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Foto del escritorSantiago Rivas

Una nueva capacidad en la Armada Argentina

Junto con los nuevos patrulleros oceánicos de la clase Bouchard, la Armada Argentina incorporó el uso de los botes semirrígidos de altas prestaciones para realizar abordajes y otras misiones.


Por Santiago Rivas


En la primera navegación operativa del OPV ARA Piedrabuena tuvimos la oportunidad de embarcar y, entre otras capacidades del buque, conocer de cerca los RHIBs (Rigid Hull Inflatable Boat, botes semirrígidos) Zodiac Hurricane ZH-935 IO, de 9,39 metros de eslora, bautizados Tridente e Hipocampo, que el buque puede desplegar desde la popa.

Como explicáramos anteriormente, el ARA Bouchard posee dos Zodiac Hurricane, modelos H-935 y H-735, de nueve y siete metros de eslora respectivamente, distintos de los que se incorporan en los otros buques.



Los botes son semirrígidos modernos, que tienen un sistema de particular que es un casco rígido y un collar inflable. Sin embargo, no es del todo inflable, sino que tiene un collar de espuma Durarib. Lo único que se infla es un núcleo que va por dentro de esa capa y eso lo hace mucho más resistente. Si uno lo golpea contra el casco del buque no se va a cortar ni desinflar, sino que tiene una protección. A bordo pueden ir hasta diez personas sentadas, tiene un sistema de sujeción muy robusto para que las personas vayan seguras, con asientos con amortiguación, de manera que no se hacen tan duros los saltos al ir a altas velocidades.

Los motores son dos Volvo Penta con dos líneas de eje y dos hélices contrarrotativas. Tienen un tanque de combustible de 272 litros cada uno, que le da una autonomía a las lanchas de hasta 200 millas náuticas a entre 20 y 25 nudos, lo cual le da una capacidad de despliegue muy importante.



Cuentan con casco tipo MaCh II (Military Air Channeled Hull II) diseñado por Zodiac Hurricane para alta velocidad en todo tipo de condiciones de mar, lo cual pudimos comprobar al navegar con olas de más de dos metros en alta velocidad y en olas de tres metros con una velocidad de hasta 15 nudos. El diseño del casco reduce la resistencia y aumenta la estabilidad direccional para poder operar con velocidades más altas con mayor seguridad y menor consumo de combustible.

En cuanto a la parte de navegación, tiene un radar, un sistema AIS y un GPS incorporado en la consola de visualización de navegación. La capacidad de AIS permite tener contacto constantemente con la unidad. Sin embargo, también para operaciones reales puede ser apagado o silenciado y se continúa llevando la navegación, viendo los contactos, pero sin delatar su posición.



La función principal de los RHIBs y para la que se adiestra la tripulación es la interdicción marítima. La dotación de cada lancha es de tres personas, un maquinista, una persona de mar, que puede ser timonel, y el patrón, que es un oficial, debido, no solo a la velocidad que alcanza, sino también a los sistemas de navegación que posee este tipo de embarcación en la cual es necesario que se tomen desde ella decisiones tácticas en el mar. Además, embarcan un equipo de VRC (visita, registro y captura), en caso de ser necesario, en ambos RHIBs, para proceder a la visita, el registro y la captura, de ser necesario, de la unidad que esté en infracción.

Previamente a ser lanzados tienen un procedimiento mediante lista de chequeos con la que controlan que todos los parámetros, ya sea de motor, de inflado del bote, que tengan todos los elementos necesarios para salir a navegar y dentro de esta lista está la parte de seguridad. Además, controlan que el personal tanto de la dotación fija como los tripulantes extra tengan cascos, guantes, antiparras, salvavidas, elementos de abrigo y, en caso de navegaciones largas, que lleven traje anti exposición. La tripulación lleva equipos de neoprene, por el frío y porque, debido a la alta velocidad en la que navegan, siempre se mojan. También, el que va a la proa para hacer la maniobra de engancharse o soltarse del buque tiene que tener un arnés de seguridad. En mar calmo, la maniobra es bastante fácil, pero se complica a medida que hay más oleaje. El buque normalmente navega enfrentando el oleaje, para facilitar la maniobra.



Para el lanzamiento, el buque abre las compuertas una vez que todo el personal está a bordo del RHIB y ubicado en sus asientos. Luego, comienza a empujarse el bote hacia afuera, hasta que las hélices quedan en el agua, para hacer la puesta en marcha de los motores. Cuando se verifica que ambos están en funcionamiento, se sigue empujando el bote hasta que queda completamente en el agua detrás del buque. En ese momento, uno de los tripulantes se acerca a la proa para soltar el cabo que los une al patrullero y el RHIB queda liberado.

Para la recuperación, desde la proa del bote, con un pescante, se toma la boya que está en la punta del cabo, con el cual se amarra el bote al malacate que tiene el buque. Una vez correctamente acoplado al bote, se empieza el repliegue del bote dentro del buque empleando el malacate, hasta un punto en que solo queda la popa en el agua, cuando se apagan los motores. Luego, se continúa metiendo el bote hasta que queda totalmente dentro del patrullero y se inicia el cierre de puertas. Una vez que se verifica que las puertas están cerradas puede descender la tripulación.



La operación de los botes es bastante simple, aunque a altas velocidades es preciso tener muy en cuenta la dirección del oleaje y un control preciso de las maniobras, debido a los saltos bruscos que efectúan al pasar las olas.

Durante la primera navegación del ARA Piedrabuena en Argentina no solo se puso en práctica lo aprendido, sino que se evaluó el comportamiento de los botes en distintas circunstancias y con las condiciones de mar locales, especialmente con oleaje más fuerte.

También se hicieron operaciones nocturnas, que son más complicadas por el hecho de que el timonel no puede ver las olas y debe apreciar el sentido de las mismas para poder navegar sin inconvenientes, en las que se pudo apreciar la preparación de las tripulaciones.

La popa es rebatible para facilitar el despliegue de buzos junto con su equipo, así como para la inserción de fuerzas especiales lo cual, junto a su gran alcance y velocidad, hace que las embarcaciones sean muy útiles para este tipo de misiones.

Aunque no está previsto por ahora por la Armada Argentina, los botes son aerotransportables y pueden ser lanzados en paracaídas, así como pueden ser reconfigurados de distintas maneras.



Entrenamiento

La comisión de diez personas a Francia para instruirse en la operación de los RHIBs y alistarlos comenzó su trabajo desde la Argentina, continuando en Francia con el alistamiento y la recepción de los equipos. Además, cada embarcación tiene un patrón, que debió capacitarse en la navegación, pilotaje, operación y mantenimiento del casco. Además, los maquinistas del patrullero se entrenaron en el mantenimiento de los motores.

El curso de mantenimiento fue de una semana y contaba con todos los materiales para reparación. Se hicieron practicas reales de reparación con un instructor y después, durante el “ship operation training” la parte de pilotaje fue progresiva. Comenzó con maniobras a altas velocidades y cerca de la costa. A dos millas de la costa se implantaron boyas y hacían zigzag, caídas bruscas con el menor ángulo posible y diferentes maniobras que iba indicando el instructor de Zodiac Milpro que embarcó unos diez días. Progresivamente se iba aumentando la velocidad hasta llegar a 47 nudos, que es la máxima velocidad que alcanzan estas embarcaciones. Y a diferencia del Mar Argentino, el Golfo de Vizcaya, cerca de Concarenau, era más tranquilo, lo que facilitó el entrenamiento.

La parte más complicada es el lanzamiento y la recuperación de los botes, que fue lo que más se practicó, empezando con velocidades de seis nudos por parte del patrullero hasta llegar a doce nudos.




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