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Gripen para Colombia: Una compra con un precio difícil de justificar

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La compra del Gripen NG por parte de la Fuerza Aérea Colombiana (algo que ya analizamos en este artículo) ha generado una creciente polémica en Colombia ante las sospechas de corrupción que rodean la operación, principalmente debido al valor excesivamente alto que se estaría pagando por las 17 aeronaves. El monto indicado por el gobierno de Colombia, de unos 3652 millones de dólares da un valor de casi 215 millones de dólares por aeronave, lo que los convierte en unos de los aviones de combate más caros del mundo, especialmente si se toman en cuenta sus performances y capacidades.

Es preciso tomar en cuenta que la principal ventaja que el fabricante destacaba era su menor costo de adquisición y de operación frente a los otros dos modelos que estaban en la short list de la competencia para Colombia: El Lockheed Martin F-16 Block 70 y el Dassault Rafale. En este sentido, hace tres años la oferta realizada por los Gripen estaba en el orden de los 2600 millones de dólares, contra unos 3000 por 24 F-16 Block 70 y 3500 por 24 Rafale, lo cual la hacía atractiva, a pesar de tratarse de una plataforma inferior. Incluso, cuando inicialmente se había seleccionado al Rafale en 2022, el presidente de SAAB, Micael Johansson, se había quejado de por qué se elegía la oferta más cara y preguntó “¿Por qué Colombia va a pagar 190 millones de euros por cada Rafale cuando pueden pagar 120 millones de euros por cada Gripen?”. Ahora, la oferta más cara termina siendo la elegida, pero parece que ahora se justifica.

En este punto hay que tener en cuenta que el Gripen es un avión inferior en la mayoría de los aspectos con respecto a sus competidores, con menor potencia (22000 libras de empuje con postcombustión contra 29000 del F-16 y 17000 por cada motor - 34000 en total - en el Rafale), lo cual implica un peso máximo al despegue inferior y, por ende, menor capacidad de armas (6500 kg en el Gripen, 7700 en el F-16 y 9500 en el Rafale) y menor radio de combate (unos 900 km contra 1500 en el F-16 y 1800 en el Rafale, todos con combustible interno, sin tanques suplementarios). En cuanto a los costos operacionales, si bien el fabricante planteaba que estaban en el orden de los 6000 dólares por hora, cálculos realizados por la Fuerza Aérea Colombiana estimaban que estarían en el orden de los 7.500 a 8.000, contra los entre 9500 y 10.000 del F-16 y los 15.000 a 17.000 del Rafale, por lo que la distancia con el modelo estadounidense no era tan significativa, sobre todo teniendo en cuenta la diferencia en capacidades. Es preciso tener en cuenta que, dado el corto alcance del Gripen y su menor capacidad de carga, en muchas operaciones debería operar con reabastecimiento en vuelo, lo que implica que al costo de la operación hay que sumar el del reabastecedor. O que para llevar una misma carga de armas se deban emplear más aviones.

A esto se suma que el Gripen NG es un avión que por ahora solo es operado por dos países (Suecia y Brasil) y tiene un solo cliente adicional (Tailandia, con 4 aparatos aún no entregados), totalizando pedidos firmes por 100 aparatos más los 17 para Colombia, contra más de 300 Rafale entregados y 233 pendientes de entrega para nueve países y 4600 F-16 entregados a 28 países y más de 100 pendientes de entrega. A la vez, los últimos dos modelos han sido empleados en combate, especialmente el F-16, generándose una doctrina de empleo muy validada y que actualmente se sigue actualizando por su empleo en escenarios como Ucrania, Israel y Pakistán, entre otros. En el caso del Gripen, solo aviones Gripen C tuvieron una muy limitada entrada en combate en la reciente crisis con Camboya, mientras que sus antecesores (Saab Viggen y Draken) nunca fueron empleados en combate ni Suecia tiene ninguna experiencia en combate con su fuerza aérea, por lo que toda la doctrina de empleo del Gripen se basa en cuestiones teóricas no validadas en el campo de batalla. Si bien esto no significa que el Gripen sea un mal sistema, sí implica que haya más dudas sobre su eficacia si tiene que entrar en combate.


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A esto se suma que, a diferencia de los otros dos, es una aeronave que aún está en desarrollo, con su campaña de validación de tiro aire-aire en proceso y sin que se haya iniciado aún la de tiro aire-superficie, lo que implica que Colombia deberá esperar a que el armamento de este tipo esté certificado para poder ejecutar bombardeos, algo que realiza regularmente con sus IAI Kfir contra la narcoguerrilla. Actualmente, está planificado que dicha campaña de certificación culmine entre 2026 y 2027, pero esto podría extenderse en el tiempo viendo las demoras que por ahora viene sufriendo el programa (la campaña aire-aire estaba planificado concluirla a mediados de 2024 y recién se está ejecutando ahora)

Un argumento que se dio desde el gobierno colombiano es que el valor inicial presupuestado (por unos 115 millones de dólares) era del avión solo, sin contar el valor del armamento, soporte, instrucción, simulador, repuestos, etc. Sin embargo, oficiales de la fuerza que formaron parte del programa y tuvieron acceso a los valores detallados explicaron que el precio planteado por Saab en su oferta inicial fue de un valor por solo el avión de entre 45 y 60 millones de dólares, “son los más económicos del mercado, por eso se los llama Smart Fighters, es un avión pelado al que se le van agregando cosas”, explicó uno de ellos y agregó que eso va encareciendo el avión, lo cual suma bastante dinero cuando se quiere un avión con equipamiento full, lo cual acerca su precio a los 100 millones de dólares por aeronave ya con todos sus sensores y sistemas integrados. En contrapartida, el F-16 y el Rafale ya parten de versiones básicas que están bastante equipadas, lo cual hace que el primero parta de un precio de entre 90 y 96 millones de dólares según la configuración y el Rafale lo haga desde 110 millones.

A partir de esos valores se agrega el armamento, los tanques suplementarios, simuladores, lotes de repuestos, entrenamiento, herramientas, soporte posventa, etc., pero esos valores son prácticamente equivalentes para todas las aeronaves, ya que se parte de un requerimiento básico emitido por la Fuerza Aérea Colombiana que fija las cantidades a entregar de cada ítem. Según indicaron los oficiales consultados, si bien los misiles aire-aire como el Iris-T y el Meteor son caros, el valor con todo el paquete completo debería rondar entre 125 y 140 millones de dólares para un Gripen, muy por debajo de los 215 que pagará Colombia. Según uno de los oficiales, con la información que los fabricantes suministraron a la Fuerza Aérea Colombiana, el F-16 Block 70 con todo su paquete podía costar algo más de 160 millones y el Rafale unos 170 millones, dado que el avión básico era más caro en ambos casos, pero todo lo agregado tenía un costo similar. “¿Por qué el Gripen se volvía tan costoso? Porque era un avión que se vendía como el ‘Smart Solution’. O sea, un avión pelado, pero después le ibas metiendo cosas y se volvía igual de caro que los demás, pero en ningún caso esos aviones llegaban a costar tanto dinero, y obviamente estoy hablando de aviones con todos los juguetes. O sea, no es comparable a lo que tiene Chile o a lo que tiene Brasil, son aviones configurados con pintura antirreflector radar, con entrenamiento caro, con los misiles que se autorizaban a Colombia en su momento, que eran los más caros, con la integración del armamento israelita permitido, eran variantes complejas. Ya no sé cómo quedó configurado éste”.

Así, explicó que “cuando estamos hablando de 125 a 140 millones de dólares no estamos hablando del avión, estamos hablando del sistema completo, el avión más el armamento, tanques suplementarios, la logística, el entrenamiento de los pilotos, el soporte por varios años y todo lo demás. Esos precios de 200 y pico de millones de dólares son ridículos” y agregó: “Eso no cuesta ni un F-16 Block 70 ni un F-15X, ningún avión de esos cuesta esa plata, eso es un robo”.

Los oficiales consultados consideraron que el avión es un buen sistema, porque “tiene un buen sistema de armas y está dentro del estándar en radio de viraje, potencia y consumo de combustible, con un buen auto landing, tiene una aviónica espectacular”, pero destacaron que “no deja de ser un avión de generación 4.5, con las limitaciones de esa generación frente a la actual 5º generación”.


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Un aspecto muy llamativo en toda esta saga son las explicaciones que han dado desde el gobierno de Colombia, comenzando por su presidente, empezando por plantear que la oferta de F-16 era por aviones de tercera mano (si bien hubo ofertas tanto por F-16 como por Gripen C usados, eran como stop gap hasta la entrega de aviones nuevos), o que el precio de 215 millones se justifica por el paquete completo (lo cual es insostenible dados los valores indicados más arriba) o indicando, según han declarado a medios colombianos, que el valor es porque se hizo toda la compra en un solo contrato mientras que Brasil y Tailandia pagaron menos por hacerla en varios contratos (lo cual es falso).

Si bien destacaron que no se pueden divulgar las cantidades de armamentos y los detalles del soporte comprado, uno de los oficiales que participó en el proceso de selección hasta hace poco tiempo subrayó que “más o menos se podría adivinar, ese ejercicio lo hice con muchos aviones, entonces todo lo que estoy diciendo lo conozco porque es así”.

Desde el Ministerio de Defensa de Colombia han discutido las comparaciones que algunos medios han hecho contra otras compras similares, lo cual tiene una gran parte de certeza, ya que cada país compra sus sistemas según sus necesidades y con todo un paquete que puede variar bastante, pero no es menos cierto que en general se pueden hacer comparaciones aproximadas cuando los paquetes tienen características similares en cuanto al tipo y cantidad de aeronaves, armamento y sensores, logística, entrenamiento, etc. Esto permite tener una idea del rango de valores que se puede pagar por la compra de un sistema de armas.

Para citar ejemplos, Bulgaria compró 8 F-16 Block 70 en 2020 por 512 millones de dólares (64 millones por avión), pero sin incluir otros ítems fuera de los aviones, lo cual explica su valor bajo, mientras que en 2018 Eslovaquia compró 14 aviones con su paquete completo por 1900 millones de dólares (135 millones por sistema completo).

Por otro lado, Emiratos Árabes Unidos ordenó 80 Rafale en 2021 por 17.200 millones de dólares con todo su equipo completo (215 millones por aeronave).

Mientras sigue esta polémica, con pocas explicaciones convincentes, queda por ver si Estados Unidos aprobará la exportación de los motores que equipan el Gripen, viendo que ha cancelado todas las ventas de armamento a Colombia dada la mala relación con el presidente Petro y las sospechas de su participación en el negocio de la droga. Esto puede llevar a que el gobierno estadounidense vete la venta (lo cual impediría la entrega de los Gripen) o que se deba esperar al cambio de gobierno en agosto de 2026 y la normalización de las relaciones entre ambos países para que ésta sea aprobada. La opción de cambiar el motor por uno de otro origen implicaría no solo un costo extra sumamente alto, que debería pagar Colombia, sino tiempos de desarrollo de dicha variante que demorarían en varios años las entregas. Por ahora, el gobierno estadounidense no se ha pronunciado oficialmente sobre la cuestión de los motores, lo cual deberá hacer cuando el fabricante de las aeronaves haga el pedido oficial para la compra de los mismos, aunque funcionarios de la embajada estadounidense en Bogotá han expresado extraoficialmente que no ven factible que se acepte la venta.

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