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Foto del escritorSantiago Rivas

A 20 años del rescate del “Magdalena Oldendorff” durante el invierno austral

El 18 de agosto de 2002 regresó a Buenos Aires el Rompehielos ARA “Almirante Irízar”, luego de brindar asistencia, abastecimiento y ayuda médica al buque alemán atrapado en los hielos.


A comienzos del invierno de 2002, el buque mercante alemán “Magdalena Oldendorff” quedó atrapado en los hielos cuando replegaba personal de bases antárticas rusas. El capitán Iván Dikiy –con 79 científicos rusos y 28 tripulantes a bordo– resguardó el buque en la Bahía de Muskegbukta para evitar los riesgos de derivar con el campo de hielo.

La empresa Oldendorff Carriers realizó gestiones ante la Armada Argentina con la finalidad de concretar una operación destinada a asistir al buque y, de ser posible, llevar a cabo su rescate.



En esa región de la Antártida, para esa época del año, hay sólo cuatro horas de luz, la temperatura puede llegar a 50º C bajo cero y son comunes las tormentas de nieve. Arribar a esa latitud en pleno invierno antártico entraña severas dificultades debido a la presencia del campo de hielo marino, cuyo comportamiento es siempre impredecible.

El rompehielos ARA “Almirante Irízar” había terminado recientemente su campaña antártica; aun así, tuvo que alistarse en poco tiempo para acudir al rescate. El 25 de junio zarpó de la Dársena Norte del puerto de Buenos Aires con rumbo a Puerto Galván, en Bahía Blanca. Tres días más tarde, una vez completadas las tareas de abastecimiento de combustible y de otros elementos necesarios para la misión –y de haber incorporado dos Sea King de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros– puso rumbo a la Antártida. Embarcado iba el Comandante de la Fuerza Naval Antártica, Capitán de Navío Raúl Benmuyal.



Ese mismo viernes 28, dos helicópteros de la Fuerza Aérea Sudafricana partieron desde el buque de rescate “Agulhas” que se encontraba a unos 330 kilómetros del “Magdalena Oldendorff” para evacuar a 48 científicos. Quedaban a bordo 10 más y los 28 miembros de la tripulación. Asimismo, los helicópteros entregaron 1,5 toneladas de alimentos y otros elementos al buque bloqueado.

Debido al empeoramiento del clima, el “Agulhas” debió poner rumbo Norte, fuera del radio de acción de sus helicópteros en relación al “Magdalena Oldendorff”; el espesor del hielo continuaba engrosándose.



No había antecedentes de otra operación realizada en esta época del año y nadie podía asegurar que se llegara hasta el “Magdalena” para asistirlo, por lo que la operación “Cruz del Sur” fue un hito en la historia del “Irízar”. Complicando aún más la misión, a punto de llegar al continente blanco el “Irízar” –al mando del Capitán de Fragata Héctor Tavecchia– soportó los embates de una tormenta de tres días que ocasionó algunos daños.

En pleno invierno, el “Irízar” navegó entre mosaicos de hielo hasta que el mismo se hizo compacto, grande, denso. Era el 11 de julio, con temperaturas de 20ºC bajo cero y el doble de sensación térmica, y tormentas de nieve cada vez más frecuentes que acortaban las posibilidades de operar de los helicópteros embarcados en el buque.

Recién pudo llegar el 16 de julio a 60 millas náuticas (111 km) del “Magdalena”, navegando en campos de hielo de hasta 2 metros de espesor, manteniendo en todo momento contacto radial con el buque alemán.



El 19 de julio, el “Irízar” logró amadrinarse al buque atrapado para en tres días abastecerlo con 600 m³ de gasoil para los generadores de energía y la calefacción; y 60 toneladas de víveres para los tripulantes alemanes, rusos, ucranianos, filipinos e indios, que además recibieron asistencia sanitaria y que, hermanados por las circunstancias, obtuvieron el apoyo moral de los tripulantes argentinos.

Con el objeto de encontrar la mejor ruta de salida, los Sea King realizaron vuelos de exploración glaciológica. Se decidió realizar la apertura de un canal en el campo de hielo por parte del “Irízar” para que el buque alemán pudiera seguirlo por sus propios medios, sin necesidad de ser remolcado.



La marcha hacia aguas abiertas era cautelosa debido a las permanentes nevadas y la deriva del hielo. Ambos buques navegaron en convoyado hasta un punto en la Antártida donde el “Magdalena” podría esperar para zafar de su condición.

En el rompehielos se evaluaba permanentemente la situación climática y glaciológica de las zonas de operaciones y aledañas con información obtenida a través de medios propios de a bordo y del Departamento Glaciología del Servicio de Hidrografía Naval, contándose asimismo con la colaboración del Servicio Meteorológico Nacional, del National Ice Center (NIC) y del Comando Meteorológico y Oceanográfico del Atlántico de los EE.UU. También brindaron apoyo la Agencia Federal Marítima, Hidrográfica y Servicio de Hielo de Alemania y el Instituto Ruso de Investigaciones del Ártico y Antártico, entre otros organismos científicos del mundo.



Además de la evaluación técnica y operativa que se realizaba a bordo del “Irízar”, la Central de Operaciones del entonces Comando de Operaciones Navales, con asiento en la Base Naval Puerto Belgrano, mantuvo permanente enlace con el buque para controlar, asesorar y apoyar en sus decisiones al comandante operativo en el mar.

Luego de varios días de navegación atravesando un campo de hielo pesado, el 27 de julio el rompehielos logró posicionar al “Magdalena Oldendorff” en una zona de la Antártida protegida de la acción de los hielos y de las corrientes marinas. Desde allí se exploraron nuevas rutas de salida mediante el empleo de los helicópteros y del análisis de la información glaciológica y meteorológica.



Como resultado de las reuniones mantenidas entre los capitanes de ambas naves y el Comandante de la Fuerza Naval Antártica, se decidió en conjunto buscar una posición geográfica segura para que el buque “Magdalena Oldendorff” pueda esperar el verano antártico. La península Ttrontungla Muskegbukta fue el lugar elegido para dar reparo a la nave alemana de los vientos, corriente marina y deriva de campos de hielos. Además del abastecimiento recibido, el Teniente de Navío Médico Juan Carlos Campana se quedaría con ellos. El oficial argentino ya había estado en la Antártida como médico del Destacamento Naval Orcadas durante la campaña 2001-2002.



El rompehielos comenzó el 4 de agosto su regreso. Dos semanas más tarde, el “Irízar” ingresó triunfante al puerto de Buenos Aires, donde fue escoltado por embarcaciones deportivas y vitoreado por el público que lo aguardaba con banderas argentinas. Hasta la legendaria corbeta ARA “Uruguay” lo esperaba en el antepuerto –como aquel 2 de diciembre de 1903, cuando ella misma regresó de cumplir con un rescate entre los hielos– demostrando la continuidad del apoyo y la salvaguarda de la vida humana en aguas antárticas brindado por la Armada Argentina.



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