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Ignacio Montes de Oca

Rusia y Ucrania avanzan, pero a diferente ritmo mientras Occidente debate sobre misiles


Sale un nuevo reporte sobre Ucrania con el resultado de la contraofensiva rusa en Kursk, nuevos avances ucranianos en Rusia, otro round del combate en Pokrovsk y la eterna discusión sobre si se autorizan los ataques en profundidad con armas occidentales.


Por Ignacio Montes de Oca


Lo más urgente es explicar qué sucede con el contrataque ruso en Kursk, porque hace varios días las fuentes prorrusas avisan que Ucrania está en vías de ser desalojada de Rusia. La realidad es un poco diferente al modo en que es presentada por las fuentes del Kremlin. El ataque ruso se realizó en el noroeste de la zona controlada por Ucrania en Kursk e intentan retomar el poblado de Lyubimovka al sureste de Korenevo. Aun no lo logran y hubo otra ofensiva de los marines rusos que abrió una pequeña brecha en Borki, al sureste de Sudzha. Los rusos recuperaron el asentamiento de Snagost pero los ucranianos se colaron en el norte y tomaron cuatro poblados el este de Korenevo. La caída de Duovka y Zhuravil en manos ucranianas implica un avance tan importante como el de los rusos más hacia el oeste.

Pero, al mismo tiempo, Ucrania irrumpió por tres sitios de la frontera con Rusia y agregó más territorio a su control en Medvezhye, Veseloye, Obukhovka y Novy Put. El juego ucraniano es atacar allí donde Rusia debilita sus defensas. El objetivo es el poblado de Glushkovo. Todo es una cuestión de perspectiva. Es cierto que Rusia recuperó una zona, pero también que perdió otras. Ucrania mantiene la iniciativa y Rusia está gastando, aquí también, cantidades ronjremeynianas de equipos y hombres para lograr resultados pobres.

Son un montón de nombres, lo importante es que Rusia intenta apurar un desenlace mientras Ucrania juega a evitar los combates frontales y ganar más terreno para compensar las zonas en las que se retira. Hay un par de detalles que es importante marcar: Rusia logró formar una fuerza blindada a pesar de la destrucción de los puentes y pontones en el Seym y deslizó los refuerzos por el norte de Korenevo. Toda la zona encajonada por el río, la frontera y la zona bajo control ucraniano sigue en disputa y son unos 700 km2. Rusia tiene que lograr la expulsión de las tropas ucranianas antes del 1° de octubre por orden de Moscú y porque en esos días comienza la época de lluvia y la zona se va a convertir en un mar de barro, la famosa raspútitsa. Ucrania aun controla 1.300 km2 de suelo ruso.

No se trata solo de una cuestión militar. La cantidad de refugiados se estabilizó en unos 150.000 y la economía rusa ya perdió al menos 1.5 millones de toneladas de granos producidas en la zona de combate. Fue un año de mala cosecha y se le suma de desastre en Kursk. La cosecha rusa alcanzó los 132 millones de toneladas, un 9% menor a las de 2023, que acumuló 145 millones, y bastante menos que los 158 millones de 2022. Y con menor ganancia porque el gasoil, el otro insumo clave además de las semillas, ya suma un 25% de aumento en esta temporada.

El gobernador de Kursk estimó las pérdidas en U$S 947 millones por 160.000 hectáreas con 500.000 toneladas de grano no cosechados, 700.000 toneladas de remolacha azucarera perdidas, 300.000 toneladas de grano almacenados en zonas ocupadas y 350.000 cabezas de ganado muertas. Es todo un problema porque Rusia necesita vender granos para compensar la caída del precio del petróleo, que está en U$S 65,5, muy lejos de los U$S 100 del año pasado. Recordemos que los hidrocarburos son la fuente principal de ingresos para el estado ruso.



El gasto militar sostenido y la caída de ingresos quizás explique por qué la inflación en Rusia trepó al 7% anual, muy por encima del 3,5/4% previsto a comienzo de 2024 y el motivo por el que el banco central ruso subió la tasa de interés al 19%, encareciendo el crédito interno. Estos factores ponen presión para que Putin busque algún logro en la guerra y la presión constante de las tropas rusas en todos los frentes, al tiempo que sus bajas siguen subiendo de manera alarmante. Los ataques con drones sobre Moscú y otras ciudades le sumaron ansiedad.

En Pokrovsk siguen haciendo avances de un centenar de metros diarios, pero no logran compensar, por ejemplo, los 5 km que progresaron los ucranianos en la zona fronteriza de Sumy en una sola jornada. Es el eterno problema de Rusia al hacer comparaciones. También hubo un pequeño adelantamiento de Rusia en Chasiv Yar pero, de nuevo, hablamos de metros y a un costo estimado por las fuentes de inteligencia occidentales, superior a los 1.200 bajas diarias, lo cual supera el nivel de reposición de los 30.000 rusos reclutados al mes.

Vamos a explicarlo en el mapa para que sea más claro. Adviivka cayó el 17 de febrero. Rusia busca ahora tomar el asentamiento de Solydove, a 29 km de allí. Pasaron 219 días. La progresión es de 130 metros diarios. Son matemáticas sin sesgo. Rusia avanza, pero a paso lento. En donde tampoco cambió la estrategia rusa es en la destrucción de zonas civiles. La destrucción del puente de Pokrovsk y del sistema de agua potable aumentó las penurias de la población de la ciudad, tanto como el bombardeo diario a las zonas residenciales con bombas planeadoras. El uso de ese tipo de munición lanzado desde la distancia abre el debate entre Ucrania y gran parte de los aliados por un lado y EEUU y Alemania por el otro por la autorización para usar las armas que llegan desde Occidente para atacar objetivos dentro del territorio ruso. La postura de Ucrania es sencilla: si no le permiten usar los ATACMS para bombardear bases aéreas y arsenales, están favoreciendo el uso de estas armas y de los misiles y drones que usa Rusia para atacarlas. Sus drones no son suficientes aun para frenarlos.



Scholz confirmó el 14 de septiembre en un discurso en la ciudad de Prenzlau que, sin importar la opinión de la OTAN, Alemania no proveerá de misiles Taurus a Ucrania. El canciller argumentó que su decisión se basa en el riesgo de una escalada y uso contra objetivos en Moscú. El Taurus alemán tiene un alcance de 500 km y lo máximo que le permite a Ucrania es el uso de sus cohetes MARS II con un rango de 80 km. La postura de Scholz es coincidente con la de la Casa Blanca. John Kirby, asesor de Biden, dijo que su opinión “no había cambiado”. Pero la posición de Washington no es del todo clara. Aquí hay que explicar por qué la autorización del Reino Unido para que Ucrania use los Storm Shadow de 300 km de alcance torna la cuestión un poco ambigua. Ese permiso incluye a EEUU de un modo indirecto y es un factor importante. El sistema británico tiene componentes provistos por EEUU y el Reino Unido debe obtener un permiso previo para autorizar su uso por parte de Ucrania. Eso explica por qué Zelensky apura una decisión de Londres para que el anuncio de un permiso se concrete en la realidad.

También, Ucrania necesita saber si recibirá el modelo de Storm Shadow de exportación con un alcance 290 km o el más avanzado de 560 km en servicio en el Reino Unido. La diferencia es demasiado grande para la seguridad de las ciudades ucranianas atacadas a diario.

Hay otro factor que tiene que ver con el uso de bombas planeadoras. De autorizarse el uso de las variantes de más largo alcance, los aviones rusos deberían retirarse a bases más lejanas y con ello aumentar el tiempo de vuelo y preparación de la defensa aérea ucraniana. Lo que plantea Ucrania es una cuestión practica alejada de las especulaciones políticas. Pero occidente está evaluando la última advertencia de Putin, que advirtió que esa autorización implicará que Rusia considere que la OTAN está atacando a Rusia.



El razonamiento de Putin es meramente político porque sabe que cada acción ucraniana cuenta con un respaldo de la inteligencia de occidente. Por más que sigan atacando en el mismo rango de alcance, no cambiará un hecho sabido desde antes de la invasión de febrero de 2022. No hay que ser una mente agraciada para comprender que los ataques con drones tienen un respaldo de occidente. Planificar una ruta, establecer coordenadas precisas, esquivar defensas y radares y golpear en el momento indicado superan las capacidades ucranianas.

Pero, además, si Francia permite el uso de sus SCALP y el Reino Unido de los Storm Shadow -son el mismo misil, pero con diferente denominación – a Ucrania hace meses, ya hay una escalada de hecho, porque ambos llevan componentes estadounidenses. De hecho, Biden dijo "No acepto la idea de que usar misiles Storm Shadow para bombardear objetivos en Rusia equivaldría a que la OTAN iniciara una guerra con Moscú". Biden aprueba el uso del misil franco-británico, pero no el de los ATACMS ¿Cómo se explica esa contradicción?

La cuestión del alcance parece ser parte de una presión a Putin que incluye otros elementos en una ecuación mucho más compleja. Para entenderlo hay que ir a las cifras de producción de misiles rusos. Se estima que la producción de misiles rusos es de 67 unidades por mes. La mayor parte son KH-101 y Kalibr y un par de Kinzal, la dificultad para acceder a componentes y maquinaria occidental por las sanciones explica tanto la caída de la producción como la necesidad de pedirle a norcoreanos e iraníes que refuercen su arsenal. El uso del primer misil norcoreano fue registrado en diciembre de 2023. Se detectaron restos de misiles norcoreanos KN23 y KN24 fabricados en 2024 en ataques del julio y de agosto de este año. Esto implica que Corea del Norte es complemento de la industria militar rusa.

Existe otra posibilidad y que es, una vez agotadas las existencias de misiles desde los lanzamientos masivos iniciados en 2022, Rusia haya entendido que cualquier amenaza a Occidente deja de ser creíble cuando esos vectores, que pueden portar armas nucleares, están agotados. John Bolton, ex asesor de seguridad de la Casa Blanca, advirtió que las amenazas rusas son un “bluff” y que Putin se encuentra en una situación de debilidad militar creciente. Es uno de los “halcones” que propone reforzar a Ucrania para acortar el tiempo de la guerra. Una de las señales es, justamente, que Rusia está pidiendo ayuda urgente a sus aliados. El riesgo aledaño es que Putin intercambie tecnología por armas y que eso conduzca a la proliferación de los arsenales de misiles en otros conflictos. Israel podría ser una de las perjudicadas.



Occidente ya detectó el envío de 200 misiles FAth360 desde Irán a Rusia. Este misil de 200 km de alcance puede ser el aviso de otro ataque masivo contra las ciudades ucranianas. Kiev le advirtió a Teherán que habrá represalias en caso de que sean usados contra su territorio.

Allí hay una explicación plausible y es que EEUU esté esperando la llegada o el uso de los misiles persas para justificar su cambio de postura. Las necesidades de una elección compleja que ya entra en su tramo final no son compatibles con afrontar una escalada.

El temor es que frente a los márgenes ajustados de la elección de noviembre una escalada active el temor de parte de los votantes y los incline hacia la propuesta de Trump de “acabar la guerra antes de asumir”. Mejor entonces dejarlo hasta entonces en manos francesas y británicas. En Alemania hay un escenario similar tras el avance del AFD en las elecciones regionales. Ese partido tiene vínculos financieros y coincidencias con Moscú y propone dejar abandonada a Ucrania frente a Rusia. Scholz especula quizás con el impacto que tendría un mayor apoyo a Kiev.

Queda claro que el problema no es un ataque a suelo ruso, porque Ucrania ya se instaló hace un mes en Kursk y lanzó sus drones incluso contra Moscú. Tampoco del alcance, porque está extendido de hecho con los SCALP y Storm Shadow hasta los 290 km. Tampoco la escalada, porque como parte de la OTAN no pudo frenar a sus socios y deberá responder en caso de reacción rusa. Incluso ante una crisis nuclear, que es reversible porque Putin también se amenaza a sí mismo. La distancia entre lanzadores es la misma de ida y vuelta.

Es probable que EEUU no está autorizando ataques a mayor distancia aun a la espera de poder encontrar la fórmula adecuada para hacerle frente a un involucramiento mayor de los aliados de Rusia. Queda un factor que involucra a Zelensky y un viaje decisivo. El presiente ucraniano se reunirá con Biden antes de fin de mes para presentar su plan de acción contra Rusia y así obtener un aval para el uso ampliado de las armas. Debe detallar los objetivos estratégicos y los blancos que quiere golpear con las armas que recibe. Ese plan es crucial porque, raspútitsa mediante, es probable que el frente se empantane y comience un intercambio de misiles en el que Rusia contará con los proyectiles que fue acumulando y los que llegarán de Corea del Norte e Irán. Kiev está en una desventaja dramática. Ucrania necesita contar al menos con la información para hacer un uso eficiente de los pocos recursos que tiene, ya sea que se trate de los fabricados localmente o los misiles franco-británicos. En la hipótesis de máxima, necesita igualar la capacidad de daño de Rusia.

Pero queda claro que Zelensky ya no tiene plena confianza en EEUU, un hecho que quedó en evidencia al ocultarle la ofensiva sobre Kursk. Delinear un plan que podría alertar a los rusos sobre sus propósitos o que quede en la nada en caso de un triunfo de Trump es un gran riesgo. Lo que se descartó es una negociación. El plan de China y Brasil fue tomado por Zelensky como un homenaje a su pasado de comediante. Rusia no negociará con los ucranianos en su territorio. Ucrania, confirma que, sin un retiro total de los invasores, no hay posibilidad de diálogo.



Ucrania alega que ya hizo mucho con la ayuda que recibió: contrajo la ocupación del 33% al 18% de su territorio, derrotó a Rusia en el Mar Negro, causó bajas en una proporción de 3 a 1 a su enemigo, destruyo 13.046 piezas militares rusas y capturó otras 2.962. Pero Ucrania no puede hacer frente a más destrucción sin un refuerzo antiaéreo que por ahora llega más que nada a los titulares y sin poder ir a la raíz del problema que son las bases, las plantas de producción y los arsenales rusos. Tampoco depender de miedos electorales ajenos. Europa tampoco desea quedar presa de los vaivenes de la política estadounidense o de los temores germanos. Rusia y sus socios, a diferencia de parte de Occidente, no deben negociar si negocian lo que van a negociar cuando decidan que es tiempo de negociar si es negocio negociar.

Es por eso que este mes es tan importante. Ucrania sabe que debe sostenerse en Kursk y ampliar su zona de control y atrincherarse antes de la raspútitsa. Rusia que debe desalojarlos y llegar al menos a Pokrovsk. El resto, que deben definir, literalmente, el alcance de su apoyo.

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