome en serio. Pero si se vieran envalentonados por la asistencia diplomática y posiblemente militar rusa, con la tentación añadida de tener a Las Malvinas disponibles como base avanzada para el nuevo petróleo en la Antártida, no es difícil imaginar que tengan otra oportunidad”.



Si bien alcanza con ver el manejo geopolítico del actual gobierno argentino para comprender que no hay posibilidades de que Rusia trabaje junto a la Argentina sobre Malvinas, es necesario ver que ese mensaje apunta al público británico y plantear la existencia de una amenaza en Malvinas y la posibilidad cierta de un nuevo conflicto bélico. Es preciso tener en cuenta que, a pesar de los discursos con corrección política, Gran Bretaña siempre ha actuado con claridad en el sentido de considerar a la Argentina como un enemigo.

Sharpe luego continúa planteando que “en ese momento, si tenemos que defenderlas, vuelve el tema del ‘con qué’. La Royal Navy se encuentra en un punto bajo, con los números de cascos y personal creando tensión a cada paso. Cualquiera que sea la forma que adopte la Revisión de la Defensa después de las elecciones, este tema debería estar más arriba en la lista de lo que ha estado en los últimos años. Las promesas del 2,5% del PIB para 2030 o cuando ‘las condiciones lo permitan’ deben dejarse de lado por dinero contante y sonante ahora”. En otras palabras, todo apunta a generar una situación para que el gobierno británico gaste más dinero en la Royal Navy y refuerce su presencia militar en Malvinas. Este tipo de operaciones no son nuevas y las han venido realizando muy seguido a lo largo de los años, por lo que no sorprendería que todo el ruido creado por este supuesto descubrimiento no haya sido más que el primer paso de una operación que solo apunta a conseguir fondos para su armada.



También se ve que, desde que cambió el gobierno en la Argentina, con una visión de recuperación de la capacidad militar argentina y un planteo más serio de negociar la soberanía de las islas, los británicos se han mostrado más desafiantes con la Argentina, destacándose sobre todo la visita del canciller David Cameron a las islas en febrero pasado, quien declaró su deseo de que las islas estén siempre en manos británicas, dando a entender que se sostendrá la negativa a negociar con la Argentina, contrariando lo que establece la resolución 2065 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Claramente, quienes pensaron esta operación, lograron su objetivo de generar ruido, ahora estará por verse si logran su objetivo de conseguir fondos e incrementar la presencia militar en Malvinas.

 

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