Observaciones sobre la reunión entre Trump, Zelenski y los líderes europeos
- Ignacio Montes de Oca
- hace 1 hora
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Terminó la cumbre en Washington entre Trump, Zelenski y los líderes europeos. A diferencia del encuentro en Alaska, esta vez hay avances y Putin debe revisar su agenda para la invasión.
Por Ignacio Montes de Oca
El avance más importante es que Trump resignó el rol de mensajero para que Ucrania ceda su territorio. Se impuso la idea de dejar que Ucrania decida sobre su soberanía. En palabras de Zelenski, "el asunto será entre Putin y yo". Fin del delirio de paz por tierras. El otro cambio importante es la aceptación de Europa como parte del asunto. Había sido excluida por pedido de Putin y no formaba parte de la invitación original a la reunión. Su presencia tiene motivos que vale la pena analizar.

Trump había cometido un error de base al recortar al ayuda a Ucrania. Europa quedó como el sostén militar principal y cualquier saldo que negociara con Putin iba a encontrarse con el obstáculo de los europeos que siguen manteniendo la resistencia ucraniana. 1 + 1 = 2
Es por eso que Europa logró negociar junto a Ucrania garantías de seguridad ampliadas, es decir que incluirán el compromiso de defensa de parte de EEUU a sus socios ante cualquier agresión rusa una vez alcanzado un acuerdo de paz. Es algo que Trump esquivaba desde la campaña.
Hay otro dato que parece alejado, pero que calza a la perfección con la visión que tiene Trump del mundo. Horas antes de la reunión, se supo que la Unión Europea había desplazado a China como el segundo espacio económico más grande del mundo y eso es crucial para la Casa Blanca.

Esa noticia se relaciona con el compromiso que asumieron los europeos de gastar U$S 100.00 millones en armas para entregárselas a Ucrania. Putin debería empardar esa capacidad de negocios para estar en igualdad para negociar. En Alaska, solo tuvo demagogia y promesas para dar.
El acuerdo de venta de armas para Ucrania no es nuevo, de hecho, es un anuncio reciclado de marzo, pero sirve de recordatorio sobre la importancia que tiene Europa como comprador de armas. Por año le compra U$S 200.000 millones y Trump sabe cuán importante es duplicar.
Ahora Europa se asegura que Ucrania reciba las armas europeas que ellos no producen y EEUU el negocio. La trampa está en que Trump queda anudado al compromiso de seguir abasteciendo a Ucrania, algo que había usado como chantaje para forzar concesiones favorables a Putin. A Trump tampoco le quedaba mucho margen luego de salir furioso de la cumbre de Alaska. Incluso la prensa más cercana a la Casa Blanca cuestionó su habilidad negociadora. Dijo que iba a traer un cese el fuego y volvió con una frustración que daña su imagen de negociador. En Alaska y luego en Washington, Trump se dio cuenta de algo que no es un asunto menor: el mundo no está formado por objetos que pueda manipular a su antojo. Está compuesto por actores con voluntad e intereses propios. El aterrizaje a sus 79 no fue agradable ni cómodo.

Dentro de esa maduración se vio obligado a aceptar que su rol como agente inmobiliario de los terrenos ucranianos no es realista. Y que Putin lo llevó a otra trampa sobre la duración de la guerra que le exige aceptar otra idea básica: principio de realidad, principio de sanidad.
Ahora Trump acepta que un cese el fuego es difícil de lograr tanto porque Putin no va a abandonar sus objetivos en Ucrania como por la evidencia de que ni Ucrania ni Europa van a aceptar un acuerdo de paz cargado de precariedades y promesas hechas en el bidet.
Es cierto que al ir por un Acuerdo de Paz en lugar de un cese el fuego adopta la tesis de Putin sobre la necesidad de ir a las "causas profundas del conflicto". Pero esa postura es más realista que creer en otra tregua como las de Budapest y Minsk. Allí hay acuerdo amplio.
Pero, por sobre todo, Trump comprendió que Putin no quiere finalizar el conflicto. Y que Ucrania no puede dejar de pelear por su territorio. Y que Europa ve a largo plazo una agresión rusa y solo hay una respuesta colectiva, no bilateral. Meloni lo explicó de un modo sencillo:
Y Ucrania, con ayuda de los europeos, metió otra cuña en la relación de Trump con Putin: los crímenes derivados del secuestro de 20.000 niños ucranianos y el destino de miles de deportados a Rusia en los territorios ocupados. Vladimir pasa a ser Bloodimir en adelante.
El líder ruso le dio motivo a esa iniciativa. Apenas regresó de Alaska reinició los bombardeos sobre las ciudades ucranianas y lanzó al menos ocho ataques similares mientras se realizaban las reuniones en Washington. Fue otro modo de extender su burla a Trump.

Con estos elementos es comprensible que Trump buscara arreglar su ego con repuestos importados de Europa. Y que Europa aprovechara la ocasión para acudir a la Casa Blanca como respaldo a Zelenski. Este cambio de alianzas es el cambio y un regreso del fallido en Alaska.
Ahora hay que ver cuánto sostiene Trump esta nueva postura. Y si Putin acepta el reto de reunirse con Zelenski. El canciller Merz se animó incluso a desafiarlo y dudar de su coraje para acudir a la cita. Toda una novedad para lo que se supone una región temerosa y a la defensiva.
Algo cambió en Washington y a diferencia de lo que ocurrió en Alaska, ahora si hay hechos para exhibir. Europa se metió por una ventana que abrió Zelenski, que esta vez no se peleó con Trump ni con Vance y sí tenía cartas, pero eran de invitación a Europa para que intervenga.