Harold Castro, quien en 2017 tomó una de las fotos más representativas de la resistencia contra el chavismo, cuando Oscar Pérez se rebeló empleando su helicóptero MBB Bo105, cuenta la historia detrás de la imagen que dio la vuelta al mundo.
Por Santiago Rivas
Con Harold Castro somos amigos desde hace ya varios años, compartiendo la pasión por la fotografía aeronáutica, además de que es de esas personas con las que desde el primer momento nos sentimos como amigos de toda la vida.
En mi viaje por Venezuela en el año 2015 me hospedé en su casa en Caracas, por lo que conocería el lugar desde donde en 2017 se tomó una de las fotos más icónicas de la resistencia contra la dictadura chavista.
Cuando el 27 de junio de 2017 Oscar Pérez se rebeló contra la dictadura y la foto del helicóptero Bo105 con la pancarta “Libertad - Artículo 350” en alusión al artículo 350 de la Constitución Bolivariana que estipula: “El pueblo de Venezuela [...], desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”, enseguida supe que la foto, por la manera en que estaba tomada, era hecha por alguien que sabía de fotografía de aviación.
Harold, que nació en Caracas hace 39 años me había contado de su relación con el CICPC (Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas) de Venezuela e incluso en 2015 me había dicho de hacer un reportaje con ellos en un futuro viaje mío, que no se terminó dando. Sin embargo, no fue hasta cuando al día siguiente otro amigo me mostró un video del helicóptero posado en la terraza del edificio de Harold, que conocía bien de cuando me alojé allí, que me quedó claro quién era el autor de la foto. Inicialmente, por seguridad, Harold no quiso contar su historia, hasta que, en 2018, luego de que el 15 de enero Oscar Pérez fuera asesinado por la dictadura junto a parte de su grupo, me dijo que la quería contar y con Jack Aldwinckle armamos un reportaje que se publicó en The Americas Quarterly.
Oscar Pérez había logrado evadir por más de seis meses a las fuerzas de la dictadura, hasta que fue traicionado por una persona de su entorno y el chavismo montó la Operación Gedeón, con más de 300 efectivos que tenía como objetivo liquidar al grupo de siete personas, calificado como terrorista por el gobierno. A pesar de que se habían rendido, el gobierno siguió disparando contra la casa donde se encontraban, hasta que un cohete antitanque mató o hirió a la mayoría de ellos y el resto fue ejecutado poco después.
Ahora, a 4 años del asesinato de Oscar, contamos la historia completa de la foto que dio la vuelta al mundo y cómo se gestó un intento más por liberarse de la tiranía que desde hace más de 20 años aplasta las libertades y los derechos humanos en Venezuela.
“A Oscar lo conozco porque yo soy fotógrafo aeronáutico, y el 31 de enero de 2014 llegaba a Venezuela el helicóptero azul con el que Oscar hizo la maniobra. Lo compraron en Wichita, un amigo me hizo el enlace, me dice que estaba llegando el helicóptero del CICPC, que conocía a una persona, dije Ok, fui con mi cámara, me presenté, en ese entonces el jefe de la División Aérea era el capitán Carlos Gámez, que es el tío de Oscar, que también murió. Entonces llegué, me presenté, les dije si podía llegar al helicóptero, me dijeron que sí, y ahí empezó una relación muy buena. De ahí nunca perdimos la relación” empieza la historia Harold, que culminó de una manera que jamás se habría imaginado.
Oscar, como recuerda Harold, era muy mediático, con mucha afición por el cine, video, fotografía, “sabía del poder que tienen las redes”, explica, lo cual los llevó a hacer muchos trabajos juntos y poco a poco Harold comenzó a hacer las fotos de la División Aérea del CICPC ad honorem. “Nunca cobré, simplemente era la pasión por la aviación, era mucha afinidad con Oscar como persona, una persona de principios, de valores, todo lo que hacíamos tenía un segundo motivo, no era solo el ego de tener una foto bonita, de tener una demostración de lo que podía hacer o no, sino todo iba siempre, en primer lugar, a llevar al CICPC a lo más alto” cuenta Harold y destaca que Oscar quería recuperar los valores de la fuerza, que se había vuelto corrupta, además de enaltecer la División Aérea mostrando la función del helicóptero en la fuerza.
“Voy para tu casa”
Harold vivía cerca del Aeropuerto de La Carlota, donde estaban basados los Bo105 del CICPC, y como su departamento era en el último piso del edificio, habitualmente subía a la terraza para tomar fotos en los desfiles aéreos, por la vista privilegiada que tenía. Por eso, en varias oportunidades Oscar había pasado por la casa de Harold con el helicóptero para que le tome fotos. “Como mi casa está en la ruta de aproximación al aeropuerto, Oscar lo habrá hecho 5 o 6 veces anteriormente, que pasaba por mi casa, de sorpresa o me avisaba que pasaba por mi casa”.
“Ese día, es bastante duro recordarlo, porque es la última vez que lo vi con vida en persona, yo estaba en mi casa, eran como las cinco y media de la tarde y Oscar me dice ‘voy para tu casa’, como siempre, cuando me decía así yo tenía todo listo. Y ese día más temprano había sido la práctica para el desfile y había tomado fotos. Me monto en el techo como siempre, veo que viene el helicóptero y veo que venía más bajo que lo normal, siempre pasaba un poco alto e igual llegaba con el lente. Lo veo que viene un poco bajo de lo normal y le empiezo a tomar fotos. Ese día veo que venía con la puerta abierta y una persona atrás. Lo primero que se me ocurrió es que era alguien de la Brigada de Acciones Especiales del CICPC, a la que Oscar pertenecía y en la que se formó. Entonces dije, ‘bueno, habrá un operativo y querrá la foto’. Empiezo a tomar fotos y empieza a bajar y bajar hasta que llega un punto en que yo estaba con el lente 150-600mm y al helicóptero lo tenía montado encima. Yo vivo en un conjunto residencial, son varios edificios. Pensé que tenía una falla en una turbina, porque veía que se venía abajo, y aterriza como a cuatro edificios del mío. Fue un momento de mucha incertidumbre, la gente exaltada, no sabía qué estaba pasando, porque no era regular que venga tan bajo ni que se pose en un edificio.
Ese video cuando él aterriza está en la red. Cuando levanta veo que la persona que iba detrás tiene una pancarta que decía ‘Libertad - Artículo 350’. Es difícil decirte cómo mantuve la calma porque fue demasiada euforia y demasiados sentimientos encontrados porque, por supuesto que sabía que Oscar estaba en contra del gobierno, siempre lo hablábamos, porque ¿quién no está en contra del gobierno en Venezuela?, un grupito nada más. Pero ver la pancarta y lo que estaba pasando fue un sentimiento tan encontrado porque yo quería gritar, quería gritar de la emoción, pero a la vez tenía la responsabilidad de tomar la foto. En ese momento entendí porqué me llamó para decir que iba para mi casa. Tomé todas las fotos que pude, de ahí salió la famosa foto que dio la vuelta al mundo. Fueron gritos, alegría, todo. Fueron muchísimas fotos las que tomamos, unos 300 giga de material. Él sabía las cuestiones de la fotografía, nos entendíamos con señas, cuando veo que él estaba dando vueltas, le hago señas de que se ponga contrario al sol, porque él se pone a contraluz, y cuando levanta, la mirada que me da, por eso elegí esa foto que mandé, el me mira fijamente a la cámara y le veo la cara y digo, ‘Oscar se está lanzando un problema encima’. Tomé todas las fotos y salió hacia el norte con la pancarta abierta. Esa última foto que tomé, ya con el helicóptero de espaldas, fue un momento difícil, porque la euforia de todos los vecinos gritando, la gente salió a la calle con banderas, con todo, yo gritaba de la euforia, me despedí de él con señas, él también me saludó. Pero en ese momento entendí que posiblemente no lo vería de nuevo con vida y lamentablemente pasó. En este momento sabemos que pasó lo peor”.
La experiencia de Harold tomando fotos de aeronaves fue crucial para que la foto tenga la calidad que tiene, pero también hizo creer a la dictadura que la foto estaba coordinada con antelación y que él era parte del movimiento. “Cuando fueron a mi casa le dije a mi familia que no nieguen nada. ¿Cuál es el pecado de tomar una foto?, hubo mucha gente que tomó videos, pero no la persiguieron, ‘pero tu foto quedó perfecta’ alegan ellos. Acá sí voy a ser un poco soberbio, pero es que soy un fotógrafo aeronáutico, tengo un equipo de 3000 dólares, sé las técnicas necesarias para tomar fotos y por eso la foto quedó perfecta. Saqué en total unas 120 fotos ese día. Fue en un espacio de no más de cuatro minutos. Fue una secuencia mientras giraba sobre la casa, cuando despegó y se fue” explica y, conociendo su trabajo de alta calidad, no es una sorpresa que la foto tenga ese nivel.
Viralizar y escapar
Apenas Oscar se fue, Harold comenzó a tomar conciencia de que algo grande se venía y que él ya era parte de eso. “En ese momento se va y me doy cuenta de que se está lanzando. Bajo a la casa y digo, ‘tengo que viralizar esto, aquí está pasando algo’. Decido ir hasta el final y si lo tuviera que volver a hacer, lo haría diez mil veces. Las mejores fotos que conseguí fueron dos y las pasé por mi grupo de WhatsApp y ahí se ve el poder que tienen las redes sociales, porque no habían pasado seis minutos y la foto era absolutamente viral. Oscar se fue para la población que se llama El Hatillo, de ahí cogió al norte de Caracas y se fue pegado al norte siguiendo el cerro El Ávila, por la Cota 1000, que es una avenida, y se fue hasta el Tribunal Supremo. Yo iba viendo las noticias en vivo, veo que le estaban disparando al helicóptero, un caos total, no sabía exactamente qué estaba pasando. Hasta ahí supe de él en ese momento” sigue relatando Harold lo que se fue transformando en una vorágine de sucesos que se fueron acelerando y que les cambiarían la vida a todos los participantes. “Esa noche fue de mucha incertidumbre. Eso fue como a las 5:40, como a las 6 y media o 7 de la noche caigo en cuenta y digo, ‘coño, esto es un socialismo absoluto, todos sabemos en la dictadura en la que estamos’. Yo en los últimos meses me había metido de fotógrafo documental, cosa que nunca había hecho, me había ido a las marchas a tomar fotos, en contra del gobierno, por supuesto. Ya había recibido amenazas, te empiezan a decir cosas, por las redes sociales, como ‘te estamos buscando’. En 2014 fui perseguido por motivos políticos cuando se crearon los círculos bolivarianos, me llamaban, me amenazaban. Siempre estaba en la mira del Sebin, que es el Servicio Bolivariano de Inteligencia, porque soy fotógrafo aeronáutico, tenía acceso a las bases. En ese momento me di cuenta de que estaba corriendo mucho peligro. Oscar aterrizó aquí, esto puso un foco muy grande en la zona donde yo vivo, van a sacar cuentas, van a ver que yo saqué la foto y me van a venir a buscar, porque es una dictadura. En cualquier otro país del mundo yo me quedo sin ningún problema y explico, ‘yo tomé la foto’, si no tiene nada de malo tomar una foto”.
“Entonces me agarró una paranoia y pensé que me tenía que ir. Esa noche fueron muchos funcionarios del CICPC y del Sebin, pero afortunadamente fueron al edificio donde había aterrizado el helicóptero y no fueron por mí, no habían entendido qué había pasado. Y yo dije ‘ahora o nunca’, porque estaba seguro que con vida no me iba a dejar agarrar por esa gente, porque todos los que son agarrados son torturados, ellos tienen una prisión en Plaza Venezuela donde al que meten allí lo torturan. Afortunadamente se fueron de la urbanización, me fui al aeropuerto de Maiquetía, logré salir del país, logré comprar un pasaje. Fui con una maleta encima. Y gracias a eso estoy a salvo hoy en día, en el exilio. Perseguido totalmente, a los doce días cayeron en mi casa sin una orden de allanamiento, destrozaron mi casa, se llevaron computadoras, entiendo que se las tengan que llevar porque es evidencia, pero se llevaron impresoras, monitores, cámaras GoPro, a mi esposa se la llevaron doce horas por averiguaciones, persiguieron a mi mamá de 70 años” narra Harold y agrega que, afortunadamente, poco después, tanto su mujer como su madre lograron salir de Venezuela hacia Colombia.
El objetivo de Oscar Pérez
Harold logró escapar a Colombia, en donde tiempo después consiguió que se le de asilo político, ya que el gobierno venezolano intentó ordenar su captura internacional. Mientras tanto, a poco de irse recibió información directamente de Oscar. “Como a los tres días de lo sucedido, se contacta conmigo una persona, me habla con palabras que solamente podían venir de Oscar. Imagínate que yo estaba totalmente desconfiado de todo el mundo. Y me doy cuenta de que en efecto Oscar me estaba mandando un mensaje. Lo primero que me dice es ‘cómo estás, discúlpame, te puse en peligro, aterricé en la azotea del edificio porque la persona que estaba detrás - que era Pimentel (N. del A.: José Alejandro Díaz Pimentel), el segundo al mando del movimiento - no podía abrir la pancarta por el chorro de aire de las palas del helicóptero, tuvo que aterrizar, le quitó potencia al helicóptero, él abrió la pancarta y despegaron. Y él me dijo con estas palabras: ‘marico, discúlpame, yo no te quería poner en riesgo, sabía que era la única oportunidad de la foto, sabía que si tú tomabas la foto era la mejor foto que iba a quedar, por la conexión que teníamos nosotros’. La idea era simplemente llamar la atención, el helicóptero era un elemento de distracción mientras se debían llevar a cabo otras acciones que nunca se llevaron a cabo. Asumo que, por traición, gente que se echó para atrás, no lo sé”.
Harold cuenta que el plan incluía acciones de otros grupos que finalmente no actuaron, con el objetivo de debilitar a la dictadura. “Hay algo que quiero acotar es que ese día no hubo bajas ni daños por donde voló, porque no era la intención de Oscar. Si Oscar hubiera querido hacer daño o matar a alguien, lo hubiese hecho sin ningún problema. Algo que me explicó fue que él jamás quería un enfrentamiento entre funcionarios y fue algo que muchas veces vimos en sus videos, la lucha no es contra funcionarios, es contra el gobierno, contra las cúpulas” explica Harold y describe que solamente lanzaron granadas de estruendo para generar ruido y asustar. “El gobierno habla de que hubo daños, pero no los mostraron nunca, habla de que hubo disparos desde el helicóptero y hubo daños a las estructuras, pero ¿dónde están las fotos de eso? Oscar no hizo daño porque no quería, si hubiera querido hacer daño lanzaba explosivos y acababa con el tribunal supremo. Simplemente fue un llamado de atención, que el mundo supiera que había gente que no estaba de acuerdo dentro de las Fuerzas Armadas”.
Después de ese contacto inicial con Oscar luego de los hechos, mantuvieron algunas comunicaciones, “siempre preguntando cómo estaba, nunca pregunté detalles, son detalles que uno no quiere saber, entiendo la seriedad de lo que pasaba, me preocupaba saber cómo estaba él, cómo estaba todo. Utilizábamos medios más seguros que WhatsApp, de mensajería, tratábamos de hacerlo lo más seguro posibles, con alias, con una cantidad de cosas para protegernos”. Así, Harold tampoco preguntó a Oscar más detalles del grupo que integraba, para no comprometerlo, “en este tipo de situaciones, mientras menos se sepa mejor” agrega, aunque se pregunta por qué no hubo una acción contundente de quienes lo apoyaban. “Apoyo tenía, porque no es fácil estar escondido por seis meses en una ciudad como Caracas”.
Harold pudo escapar, pero el gobierno venezolano intentó perseguirlo por distintos medios, aunque consiguió que el gobierno colombiano lo asile y le brinde seguridad. “Obviamente que al gobierno le dolió muchísimo lo que hice, la foto fue exageradamente difundida, tengo fotos de hasta un periódico en China en donde salió en la portada. Lo que ellos alegan, hablando de mi situación personal, me tienen cargos de terrorismo, instigación para delinquir y traición a la patria, que en total son unos 40 años de prisión. Más allá de eso sabemos que es la tortura y la manera en que tratan a cualquiera que se oponga al régimen. Con mi historial de oposición ellos alegan que yo formaba parte efectiva del equipo, que soy terrorista, que tengo complicidad con Oscar Pérez” cuenta y agrega que igual sigue temiendo por su seguridad, “porque esta gente no para. Esta gente se dio cuenta de que lo único que tienen son siete cuerpos, porque, como dice una canción de Rubén Blades, mataron a la gente, pero no mataron a la idea. Entonces todos los que quedamos libres por este caso, tengamos o no que ver, corremos mucho riesgo, el chavismo es una cúpula, los terroristas son realmente ellos, con actividades ilícitas en cualquier parte del mundo”.
La salida de Venezuela
“Salí en avión directo. Lo importante fue el factor sorpresa, estoy libre gracias a que pensé más rápido que ellos. Cuando me di cuenta del riesgo que estaba corriendo, de la foto que había tomado, del alcance que tenía la foto y a quiénes afectaba la foto, tomé la decisión de salir, una de las ideas era salir por tierra, era la más fácil. Pero al día siguiente habría un trancazo a nivel nacional y las vías iban a estar cerradas y yo sabía que al día siguiente me iban a agarrar. Así que esa madrugada fui al aeropuerto de Maiquetía, compré un pasaje, en Venezuela no es fácil comprar pasajes e irte, no podés hacerlo normalmente, pero el dinero lo puede todo. Llegué al counter de una aerolínea, les ofrecí plata, les dije que tenía una emergencia familiar, cobraron lo que llamamos nosotros una ‘vacuna’, y esa misma mañana a las 7 y media ya estaba despegando, fue realmente muy rápido y fue lo que me permitió salir” relata Harold sobre su escape de Venezuela hacia Colombia, en momentos en que el aparato represivo del chavismo se movilizaba para detener a todos los que tenían algo que ver con lo ocurrido.
Las Fuerzas Armadas y el Chavismo
En esos tiempos, entre 2017 y 2018 hubo otros sectores de las Fuerzas Armadas que se rebelaron o manifestaron su descontento con el régimen, y todos fueron duramente reprimidos. Según Harold, existe una división entre el personal de las fuerzas, pero no hay una oposición fuerte contra el gobierno, debido a que han sido corrompidas. “La Guardia Nacional es el órgano más corrompido de las Fuerzas Armadas, porque tu los ves con el odio con el que actúan en las marchas, no se imaginan. Tuve una vivencia propia con las protestas de 2014 con mi papá. Mi papá murió en Venezuela en junio de 2017, 20 días antes de que pasara lo de Oscar, porque le dio una bronquitis, le mandaron dos antibióticos, pero uno no lo conseguimos, el día que lo conseguimos mi papá murió. Murió porque no hay medicinas, no por falta de plata, que la teníamos. Pero el problema es que en Venezuela no hay medicinas y mi papá hoy no está conmigo por una bronquitis, que es una enfermedad que se cura. Volviendo al caso, en 2014 en una protesta nos encerró la policía, íbamos en una moto, nos quedamos en la moto porque si nos bajábamos nos la robaban. La policía se abre, salen los círculos bolivarianos, los llamados ‘colectivos’, les permitieron que pasaran, que le robaran a mi papá y les volvieron a abrir el paso para que se vayan y le dijeron a mi papá que arranquemos de allí que si no nos metían presos” cuenta.
“En cuanto a los militares, los que llegan a coroneles para arriba son los que apoyan al gobierno, pero de capitanes para abajo están pasando hambre igual que nosotros. Hubo un caso en una base militar, porque el gobierno les da carros para comprarlos, pero nos decían que no tenían los neumáticos ni los repuestos” agrega Harold y puedo sumar que en el recorrido por bases venezolanas que hicimos en 2015 el descontento se palpaba, así como el miedo a hablar de política, especialmente con civiles, por la desconfianza en que podamos ser de inteligencia de la dictadura. También pude ver el adoctrinamiento y cómo el chavismo se inculca en todo momento, con pancartas en todos los hangares de las bases y todo tipo de propaganda, que se acompaña con las amenazas al que pretenda demostrar algún tipo de descontento.
“Algo decía Oscar y tiene toda la razón, en Venezuela no se quiere hacer un golpe de estado. Un golpe de estado tumba un gobierno legítimo por la fuerza. Pero en Venezuela se necesita una restitución del orden constitucional, no hay garantías, no hay leyes, hacen con la Constitución lo que les da la gana. Tienen todos los poderes. Tenían a la Asamblea Nacional en contra y se inventaron la Asamblea Nacional Constituyente. Entonces, es imposible en un país así que, sin la ayuda de los militares, se pueda salir de esa gente. Porque tienen todo secuestrado, tomado por la fuerza. No les importa la voluntad del pueblo. Votan 15 millones de personas, siete millones votaron una asamblea nacional y nunca la dejaron actuar, porque pusieron al poder judicial por encima del legislativo. En Venezuela las medidas legales no sirven para nada. Por qué se rebeló un Oscar Pérez o un capitán Caguaripano, porque la salida lamentablemente no es constitucional, y no nos han dejado otra porque el pueblo venezolano ha intentado ser constitucional, hemos intentado ser legales, hemos hecho referéndums, hemos salido a votar cuando hemos tenido que hacerlo. Nos agotaron todos los medios, entonces que no se quejen cuando sale un Oscar Pérez o un Caguaripano a restituir las instituciones que ellos mismo han dañado” sostiene Harold, y sus palabras hoy quedan más claras a cinco años de los hechos, en que nada ha mejorado en Venezuela y la dictadura sigue fuerte, mientras los venezolanos emigran en busca de un futuro mejor y de libertades. “Mi única esperanza es que haya un grupo que esté tratando y nadie lo sepa y de la noche a la mañana amanezcamos con que finalmente acabe por la fuerza esta dictadura, porque no hay otra forma de acabarla” agrega.
Cómo era Oscar Pérez
“Me interesa que se mencione que Oscar era una persona con valores. La gente lo criticó mucho porque él era actor, pero no entiendo qué tiene de malo y por qué él como policía no podía hacerlo. Y dijeron que tenía un problema de ego, pero él siempre usó su imagen y la película que hizo como proyección para hacer obras sociales. Se hacían muchísimas obras sociales, en el hangar del CICPC se hicieron obras para niños de colegios especiales o de bajos recursos, Oscar visitaba muchos hospitales de Venezuela, a niños con cáncer y otras enfermedades. Los catéteres con que hacían diálisis tenían que reutilizarlos. Una vez había un niño que necesitaba medicinas que no se conseguían, Oscar conocía a mucha gente a través de la película, consiguió el medicamento y el día que se lo fue a llevar el niño murió” cuenta Harold y explica que “esas cosas lo llevaron a tomar la decisión de lo que hizo. El gobierno dijo que estaba consternado porque le habían matado un hermano diez días antes, porque sí, se lo mataron y cumplía años cuatro días antes de lo que ocurrió, pero eso no es lo que lo motivó. A esa altura ya estaba decidido. Fue quizás un aliciente, un motivo más, pero los motivos están todos los días en la calle. Oscar siempre estaba pendiente de ayudar, tenía unas profundas creencias religiosas, no es porque sea su amigo o porque esté muerto, pero no tenía un centímetro de maldad encima. Era un tipo con una filosofía y unas convicciones totalmente opuestas a lo que dice el gobierno. Oscar también hizo muchos micros acerca de valores, contra los policías corruptos y contra el bullying”.
Abajo: el momento en el que el Bo105 se posa en la terraza del complejo de edificios donde vivía Harold, para desplegar la pancarta.
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